miércoles, 28 de enero de 2015

Odio los cumpleaños

Si hubiera escrito la canción No me gustan los lunes, de The Boomtown Rats, la hubiera cambiado a No me gustan los cumpleaños... Creo que algo peor que un lunes es el hecho de saber que te harás un año más viejo y que la gente se siente obligada a invertir su dinero y tiempo para reconocerlo. 

Mi perspectiva es pesimista: no tolero el hecho de que se reúnan, forzadamente a celebrar a una persona por la cual no tienen interés, de la cual sólo se acuerdan este día y el resto del año, la ignoran. 

Y no es valorada el resto del año: se le echan culpas, se le achacan que no alcanza o que la vida se les va al carajo desde que nació. Se lo dicen, se lo hacen saber con saña... como si uno fuera un error. Pero después la celebran con pastel y helado de chocolate. 

El exceso, la obligación a gozar, a estar feliz. Los cumpleaños me deprimen de forma espeluznante: es el día más falso del año, peor que navidades y festejos religiosos: es el día que crecemos y nos duele, recordamos que nuestra vida no es perfecta, que siempre cambia y que lo único que tenemos es a los que nos quieren o más o menos nos aceptan. Nada de fiestas al estilo Gatsby, nada de lujosos presentes: sólo una comida y unas palabras de aliento. Y a seguir. 

No quiero sentarme a la mesa con personas que me han herido, que toman mi celebración como rehén para sacar viejas frustraciones o rencillas por no haber sido lo que ellos esperaban. 

No se qué tanto la distracción de la fiesta oculte o disminuya esos dolores. Lo cierto es que no quisiera adornar la tragedia de haber nacido ni la amargura de existir en un mundo que promueve la muerte. No lo tolero, no quiero vivir así. Por eso no festejo mi existencia. 

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