martes, 4 de agosto de 2015

Cuando empezó todo

Cuando conocí a Silverio fue por una búsqueda relacionada con Adanowsky. No recuerdo muy bien qué, creo que una canción o algo así. Después busqué las portadas de Carlos Amorales, que yo pensaba sólo era diseñador. 

Después supe que era el genio detrás de Titán, de María Daniela, de Melamina Ponderosa, era también dj Erectus. Yo no lo sabía aún, pero iba a ser el músico que me acompañaría por siempre. 

Escuché el cover con Laura León: qué buen sampleo, me dije. Cierto día empecé a buscar más, luego de un video a otro, de una entrevista a otra; vi su presentación en el Imperial y tuve miedo de que algo pasara. Ese día me encontré en la madrugada observando tres horas de videos de Silverio. Tres horas con su majestad imperial. 

Nunca me había alocado, caído al suelo por resbalarme con la cerveza. Nunca había llegado tarde a la casa por ir de antro... nunca había estado bailando y sudando toda la noche. ¡Por eso es que me gustó tanto! No sólo era la adrenalina, eran las drogas auditivas que me proveían horas y horas de energía. Era un hombre desafiante en truza roja. 

Ahora que pasé por estos momentos, no he ido a verlo, pero lo cierto es que será como si nunca nos hubiéramos despedido. Esa comunicación mediante la violencia, la locura, el insulto. Es como si alguien viniera y cambiara un chip en tu cabeza que apagara la razón. Por ello es que he valorado tanto. 

Y he intentado conversar, pedirle aunque sea un insulto leve, pero me quedo muda. Porque es una celebridad, un genio musical en este mundo sin música, un máster de la escena underground. Cuando lo veo sólo pienso en los destrozos, en lo difícil que es llevar algo a proporciones épicas cómo él. En el tren descarrilado que trae en su akai y su octapad. 

Larga vida a Silverio, obsesión adquirida, hombre de las cavernas que hace que todo se vea mejor, que todo sepa mejor y que te desconectes del mundo. Hombre que no te decepciona y que se supera a sí mismo con cada trabajo. Personaje inquietante, diseñador de drogas auditivas de primera calidad. La llovizna de mierda comienza, los insultos y la irracionalidad la adornan. 

Pronto compraré todos sus discos, su camiseta, su figura de acción. Quien sabe, un día el dinero pagará unos de sus trajes. Debo hacerlo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario