domingo, 30 de noviembre de 2014

Consideraciones sobre la moda y los trajes típicos

Mi pregunta en este pequeño ensayo es: ¿los trajes típicos tienen que ver con la moda? O bien ¿un traje típico puede pasar como un dress code (código de etiqueta)? 

Haciendo algunas precisiones, si y no, ambos argumentos radican en un elemento importante: la convención. 

Si, cuando es una especie celebración en pueblos o bien, cuando la convención tiene que ver con motivos típicos del estado. Si la convención fuera en premios, en algunas ceremonias, sí que sería de esa forma. 

No sería apropiado para eventos de gala o de ciertos temas. Si ya se ha convenido que la fiesta es con temática del Gran Gatsby, un dress code más o menos formal, podría ser. Lo cierto es que contamos con una herramienta de la moda: la adaptación. 

Es posible adaptar los elementos de un traje: la falda, la blusa (con jeans es un claro ejemplo de moda actual y de adaptación), los estampados típicos en una mascada (como mariposas, flores, serpientes, etc.). Podría ser un ejemplo de la evolución de la moda y estos elementos. 

Personas que llevan el traje típico como ropa de diario, para mítines, como imagen aparentemente transgresora o excéntrica no aparecen en esta convención: su imagen me parece ofensiva para los trajes mismos. Su discurso es nacionalista, con tendencia a polemizar acríticamente y que abunda en forma, mas no en fondo. 

Recordemos que, al ser la moda invención, estilo, no está peleada con lo que convengan las personas. La moda no está hecha por una industria, ni corresponde a una ideología: está hecha por nosotros, para nosotros. Por lo que hay que tener una mente abierta y una actitud de respeto hacia los integrantes que la componen: diseñadores, críticos, creativos, editores, fotógrafos, modelos, etc. 

Recientemente se agredió a Horacio Villalobos por una aparente crítica al traje típico. La crítica no fue ni al traje que se aludía, no fue hecha por él (fueron más ácidos los comentarios de las compañeras del programa Fashion Police, Ileana Rodríguez y Olivia Peralta) y ni siquiera era una crítica tan despiadada: era sobre respetar el dress code, sobre entender el evento al que se asistía y hacer una elección acertada: el crítico hacía su trabajo. 

Y el trabajo era sobre un constructo humano: la moda, que es un fenómeno tan serio como la filosofía, la ciencia, el arte. La moda también es eso: filosofía, ciencia, arte. Es un fenómeno natural, no sólo nacionalista o ideológico. 

Canciones con filosofía: I want love

He terminado con un hombre que amaba... bueno, que tal vez me gustaba demasiado, como para amarlo. Honestamente ni yo lo sé, terminamos cuando creía que más lo amaba, cuando creía que en verdad habíamos sobrepasado la química. 

Creo que era todo, química y ya. Una emoción fuerte, algo biológico, qué se yo. Creo sólo estaba entusiasmada con él. 

Él no podía ser mi amigo, ni nada mío, aunque si estar conmigo sin ningún compromiso, sin reproches, ni discusiones. Sólo era una conquista más. 

Creo que no quería crecer, no quería nada más conmigo. Pero dejó que esto avanzara y que yo pensara lo contrario. Nunca corrigió ni hizo el mínimo esfuerzo por hablar conmigo. 

¿Quién estará mal? ¿Quién cometió más errores? ¿Quién dijo al otro más mensajes dobles? En verdad, estoy harta de analizarlo, hay cosas que deberían quedarse ahí. 

Quisiera contrarrestar mi tristeza con esta canción de Elton John, en este video estelarizado por Iron Man, perdón, Robert Downey Jr., haciendo lip sync con la canción del británico, demostrando que sí es un actor serio y que es bueno para el drama. En el video se muestra errante, preocupado, se muestra anhelante de un amor de verdad

Ahora quisiera un amor diferente, un amor que no se rompa, que me fortalezca. No quiero nada más. Con esa canción de Elton John salió ese sufrimiento, tenía ganas de llorar, de anhelar, de empezar nuevamente. 

Sin más, sólo quiero a alguien que me quiera. No quiero sólo creer que lo tengo, quiero que en verdad haya un vínculo, que hablemos y que enfrentemos dificultades juntos. Quizá sea mucho, quizá no, pero no quisiera repetir esa experiencia, con él. 

