martes, 31 de diciembre de 2019

La ira feminista

Durante muchos años sentía problemas de ira. Ahora sólo tengo un amargo pesimismo. Dicen que me falta pasión, que soy una pocos huevos, pero pues, chido. 

Alain de Botton dice que para curar el enojo y la ira que viene de acumularlo, es mejor ser pesimista: ¿Para qué me molesto? ¡Si este guey es un pendejo bien hecho! ¿Para qué me enojo? ¡Si sigue siendo un muerto de hambre aunque me asalte y me amenace! ¿Para qué entrar en ese juego? ¡Si esta bruja narcisista es igual de patética que yo! 

Estuve ante un desfile de jefes pendejos, de idiotas narcisistas, siempre en un eterno bucle de mediocridad, de apatia, de intolerancia, con su estúpida creencia de que ellos sabían todo y que tu, por antonomasia no eras nada, que podían prescindir de ti y que sólo estabas para hacer el trabajo pesado. 

Todos dicen lo mismo, una y otra vez, estoy cansada de este cuento: No te calles, alza la voz, la justicia actúa, hay que hablar... Ya he pasado por todo esto y sólo obtuve que me ridiculizaran, que defendieran al agresor y que, esto es increíble: si la agresión no era lo suficientemente fuerte no la publicarían siquiera. Así como lo leen. 

Escuché la canción de La culpa no era mía, bueno, una pieza performática en donde las mujeres se empoderan y pues, estuvo bien, creo. Vi el performance en México, en Chile, en España, nunca vi algo que fuera tan unívoco, tan poderoso: estamos enojadas, sin importar la agresión que sea, seremos escuchadas y además van a salir a la luz todos estos abusos, el acoso, todo lo que pensamos. 

Al día siguiente vi el mismo performance, pero estaba sobrepuesta la canción de El Norteño, la que trata de que se la chupe su sirvienta. 

Y después vi el video con la versión remix, sobre un ritmo de regueaton, de perreo, para bailar, para diversión y beneplácito de esta corte. Vi el video en donde se burlan de las mujeres y les gritan: ¡Mejor vayan a hacer la cena! Vi el video en donde ya no son las mujeres haciendo el performance, sino chicas en yoga pants con movimientos sensuales de twerking. 

Y vi, finalmente, el video de los jugadores del América, en donde se reían y gozaban con la canción. Ellos asimilaron el ambiente y el clima propicio para la injusticia con la mujer. ¿Serán víctimas también? ¿Sabrán lo que está pasando?

Una imagen de lo sagrado hace que lo sagrado se trivialice, nuestra seguridad, nuestro empoderamiento, nuestra integridad, todo esto se trivializó... quizá empezó por las buenas intenciones, por molestar, porque nada se toma en serio en este mundo tan serio... quizá es por la necedad de que nos hagamos escuchar. Quizá la dominación será televizada. 

Ese día no sólo se trivializó el hecho de ser mujer, sino el hecho de sentirme cómoda en mi propia piel. 

Sobra decir que fue un año pésimo. 

lunes, 11 de noviembre de 2019

Una ofrenda pequeña

Puse una ofrenda en mi anterior trabajo, lo de anterior lo voy a explicar acorde el avance del relato. 

En mi anterior trabajo estaba en la oficina de turismo: vender paquetes turísticos y dar información para el entretenimiento. Fue un completo desastre. 

Para empezar, la oficina estaba en un conocido hotel del Centro Histórico, muy cerca de la Biblioteca de la SHCP. Es un hotel feo, lúgubre, de esos que la comida corrida es insípida, pero te ayuda a hacer estómago. Un hotel en donde el baño era feo y el bar y la decoración y la gente... 

De la gente que estaba, había dos en recepción que eran narcisistas: la típica mujer que cree que controla a toda la gente y su secuaz, que rápidamente consiguió a un mozo con dinero para salirse de ahí. Esta última era hostil conmigo, pero al ver que no me perturbaba su existencia, empezó a trabajar al mozo para conseguir su combustible. 

Los policías de vigilancia eran una joya: chismosos y resentidos. Chismosos porque se metían en todo cuanto hacías y opinaban de lo que no les importaba. Y resentidos porque, al no tener un trabajo estimulante ni bueno, atacaban a quien no tenía sus problemas. 

Por fortuna, uno de ellos se fue junto con la recepcionista interesada, el otro sólo me trataba con frialdad al ver que no seguía su juego. Y además, porque fisícamente no le atraía, ya que no vestía con mallitas ni tenía cuerpo delgado. 

Recuerdo que hacían chistes sobre mi manera de comer, mi aspecto, sobre los pocos ingresos que generaba (aunque cuando me llegaban muchas comisiones, se les veía su envidia), sobre mi hora de salida... Esperaban que me fuera, no de la oficina, sino del hotel, que creían suyo. 

Cuando había poca gente y les perjudicaba a su hospedaje, echaban mil culpas y responsabilidades, como si fueran todos increíbles elementos, como si en verdad hicieran el mejor trabajo. Todos y cada uno, creían que tenían razón en lo que hacían. 

Y eran gente grosera y prepotente... que hacían lo mínimo, pero se quejaban si alguien más era como ellos. Creí que duraría menos, pero me equivoqué. 

Ellos eran el típico hotel que parece un pueblo fantástico de Reino Aventura, típico mexican curious, aunado a ese barroquismo visual en donde se tiene miedo al vacío. Lo único minimalista eran las habitaciones, pero siempre se sentía el mal gusto en todo el hotel. 

El servicio era más o menos, la verdad nada extraordinario. Y aunque había venta, también había rapiña, como en todos lados. Había un chofer guía que fingía ser tu amigo para sacarte información... era falso y abusivo. Cierto día se enojó porque le dije que él era mi competencia... supongo que no soportó la verdad. 


Mi primera festividad fue el 15 de septiembre. Adorné mi oficina como Dios me dio a entender, yo no consideré que fuera muy buena esa decoración, pero no se qué les molestó o cuál fue su coraje que empezaron a criticarme: que si decoré porque no vendía, que si estaba feo, que si había llenando de cosas, que cómo se veía, que si se veía mal... 

No dejaron de burlarse, de fastidiar, de chingar, de ladrar, cualquier cosa para estar de habladores, principalmente los de la cocina. Pobres de los cocineros y de dos meseros que eran atentos, pero la verdad era una comida muy insípida, aunado a los encargados machitos. 

En la recepción apenas hicieron caso... pero igual había algo que no les gustaba de mí y mi oficina. 

Mi anterior jefe también se quejó: como si el hecho de tener un tiempo muerto no se pudiera hacer nada, como si en verdad hubiera descuidado mi trabajo por adornar una hora del domingo, día en que llegaban pocas reservas y del cual pude aprovechar una parte. 

Me alegró poner los adornos y me alegró perder el tiempo, me encantó hacer más broma mi trabajo de broma. 

Porque si no fuera por esos adornos y por la conexión de internet, hubiera tenido que hablarles, hubiera tenido que pretender que me agradaban. Pero desde el principio desconfié: años de tratar con la mierda, me han dado ojo y olfato para no acercarme. Cuando ellos se acercan, hay que huir. 

