lunes, 3 de octubre de 2016

Raphael Bob-Waksberg o la personalidad televisiva

Han ocurrido muchas cosas: la marcha por la familia, de la cual evitaré hablar en este tiempo. Algunas muerte en el mundo del espectáculo... pero son tantas que ya no quiero hablar de ellas. La falta de aristocracia en nuestro país... la doble moral, el pésimo gobierno, el gobierno de los menos aptos... son tantas ideas, que prefiero dar un análisis sociológico. Sí, uno que nadie pida. 

Puedo asegurar que Bojack Horseman se convertirá en un clásico de la animación y en un documento para el conocimiento de las emociones humanas. Algunas veces, de las enfermedades y otras de la temática de los personajes felices y dirigidos. 


Waksberg era guionista de la serie Fuller House, en un episodio, intentó hablar de la muerte... pero no cómo pensaban los demás guionistas, no en el discurso de la serie representativa de los noventa. 

Y es que, quedémonos con esos términos: representativa de los noventa, es algo vago. No era la gran serie y tenía los personajes más profundos ni la narrativa más complicada, incluso, mucho de los chistes eran lelos. No era por mucho una serie de culto. 

Pero entonces ¿por qué gustaba? 

Y el resultado es, por demás desolador: series como Family Matters, Full House, Clarissa, Aprendiendo a vivir o La Niñera, proporcionaban consuelo y sosiego a una generación que no conocería la verdad hasta el nuevo milenio.

Recuerdo cuando veía todas estas series: sólo observaba a los personajes (unidimensionales), en conflictos que se solucionaban en media hora... bueno, no eran conflictos. Episodios llenos de clichés, comedia fofa, tal vez uno que otro momento. 

Es cierto que no eran series para pensar, pero eran series familiares, en donde las personas resolvían sus problemas con palabras, con amor y cuya unión familiar parecía ser la solución a todo. Los personajes sabían que hacer y, dentro de su círculo, las cosas eran más sencillas. Como dicen en la serie de Bojack Horseman: la vida era más fácil en bloques de veinte minutos.

Series de ruptura. 

Series como el bloque de Adult Swim, Ren y Stimpy, Family Guy, The Simpons, La Casa de los Dibujos, observábamos algo que no queríamos notar: las familias pueden ser un obstáculo, las personas no solucionan los problemas con palabras. La familia no es unida... y hay personas cercanas que en realidad no nos importan. Además, había temas nuevos, no sólo sexuales o picantes, había temas como hijos no deseados, como discriminación, asquerosidad, comunicación mediante la violencia, racismo, enfermedades, satanismo, nacionalismo, humor políticamente incorrecto. 

Observaba el absurdo y el realismo de los personajes. Y el mundo se abrió para mí. 

Creo que fue de los Simpsons que empecé mi búsqueda por caricaturas similares; también había influencia de John Kricfalusi, Don Hertzfeld, animadores que tocaban temas adultos, que no se parecía a las caricaturas para niños o todo lo que había visto. 

Las caricaturas podían ser cochinas, feas, perturbadoras. Pero te hacían pensar, te pervertían, pero no en el sentido de torcerte o confundirte, sino en el sentido de crecer: de tener algo en qué pensar. Las caricaturas ya no eran un consuelo, ya no eran una pantalla: la realidad estaba en ellas.. 

Este giro epistemológico me cambió: a exigir mejores cosas en animación, a tomar riesgos, a aprender inglés con mis series favoritas; a entender los chistes de los guiones y entender su estructura y complejidad. Ya no podía volver atrás: ya no me conformaba con lo mismo. 

En Family Guy no sólo aprendí del humor negro, sino de la comedia musical aplicada a una trama que se burla de los valores familiares, las drogas, lo que sabemos sobre la familia y la estabilidad de las relaciones humanas. Los límites del humor no eran claros: no era una persona que caía lo que nos hacía reír, era que nos podíamos reír de cuanto hubiera en el mundo. Las controversias basadas en el humor, aparecían con el Seth McFarlane como algo que no podríamos ocultar por siempre. 

Algo similar me pasó con Duckman. Esta serie, que creo inspiró a Bojack Horseman, trataba de un detective privado, un pato antropomorfo (interpretado por Jason Alexander),que pierde a su esposa y tiene que lidiar con su familia, resolver crímenes y a la vez, sus dudas existenciales. Era una animación que tomaba elementos del cine negro y de los límites de lo que podía ser considerado cómico. 