Quiero amor. 


lunes, 24 de noviembre de 2014

Personas que hablan de filosofía sin ser filósofos 3

Continuando con esta maravillosa sección, que es de lo mejor de este blog, sigo pensando que hay filósofos de clóset, pero el chiste es encontrarlos, porque eso es parte de nuestro trabajo para que las ideas se sigan moviendo. 

Como en las otras secciones que pueden encontrar aquí y aquí esta lista será variopinta, pero no es de extrañar que las personas que encontramos, 

11. Ricky Gervais. Este comediante siempre tiene una nota filosófica para cualquier chiste. El humor negro es la bandera de este humorista. No sólo hace reír, sino pensar en todo lo que dice la sociedad, las personas aparentemente intocables y tolerantes. Lleva al extremo el hecho de ser políticamente incorrecto. Sus obras Derek, The Office, su podcast que recientemente tuvo animación, es la exposición filosófica del humor de Gervais: el absurdo, la anecdota y la genialidad detrás de sus personajes. 

12. Charlie Brooker. El creador de Black Mirror: la serie más filosófica de todo los tiempos, es también un crítico que usa el humor como vehículo para el pensamiento. El análisis de los supuestos filosóficos como el progreso, la aspiración, el miedo y la ciencia en el lenguaje televisivo, para mostrar que hay una sociedad enajenada y presa de la tecnología. Si desean conocer más a este genio, no se queden con Black Mirror y sus referencias: vean el serial, desafortunadamente no subtitulado, How TV ruined your life. 

13. Doug Stanhope. Dentro de los segmentos de Brooker se encuentra esta joya de los standuperos. Un hombre que no teme meterse con nadie ni con nada. Que critica con una precisión aterradora. Un hombre que bebe, que está enojado y lo demuestra con el humor crítico y ácido. Stanhope es un artista: no teme confrontarte con nada, no quiere caer bien a nadie. Quiere que rías pero críticamente con la estupidez de otros. 



14. John Cameron Mitchel. O como lo conocen los cinéfilos Hedwig Schmidt, de Hedwig and the Angry Inch. Uno de los musicales que trata sobre la identidad sexual, el camino del éxito cuando alguien se aprovecha de tí, el género y las preferencias sexuales. Y el encontrar el amor: su canción The Origin of Love, trata del mito de la caverna, en especial de la alegoría de Aristófanes y de los mitos por los que estamos divididos. Con el mito se hace ontología, y Cameron Mitchel lo sintetiza en esta gran canción:



15. Juan Domingo Arguelles. Un poco al estilo de Umberto Eco, este estudioso de las Letras, estudia el tema de la lectura desde una perspectiva social: por qué no leemos, cómo nos educaron para que seamos así, los mensajes dobles que evitan que se fomente la lectura y el hecho de que leer sea un gusto que uno descubra, como un vicio. Así de irreverente pero así de crítico es Arguelles. Su obra se llama ¿Qué leen los que no leen? Y debe estar en la listas de este blog. 

Sin más: espero poner a más filósofos de clóset en este blog. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

¡FELICIDADES, FILÓSOFOS!

Son grandes, contribuyen a la cultura, hacen los mejores chistes y los mejores análisis. Ayudan a todos los educadores, artistas y guionistas del mundo. Ayudan a la gente como yo a salir de las calles (bueno, no exactamente). Son los mejores para discutir, argumentar, cantar folk y hacer chistes. Son los mejores para mí. 

Pero su tarea es dura y poco valorada. Se les tilda de ñoños, incómodos, políticamente incorrectos, raros, anticientíficos, inútiles para la vida pública y para cualquier cosa. No me importa que eso sea cierto, pero es una herida difícil de sanar. 

Están en todos lados: en el parque, en la escuela, disfrazados de maestros, de científicos, de artistas, de músicos que samplean beats pegajosos, de locutores de radio... Es tan fácil la mímesis pero es tan frustrante que no quieran mostrar su naturaleza. 

Son el amor, el odio, la idea nueva, el progreso y el retroceso. Son el ambiente cultural, el movimiento, la música y el silencio. 