No había jefes psicópatas ni monos voladores como en Capital Bus, no había mujeres busconas por venta de boletos, no había rémoras hipócritas ni muertos de hambre, pero seguía habiendo narcisismo, tratos por debajo del agua, poca confianza y un hastío insoportable. Y eso se sentía hasta el pretendido rincón más acogedor. 

Para día de muertos, el display del hotel parecía una película de Serguéi Eisenstein: grandes calaveras, árboles de la muerte llenos de cráneos, trajineras, calaveras con pelucas, diablos y catrines... podrían pensar que eso sería magnificente, un espectáculo... pero la verdad es que no, siguió el barroquismo visual y el hacinamiento folclórico. Todo rincón tenía adornos, flores, papel, calaveras, signos aztecas, todo era gigante y se comía el verdadero espacio. El día de muertos estaba en todas partes

En todas partes, menos en mi oficina.

En vez de hacer lo que todos hacen, decidí traer una ofrenda de miniaturas: una colección de las artesanías del Mercado de la Ciudadela, del legendario pasillo 7. Botellitas de licor y refresco, dulces mexicanos de pasta y silicón, chocolates hechos con papel, postre con helado y cereza, panes de muerto, platitos con mole, taquitos, cebollas, chorizo, pescado pan dulce y salado, bolillitos, calabazas en tacha, sopecitos; cigarros, repisitas de madera, platos y jarrones de barro, plantitas hechas de tela y flores improvisadas con papel, portarretratos con plástico y metal, cacerolas pequeñas de latón, anafre miniatura, veladoras, copas de agua improvisadas con papel celofán, plavicón de madera que simulaba tablones, en lo que eran cajitas de regalo. Todo puesto con esmero y cuidado. 

Por mi indecisión mi ofrenda sólo duró 3 días: un bello fin de semana antes de que empezara la mega ofrenda y un concurso de calaveras que era sólo para el staff del hotel, después yo la guardé bajo llave en la gaveta donde guardaba el dinero. 

Tenía que atraer a los turistas, los cuales no se acercaban a mí por el gancho de venderles tours, los pocos que se dieron cuenta, no sabían de esa tradición y de las representaciones a escala: no todo era gigante, no todo es ruidoso: se puede ser majestuoso sin necesidad de un despliegue enorme. 

Y las burlas siguieron: que por qué no estaba más grande... que tomó mucho tiempo para que la hiciera, qué nadie le haría caso, qué no era bonita... Vaya, ¿de dónde saca tanta energía la gente? ¿De la rabia, de la frustración? 

Un buen día mi ex jefe llegó para hablar conmigo: la venta de tours había acabado. No vio la ofrenda, pero se quejó de que nos vinieron a echar a una muerta que estaba ahí, refiriéndose a una catrina gigantesca. 

Yo un buen día llegué y me llevé mi ofrenda conmigo: estaba feliz. Recuerdo haber escuchado Te regalo mi ausencia, esa balada de Patricio que tomé como una señal. Ya no les molestaría más. Ya no pondrían pretextos: ya ahora podrían ser felices, o creer que lo son. 

Y lo último que pensé de ese hotel de cagada era: lo que yo hice y mi ofrenda, nunca lo volverán a ver. Lo que yo represento, no se verá otra vez aquí. Fue mi esfuerzo y hasta donde pude, llegué. Si eso me hubiera dicho con el Oso Mugroso... Todo se desvanece como lágrimas en la lluvia. 

A los tres días ya estaba en un trabajo como recepcionista en otro lugar, vi a muchos como ellos, como las cagadas de Capital Bus, como las changas de Santa Fé y San Ángel... pero había una diferencia: me gustaba mi trabajo y cada vez, con cada año, con cada experiencia me importa menos. Cada sentimiento me ha hecho observar a la gente y verla desde fuera, no desde arriba ni abajo, no cómo lo que creen ser: sino como lo que son. 

Cada que lo veo, sólo veo el eterno retorno de cosas que ya vi antes y ahora, en verdad que no me molesta. Sólo es la misma gente herida: una y otra vez, hasta morir. 

Ahora estoy en un lugar al aire libre: no tengo que salir a volantear ni hacer tratos con nadie para vender, nunca los he hecho. Ahora tengo un espacio para comer y dónde entra la luz, lejos de todo y del ruido. 

Esta fue mi ofrenda al hotel feo 






Foto de La Muerta, en perspectiva con mi ofrenda 

sábado, 5 de octubre de 2019

Canciones con filosofía: Una mañana

El pasado 28 de septiembre murió José José, el Príncipe de la Canción y parte del soundtrack de la historia de vida de muchos mexicanos. 

Como en la escuela de Juan Gabriel, tenemos a aquellos que celebran el amor, la tristeza, la belleza de la introspección, con algunos destellos de felicidad: porque ¿qué es esta vida sino una colección de soles? 

A José José se le debe la interpretación de la tristeza, una tristeza épica y sobrecogedora, en donde el dolor no es una opción, sino una constante. El saber lidiar con la tristeza es una facultad que tenían la mayoría de los éxitos del príncipe: saborear el dolor, caer en el profundo abismo de la desesperación, ser adictos a una relación que nos compromete y destruye... No todo José José fue así, pero sí la gran mayoría. 

Hay una frase que me puede y me ha definido: Me digas que no sientes temor. Nina Simone hablaba de la libertad y decía que ser libre es no tener miedo. Amar es igual, en cierto sentido, a la libertad: no tener miedo de ser uno mismo, de equivocarse y de entregarse, con toda la vulnerabilidad que eso implique. 

Una mañana para despertar con el amor, o marcar el inicio de un día decisivo en el que dejamos atrás nuestro miedo, nuestra inseguridad y nuestro rencor... Ese día será brillante, majestuoso y significativo, porque fue el instante en que nos decidimos a amar. En que nuestra libertad comenzó. 

Habrá muchas cosas que saldrán mal en nuestra vida (y vaya que son muchas), vaya que se puede ser un príncipe en el reino de la tristeza y del dolor... pero un día todo cambia. Uno se deja de sentirte triste, un día ya no se siente temor y ese día lo decidimos nosotros. 

José José vivió una vida muy dura, pero interpretó como nadie el dolor, la alegría y la esperanza, como una especie de Sísifo que, sin embargo, sonríe. 

Porque una mañana que nos entreguemos a nosotros y sepamos amar, será cuando amemos a alguien más: una bella aventura ha comenzado. Algo sencillo, directo, la brevedad y levedad de un mensaje que comienza en un solo momento del día. 













lunes, 30 de septiembre de 2019

Hasta siempre, Pagliacci

Terminó la serie Baskets, se fue Christine con Kent, Martha, el juggalo, Penélope, Eddie, los gemelos y por supuesto, Chip y Dale. 

Se fue como el tren de la vida y se va con una de las mejores enseñanzas. Se va como se fue Consuelo: cuando no quería que se fuera. 

Baskets la veía en las noches y a media tarde, cuando empezaba mi melancolía. Me sentía como Chip en el amor, estaba igual de perdida y no entendía muchas cosas. También puedo decir que era como Chip Baskets en cuanto a que era un chiste... y se reían de mi, no conmigo. 

Chip Baskets (el enorme Zach Galifianakis), es un payaso, que fue a estudiar a una prestigiosa escuela de Francia el arte de clowning. Ahí se reinventa y se construye la personalidad de Renoir, un payaso que combina la mímica y la sutileza de sus actos. Chip se enamora perdidamente de Penélope (Sabina Schiuba) cuando se va de fiesta por las calles de París. Lo que cualquier payaso quisiera tener. 

Pero Basquets no habla francés ni lo aprende... poco a poco vemos que todo esto es una breve mascarada: Penélope sólo lo usa para obtener su green card, no es un estudiante dotado para las artes del clowning, su enamoramiento responde más a su incapacidad de comprometerse a una relación real. 

Las fiestas sólo duran un momento: Chip no tiene dinero suficiente y regresa a casa, en donde la cosas tampoco mejoran. Su mamá, Christine (un increíble Louie Anderson), lo ama demasiado al grado de una sobreprotección paralizante, su hermano gemelo (el mismo Galifianakis) no se lleva bien con él, no tiene trabajo, ni sabe cómo valerse por sí mismo. 

Baskets es una historia con la que nos podemos identificar: todos conocemos a alguien que tiene ideas elevadas y que planea huir de su pasado para reinvertarse, pero en el fondo sólo quiere huir de sí mismo porque la idea que tiene de sí, no corresponde con su realidad. Tiene problemas con su familia, con su pareja y para encontrar estabilidad. En parte por las relaciones que ha aprendido, en parte por las decisiones que ha tomado.

Todos hemos sido un Chip Baskets, tal vez en algún momento de nuestra vida, por eso es tan fácil sentir empatía por él, tener piedad de él. 

A través de duros golpes de la vida: como cuando un escape de su casa deriva en terribles consecuencias, la soledad, las pocas respuestas del suicidio de su padre, la frustración, la búsqueda de respuestas rápidas y poco realistas: Chip Baskets se presenta ante nosotros como el héroe absurdo: que sabe lo irrelevante de su tarea, pero que continúa porque eso le da sentido a su vida.

Porque en el fondo, aunque todos seamos payasos, podemos elegir si somos un payaso triste o uno feliz. 

Baskets entra en el género de dramedy, pero también tiene momentos cringe: como los intentos de Basket de hacer reír, la personalidad excéntrica de Dale, cuando Christine trataba a sus hijos como pequeños de menos de 10 años y casi todos los momentos en donde salía Martha Brooks. 

Baskets es una serie filosófica, que aborda los problemas del sentido y de las crisis existenciales: es un payaso sí, que se supone debería darnos risa, pero que sólo hace que lloremos y pensemos (a veces más lo primero que lo segundo), un pez fuera del agua, sólo da problemas porque no sabe qué hacer ni cómo, cuya vida es un desastre... Todos hemos sido él y Baskets nos muestra que bastan ciertos dolores, asuntos no resueltos y falta de conexión para serlo. 

También aborda el problema de las representaciones erróneas: si tan sólo Basquets leyera a Spinoza sabría que las ideas incorrectas producen dolor, dolor que se transforma en enojo y de ese enojo a ira. Baskets sólo lo desquita algunas veces (es más explosivo su hermano Dale), pero sabría que todo lo que le produce dolor viene de lo que ha entendido mal, que no es su culpa, pero que debe aprender de la compasión y de la vulnerabilidad que acompaña su persona. 

El viso de esperanza que nos da Baskets, es mostrar que dentro de la excentricidad de una familia, las infortunadas circunstancias en las que conocemos a los amigos, la ambivalencia con los que amamos y la resiliencia y aceptación, podemos entender e incluso perdonar a nuestra familia. 

Ellos son así porque tampoco supieron lidiar con un dolor insoportable, saben quiénes somos, se enojan igual que nosotros, nos apoyan sin importar qué tan irreales sean nuestros proyectos. Están ahí cuando necesitamos ayuda. 

Christine fue una madre sobreprotectora, pero ayudó a Baskets como pudo y en lo que pudo, al final se perdonaron. Ken y Dale se convirtieron en la familia que necesitaban para ellos, Chip pudo perdonarse, pese a que no obtuvo todo lo que quería. 

Un elemento de Baskets era la aparición de trenes como viso de una tragedia terrible para los protagonistas: algo que se llevan de ellos o de su simulada estabilidad, algo que irrumpía su tranquilidad, pero la vida, como ese tren es intempestiva, imparable y se lleva lo que una vez tenías, sin respuesta y sin que puedas hacer nada. 

Aún con pequeños visos, podemos ser lo que nosotros pensamos ser y la vida se llena de una poderosa esperanza. Pagliacci somos todos, pero también podemos hacer reír en esta vida de negro sentido del humor. 

Baskets fue dirigida por Jonathan Krisel y fue transmitida por la cadena FX. 

viernes, 30 de agosto de 2019

Adolescentes maníacos vs adolescentes detectives privados

La más reciente temporada de 13 Reasons Why fue una oportunidad perdida. 

Y es que con series como Euphoria de Hbo, Skins o ya en la prehistoria, My so called life, uno pensaría que habría una representación mucho más acertada o plausible sobre la psique adolescente. Pero sólo terminan siendo telenovelas en donde el misterio son los propios protagonistas que un conflicto que nos haga considerar los problemas de la edad. 

Muchas romantizan los desórdenes mentales y le dan un aire de profundidad a algo que no lo tiene. Magnifican problemas en donde sólo bastaba que los personajes adultos no fueran unos idiotas. 

Y otros representan un estilo de vida aspiracional, que, si bien tocan temas profundos, rara vez hay cosas coherentes o conflictos de los que valga la pena hablar. Gossip Girl y Pretty little liars es un buen ejemplo de ello. 

Lo único rescatable de estas series es el soundtrack que nos permite conocer el espíritu de la época, pese a que algunas series lo intenten demasiado. 

Gossip Girl, Skins y Euphoria tienen grandes temas en su soundtrack, representativos y emotivos. Pero 13 Reasons Why insiste en lo terribles que son sus personajes y en lo jodidos que están con todo lo que guardan y lo que se ocultan... cuando en el fondo son seres humanos terribles. 

En Euphoria y en Skins veíamos un diálogo con el pasado, con la trama, las canciones y los protagonistas... las canciones no sustituían ni eran un artificio de la trama, sino que obligaban a repensar la letra y el contexto. La polisemia de una canción es parte de lo que la hace increíble y buena. 

Algunas series de adolescentes como Glee repensaban la música y los mensajes para el público adolescente, pero por desgracia caían rápido en el cliché y la trama barata o sinsentido para compensar que se alargaron y que no importaban más. 

Charlie Brooker dice que los adolescentes se sienten inseguros de sus cuerpos porque son representados por gente que no es de su edad, aunado a que ya tienen diversas operaciones estéticas. También se habla poco de la esperanza, amistad, buen comportamiento o formas de involucrarse con la sociedad y los adultos. Hay poca gente que se represente como fuerte o como buena mediadora, por lo que tendremos que esperar un poco más. 

Aunque hay series buenas en cuestión de entretenimiento (Sabrina, Riverdale, Veronica Mars, Gossip Girl), son superficiales y pasajeras cuando hay identificación y diálogo con el adolescente. 

