martes, 18 de diciembre de 2018

10 cosas que aprendí de Kidding

Si te gusta Bojack Horseman, Baskets y las historias que traten sobre el duelo o enfermedades mentales. La maravillosa serie Kidding es para ti. 

La serie es producida por el genial Michel Gondry y marca el regreso de Jim Carrey como actor serio. La serie es drama pero tiene tintes de comedia: Carrey interpreta a Jeff Pickles (Jeff Piccirillo)  un equivalente de Mr. Rogers, quien lleva el peso del programa estelar de la PBS, Mr. Pickles Puppet Time, el cual también es un negocio familiar muy lucrativo. 

El problema es que Jeff sufre una tragedia familiar, lo cual le hace despertar de una especie de infancia perpetua y cuestionar su entorno: desde cómo sobrellevar el sufrimiento, la ruptura de una relación y el nulo respeto que le tiene su hijo. 

La serie cuenta con las actuaciones de Frank Langella (Frost Nixon, Small Soldiers, Robot and Frank), Catherine Keener (Get Out, Capote), Judy Greer (Archer, Jawbreaker) y es transmitida a través de la cadena showtime Showtime. 

He aquí las 10 enseñanzas: 

10. El protagonista de la serie es el dolor: desde cómo lo reprimimos (ya sea con alegría maníaca, con amabilidad o con distracciones sin sentido). ¿Qué sucede cuando ya no podemos soportarlo? ¿cuando la vida nos muestra que no es como pensábamos? ¿Cuándo, por más que intentamos minimizarlo, el dolor no cede, no se detiene y sentimos que nos pudre por dentro? El dolor es una emoción que nos ayuda a ver la verdad, cómo es el mundo, cómo son las circunstancias y las personas. Si algo nos duele, atendemos esa dolencia si somos razonables... pero, como somos humanos también, es conveniente preguntarse por qué no escuchamos a nuestros dolores. 

9. Algo que es doloroso y difícil es cuando alguien de nuestra familia nos lastima: porque se supone que esa relación es de cierto modo ideal para nosotros. Se supone que la familia no debe lastimarnos, debe estar al pendiente de nuestras necesidades, debe hacer que nos sintamos mejor... pero ¿qué sucede cuando todo esto se rompe? El enojo es desagradable por su capacidad destructiva, pero también es un potenciador de la honestidad. A veces sólo queremos herir, no deliberadamente, sino para que la otra persona despierte, no cometa un error, tenga una perspectiva de lo que hace... No lo trato de justificar, pero no se trata de condenar a nuestros seres queridos. 

Lo que me lleva a: 

8. La familia marca nuestro arte. A veces escribimos, pintamos o representamos mediante el arte a esa madre que nunca nos comprendió, el hermano que fue cruel con nosotros, el padre que nos abandonó o la pareja que no hemos perdonado porque nos hirió terriblemente. Esa representación puede variar: ser más pequeña o más grande, tal vez en defectos, tal vez es un contraste con lo heridos que estamos. Pero la vida imita al arte, y sabemos que en el fondo es lo que quisiéramos. A veces, sin necesidad de controlar. A veces sólo queremos que suenen igual a ellos para que nos digan que nos quieren. 

7. Es más fácil ser otra persona porque tenemos demonios, cosas que nos han pasado y resentimiento hacia otros... pero aún con eso, aunque nos duela o nos detestemos por algo... nunca es tarde para ser uno mismo. Eso es una proyección, porque no sabemos por qué la persona nos lo dice, tal vez tampoco se haya conocido él mismo. 

6. Todos tenemos días buenos y terribles. Pero ¿qué sucede cuándo un día terrible sobreviene en algo que afectó a muchas personas? ¿O que daño profundamente a alguien? Es fácil contestar que para eso existe el perdón. Es fácil contestar que todos podemos perdonar, pero ¿y si no? Si a partir de ahí nuestra vida quedó destruida o enloquecimos, lo más fácil es entregarse a la ira, sacar ese coraje, reconocer que fuimos heridos. No importa la imagen, la fama o el complejo de solucionador que tengamos. Aceptar nuestra tristeza nos hace humanos, nos hace fuertes mostrar esa vulnerabilidad. 

5. El juego nos forma como niños: el criterio, la solución a determinados problemas, el trato con los demás, autodescubrimiento; pero hay un aspecto que pasa desapercibido: que el juego también tiene una acepción perversa, una doble intención, una parte de engaño. Ese juego que todos jugamos que es en donde sale nuestro lado oscuro y nuestras verdadera personalidad. Qué papel jugamos, qué hacemos cuándo no nos están viendo y qué cosas en verdad pensamos; el juego más cruel que se juega es con nuestros cercanos, ya sea entre hermanos o de padres a hijos. 

4. Los niños, creamos lo que creamos de ellos, son inteligentes y a menudo NO desean ser subestimados: entienden qué es la realidad, qué es la ficción. No siempre tenemos que subestimarlos o equipararlos con tontos o ignorantes Es cierto que tienen energía e impulsividad, pero eso hace que descubran sus límites. Pedagogía es formación, no control. Y no es fácil de decir cuando un niño te vuelve loco, pero ¿cada cuándo intentamos ver el por qué de esa locura? ¿HABLAR de hecho con el niño? ¿Observar qué lo motiva? Porque lo que les digamos, lo que tienen que mostrar o reprimir, tiende a marcar su comportamiento. Se los dice una persona sin hijos. 

3. La sanidad de la locura: en algún momento tendremos una revelación, pero no llegará en forma de una epifanía maravillosa, con todo el amor, de forma memorable e iluminada: llegará en forma de tristeza, de duda, de cuestionamiento existencial, de crisis y acompañada de un profundo dolor por haber perdido algo que considerabas que no se iría; cuando pierdes tu seguridad y llega la indefensión. Sólo alguien que lo ha sentido hasta el alma lo comprendería. 

2. No estamos rotos, sólo estamos sanando. Que algo se rompa no quiere decir que sea inservible para siempre, quiere decir que, aunque tome tiempo, puede repararse o volver a usarse. Esas heridas pueden ser resanadas, no sólo para volver a funcionar, sino para tener un nuevo significado. Resana tus heridas con oro, para que seas una obra de arte. El oro, lo que une esas cicatrices, es una resignificación de que podemos atar todos nuestros cabos, pese a que hayamos estado rotos. 

1. Ante el dolor, sólo tenemos que jalar esa cuerda: la salida a todos los problemas: el escuchar y ser escuchados. Tan difícil que es encontrar alguien que nos escuche activamente, sin juzgarnos, sin hacernos sentir tontos, desprotegidos, necesitados o resentidos, a veces, todo lo que necesitamos es que alguien diga: Tú habla, yo escucho. 

Kidding terminó el pasado 11 de noviembre... pero me costó mucho trabajo terminar estos 10 puntos. La razón es porque no hallaba energía para terminarlo. Segundo: porque muchas ideas son una copia de lo que dice The School of life (La Sanidad de la Locura y Por qué nuestros socios nos vuelven locos). 

Creo que Michel Gondry tuvo a bien entender cierta filosofía de la depresión y mostrarla con una familia disfuncional, con un pilar con complejo de salvador, pero a veces son mensajes tan poderosos como dolorosos, que son difíciles de sacar de tu psique. Ahora que tengo más estructura, me alegró terminar mi escrito y revalorar el trabajo de Gondry. 

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