Son los filósofos, maravillosos seres que te hacen pensar y ver con sus ojos el mundo. Nadie más lo puede hacer, nadie podrá quitarnos y estaremos más que nunca. 

Felicidades en su día, vivan el mundo con toda la pasión posible: porque gracias a ustedes, esto se sigue moviendo de forma invisible. 

Son grandes. 


Andy y el Museo del Chocolate

Esta sección es traída a ustedes por: se acerca el fin de semestre y quiero procrastinar todo lo que se pueda, hasta no tener vacaciones

Gracias a mi amiga Olivia tuve un acceso al mejor museo del mundo: no es un museo de la filosofía, no es una biblioteca museo, no es un museo en donde expongan el dúo Amorales- Lede. Ni de ciencia, arte o esas mariconadas. Este museo es sobre la mejor sustancia del mundo: El chocolate. Y si, lo digo como Homero Simpson

Este bello museo, el MUCHO por sus siglas, se encuentra entre Milán y Lucerna, cerca del teatro el Milagro y el teatro Milán, en ambos se presenta la mejor oferta de teatro en México. Honestamente Milán y Lucerna es un espacio poco valorado y estudiado por los senderistas culturales. 

El museo tiene cerca de seis salas: una en donde se muestran los antecedentes con maquetas y dibujos. Algunos de los utensilios que se exponen son molinillos, metates, guajes. Las salas siguientes tratan temas diversos como la química del chocolate (en cuanto a sus propiedades y el árbol del cacao). Una sala para exponer los aspectos comerciales del chocolate. Una par más que expone arte contemporáneo hecho con chocolate, o bien esculturas de chocolate. 

Pero la mejor sala, es la sala decorada con ruedas de chocolate: más de 300 piezas tapizan el cuarto. El olor de la cocoa y la sala de los olores creo que es de lo más terapéutico que ofrece el museo. Logra que cambies de humor y que te intereses genuinamente en entrenar tu olfato y en adquirir productos saludables y de calidad. 

La atención es de lo más profesional y especializada: desde los dichos populares hasta la memorización de datos técnicos, todo es de una forma divertida y didáctica. Es una labor de difusión que nos identifica como mexicanos, sin ser nacionalistas ni rasgarnos las vestiduras. 

Lo anterior lo digo porque nuestros productos tienen calidad (y saben mejor) que cualquier otro: es una cuestión de gusto y de probar distintas alternativas, no es porque sean mexicanos o porque se hagan en una región: es porque saben delicioso y eso cualquiera lo aceptaría. 

También me gustaría recalcar que el museo es una mezcla de la cultura gourmet y de la cultura museística: la curaduría es ágil, el espacio es apropiado, las muestras del trabajo (tanto histórico como gastronómico) son excelentes. Todo está limpio y fomenta un consumo responsable: lo que NO tienen muchos lugares dedicados a la comida (¿verdad Museo Herdez?). 

Además: el museo ofrece cursos de chocolatería, voluntariado, servicio social, catas de chocolate y productos gourmet de chocolate con menos aditivos y sabores diferentes que las marcas de costumbre. Para probar y comparar están bien: un buen gourmet prueba de todo. 

Sin más: visiten este nuevo espacio, que el 23 de abril será su primer aniversario. De seguro será un gran celebración. Compren chocolate hecho artesanalmente, no porque se esté en contra de una marca (de hecho los chocolates de la compañía Mars son exquisitos), sino porque es una experiencia para conocer lo que hacemos y que tenemos productos que compiten con otros. Y porque es un museo del mentado Chocolate ¿qué más quieren! 

Pero ya en serio, me parece que será una gran experiencia y algo para contar. No como otros museos que sólo aburren al visitante. 

Más información en: http://www.mucho.org.mx/ 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Canciones con filosofía: Positively 4th Street

Yo no conocí a Bob Dylan hasta que Sergio Zurita lo ponía en su programa Dispara Margot Dispara. Conocía Like a Rolling Stone, la cual era su sello distintivo en el rock, pero eso suena a lugar común. Y sabía también que él había compuesto una de las canciones que se interpretaban en la iglesia (Blowin in the wind es conocida como Saber que vendrás, y se interpreta en la misa de los domingos). 

