viernes, 11 de mayo de 2018

2 canciones con filosofía: Roar

En este pequeño homenaje a Katy Perry, quisiera confesar que esta es mi canción favorita de la intérprete, por encima de la hermosísima Teenage Dream, Chained to the Rhythm o Firework. 

Katy Perry vino en esos momentos en los que te está llevando la chingada, en verdad. Que no sabes cómo levantarte y no ves la luz en el túnel. Cuando salió esa canción, no creía que un mensaje positivo me sacara de una mala racha. No era diferente del pensamiento positivo que tanto detestaba, pero el mensaje era honesto, te invitaba a pensar diferente. A ser tu propia heroína, a no quedarte callada. 

Es curioso como cuando crees en una señal, la que sea, puede venir de quien sea, sin importar toda la brillantina o maquillaje de esta chica. No creí que una canción así me levantara, me ayudara. Supongo que era un mensaje que esperaba. Yo y miles de sus fans. 

Ahora bien, se que es pensamiento mágico y que de cierta forma, no me ayudará a cumplir mis objetivos como una rutina de trabajo o una estructura mental. Pero hace que no sea tan pesimista, que me emociones, que me conmueva. Casi al nivel de Moonage Daydream o de Heroes, de The Time is Now... y canciones por el estilo. 

Y la verdad si, es una canción terapéutica, mas no curativa, porque la cura está en dejar de ser prejuiciosos y apreciar a un artista por su mensaje, no por su parafernalia o por distractores de sus shows. 

Perry me vuelve a hablar: que saque mi fuerza interior, pese a haber perdido amigos, mi respeto, malos trabajos (que trabajos en si), mi alegría, mis ideales. Pese a todo debo creer que soy una campeona, que puedo hacerlo y que tengo algo que decir. 

Que alguien me oiga rugir. 

Perry se va a las creencias y necesidades para hacernos entender que debemos cambiar desde ahí, porque las cosas no se harán mágicamente ni cambiarán porque uno lo desee. Uno tiene que moverse, aprender y no dejar que otros lo lleven al vacío. Ni siquiera uno mismo. 

Así que hay que tener el ojo del tigre y rugir más alto que un león. Somos campeones y tenemos que hacernos escuchar. Eso nos lo debemos a nosotros mismos, nos lo merecemos. 

Perry es como esa tarjeta que recibimos de un buen amigo, diciéndonos que estemos mejor: quizá no sirve para que nos aliviemos, pero es bueno tenerla en cuenta. Más si viene en un papel con diamantina, animalitos y brillos espectaculares. 

Me encanta Katy Perry y lo digo filosóficamente hablando. 






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