martes, 13 de junio de 2017

Los naquísimos ricos nacos

Escuché las quejas sobre Martha Debayle y, en buen plan, no me sorprenden. 

No me sorprenden porque yo he trabajado con personas "supuestamente" ricas (o mucho peor, que creen que lo son) y así se comportan, tal cual. 

Y es por estas razones: 

a) Porque lo único que tienen es dinero (y luego ni eso, eh, aguas) 
b) Se creen más que otros porque, según ellos, llegaron a donde están (muchas veces de manera ilegal) 
c) Ahora bien, el filósofo Luis Buñuel lo dijo de una vez, para que lo sepan ya: 

NO HAY CLASE ALTA EN MÉXICO. 

Esto es por las razones a y b. 

Creen que la ley no aplica para ellos, creen que por sus contactos o sus conocidos pueden discriminar, echar y maltratar a las personas, creen que si las humillan, son mejores en su liderazgo, cualidad de la que, por supuesto, carecen. 

Y aclaro, no es que los ricos sean malos, hay algunos filántropos que, aunque buscan hacer una buena inversión, también ayudan a la gente; hay capitalistas emprendedores, hay ideas sobre comunismo de ricos (lo cual no es tan descabellado como suena); hay ricos que han llegado con su talento y esfuerzo, pero ellos no son buenas personas. 

A menudo son personas que han llegado a través de fraudes o pisando a otros, o venden productos milagro o filosofías barateras que (esas si) no sirven para nada, viven en una burbuja en donde sus negros de casa (esclavos que maltratan a otros esclavos) no los contrarían. 

Y siempre la vida les debe algo, cuando en realidad, en lo que se han esforzado es en que no los agarren, no dudan en soltar a sus abogados o autopromoverse desvergonzadamente, pero, cuidado el valiente que quiera sacarlos a relucir o exponga sus mierdeces. Porque lo acusan o hasta lo matan. 

Yo trabajé con ricos nacos y su vida eran puras apariencias. Ya ni hablemos de sus cerdeces con el dinero. Eran naquísimos, dizque vestían bien, dizque tenían buen gusto, pero nunca tenían nada, ni hacían buen uso del dinero aunque tuvieran el chingo. 

Aunque reconozco que hacían lo que querían, no siempre, pero su hedonismo egoísta los llevaba a mantener su querida mentira. Sabían manipular a la gente y poner la basura en donde mejor se viera. Ni sabían que era la ética, pero tenían triple moral y eso si era de caricaturizarse. 

Además de que creían que pertenecían a la misma esfera que Slim... si hasta entre perros hay razas y ellos distaban mucho de que se les viera. 

Y aunque aparentaban, se les veían luego luego los hilos: ni tenían dinero, ni sus negocios iban bien, ni sabían ni vestirse ni aparentar que trabajaban. Eran unos huevones que se les acababa la mentira y que querían conservar a la de a huevo su status quo. 

No me malinterpreten, soy una persona a la que le encanta el dinero y le mama comprar cosas que no necesita y despilfarrar cuando tiene. Pero no doy pena ajena y no voy por la vida leyendo cosas de Marx o diciendo que la izquierda es lo mejor de este país. 

No nos engañemos, si tuviéramos al menos una octava parte de lo que tiene Jordan Belfort, seríamos igual de nacos, adictos y ojetes que él. Porque el dinero y el placer son adictivos, de eso es precisamente de lo que habla El Lobo de Wall Street: de la animalidad del hombre. 

Y estos tarados son un ejemplo de eso: creyendo que el D. F. es Interlomas, Santa Fé y Perisur, pero sin varo o gusto que los respalde; creyendo que hacen algo o que de perdida, hicieron algo por su país, cuando lo único que tienen es dinero. De quién sabe quién u obtenido quién sabe cómo. Nunca van a decir la verdad. 

Y al menos se les viera en su buen gusto, en no pasar vergüenzas o en dar penita ajena; al menos se les viera siendo menos clasistas o menos nacos, no usando la ley cuando les conviene y tapando cuando fueron lo suficientemente idiotas como para caer. 

Una cosa es gastarse en hamburguesas del Carl's Junior y otra bien distinta en una buena de salmón. Que aunque parezca diferente, hasta en eso hay niveles. 

Tal lo decía un buen amigo: si le das a un naco un millón de pesos, se los gasta en tacos.