A mí me gustaban los Wings, los Beatles, los Rolling Stones... no sabía nada de Dylan. No sabía del ícono musical que fue. Lo conocía indirectamente: por los Traveling Wilburys, por We are the World (que no cantaba bien) y por una canción que ganó el Óscar en 2000. 

Hace ya algún tiempo en mi vida que me pasa algo muy raro: cuando me va de la chingada suena en la radio o se oye a lo lejos Like a rolling stone. No se qué pasa, no se si es el universo o es una bajada de huevos cósmica... pero esa es la canción que se oye. Dylan el genio trata de hacerme entender. 

Dylan el artista, que se rebeló contra los que los hicieron ícono folk. Que pasó por crisis religiosas y que fue parte de la banda sonora del mundo, de los mejores grupos de la historia del rock (The Band, The Traveling Wilburys), que enseñó a los Beatles y que está por encima de ellos: porque él hacía tratados filosóficos en canciones. Lo que me lleva a la canción que hoy presento en esta sección de mi blog. 

Con Dylan el discurso no se agotaba en el amor, sus letras eran diferentes: eran de la virtud, de la naturaleza humana, de la muerte, de empezar de nuevo, de hacer juramentos de amor, de dilemas éticos, de ver al otro que siente lo mismo por ti. Dylan era un filósofo atrapado en el cuerpo de un músico, como a veces suele pasar.

Dylan sacó mi ira, el fuego de mis entrañas cuando me dí cuenta de la traición, del modus vivendi de mis enemigos: unos mamones que sólo quería juzgarme, que jamás me aceptarían. Unos farsantes que sólo buscaban una fórmula para sus patéticas vidas. Una bola de gente doble moralista que les molestaba confrontarse con ellos mismos. Gente que nunca se aceptará, por eso no acepta a otros. 

Dylan me hizo gritar mi rabia, porque me sentía engañada por ellos. No es malo confiar en las personas, no es malo conocer a la gente... es malo cuando ellos quieren imponerte sus ideas porque de otra manera no te aceptaría. Escupo sobre ellos: porque prefieren verme derrotada porque no han podido soportar que viva sin ellos. 

Cuando los veo se voltean, hacen sus groserías, se fastidian. Pero eso ya no es mi problema, temo que si miro atrás, dónde los dejé, me convierta en una estatua de sal. 

Cuando los encuentre en la calle, en la facultad, esta canción sonará. Ya saben dónde encontrarme.  



Idea de progreso y cirugía plástica

Honestamente, no estoy a favor de las cirugías plásticas. No porque haya personas que no se vean bien, es porque no les quedan las modificaciones a todas las personas. Pero eso es una razón de mi lista (que pondré unas líneas más abajo). 

Hay argumentos a favor y en contra. Los principales cuestionan la idea de la mejora con la intervención. Otros dicen que propician el trastorno de dismorfia corporal (en donde el paciente ve defectos que no tiene o necesita muchas intervenciones). Quienes están a favor dicen que es una forma muy común de quitar lo que no te gusta, que reinventarse está bien y que ahora que hay esas ventajas tecnológicas ¿por qué no usarlas? 

No desmenuzaré todos los argumentos. Lo cierto es que daré mis razones en una lista breve, a manera que sirvan para las objeciones. 

Dudo de las cirugías plásticas porque: 

- No es seguro que la modificación que te aconsejan o que tú propones mejore tu rostro o cuerpo. Es una consecuencia de la idea de progreso: a mayor adelanto tecnológico, mejores personas seremos. Lo cierto es que eso es falaz en algunos casos. 

- Muchas mujeres se ven iguales a otras con esa modificación corporal. Lamentablemente eso no es bueno, porque elimina nuestra posibilidad de atraer por ser únicas. Creo que responde más a una moda, que a algún trastorno o idea de mejora. Quizá por eso me es difícil entender.  

- Hay ventajas tecnológicas que, aunque empezaron por la idea de progreso, no fueron benéficas a largo plazo. Aunque la tecnología se disponga para que las usemos, no creo que contribuyan a una mejora de las personas. Pensemos en la metáfora del arma. 

- Las mejores virtudes son nuestros peores defectos. Y viceversa. En el cuerpo es más o menos lo mismo: mucha gente que se queja en realidad es porque no se ha valorado y no se ha visto de otra manera. O no se ha arreglado de forma un poco más favorecedora. 