Creo que Euphoria de HBO es la menos terrible de todas, francamente es un retrato fiel de la doble vida, la desesperación y la mentira por protección y cierto remordimiento. Se habla del narcisismo y de las enfermedades mentales sin tapujos y se habla la humillación y la violación de la privacidad. 

Aunado a esto: los adolescentes si se ven así, si hablan y bailan así, si se visten así. No son niñatos lloricas que tienen una falta de criterio enorme y que están rodeados de adultos imbéciles o que no investigan por cuenta propia algo de ellos. 

Abunda el misterio, el enigma que son los otros, el crimen no resuelto, pero esto es un artificio de lo agitada que es esta edad, porque el verdadero misterio es saber quién es uno y si todo lo que a uno le pasa lo configura como persona. 

Sin más, espero que sobrevivan las series que en verdad tengan algo qué decir. 


Canciones con filosofía: Colour my world

Antes de que te fueras, sonó esta canción en mi mente. 

Y me sentí mejor. 

Las cosas mejoraron entre nosotros, lo reconozco. Es cierto que hay que madurar y entender a las personas que nos rodean. No siempre vamos a estar de acuerdo. 

Pero se puede sentir ambivalencia o tener sentimientos complejos cuando hablamos de lo que vivimos con la familia... Recuerdo que lo que más me molestaba de alguien es lo que más extraño. O lo que más recuerdo es lo injusto o lo incómodo... Pero es familia y aunque no siempre nos tratamos bien, pesa más lo bueno y lo que veo. 

Muchos cretinos me han dicho que por qué ahora sí trato bien a alguien cuando al principio no lo aceptaba, pero es que a veces uno se reconoce en el otro, sabe que hay rasgos en su forma e enojarse, de hacer las cosas, de chocar con el otro. Sabe que no puede escapar aunque se resista y entonces lo quiere mucho más. 

Siempre hiciste lo que quisiste tía, incluso hasta el último momento. Me cuidaste y consentiste mucho, un curso de verano, aprender a nadar. Comer lo más delicioso en las cenas, en los antojitos... El sabor de lo que cocinaste, siempre estará en mi memoria. 

Los juguetes, cada uno más bonito que el anterior, me ayudaste siempre, con lo que tenías. Siempre hubo algo para mi de parte tuya. 

La muerte no nos vuelve santos ni perfectos, con todo nos aceptamos y aprendimos a estar juntas. No siempre te pude acompañar y no siempre pude estar. No te cuidé como merecías. Hice todo lo que pude y me dolió cada vez... 

Y pensar que malgastamos cada canción con malos recuerdos, cuando podemos tener los buenos y sentirnos aliviados un poco. Pensar que erramos en nuestros afectos cuando sólo necesitamos a nuestra familia. 

No me hubieran importado los choques, los problemas, lo que me decías y lo que pasara... preferiría muchas veces eso a esto que pasó. 

Siempre faltará una persona, cuesta llegar a casa, cuesta despertar. Vivo a veces en la negación y en el hecho de que no verás muchas cosas. Será la primera navidad sin ti, la primera fiesta de la niña, siempre vas a faltar. Siempre es así de injusto. 

Siempre dí por supuesto a mi familia, siempre quise que estuvieran conmigo hasta que fuera muy vieja... eso es egoísta, pero me daba mucha seguridad, una seguridad que internamente no tengo, pero ahora tengo a alguien que me cuide, desde arriba. Es un consolador pensamiento. 

Ahora ya estás con tus papás, niña, como una mamá chiquita que al fin tendrá la felicidad que esperaba. Al fin, eres uno con el universo. 

Descansa en paz, Consuelo. 



10.8.19

martes, 13 de agosto de 2019

La polisemia de las canciones y el cambio de circunstancias

Dicen que si dedicas una canción, a quién se la dediques se quedará a vivir en ella. 

Yo digo que esto no es cierto. 

La canción Baby de Marina and the Diamonds fue el soundtrack de mi historia de amor no correspondido, hacia un hombre palurdo, burlón e ignorante. 

Esa canción me dió esperanza y me hizo ver que hay cosas buenas en la vida, seguí escuchándola cuando supe que anduvo con una licenciada, cuando abrazó a otra compañera más crédula, cuando se rió de mi en mi cara y me dijo que anduviera con su ídolo, el chófer más despreciable y amargado que he conocido. Sí, su héroe era ese chófer... en fin. 

Esa canción no tiene la culpa de mi estupidez ni de mi credulidad... siempre será un himno de amor no correspondido, pero no le correspondía a mi historia ni mucho menos a él. Él no merecía ni mi consideración ni mi cariño, ni lo que sentía, era demasiado para él, que él me mostró que no podría ser. 

Stay, faraway so close, fue la canción que dediqué a una amiga malagradecida, que alegó que yo quería comprar su perdón (cuando no había nada que comprarle). Siempre he pensado que si hubiera sido taaan madura como decía que era, no me hubiera aceptado el objeto con el que supuestamente la compré, porque, eso si, lo aceptó y lo disfrutó y todo eh, tonta no era. 

Luego se convirtió en un canción de amor no correspondido, en un análisis de la obra de Wim Wenders, pero jamás se la dedicaría a alguien ojete e inestable, que veía raro que alguien la quisiera porque no se quería a sí misma. 

Lost Cause de Beck se la dediqué a un supervisor muerto de hambre, que, después de ayudarlo me traicionó y me descartó. Era un puto narcisista encubierto, que estafaba, mentía y también robaba. Un envidioso infeliz que no tiene ni para ser padre ni es amigo de nadie. Siempre esperó para tratarme así: me odiaba en secreto porque nunca podría ser como yo. Yo puedo ayudar aunque otros me detesten, pero él no. 

Lo que trato de decir es que los sentimientos, el amor y la intención se quedan, el análisis del momento y el reconocer cómo realmente nos hicieron sentir, sin mentiras ni miedo, eso es lo que se queda. 

Pero una sarta de imbéciles y un desfile de estúpidos, eso no permanece. 

Porque las situaciones cambian, las mismas cosas las podemos ver de manera diferente. Lo que pensábamos que nos destruiría nos hará más cautos en un futuro, las pérdidas, aunque dolorosas, nos hacen más fuertes, a veces más sabios. 

Una misma canción puede aplicarse a distintas situaciones, distintas personas, distintos amigos, cosas de verdad. 

Pensemos: la gente que es narcisista y mala siempre actúa de la misma manera. Le dedican canciones y las detesta, porque no quieren ser amados. Siguen siendo iguales porque miden a la gente desde su pequeño ladrillo, son enanos emocionales y llenos de rabia. Creen que uno es el estúpido, el que no sabe, el que no se defiende. 

No es que la vida se defina por lo que ocultamos, sino por todo lo que nos mentimos a nosotros, en eso está nuestra paradójica verdad. 

Tal como lo dice la siguiente canción, que se la dediqué a un mocho infeliz que fingió que me amaba y que se había enamorado de mí... Pobre imbécil, pretencioso y envidioso: creyó que me quitaría el amor, el brillo y mi valía, pero eso yo lo he construído y no es tan frágil como lo que pretendía tener él. 

Él, que yo le atribuía cualidades que no tenía, siempre me detestó en secreto, creyó que nunca iba a superarlo y que viviría en esa canción. 

