lunes, 31 de diciembre de 2018

Mi breve incursión como guionista de mi propia película

Escribí una parte de un guión para una película de terror, de mi autoría. Fue gracias al Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, cerca del parque México. 

Me enteré gracias a que sigo en Twitter al académico Héctor Orestes Aguilar, que ha aparecido en mi lista de libros de divulgación filosófica. El taller estuvo a cargo del profesor Ernesto Alcocer, quien es reconocido por el guión de la película Obediencia Perfecta (2014). 

Fue un curso muy bueno: conocí a gente como yo y además, pude entender cosas mías mediante el uso de la escritura creativa y la tercera persona; lo que me ayudó a poner una distancia emocional a todo lo que sentía... francamente, fue catártico para mi. 

El guión de mi película se llama La gentileza de los conocidos, está inspirado en la película Un Tranvía Llamado Deseo (Dependo de la gentileza de extraños), pero, en este caso el giro de trama es que lo salva al protagonista, es que conoce a su enemigo, lo que le hace crecer y solucionar sus problemas. 

El protagonista soy yo y el villano es un monstruo que representa una depresión, pero, a medida que se lleva a cabo la trama, se observa el por qué de ese padecimiento, de su vida y del poco amor que tuvo. Y, aunque algunas cosas lo ayudan, él se siente solo, humillado, destruído y desesperanzado. Nadie lo ve y él ve sólo lo malo. 

Tal es la depresión por la que pasé cuando sufrí abuso narcisista. Me sentía indefensa, sola y sentía que habían ganado los villanos. Pero como Cabiria, seguí adelanto esperando lo que me deparaba la vida y por fortuna encontré que no todas las personas son igual de nefastas. 

Siempre habrá Jimenas, Danielas, Samueles, Christianes, Glorias, Ericas, Lilianas, Anas... una peor que la otra, pero sus vidas son peores que la mía. Y por desgracia, su narcisismo no tiene cabida para que sean felices. La envidia a veces va acompañada por la venganza: porque no es que quieran lo tuyo, quieren quitarte lo que tienes para que no tengas nada. 

Esos miedos se presentan para el protagonista y un día comprende que eran solo eso, personas sin vida y con ganas de destruirlo, de desmoralizarlo, por lo que tiene que luchar para recuperar su ilusión, su vida y sus ganas de seguir adelante.

En el soundtrack puse canciones de Money Mark, algunas piezas que recomendó Luis González de Alba; y en la habitación del protagonista, hay una reproducción de Caminante ante un mar de niebla de Friedrich Caspar David. Y algunas referencias a Melancolía de Lars Von Trier. 

Esa época de mi vida, quedará en esa película, porque fue una época horrenda y a la que no quisiera volver. Aunque aprendí a aceptar la tristeza y la belleza de la melancolía, no puedo dejar de pensar que mi vida se detuvo y que perdí el sentido de lo que hacía, sufrí mucho y además tuve mucha confusión. 

Se por lo que escribo y lo que hago que soy fuerte... sin embargo, la tristeza y la melancolía son difíciles de aceptar y cuando las sientes en todo el cuerpo, cuando sólo ves eso, ¿qué más puedes hacer? ¿Hacia dónde va la vida de alguien que sufre? 

Mi curso empezó en marzo y terminó en mayo... algo increíble era que muchos teníamos la ilusión de ser un Guillermo del Toro, ese boost de los Óscares, de ganar un premio y de conquistar al mundo con nuestra película, pese a lo que estuviéramos pasando o haciendo, fue clave para hacer catarsis. 

No obtuve un papel por ese curso, pero, en mi recuento personal, obtuve a un gran maestro y a una gran amiga, además de horas de enfoque y de buenos recuerdos. 

Ahora que tengo ilusión nuevamente... pasemos a lo que sigue. 

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