- Apoyo la cirugía estética en casos extremos. Pero esos casos extremos, generalmente deciden no cambiar su rostro. Saben que eso no es la solución. 

En conclusión: respeto si hay quien se hace cirugías plásticas, respeto a quien logra mejorar. Pero no comparto la creencia de que eso es una ventaja para nosotros, o que nos hace mejores en algún sentido. Honestamente, no lo creo. 

jueves, 6 de noviembre de 2014

Documental: ¿Mató Darwin a Dios?

Ando investigando si la teoría de la evolución implica el ateísmo. O si ser creyente es sinónimo de ser estúpido. ¿Y si fuera compatible la idea de un naturalismo con la de un Dios? ¿Y si las nuevas teorías fueran insuficientes? ¿Y si sólo fuera que la ciencia tiene una especie de discurso? 

El teólogo Connor Cunningham investiga a fondo esta polémica, trata de entender el génesis y las motivaciones filosóficas de éste. Las historia de las ideas religiosas en contraposición con las ideas de la investigación científica. 

Al final trata de construir una postura conciliadora, en especial para quitar a Darwin del pedestal ateo en que se tiene. 

Yo se que si es un cientificista no aceptará esas ideas. Pero le pido una hora de su tiempo para escuchar, para tratar de entender, porque de eso también se trata la educación del hombre. 


¡Leggins para todas!

Los leggins no son pantalones - decía la chica flaquita, que prefería usar otro tipo de ropa - Muchas chicas gorditas se los ponen así, tienen que entender que no- continuó, como si se tratara de un hecho científico o de la fórmula del mundo. 

Otros dicen que los jeggins (una combinación de jeans con leggins) son para una especie de prostitutas: esas que les gusta exhibir sus formas y sus tangas minúsculas con lo que parecen pantalones. Tan pegados que se puede sentir como una segunda piel. 

Dicen que hay reglas para llevar los leggins: que debe haber un blusón que llegue a los glúteos, que se puede combinar el denim con una camisa de mezclilla y un sombrero. Pero (si eres obesa, aclaro) más vale no te atrevas a llevarlos como pantalones. Una regla que nunca había escuchado. Como no llevar dos estampados o como no combinar ciertos colores. 

Yo he visto a mujeres más flacas que llevan leggins con tops, crop tops, bikini en la playa, o con una especie de blusa del mismo material, para que sea una especie de cat suit, o bien de traje completo. Se ven bien quizá porque se sienten sexy. Quizá porque eso es lo que les gusta y lo reflejan. Mis ejemplos son: Naya Rivera de Glee, Isis Valverde (Suellen) en Avenida Brasil, Lady Gaga, Kesha, Nicky Minaj, Rihanna y Courtney Stooden (una rubia que posa en bikini con zombies, la revista se llama Girls and Corpses). 

No quiero pensar que el discurso es porque sean flacas. 

La moda es una industria llena de prejuicios: que si sólo la pueden hacer homosexuales, que es para gente superficial, que no es una industria filosófica (cuando se basa en preceptos filosóficos y en psicoanálisis). Pero uno de los peores es el prohibirle a la gente ropa por su cuerpo, sólo por ser cómo es. 

Una cosa es usar prendas que te favorezcan, pero otra cosa es ocultar el cuerpo y sentir vergüenza por el tipo de cuerpo que uno tiene. Creo que no es un debate sustancial, porque se basa en que unas mujeres se oculten sólo porque molestan la vista de unos y porque no son como las otras. Tampoco se usa una prenda por querer agradar a otro grupo de personas ni identificarse. Eso es absurdo. 

No todas las chicas que son delgadas son sexy. Algunas se verían bien con curvas, pero por su fisiología no es posible. Otras chicas se verían mejor si pierden kilos de más: pero en ambos personajes sólo está la decisión de que quieran cambiar. No porque eso imponga. 

Es cierto que las dietas de las modelos generan expectación, es cierto que nos gustaría sentirnos sensuales usando las prendas con las que son motivo de loas. Pero no siempre se pueden hacer las cosas de esa forma: hay que ser realistas de qué es lo que queremos y de qué estamos dispuestos a hacer. 