El sábado, la resiliencia y la sabiduría, me mostraron que no es cierto. 




jueves, 25 de julio de 2019

At home with Amy Sedaris 2 o la comedia está viva

¿Cómo no amar a Amy Sedaris y darle todo el reconocimiento que se merece? Es una gran comediante en el género del slapstick y la comedia de situación. Es Princess Carolyn en Bojack Horseman, Jerry Blank en Strangers with Candy y Mimi Kanassis en Unbreakable Kimmy Schmidt. 

En la surreal serie At home with Amy Sedaris, ella se muestra enorme, del tamaño de Carol Burnett o de Lucile Ball. Del tamaño de los Monty Python, de los grandes. Por fin un show que nos da genuina comedia, momentos desconcertantes lleno de color y de sinsentidos que nos ponen a prueba en cuanto al humor, pero de los que Sedaris sale victoriosa. 

Porque la premisa del show es lo inútil que son las manualidades, lo improductivo y generador de basura que es y porque a menudo, la gente que las hace, carece de un propósito real. 

Y además, admitámoslo: lo más interesante de hacer las manualidades es lo que gira alrededor de ellas. La verdad es que ella es la única que hace a las manualidades divertidas y las coloca en el lugar que se merecen: en un chiste. 

Un poco de lo que vemos en el show es una parodia de la película All about Eve, citas increíbles sobre las manualidades (como que es el arte de convertir basura en algo inservible) y algunos visos de standup, con el timing increíble de Sedaris, comedia física bien lograda y genuinamente graciosa. Muchos más momentos musicales (hay uno que combina barber shop quartet y esqueletos y otro con un grupo versátil), algo que se agradece y acentúa el talento de Sedaris. 

Acoplaron mejor a otros personajes como Ronnie Vino (la dama del vino regional), Patty Hogg (la vecina de Amy, que a todos los personajes les apoda Lu), Chassie Tucker (la vecina cantante de Amy) con un episodio que es oro puro por los invitados que aparecen. 

Hay nuevos personajes: algunos son familia de las figuras principales, "amigos" nuevos y viejos de Amy y además un poco de jugueteo con nuestra memoria: vemos algunos sketches para "conmemorar" la trayectoria de Amy, que nunca pasaron en la primera temporada. Un excelente gancho para volver a este nuevo clásico de la comedia. 

Muchos de los problemas en cuanto al ritmo se solucionaron: hay más absurdismo y mejores resoluciones, algunas moralejas al estilo de Sedaris (un poco de la herencia de Strangers with Candy), tienen más peso las interacciones y personajes secundarios (el esposo de Patty Hogg es una delicia), mejores chistes con Chassie Tucker (interpretada por el increíble Cole Escola) y crítica ácida pero que revive el humor en su forma más pura. 

Siempre son especiales porque, de tanto decir y hacer algo especial, lo paradójico es que pierde su significado. Sedaris es una humorista consagrada y sabe explotar su talento físico, los escenarios, el espacio, la mancuerna con el invitado o con la comparsa, los chistes... Es necesaria en este mundo en que hemos olvidado reír. 

Porque dentro de todo el color, la magia, los vestidos y la simulada convivencia, lo que nos mantiene es el absurdo y las ganas de reír, de salir de un problema con el ingenio y de ahogar, por unos momentos, el dolor, la soledad, lo poco valorados que somos y lo ridículos que podemos llegar a ser, con un poco de superficial contacto, lleno de glitter, cuerdas, botones y moños. 

Hay clips en el canal de Tru Tv y se encuentra la temporada 1 y 2, no tiene desperdicio. 

jueves, 4 de julio de 2019

Canciones con filosofía: Why Should I Cry For You

I. 

Sting es un curandero, porque sus canciones tienen un efecto terapéutico que te hace conectar con la melancolía y la tristeza. Me ha ayudado más veces de las que puedo admitir: a dejar la negación con un padre enfermo; a no enamorarme de mis profesores porque ellos no me corresponderían; a no tenerme lástima porque no ha sido el amor como yo espero. 

Y ese es el cuento que voy a contarles hoy. 

II. 

Cuando llegaste a mi vida, parecías perfecto, pero me dí cuenta que no. 

Creía que nunca iba a olvidar tu sonrisa y lo que eras. Casi muero cuando la tomaste de la cintura, supe, como Diane Nguyen en Bojack Horseman, que ya me habías olvidado. O que jamás tendría oportunidad de cualquier manera. 

Sufrí mucho: con la inestable ambivalencia, la incertidumbre, no quería soñarte porque sabía que algo me faltaba, tu llenabas ese hueco de soledad, tú eras aquel con quién soñar y con quién fantasear, a quién dar amor o lo que creía que fuera. 

Y te dediqué muchas líneas, muchas canciones de las que me da verguenza admitir, muchas las canté con mi corazón y con todo lo que sentía y volcaba sobre ti. 

III. 

Y cuando te fuiste fue que acepté mi tristeza y la vida empezó a tener sentido: necesitaba dejar de tenerme lástima, dejar de pensar que el chico malo cambiaría por mi, que si te amaba correctamente, tú cambiarías por algo que yo quería que fueras. 

Eso no es amor, no es pasión ni nada: es poseer al otro para arreglar cosas que pueden nunca dejar de estar rotas. Es creer que podemos ver la belleza del todo por una parte del otro. Es aceptar que fuimos imbéciles porque creímos. 

Y el amor no es eso para mi. 

IV.

Entonces, te lloré, pero había llegado otro. Uno que me daba lo que necesitaba. Pero aún me faltaba una experiencia. 

Un buen día que lloré, lejos de todo, en el corazón de la noche, con el cielo lleno de estrellas, supe que mi melancolía y mi tristeza eran una parte del universo, que yo era una con el mundo. Que mi incertidumbre y mi corazón roto, eran pequeños en comparación con la inmensidad. 

Y recordé que hubo otros, mucho más increíbles y con más ventajas, con más conquistas que mujeres a quién amar... recordé lo feliz que fui y todo el amor que dí... pero yo seguía en pie, ellos no. 

Yo soy dueña de mi fantasía y mi verdad, pero el amor es poco para gastarlo en todos ellos. Yo navego en esta inmensidad, aunque no sepa cuál es mi norte. 

V

Un buen día observé cómo limpiabas el autobús después de que todos bajaban, sólo rociabas líquido y con el trapo mugroso limpiabas. Ahí comprendí todo. 

Tú no eras un vendedor, ni nada, ni eras un amigo ni alguien en quién confiar... eras lo que eras. Ya a otras habías encantado y por eso eras intocable, nunca te ibas a esforzar, pero tampoco pasaría nada contigo. 

Sólo me enseñaste cómo limpiar sin esfuerzo, sin ganas, incluso sin técnica. De la forma más sencilla porque no considero que trabajes más que eso. 

Por eso es por lo que te recuerdo, por eso es por lo que pasarás a mi historia. No hay más, esa fue la razón para conocerte. 

De lo contrario, ¿por qué debería pensar en ti? ¿Por qué debería llorar por ti? 


lunes, 1 de julio de 2019

Canciones con filosofía: Yo sin ti

La voz humana es un instrumento, es un don y como todos los dones sólo se le puede dar a algunos cuántos. A aquellos que saben qué hacer con ella. 

