martes, 5 de agosto de 2014

Silverio es filosófico

Él revitalizó mi fe en la filosofía, al ritmo de Yepa Yepa Yepa, desafiando las barreras del sentido y de mi férrea racionalidad. 

Logró que el erotismo en las ideas volviera... sencillamente, me enloqueció. 

Cuando supe quién era, sus ideas, su concepto: no pude evitar observar su genialidad, traspasó mis ojos. 

Silverio es la Hybris encarnada: su desmesura, es el único hombre que estando semidesnudo es fuerte. No es vulnerable como otros. Impacta con su realismo y con su teatralidad. Es un trickster humano (1)

Su castigo o némesis es ser el portador del caos, la celebración y la incertidumbre: a dónde quiera que va, las cosas se salen de control. Sólo él puede contener (y participar) del alboroto, lo cual no siempre es fácil para el creador del personaje, Silverio no es un contexto difuso, pero es un ente que desata lo incontrolable. 

Silverio no existe: sólo aparece, pero cuando aparece existe más que nunca. Se refiere a él su creador en tercera persona (2), con esto recuerdo dos lecciones: 

- El artista no puede estar en la ciudad. Cuando se fue de gira, en julio de este año, se sentía mucho más su presencia: estaba vivo porque lo veíamos por fuera y entendíamos que era un referente cultural, que exportaba ideas de la psique del mexicano; que llevaba su música a dondequiera que iba. Que ahí había triunfado. 
- El artista no existe: sólo existe su arte. En Silverio hipostasiamos ideas: el caos, la desobediencia, la irracionalidad, la pérdida del sentido, la autodestrucción y la celebración de la masa. Pero Silverio sigue sin existir... aunque es necesario, esas cosas se magnifican con él, no por él (3).  

Silverio es un referente vacío: no hay un objeto tal que llene sus propiedades, sólo existe quien lo hizo, pero el artífice no es el artista... lo cierto es que el artista no puede existir sin su arte. Yo no puedo proclamarme artista sin hacer algo... pero ¿qué hace Silverio? Si es parte músico, si es parte comediante, parte histrión, parte criminal, inductivamente no es nada. Con cada particular no se puede precisar un universal. Silverio es una tesis difícil de estética. 


Silverio es la animalidad del hombre, el fascismo en el cuerpo y el resorte metafísico de la acción: nos lleva a ser irracionales, a presionar un botón que soltaría la bomba: como la secuencia de Doctor Strangelove que se lanza al vacío ante la pérdida del sentido y el inminente caos. 

Silverio muta en animal con cada provocación: Perro porque gesticula y se contorsiona con movimientos feroces. Gorila, porque suena en medio de una jungla de ritmos: lo simiesco en los movimientos deshinibidos del hombre, a su bestialidad, su evolución mediante la violencia. Silverio es pues, el más primitivo pero a la vez el más evolucionado de los seres. 

Es un desbordamiento del ego, que es casi tan grande como su erotismo. Silverio no es pornógrafo, pero siempre usa recursos para ser visto: la moda setentera que lo vuelve indiscernible de un estereotipo del cine XXX o bien, de un cantante de rockola. Colores brillantes y agresivos: como el rojo o el dorado. 

Silverio es la sexualidad animal, la pornografía: porque simulando actos con ingeniosa edición y desmesura, logra el morbo y la enfermedad visual de la obsesión. Ocasionan la vulgaridad y el vicio privado, que se convierte en virtud pública: su empresa es arte de la provocación. 
Sus videos y loops musicales te persiguen en imágenes y delirios mentales: se repiten una y otra vez, pese al cansancio, pese a que ya se han agotado (o eso crees). Él puede apagar, interrumpir y destruir su propia música... pero esa música difícilmente saldrá de ti. 

Silverio es una adicción: después de verlo sólo quieres saber qué más habrá, en dónde hay más espacio para ser violento, en dónde se concentrará más ira, cómo imitar sus movimientos, cómo fingir un tourette inspirado en sus insultos. Cómo desprenderte de ti, para que él mueva tus hilos como un titiritero. La de Silverio, es una dictadura violenta: porque nos hace esclavos desde nuestras creencias más pedestres: él nos da permiso de ser irresponsables, de no pensar, de no hacer y dejarnos llevar. Es la ilusión colectiva hecha Superídolo. 

Es un juego que trasciende la realidad. 


Y nosotros lo aceptamos, aunque aparentemente no estemos de acuerdo... él revitalizó mi filosofía al ritmo de Yepa, Yepa, Yepa. 



Referencias: 

(1) De Portuales, Alejandro. La mitología del trickster y la desobediendia divina. En http://pijamasurf.com/2014/06/la-mitologia-del-trickster-y-la-divina-desobediencia/  Consultado 4 de agosto de 2014, a las 4:30. 
(2) Xavier Velasco apud Silverio / Esclavo. Texto introductorio. México: Jus Records. Primera Edición 2010. 
(3) Vid, Gombrich, Ernst. Historia del Arte y Trías Eugenio, El artista y la ciudad
Fotografía, Silverio en el Dobermann, por G. O.


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