Conocer nuestra forma de vestir, nuestros gustos, el no depender de la opinión de los siempre inconformes, que sólo provocarán neurosis y estupidez, en una sociedad que cada vez pide una idea más irracional y poco sana de la belleza. 

Belleza no es aceptación, porque la aceptación no vende: el sexo si. Y aunque creamos que lo rechazamos porque no compramos una soda, una marca, irónicamente lo demostramos cuando celebramos a la flaca con proporciones aceptables y condenamos a la obesa que se pone esa misma ropa. 

No debería haber tal cosa como: ropa para flacas y ropa para gordas. Sólo debería haber ciertas tallas, estándares, pero acorde a los cuerpos de las personas, a los diseños y a la etiqueta de ciertos eventos. Ser flaca o gorda no implica que alguien se vea bien. Todas deberían poder verse bien y eso es trabajo de la moda.  

Creo que es tan nocivo el extremo de la mujer que se pone glúteos de silicona y los enfunda en leggins como la delgada que los usa como pantalones, como la chica obesa que les dio el mismo uso. O lo usan como es, o nadie los use como prefiera. 

Ni usar la ropa que tu quieras te define, ni porque quieras acentuar curvas mereces otra clasificación. La ropa es una extensión del mundo interior de las personas, no una dictadura a la que puedes entrar si eres flaca u otra si eres gorda. La ropa es para divertirse, para expresar creatividad, para adornarse. No para dar discursos, para no sobresalir ni para ser tratado superficialmente. 

Pónganse los leggins que quieran, vístanse como deseen y expresen lo que quieran expresar. La ropa es para realzarnos, no para ocultar con un discurso estúpido e inconsistente. 

Y por cierto, quiero aclarar esa costumbre de usar los leggins como pantalones, viene porque las delgadas los usan. Las operadas y las naturales también. Las que son fáciles y las decentes. Son para todas y tienen el uso que tú les des. 


miércoles, 5 de noviembre de 2014

El internet es la nueva televisión

Cuando le preguntaron a Silverio qué pensaba de la censura de su video Bombeando en Masaryk (el cual recordemos: es una simulación de sexo, con sugerencia al sexo anal, exhibicionismo y voyeurismo, pero magistralmente editado), el artista dijo: Me agradó por un lado que pasara eso, pero creo que internet es la nueva televisión porque no se puede decir cualquier cosa. 

Acorde al argumento de su Majestad Imperial, parece que hay una contrastación con los gustos de la gente en televisión y lo más visto en internet: muchos son programas grabados para ser vistos sin comerciales, para que la gente los vea cuando desee, en donde desee. 

Quieren personalidades carismáticas, que digan chistes tontos, pero que de cierto modo se vean en situaciones cotidianas: como la escuela, las fiestas y las redes sociales. Siempre hay una especie de nostalgia: reseñas de películas viejas, series de televisión y formatos de telenovela con una idiosincrasia similar a la de hace 30 o 40 años. 

Hay una lectura filosófica de la historia en la que parece que no hay un avance en las discusiones de la humanidad: que parece que son los mismos malentendidos a lo largo del tiempo, sólo que con otros términos y otros factores. La televisión por internet, la más popular al menos, es un retroceso. 

Obviamente, no hay que generalizar: con un nivel aceptable de inglés se puede tener acceso a otros contenidos (como los programas de Charlie Brooker), a series más retadoras y profundas (True Detective, Sherlock, Derek), o dramas con tratamiento de género diferente, pero sin olvidar su toque melodramático y telenovelesco (como Orange is the New Black), o bien, con el terror como manifiesto de los males de la sociedad (American Horror History: Freakshow). Si bien no son populares o el ánimo por estas es pasajero (dadas las implicaciones filosóficas), creo que serán los nuevos referentes del imaginario colectivo. 

Lo que me lleva a observar que estos referentes antes se encontraban en el cine, del cine pasaron a la televisión (a menudo como parodias y homenajes), pareciera que de ahí pasarían al internet a ser mejores materiales. Pero creo que hubo un punto en que sólo se pensaba en un tipo de comedia que no fuera muy exigente con el usuario, no en la creación de nuevos contenidos y lenguajes para un medio naciente. 

