jueves, 4 de julio de 2019

Canciones con filosofía: Why Should I Cry For You

I. 

Sting es un curandero, porque sus canciones tienen un efecto terapéutico que te hace conectar con la melancolía y la tristeza. Me ha ayudado más veces de las que puedo admitir: a dejar la negación con un padre enfermo; a no enamorarme de mis profesores porque ellos no me corresponderían; a no tenerme lástima porque no ha sido el amor como yo espero. 

Y ese es el cuento que voy a contarles hoy. 

II. 

Cuando llegaste a mi vida, parecías perfecto, pero me dí cuenta que no. 

Creía que nunca iba a olvidar tu sonrisa y lo que eras. Casi muero cuando la tomaste de la cintura, supe, como Diane Nguyen en Bojack Horseman, que ya me habías olvidado. O que jamás tendría oportunidad de cualquier manera. 

Sufrí mucho: con la inestable ambivalencia, la incertidumbre, no quería soñarte porque sabía que algo me faltaba, tu llenabas ese hueco de soledad, tú eras aquel con quién soñar y con quién fantasear, a quién dar amor o lo que creía que fuera. 

Y te dediqué muchas líneas, muchas canciones de las que me da verguenza admitir, muchas las canté con mi corazón y con todo lo que sentía y volcaba sobre ti. 

III. 

Y cuando te fuiste fue que acepté mi tristeza y la vida empezó a tener sentido: necesitaba dejar de tenerme lástima, dejar de pensar que el chico malo cambiaría por mi, que si te amaba correctamente, tú cambiarías por algo que yo quería que fueras. 

Eso no es amor, no es pasión ni nada: es poseer al otro para arreglar cosas que pueden nunca dejar de estar rotas. Es creer que podemos ver la belleza del todo por una parte del otro. Es aceptar que fuimos imbéciles porque creímos. 

Y el amor no es eso para mi. 

IV.

Entonces, te lloré, pero había llegado otro. Uno que me daba lo que necesitaba. Pero aún me faltaba una experiencia. 

Un buen día que lloré, lejos de todo, en el corazón de la noche, con el cielo lleno de estrellas, supe que mi melancolía y mi tristeza eran una parte del universo, que yo era una con el mundo. Que mi incertidumbre y mi corazón roto, eran pequeños en comparación con la inmensidad. 

Y recordé que hubo otros, mucho más increíbles y con más ventajas, con más conquistas que mujeres a quién amar... recordé lo feliz que fui y todo el amor que dí... pero yo seguía en pie, ellos no. 

Yo soy dueña de mi fantasía y mi verdad, pero el amor es poco para gastarlo en todos ellos. Yo navego en esta inmensidad, aunque no sepa cuál es mi norte. 

V

Un buen día observé cómo limpiabas el autobús después de que todos bajaban, sólo rociabas líquido y con el trapo mugroso limpiabas. Ahí comprendí todo. 

Tú no eras un vendedor, ni nada, ni eras un amigo ni alguien en quién confiar... eras lo que eras. Ya a otras habías encantado y por eso eras intocable, nunca te ibas a esforzar, pero tampoco pasaría nada contigo. 

Sólo me enseñaste cómo limpiar sin esfuerzo, sin ganas, incluso sin técnica. De la forma más sencilla porque no considero que trabajes más que eso. 

Por eso es por lo que te recuerdo, por eso es por lo que pasarás a mi historia. No hay más, esa fue la razón para conocerte. 

De lo contrario, ¿por qué debería pensar en ti? ¿Por qué debería llorar por ti? 


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