En la Casa de los Dibujos, aunque la serie era tachada de vulgar y el punto bajo de la animación, nos reconocíamos como individuos que podíamos ser racistas, pansexuales, promiscuos, increíblemente trastornados y desechos; pero que también se identificaban con la basura propia y la de otros. Siempre he dicho que las relaciones no se construyen por lo mejor de nosotros, sino de lo peor. 

Con la maduración de South Park, no sólo vi una transformación del arco argumental, sino el trabajo de los creadores para tener temas frescos, cuestionar los supuestos problemáticos y las creencias de la gente. Pedían a la gente que comenzara a pensar, mientras tomaban una serie de elementos para transformarlo en una lectura brillante de lo idiota que es la sociedad. 

El bloque Adult Swim, no sólo tenía surrealismo, había otros estilos de animación y otros estilos de comedia, nuevas vías epistemológicas, emociones como el miedo o la desesperación, también los personajes eran como yo. 

Y empecé a buscar a los guionistas: qué pensaban, qué hacían. Quería ver si eran cómicos que hacían standup, buscaba referencias a sus obras y el humor. 

Conocí Moral Orel, una caricatura hecha por Dino Stamatopoulos (Starburns en Community), donde criticaba directamente a la religión, a la doble moral, la hipocresía de los creyentes y de las personas en general. No sólo era irrespetuosa y provocadora (el papá de Orel es homosexual, Orel se siente atraído por el masoquismo), sino que hablaba también de la soledad, la tristeza, la incomprensión, de la comunicación familiar rota, de lo fácil que es malinterpretar una idea profunda (como es la religión) y convertirla en una palabrería sin sentido. 

Debo a Moral Orel cierta perspectiva de la vida: una religión no es de ayuda para que las personas sean felices, ni las personas son más buenas que otras por tener estas prácticas. Las personas eligen por lo que fue su experiencia y por la felicidad que quieren tener en sus vidas. Eso debería de basarse el credo o la educación o cualquier doctrina, en que alguien sea mejor de lo que es antes. 

Había series como Superjail y como Mr. Pickles, no sólo era violencia o satanismo en imágenes perturbadoras: también era un grupo de individuos torcidos que se reconocían en un ambiente hostil. Había un hombre enamorado, un ex alcohólico neurótico, una guardia más hombre que todos los internos y una serie de tramas de prisión con elementos parecidos a una pesadilla, o un sueño. 

Bob-Waksberg evidencia los desencuentros de los actores de este tipo de series. Los actores quieren ser tomados en serio, pero están demasiado estancados y aterrados de ser quiénes son. Actores que de alguna manera se quedaron en su pasado, pero en su personalidad televisiva, en los grandes momentos. Contrario a los que se han quedado atrapados en una verdad abrumadora, deprimidos por lo que han tenido que aguantar... los actores de sus propias vidas que no saben si tienen esperanza. 

Y es que de hecho, las personas que tienen problemas, familias rotas, alcoholismo, depresión clínica, parece que lo más doloroso es quedarse con la imagen feliz, algo a lo que ya no se puede llegar, que se ha perdido, pero como Gatsby, pensamos que es posible revertir el daño, la idea de reconciliación con nosotros mismos es una esperanza aterradora, un idea poco racional, que no siempre es saludable. 

La tesis sobre las telenovelas como promoción de la ignorancia es parcialmente cierta: tu observas la decadencia en la nula representación de la realidad. Entonces eso tuerce tus concepciones del amor, de la edad cronológica y de las relaciones que tengan que involucrar la parte emocional. 

Piensa en los miles de personas que anestesian sus emociones con algo, ellos solían identificarse con la Familia Brady, los Cosbys, los Jeffersons Mis adorables sobrinos, después con Full House. De algún modo creíamos que la vida era así, al menos por un período de tiempo. Dicha idea aparece también en animaciones como Mary and Max, de Adam Elliot. 

Esa generación tiene un cambio en sus emociones y sus ideas al observar estas series. Y los pensamientos son totalmente pesimistas y totalmente esclarecedores. 

Pesimistas porque, es un hecho que no podemos huir de nosotros mismos, pero es cierto que también seguimos estableciendo vínculos, creyendo en la familia (aunque no sea su estructura impuesta), atesoramos momentos. Eso nos redime y nos integra. 

Finalmente, la personalidad televisiva volverá: porque la pantalla ya no es mera evasión de la realidad. Ahora será para confrontar a las personas con ellas y con su realidad. Para entender cómo se constituye una familia o una amistad (la cual parece colapsar con el concepto de familia), pero lo más importante: la lectura trascenderá la pantalla a la vida real, incluso cuando apagues la televisión. 

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