Si bien ha roto barreras, aún pesan las barreras del idioma, del relativismo, de la censura y la vigilancia continua a otros usuarios y grupos. Son las nuevas noticias y periódicos: pero hechos por nosotros, con nuestra ideología y con nuestros conceptos (sean pobres o ricos). 

El internet funge como la nueva televisión, en especial al rescatar los contenidos y en lo que censuramos. Aún nos falta conocer y ser más críticos con el medio, de lo contrario, el número de vistas significará lo que aceptamos, sin importar cuanto queramos eliminarlo. 



lunes, 3 de noviembre de 2014

La dictadura de la pertenencia

En la primaria me gustaba mucho Benny Hill y Monty Phyton. Me hacían reír, creía que eran bobos pero geniales, yo quería hacer lo mismo. No me gustaba lo que hacía Roberto Gómez Bolaños, se me hacía repetitivo, tonto, me hartaba. Honestamente tenía un problema. 

Para los demás, yo no consideré que tuviera nada malo. Siempre me he considerado una persona normal, pero que ya visto y leído cosas diferentes. No más: no era especial, nunca lo consideré así. 

Después me gustó la Rock-ola inglesa, era algo purista, pero también me gustaba mucho Titán, María Daniela, Lost Acapulco. Me decían que era rara porque quería estudiar filosofía o ser locutora, o porque quería mi grupo (pese a que todos querían su grupo con sus influencias). Yo seguía pensando que era normal. 

Cuando descubrí cosas que me gustaban, cuando cambiaba de opinión, al principio me asusté: tenía miedo de confrontarme. Sufrí cierto tiempo, me detestaba y tenía culpa. La culpabilidad necesita un castigo. Podría ser que empecé a considerar la rareza como un estandarte. Aunque la acepté en definición, no la acepté del todo. No entraba en mi cabeza ser raro. Porque en el fondo no lo soy. 

Siempre me gustó observar el entorno y preguntarme el por qué de mi rareza. A veces creía que estaba mal, otras que no tenía por qué cambiar si algo no me gustaba o si no pensaba de esa manera. Luego vino la psicoterapia... Y la detesté. 

Me decían que tenía que aprender a convivir, que tenía que abrir mi mente (que sigo pensando que no es lo mismo que aceptar cualquier tontería que se te ocurra), que si quería ser docente, tenía que respetar a otros (que no es lo mismo que dejar que me pasen por encima). Pero nada funcionaba: seguía sola. 

Tal vez por que no me gusta que me digan lo que tengo qué hacer, tal vez porque estoy aún modelando mi personalidad. Pero no por ser una mala persona, ni por ser una persona rara o que no coincidan mis gustos. 

Al contrario: me gustan casi las mismas cosas, los mismos chistes, conozco las mismas referencias; me veo de cierta forma igual a los demás. Trato de hablar con otros y si se puede ayudar, ayudo. Sé que es difícil sentir empatía, pero trato de entender las motivaciones de los otros. Y si, aunque peleo por tener ideas diferentes, he tenido la suerte de que no hay argumentos ni gente inteligente de por medio. 

Por desgracia, siempre he sentido aversión contra la autoridad. Creo que la autoridad es lo contrario a la enseñanza, a la invitación para observar cosas nuevas y entender la diferencia. Autoridad es lo que aparece cuando no hay una comunicación efectiva: sólo busca imponer, destruir y ridiculizar a lo que teme. 

Ahora pienso que existe la normalidad. Es difícil encontrar rareza. Es difícil entender también el por qué no le agradas a la gente: no hay motivo aparente, no hay una diferencia sustancial. Pero tengo una hipótesis. 

La gente que encuentra personas similares a sus creencias, a menudo discrimina a los demás, tiene una especie de lenguaje que considera especial (aunque el contenido es el mismo); cree que es increíblemente valiente, cuando no actúa sola: busca chivos expiatorios con quienes ser cruel. Siente que pertenece y tiene una desmedida lealtad. Hasta que cambia su situación.

Es una especie de sumisión a un grupo de personas, a la idea de aceptación en especial. Como si todos tuvieran el mismo uniforme, la misma denominación... nada une más a dos personas como el tener los mismos enemigos. 

Por eso es que yo la llamo dictadura. Cuando empiecen a matar en grupo a una sola persona, a perseguirla y a agredir a los que no consideran aptos, me dicen qué tan equivocada estoy.