miércoles, 26 de octubre de 2016

Charlie Brooker, un filósofo contemporáneo 2

En esta entrega voy a reseñar el especial de Navidad de Black Mirror, llamado, White Christmas. 

White Christmas es un título irónico para este especial, porque, como veremos, este episodio está manchado de todas las maneras posibles. Crímenes, venganza, medidas de seguridad, drama familiar, amor no correspondido, muerte y prisioneros de sí mismos. Ya saben, Navidad como es.

La estructura dramática es en seis partes. En la primera tenemos a un dos hombres. Matt, (interpretado por Jon Hamm), se encuentra en una cabaña con Joe (Rafe Spall). Matt comienza a contarle sobre su trabajo como una especie de ayudante en un servicio de citas, ya que Joe parece muy hosco con él. El episodio se ayuda del recurso de la historia dentro de otra historia. 

En el relato de Matt ocurre que ayuda a un chico a conocer a una chica. Mediante la instalación de la cámara en uno de sus ojos, Hamm le puede decir al chico todo lo que tiene o no qué hacer en la velada. El chico es poco hábil socialmente y no sabe que Hamm y otros usuarios lo están viendo y juzgando, como si fueran de esos reseñistas de videojuegos de Youtube. La cita transcurre bien hasta que el chico empieza a cuestionarse sobre si esto es un engaño. La chica lo observa sin que se dé cuenta. 

Resulta que la chica tenía un trastorno mental y se confunde con el diálogo del chico. Así que planea un pacto suicida creyendo que el chico es igual a ella. Esta primera parte tiene un humor muy oscuro, pero ciertamente nos introduce a los alcances de la tecnología mal aplicada y poco entendida, usada para satisfacer el morbo. 

La esposa de Matt se entera de lo que ha hecho y lo bloquea, sólo que ahora hay una nueva modalidad: cada que bloqueamos a una persona de nuestra red social, esta se vuelve borrosa a nuestros ojos. En la vida real y en fotografías. El mecanismo es muy similar al capítulo de The Entire History of You, con algunas modificaciones, como el mecanismo del bloqueo, del que se profundiza a medida de que avanza el episodio. 

Después, procedemos a conocer acerca del trabajo de Matt: un hombre que se dedica a vender una serie de réplicas en miniatura, las cuales sirven como inteligencia artificial para todos los asuntos domésticos y administrativos de una persona. El procedimiento parece plausible: es una cirugía ambulatoria en donde, mediante una incisión extraen un par de material genético de la cabeza de la persona. Ya sea en una especie de contenedor o bien, en la copia con una especie de tablero de mando, debe mantener todo bajo control y cómo te gusta. Si es que la copia se rehúsa a hacerlo, Matt se encarga de coaccionarla torturándola con el tiempo o con una especie de loop en donde no tiene nada qué hacer. 

En esta parte, los efectos especiales son sencillos, pero contribuyen a aceptar la ficción y tesis que plantea Brooker.  

Una vez que termina esta exposición, la historia se centra en el personaje de Spall y la relación de ensueño que tiene con una mujer, Bethany, la cual parece ser su alma gemela. Cierto día, el enamorado se entera de que su pareja está embarazada, a lo cual discuten porque ella no quiere tenerlo, pero él si. Beth bloquea al personaje de Spall y le hace sentir miserable, porque no lo deja conocer a su hijo, al cual si decide tener. Nos enteramos que el bloqueo se extiende a los hijos de la persona que lo establece. 

De ahí, todo es puro drama... 

El hombre se obsesiona con Beth y su hijo, el cual descubre que es una niña por un regalo que va a enviarle. Un día, revisando sus notificaciones, se entera de que Beth ha muerto, por lo que ya puede verla otra vez. Es entonces que decide buscar a su hija. 

Joe logra encontrarla, pero se entera de un terrible secreto: la hija no es suya, es de su compañero de trabajo, el cual era el verdadero amor de Beth. Beth nunca le dice nada porque vive un infierno personal. El hombre reconstruye toda la historia, ata cabos sueltos y pierde el control. Por lo que se desquita con el padre de la chica y huye. 

La niña, que para entonces tiene unos seis años, sale a buscar ayuda... y muere en medio de una tormenta de nieve. El hombre vive atormentado por lo que hizo y se castiga, deja de hablar en consecuencia de sus terribles acciones. La policía lo encuentra como un vagabundo y lo arresta. 

Nuevamente se observa que regresa a la habitación con Matt y se da cuenta de que ese fue el lugar en donde ocurre su pesadilla de tristeza. El hombre ya no está encerrado en sí mismo, porque se da cuenta de que enviaron al representante a su inconsciente para hacerle confesar.  

Y, aunque Matt logra salir de la mente de Joe una vez que hace que firme su confesión. Matt también es castigado: el servicio de citas en el cual participaba era ilegal, además de que fue testigo de un asesinato y no lo reportó. Es registrado como ofensor sexual y bloqueado. Por todas las personas. 

Es el dilema de los prisioneros en su máxima expresión.  

Este episodio es Jean Paul Sartre, es un cuarto con dos hombres que no se conocen, no parecen tener nada en común, pero están en la antesala del infierno, de su propia condena. Ahí el infierno no son los otros, sino que son los que nos llevarán a nuestro castigo y nuestro fin. 

Pero es también un cuento de Giovanni Papini llamado El prisionero de sí mismo. Este cuento sigue la idea de que, por más que creamos que cometimos el crimen perfecto y que nadie se dará cuenta, nuestro inconsciente nos persigue, nos llena de culpa.

Es difícil decidir sobre quién es el villano de la historia... por más que quiero culpar al personaje de Matt (Hamm), pero él se compromete a hacer hablar a un hombre que no tiene la simpatía ni la misericordia... He querido culpar a la chica, pero ella también sufrió porque no le podía confesar a un buen hombre lo que guardaba en su ser. Nadie fue más feliz ni mejor por lo que hizo. Sus acciones son ambivalentes, son... seres humanos. 

Porque Joe está motivado porque el pinche amor le duele. Matt quiere recuperar su libertad, pero también hace que Joe recupere un poco de dignidad. La chica que traiciona a Joe es una mujer infiel, pero que también se alejó para evitar una catástrofe, sin éxito. 

Aquí el problema no es el destino, sino lo doloroso que es resistirse a él: cuánta energía y cuánta voluntad ponemos en algo que pasará de cualquier manera. Estamos en una especie de bucle en donde lo que hacemos se repite y se repite, es nuestra tortura y nuestro castigo: es el castigo del tiempo y es la realidad que nos persigue. 

Por otro lado, en el asunto de la Navidad feliz, como en una esfera de nieve, ese simbolismo es una prisión en sí misma: es la esclavizante idea de que todo tiene que ser perfecto, verse perfecto y preponderar valores que, es probable, sólo existan en nuestra mente.  

Las canciones se repiten como mantra, pero es sólo el sonido crudo de nuestra prisión, una dictadura en donde la felicidad es el fascismo. Donde las sonrisas, la complacencia y los regalos son un clavo más del ataúd. 

Cuando no aceptamos el destino, es que nuestra blanca Navidad ha sido manchada. Sin duda un mensaje perturbador, pero real. 


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