miércoles, 1 de abril de 2015

Sexo y respeto

Hace un tiempo una pseudo filósofa, de esas que desesperadamente tiene que ser agresivas para demostrar que son fuertes y que son unas taradas morales, insinuó que si tenía cierta o aquella práctica sexual, era una prostituta, o puta si quieren, no es una palabra prohibida; insinuó que si no quería ser atacada, ofendida, abusada: tenía que dejar de tener sexo, buscarlo, desearlo. Osea: debía comportarme conforme a su maldita representación. 

Obviamente, me alegro de que esa persona se alejara de mi, me alegra no verla y no recordar que existe, hasta ahora. Tiene derecho a pensar lo que quiera aunque sea una estúpida. 

Entonces: si yo era una persona que le gustaban cierto tipo de prácticas (sexo casual, bailes eróticos, pornografía, etc.) No me respetaba, no era pura, no era maravillosa y de seguro era una enferma mental, predadora sexual insaciable... Ah, si, es una estúpida. 

Es cierto que perdí todo el respeto: no por mí, sino por ella. Porque es ella la que tiene esa creencia, no se por qué, ignoro que haya pasado con su vida personal para que sea así... Pero una cosa no implica a la otra. 

Su argumento es una generalización muy injusta, provocada por un tema tabú: el sexo en cualquiera de su formas. Es cierto que hay riesgos provocados por el sexo, por no tomar las medidas precautorias, por no informarse y por no atender ciertos trastornos psiquiátricos (una especie de ansiedad, una violación o experiencia traumática, un desorden de la personalidad), pero esto no indica que el sexo sea malo en sí. 

Tampoco indica empoderamiento o desvalorización de la mujer: no todas las ninfómanas se sienten increíbles después de tener sexo, no todas las que lo han tenido son unas prostitutas, no todas las que lo tienen y lo desean se quieren menos o más. De hecho, al deprimirse uno, como que desconecta su cuerpo y disminuye su deseo sexual... te quieres menos, te desprecias, no deseas que nadie te toque porque te das asco y crees que todos piensan igual. 

Y no por tenerlo cambia algo en nosotros, ni con quien lo tengamos: es lo que nos gusta, como: Me gusta caminar con tacones, porque me gusta estar a la par de la estatura promedio. Es como cuando te gusta leer algo, comer algo, ver una serie, vestirte de cierta manera.

No voy a aludir a la doble moral: es cierto que el sexo tiene su lubricidad (en todo sentido), su prejuicio, su riesgo y su miedo, porque nos gusta y nos asombra, porque se puede volver adictivo, porque encubre otros secretos y perversiones, porque vende y porque la gente no lo quiere en sus casas: es como un arma o como un narcótico. No es algo que sea libre del todo, no es algo que haga que las personas se abran, no es para todos ni con todos. 

No se puede defender cuando alguien no ha tenido una vida sexual satisfactoria, cuando su concepto del amor es diferente o es más tradicional, cuando tiene un desórden. No se puede hablar del sexo de cualquier manera. 

Pero si se puede comprender, tratar de no juzgar y de decirle a otro que nos incomoda, aunque no lo queramos existe, nos pesan las decisiones que tomamos en torno a él (como conservar una pareja, o ser infiel). Nos llena de orgullo y plenitud... pero tampoco se dice todo, ni se hace todo. 

Y decir que no viene después de una serie de errores, cuando no se estaba seguro o cuando se dijo si apresuradamente. Algunas dirán que no se respeta una mujer cuando tiene sexo, pero ¿han pensado que lo necesita, que tal vez eso la aleja de otros pensamientos peores o destructivos? ¿Creen que es una persona que no merece la pena? 

La relación que tenemos con el sexo dice cosas sobre nosotros, pero no es todo nosotros: somos seres sexuados, pero también tomamos todo tipo de decisiones, nos equivocamos y actuamos mal con otros. Si vamos a juzgar sólo un aspecto de la vida de una persona, tal vez no merezcamos la pena tampoco. 

A la gente le sigue molestando el sexo, pero no es una excusa para ser los verdugos de otros, los superiores, moralmente hablando, los controlados... es una forma de maniqueísmo. 

He oído hablar sobre personas que si se les podría juzgar, como un pederasta, pero no todos desfogan sus deseos, no todas las personas que quieren tener sexo de determinada forma lo tienen, no todos somos unos monstruos. Pero si creemos eso, entonces si que somos estúpidos. 

¿Por qué respetar a alguien que no se respeta? Eso deberían aclararlo los que tienen prejuicios. 


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