jueves, 25 de diciembre de 2014

Consideraciones sobre los propósitos

Cuando sucede un cambio, generalmente lo asociamos con el comienzo de algo, de una nueva época o tiempo en que ahora si haremos lo que se supone que deberíamos hacer. Nos ponemos nuevas metas, hacemos limpieza tanto de sentimientos como de cosas, hacemos nuestras listas y balances. 

Honestamente, nunca he creído en estas prácticas, me parece que son poco realistas acerca de cómo es nuestra vida en realidad, que como debería ser. 

Siempre es bueno hacer un plan realista, pero esto, lejos de ser una propuesta vacía se trata de autoconocimiento. De saber qué queremos hacer, por qué, cuál es la ganancia de ello. 

Un propósito común es bajar de peso. Pero sólo se quiere porque queremos gustar a los demás, no pensamos en la salud, en lo que nos gustaría hacer o en lo que no queremos dejar de comer (que ese conocimiento es fundamental para poder bajar de peso). En vez de hacerlo PARA nosotros. 

Creemos también que tenemos que cumplir todo en un periodo relativamente corto, cuando ni siquiera estamos convencidos por dónde empezar, no entendemos que hay un periodo y que no es una magia instantánea, en la que se cumplen las cosas con sólo pensarlo. Es necesario repartir objetivos a lo largo del año. Si yo se que tengo exámenes a mitad de mi semestre y otros al final, tengo que poner todos mis esfuerzos en lo que viene primero. 

También es cierto que, en lugar de caer en el autoengaño, lo que tenemos que hacer es preguntarnos: qué estoy dispuesto a hacer. Tengo que levantarme temprano, pero a una hora en donde caiga de sueño a mitad del día. Necesito cubrir mis necesidades, antes de trazar un plan que no las contemple. 

Nuestros propósitos son privados, muy pocos objetivos son públicos, porque se corre el riesgo de quedar solo o de ser excluido. Pocas veces hay objetivos comunes. Por eso reitero que no se tiene que hacer una lista tan íntima pensando en gente que no piensa en nosotros. 

Lamentablemente, este hábito pasó a ser una moda: en la que otros se benefician y deciden sobre la vida de uno. Lo cual nunca nos dará control sobre lo que nosotros pensamos o queremos lograr. No necesitamos entrenadores, ni dietistas ni grandes cantidades de recursos y energía. Necesitamos entender qué es lo que en verdad necesitamos: no seguir una moda vacía y que se olvidará. 

Un propósito es un compromiso, con nosotros. Si el propósito se pierde, no hay sentido en hacerlo o no. Da igual. 


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