Gualberto Castro, tenor y crooner, en solitario lo recordamos por la filosófica canción La felicidad; la increíble Que mal amada estás y la enorme Hasta que vuelvas. Incluso tuvo un disco dedicado al Lgbttiq llamado Salir del Clóset. 

Salió en la Carabina de Ambrosio, como el Profe Gualas, aquel que reprendía a Chabelo y la Pájara Peggy. Con un timing para la comedia y un encanto innegable, en especial cuando interactuaba con Los Hermanos Castro. 

Los Hermanos Castro son un grupo de filósofos, perdón, de crooners, liderados por el filósofo y compositor Arturo Castro, Javier Castro (padre de la actriz Daniela Castro), Jorge Castro y el fallecido Gualberto. 

Arturo Castro es el compositor de los mejores temas de amor, melancolía y anhelo: Después del Amor, Yo sin ti, Llorando por dentro. Todos cargados de una gran filosofía. Es cierto que cualquier canción hace justicia a la voz de este gran cantante, de estas piezas se puede exorcizar la tristeza y alimentar la esperanza. Pero la verdad es que elegí esta canción por el tema de la ausencia. 

Cuando extrañamos a alguien, creemos, efectivamente, que una pieza de nuestro mundo falta, que nuestro mundo y nosotros no estamos completos ni podremos volver a ser nosotros mismos. 

Cuando amamos el tiempo se hace más corto, pero cuando no está el ser amado, parece que hay una eternidad de distancia. Creemos que le han quitado la alegría a nuestra vida y que nuestra sonrisa se fue con el ser amado. 

Si han estado en el doloroso caso de extrañar, sufres de ambivalencia: odias y amas a esa persona, piensas terminar con él o ella... pero cada vez que lo recuerdas o que te habla, una palabra suya... Y caíste otra vez. 

Anhelas tanto verlo, abrazarlo, sea alguien que conociste apenas unos meses y que se tuvo que ir una vez que tu te fuiste de un lugar tóxico o en el que no cabían ninguno de los dos. Se enamoraron, se besaron un buen día en que nadie veía, compartieron anécdotas y risas. 

Pero un día, él se tuvo que ir, a hacer películas como el héroe de acción que era: quiero pensar que tiene una filmación, que está en un proyecto en otra ciudad, que volverá y estará conmigo, pero lo extraño a rabiar, me falta y todo pierde su brillo y todo es más pequeño. Se llevó mi sonrisa, me dejó morir de amor. 

Esta canción es para todos aquellos que extrañan, a los que, sin duda, Gualberto les hará falta: su voz, su talento, su carisma y su humor. No volveremos a sonreír como antes, porque falta Gualberto, de las mejores voces de este país y que ha dado México al mundo. 


viernes, 31 de mayo de 2019

Leyendo a la gente 1

Mi trabajo como guía de turistas tiene un problema, más que el de vendedora... hay que leer a la gente. 

Leer a la gente es una habilidad poco apreciada, porque se hace con fines de manipulación y se disfraza de labia y de maquiavelismo. 

Pero leer a la gente es una habilidad muy útil: si no los vas a manipular o vas a aprovecharte de ellos, puedes ver lo que realmente creen, lo que sienten, cuán heridos o cuán frágiles están, incluso puedes saber sus verdaderas necesidades. 

Un tip para leer fácilmente a la gente es fijarse en lo que hacen y no en lo que dicen: porque ahí está lo que verdaderamente creen. También lo es a qué se muestran vulnerables, pero esto no es necesariamente una debilidad, porque las personas tóxicas y narcisistas lo usan como arma para que el mundo se las pague. 

Una compañera narcisista, llamémosle Olga, me decía que pensara en mi futuro porque el dinero de mis padres se me iba a acabar. Irónicamente, hizo de todo para que no progresara en el trabajo y se quejaba amargamente de quitarle oportunidades con una falsa meritocracia. 

Olga era pobre porque nunca fue apoyada por sus padres, lo que derivó en una gran amargura y codicia y en un falso sentido de justicia cuando los demás no progresaban y ella sí. ¿Tengo razón de haberla leído? Tal vez, pero ese era su dolor, además de muchos más: siendo narcisista exageraba su dolor de manera histriónica, sin empatizar con los demás. 

No me equivoqué cuando supe que ella se enojaría conmigo y que fingiría amabilidad y amistad, tampoco me dolían sus insultos: era una persona rota que sólo tenía sus número en ventas. Y ni eso es algo que yo quisiera de ella. 

Otra supuesta amiga, llamémosle Sche (ese nombre le gusta a ella, no a mí), fingió amistad y comprensión conmigo cuando sólo quería información personal y privada para su novio, un chófer que era un depredador sexual; ese hombre tiene una historia especial, pero ya volveremos con él. 

Sche fingió escucharme y estar de acuerdo conmigo, pero tenía mucho miedo de avanzar en su vida y de buscar una relación de verdad, lo que derivó en salir con Alfredo, un hombre sin educación que la maltrataba y humillaba cada que podía. Tenían una relación tormentosa, se peleaban y se perdonaban, pero ellos se pensaban normales como cualquier otra pareja. 

Cuando me ofreció su amistad, casi de la nada, sospeché: ni me conocía, sólo conocía mi bondad y mi profunda tristeza y dejadez. Sabía que Alfredo estaba tras de mí, sabía que necesitaba información. Investigó mi número de teléfono, el cuál yo me había negado a darle. Me enviaba mensajes fingiendo empezar una plática... No me molesta que haya sido eso, pero veía que era igual de predadora que su supuesta pareja. 

A Alfredo no le agradaba, pero encontraba gracioso y placentero humillarme y referirse al tamaño de mis senos de manera burlona. Siempre le hablaba a ella para que me reportaran, porque quería que me corrieran del trabajo. 

Yo recuerdo haberle dicho algo que resultó ser cierto: "Cuando los vea juntos, me puedo hacer a un lado. Yo sé que él es tu amigo y yo sólo soy una conocida más". 

Sche se resistía e insistía: "¡No, claro que no - como si en su desesperación no quisiera que descubriera la verdad - tú eres mi amiga y puedes contar conmigo para lo que quieras, no eres sólo una conocida más!", juraba y perjuraba. 

Cuando me salí de Los Autobuses (que habrán notado que es el mediocre servicio Capital Bus), Alfredo se veía entre aliviado y enojado: al fin había logrado que me fuera, pero no me había humillado lo suficiente, no como lo haría con ella. 

Fue cuestión de días para que Sandra cortara conmigo. Fingió sentirse ofendida por un comentario en que relacionaba a Enamorándonos con Capital Bus, dijo que parecía que hasta me había enojado con ella. 

Yo le respondí con lo único con que le puedes responder a un mentiroso: con la verdad: "Sche, puedes hablarme cuando quieras, ahora que ya no está esa empresa, ya nada se interpondrá entre nuestra amistad". Yo no estaba fingiendo, genuinamente pensé que me hablaría. 

Pero todas las muestras de apoyo, todo su cariño, toda su amabilidad se desvanecieron, porque yo ya no le servía. 

