miércoles, 10 de abril de 2019

Cuando Seth MacFarlane me salvó

Odio a mi padre y amo a Seth MacFarlane. Ya es todo. 

No, la verdad me falta contexto. 

La temporada 7 de Family Guy la vi casi año y medio después de su estreno. Tiene los capítulos más hilarantes de la serie, es una temporada redonda y es una muestra de la evolución de MacFarlane como guionista y como cómico. Otros episodios sobresalientes son Family Gay, Three Kings, Road to Germany, The Juice is Loose y Stew-Roids por mencionar algunos de los mejor logrados. 

Puedo decir que MacFarlane es un genio, un provocador y un filósofo humorista, además es guapo y canta increíble, me gustaría casarme con él. 

El episodio se llama Ocean's Three and a Half y es uno de mis favoritos: Stewie, el mejor personaje jamás creado, tiene un crush con la hija de Joe Swanson, Susie; ante esto, Stewie le hace un videoclip cantando Everything I do, I do it for you. 

El videoclip combina todos los lugares comunes posibles y los complementa con todos los estilos de internet: desde la animación con bloques, la aparición del protagonista (en este caso Stewie) en pinturas o videos, suicidándose, pintando un corazón o dando limosna a sí mismo. No es un humor tonto ni infantil, como la gente estúpida me ha sugerido, MacFarlane es ingenioso, asimila bien las tendencias y los mensajes chatos de este tipo de artistas. 

No sólo es el momento más gracioso: yo alabo a Seth MacFarlane, porque destruyó una asociación que me hacía odiar esa canción y mi vida. Y es que esa canción horrible sonó justo antes de conocer a mi padre... 

Cuando terminó, recuerdo que entró mi papá por la puerta de lo que era su servicio, me miró y yo lo miré. Me dije que no iba a llorar, pero fue lo único que hice, lo abracé y le dije: ¡¿Papá?! En ese momento creía que por fin iba a empezar mi vida. 

Pero no fue así... lo que siguió fue una serie de maltrato y de negligencia, de mentiras: porque la verdad era que no me quería y que nunca me quiso... Que nunca le importé, que nunca me tomó en serio y que la verdad... jamás la sabré. A lo mejor quería una esclava, un costal de boxeo, un desquite de su caótica vida personal... Pero es claro que no quería una hija, de hecho, de los hijos que tiene, nunca fue padre de ninguno. 

Y sobra decir que ninguno de ellos lo necesitó para ser quién es. 

Cuando vi el episodio y cuando llegué al clip estallé en risas: supe que todo había acabado con él, que no lo necesitaba y que tampoco lo quería, que sólo me tengo a mí y a los que me quieren. Que lo único que quería es una vida tranquila y estimulante, pero a la vez, que siempre me diera espacio para ver lo que yo quería. Para ver mis caricaturas con la tranquilidad de no ser molestada por nadie. 

Y siempre tener tiempo para esto, para mi, eso quiero que sea mi vida. Y si hay alguien con quién compartirlo, esa será mi verdadera familia. 

Gracias a Seth MacFarlane, que me hace recordar que todo recuerdo que da asco en la vida, se contrarresta mediante el humor y la belleza de un acto sumamente creativo. 

Ayer descansé en mi trabajo y me fue bien: al menos, gracias a mi, tengo una mejor asociación con el funesto nueve de abril. 

Ahora pasamos a nuestro siguiente salvador, en la misma sintonía que Seth MacFarlane. 


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