Y no me equivoqué: a ella nunca le agradé, sólo lo hizo para mantener su relación con... ese hombre. Yo sí que era una conocida más. Imagino qué sería su vida y la mía de mantener esa supuesta amistad. Todas las mentiras, todo lo que estaría dispuesta a aparentar para que yo le creyera... Debe ser horrible, debe ser peor que estar enfermo. 

Alfredo, por su parte, era un hombre supuestamente mujeriego, una palabra elegante para referirse a un predador sexual. Siempre obsesionado con la virginidad y la supuesta pureza de una mujer. Preguntaba acerca de cuántos encuentros sexuales habías tenido, qué te gustaba hacer, qué problemas tenías, qué cosas hacías, una de sus fantasías era enseñarle a una mujer y dentro de su psique era muy sintomático, explico. 

Alfredo siempre se sentía relegado porque las mujeres con las que convivía estaban delante de él: algunas sabían inglés, tenían estudios o ganas de superarse, la única forma de aventajarse y enseñarles "algo" era en cuestión de gustos sexuales. 

Aparentemente se sentía muy hombre, pero siempre hablaba mal de las mujeres que lo desairaban: en el fondo estaba resentido por su falta de educación, por convertirse en el naco pintoresco, torpe y malhablado, que sólo está ahí para ser una broma o un cruel remate de lo clasistas que somos. 

Pero Alfredo nunca era cuestionado sobre lo que pensaba del sexo y cuando se lo hice saber, nuevamente respondió con burlas y ridiculizaciones: me llamaba amargada por tener poco sexo y aseguraba que no me gustaban los hombres, puesto que me resistía a tener sexo con él. 

Corrían muchos rumores de sus aventuras con vendedoras eventuales. Pero a él parecía complacerle porque era la venganza por haberlo dejado, por no seguir con él en la aventura que sólo él creía. 

Alfredo fingía ser raza, pero la realidad es que era familia de las personas que dirigían el área de operaciones, por eso no le decían nada cuando acosaba sexualmente a muchachas; había estudiado hasta la secundaria, decía que quería superarse, pero siempre estaba cómodo con lo que hacía y la impunidad de la que gozaba. 

Me tomó una foto de mis pechos y declaró que estaba muy chichona... ese era mi apodo: La Chichona, me objetualizaba para no ser amenazante, para no conocerme y no interesarse, para que yo creyera que era eso. Se reía del tamaño mis senos, se reía si lo llamaba señor, se reía si lo trataba con respeto, si hablaba con otro conductor, se reía burlonamente, porque era lo único que sabía ante todo lo que le incomodaba. 

Cuando me fui él estaba aliviado: al fin, el objeto de su deseo no lo molestaría más. Recuerdo que me preguntó si me gustaba otra persona, para imaginar, supongo, el por qué no quería estar con él. Le inventé un nombre o dos, para que su obsesión cesara. 

A mí me gustaban los juegos de palabras, el humor picante y alguna de la música que él escuchaba, por desgracia, lo que leí en Alfredo era una profunda amargura por estar excluído y ser solamente el chófer que bailaba a ritmo de cumbia. 

En todas las personas había algo sospechoso: nunca creían ni ellos mismos sus mentiras, siempre hablaban con doble intención y estaban profundamente heridos: no era que no se quisieran, era que su enojo era tan grande que lo repartían con todo el que se les cruzara. Era obvio que su hostilidad no era por la meritocracia, ni la injusticia ni lo que alegaban, era un odio a personas que no fueran como ellos. 

Eso no es lo peor que puedo contar de leer a la gente. Aún con todo, la vileza me sigue sorprendiendo, como si no fuera la primera vez que la vivo. 

lunes, 27 de mayo de 2019

¡A los psicópatas y narcisistas no les gusta!

Les contaré de mi experiencia con los psicópatas y los narcisistas y de cómo usan el pensamiento positivo para engañar a la gente. 

El pensamiento positivo, inserto en un discurso irracional, crea sesgos cognitivos y subestima la posibilidad de los eventos que puedan ocurrir en realidad. No es lo peor que puede pasar que contribuya al pensamiento mágico, eso es apenas la punta del iceberg. 

El pensamiento positivo que usan los psicópatas y narcisistas muchas relaciona lo que tú sientes con lo que eres como persona. Usan muchos juicios personales para acabar con tu seguridad y atacar con creencias. 

Cuando tienen un discurso irracional usan este tipo de creencias nocivas y manipuladoras: 

- Cosas que son imposibles que sucedan. Mentiras sobre posibilidades que pocos podrían lograr. La mayoría de las historias del psicópata son ficticias o no son tan espectaculares. 

- La alegría maníaca. Mientras que la tristeza ayuda a encontrar información que propicia nuestro desarrollo emocional. Algunos de estos psicópatas y narcisistas fingen esa alegría, fingen ser genuinos y que te comprenden. Pocas veces es bueno hablar de sentimientos o tener una retroalimentación con ellos. 

- Pocas o nula compasión: No es casualidad que tengan esos discursos en donde uno no puede fallar o no pueda tenerse piedad, en donde sólo seamos duros con nosotros mismos porque no podemos ser positivos en cada momento. Algunas veces lo hacen porque la gente tiende a culparse de que las cosas no vayan bien en la empresa que se propongan. 

- Subestimar posibilidades. Imaginemos un escenario en donde no hay oportunidades ni ventaja ni gente con la cual conectar ¿sería posible que nos fuera mejor? ¿es posible que tengamos una actitud positiva? Yo no lo creo, francamente es una actitud que raya más que la locura, en la crueldad y en la psicopatía. 

- Manipulación. Al esforzarnos por aparentar que no pasa nada, tomamos las decisiones equivocadas. 

Experiencias con psicópatas, todas increíbles

A mí, el psicópata Elizondo me decía que estaba en mi zona de confort, que no quería eso, pero, sorprendentemente, todos sus lamesuelas y amantes estaban en su zona de confort, no trabajaban y además saboteaban las oportunidades de desarrollo de gente, que como yo, que sí promovía y vendía, aún con circunstancias adversas. 

Otro psicópata llamado Luis Sordo, el de los Osos Fredo, siempre detestaba la bondad y la amabilidad de las personas, pero esas personas (y el aprovecharse de ellas) era lo que mantenían sus deficientes y mediocres productos a flote. Sus monos voladores (su sobrina y demás sirvientes) eran igual de mediocres, pero ellos no subestimaban que eran una mierda de personas y vivían bien con ellos. 

Muchos narcisistas usan una falsa meritocracia para creer que si tu vida es miserable es sólo tu culpa, creen que tú lo atraes porque eres negativo. Pero cuando ellos se equivocan, les reclaman o actúan de mala fe, se revictimizan, te hacen ver como un loco o como un irracional. 

Gente servil y con rasgos narcisistas insiste en el pensamiento positivo para solucionar problemas que requieren tratamientos complejos o que nos ayudan a observar la injusticia y falta de empatía del mundo. 

Cuando te empieza a ir bien y la vida parece ser más amable contigo, los narcisistas no lo soportan y los psicópatas fingen ser indiferentes pero en el fondo los pudre por dentro. 

Sin embargo, esos psicópatas envidiaban profundamente la bondad, el imán y los recursos de gente que no es tan grandiosa como ellos se ven, esto es porque lo genuino y lo que sale de la virtud de la gente es como ácido para ellos. Es figurado, porque echarle ácido a esa gente sería como cumplir el sueño americano. 

Esta gente nunca tiene ni tendrá límites, así que no intente razonar con ellos y ¡HUYA! 




miércoles, 22 de mayo de 2019

Un gran divulgador: Eduard Punset

Eduard Punset murió hoy a los 82 años. Es importante para este blog porque habla de la divulgación científica y a veces, de la filosofía. 

Conocí a Punset cuando buscaba programas similares al de Cosmos de Sagan, o al menos a los de Penn y Teller, además buscaba divulgación argumentada, que es en lo que supuestamente me especializo. 

Descubrí a Punset por la entrevista que sostuvo con el educador Ken Robinson: muchos divulgadores critican a la escuela y su sacralidad, se preocupan de que el alumno no esté en una cárcel que mate la curiosidad, principalmente científica, ni su hambre de hacer preguntas. 

Punset era de esos divulgadores que no envejecía: su voz parecía la de un maestro joven pero que te explica con mucha calma; sus ánimos por la ciencia eran incansables y además sus libros eran similares a los de Damasio. 

Punset también entrevistó a Steven Pinker y a Richard Dawkins, introdujo muchos temas de la ciencia a la sociedad española y norteamericana. Era parodiado con cariño, pero, debajo de su amabilidad había un hombre polémico que ponía temas candentes sobre la mesa y temas que podrían ser reaccionarios. 

Porque una de las motivaciones del divulgador (uno que busque argumentos) es incentivar el pensamiento crítico, pero no sólo hay un discurso, sino una mezcla de curiosidad, de juventud, de inocencia, de ganas de saber y preguntar, para seguir cuestionando. Cosa que no siempre es bien recibida. 

Punset se dedicaría más al misterio de la mente, de las emociones y la psicología, temas que abordó desde la neurociencia, pero que desembocaron una suerte de promoción de la inteligencia emocional hacia sus lectores. 

Fue la preocupación por el alma y por la felicidad lo que sería el proyecto vital de Punset, pero siempre orientado a la ciencia y al pensamiento crítico. 

A mi me gustan los programas de entrevistas y muchos coincidirán conmigo que necesitamos más programas como Redes, más clips de entrevistas con científicos, sociólogos y personalidades del momento, que nos motiven a conocer sus argumentos y su trabajo. Cada que terminaba una entrevista en Redes, querías buscar más de ese autor. Punset lo lograba. 

Redes transmitió ininterrumpidamente de 1996 a 2014, aunado a que llegó a 600 programas. Es un referente en la televisión y el internet de divulgación de la ciencia. Pero Punset, al igual que Sagan demostró que no se necesita ser agresivo ni invasivo para llegar a la gente y decirle ideas que, aunque provocadoras, eran un buen ejercicio para el pensamiento. 

Descansa en paz, gran maestro: vives en tus enseñanzas y en tus alumnos y lograste cambiar la forma en que muchos de nosotros concebimos la ciencia. 

Aquí un enlace a uno de mis programas de divulgación argumentada favoritos. 
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-sistema-educativo-anacronico/1044110/

jueves, 25 de abril de 2019

Canciones con filosofía: Among the Living

A Andrew Cleese Martínez.

La autocompasión es un estado sospechoso: por un lado, nos hace ver débiles, indefensos y dejados de nosotros mismos y de las inevitables circunstancias, pero también nos permite conocernos y saber que el mundo cada vez es menos empático y menos amigable con nosotros. 

Es precisamente por las cosas pequeñas que ponemos en perspectiva nuestro dolor: sí, era que un chofer me fastidiaba; sí, me quitaron ventas; sí, denuncié y no me hicieron caso por el acoso que sufrí; sí, el hombre que veía como Ryan Reynolds resultó romper él sólo el hechizo, pese a que nunca le declaré mis intenciones; sí, me odiaron desde que entré porque en el fondo... merecía algo mejor. 

Y eso fue lo que me ayudó a ver que mi sufrimiento hacía sufrir a los demás, que no podía seguir lamentando mi suerte y tenía que escapar. Cuando expresé toda mi tristeza a esos burócratas indolentes y esas psicólogas ignorantes, ellos se rieron, pero yo estaba de mi lado. Por primera vez sabía que tenía que cuidarme de ellos y alejarlos lo más que se pudiera: cambiar de trabajo, de ambiente, ser yo otra vez. 

Tal fue mi necesidad que conocí a un verdadero caballero que se parecía a Bruce Willis, a gente amable conmigo y a un amigo que no pudo ser: tú Andy, yo sé que siempre íbamos a chocar porque teníamos diferentes visiones de la vida, pero lo importante es: tú fuiste bueno conmigo y fuiste mi amigo poco tiempo. 

Y aunque no funcionó, le diste sentido a esa experiencia. Yo tenía que moverme y aceptar que quería fracasar para seguir odiándome, quería que la gente me odiara y quería estar enojada para al menos sentir algo, al menos no estar tan hastiada de mi vida. 

Yo acepto que me tenía lástima, pero gente como tú me dijo la verdad, lo intentó y me sacudió, sin violentarme. 

Me sacudiste tú con tus palabras, tu amabilidad; tomaste distancia y me hiciste ver que, era muy probable que no serías mi amigo. 

Y sin embargo, yo te agradezco que hayas sido de los pocos que me trató bien. 

A una persona de ese trabajo le dije que eso era una plataforma, que una vez que la escalara, vería más alto. No se si fue mi subconsciente, mi tambaleante seguridad o mis ganas de salir adelante, pero eso se cumplió. Y yo no lo busqué. 

Toda esa tristeza me sirvió para conocer gente buena, tal vez algo distante, gente compasiva, gente que tenía razón sobre mí: merezco algo mejor, yo soy diferente, no tengo por qué tener lástima de mi misma, necesito que alguien. Yo se que eso no es tan racional, pero es un mecanismo de defensa contra este mundo tan injusto y narcisista. 

Suena a que no me quiero hacer responsable... a que duele sanar y a que creo que no puedo decidir, que todo pasa sobre mí y no tengo defensa. Pero tampoco seré tan rigurosa conmigo como para no sentir un poco de piedad por mí. No seré tan dura como para vivir deprimida. 

Porque yo se lo que me hace llorar y aunque se que me puedo sentir morir, que hay más gente que toma a gente que da; que me rendí muchas veces sin dar pelea... mi tristeza es lo que me hizo decir la verdad, sentirme bien con mis propios sentimientos de falla y de fracaso. Mi tristeza fue lo que me salvó de estar en ese ambiente tan horrible. 

Y a todos los que se han sentido tristes o sienten pena por ellos mismos: sabemos lo que nos hace llorar y sabemos lo que nos estamos perdiendo. Y aunque sintamos que no tenemos elección, estamos entre los que viven.

Una gran canción para una secuencia conciliadora. Ricky Gervais nos hace preguntarnos sobre nuestro dolor y el dolor de otros, cómo le damos sentido a nuestra pérdida mediante el apoyo y la apertura a los demás; pese a que no nos tengamos compasión y creamos que lo mejor, para dejar de sufrir, es dejar de intentarlo.