jueves, 4 de diciembre de 2014

Regalos con filosofía

Este post es traído a ustedes por: somos un blog, pero este contenido parece de revista baratona. También viene de mi creencia que todo es incipientemente filosófico y a huevo hay que actuar en consecuencia. 

Un tema filosófico son los regalos: no porque se tenga que invertir dinero o porque sea algo inmaterial, damos regalos a las personas porque tenemos algo que agradecer, algo por lo que queremos que nos recuerden y nos aprecien. 

Por eso, he aquí algunas reglas cuando regalamos cosas, desde reacciones hasta ideas que pueden ayudar a hacer un mejor regalo: 

1. Con los regalos se agradece. En especial si no hacen un daño, o bien si son una ofrenda de paz. Si la gente se enoja aún más, si a las personas les da pena, si no hay un buen uso, no es bueno regalar a esa persona. Ni gastar tiempo ni atención en quien no la tiene con nosotros (principio de reciprocidad, el cual es muy útil).

2. Fijarse en lo que le gusta a una persona. Es lo más difícil, es lo más complejo: porque la gente no quiere verlo, no le interesa o quiere proyectar sus deseos en un regalo para la persona. Si quiere que estudie otra cosa, no le regala libros que le alienten a saber de ideas; si quiere que sea más formal, le regala ropa que les gusta a ellos. NO LO HAGAN: cuando una persona les interesa, busquen algo para ella, no que les guste a ustedes, aunque no les guste lo que le gusta a esa persona. ¿Se entendió?

3. Los regalos que se rigen por reglas son impersonales y, a veces costosos. Es bueno regalar algo útil, algo lujoso, algo conmemorativo. Pero esto es cuando se han agotado opciones basadas en los deseos de una persona, no en sustitución de algo que se quiera. 

4. El presupuesto es importante, pero se tiene que observar con anterioridad para evitar deudas, para evitar imprevistos. Entender que cuando se está dispuesto a gastar en algo, es para festejar, no para recriminaciones. Si nos molesta, es mejor no adquirir cosa alguna. 

5. Un regalo se da desinteresadamente, aunque parezca que alguien nos querrá más, nos recordará, eso no evitará peleas, no evitará problemas futuros. Sólo será un recordatorio de cuando nos arriesgamos a dar y a querer a las personas. Si se evitan esos problemas, si se superan, no es por regalo alguno. 

6. Un intercambio no es justo: porque nuevamente, dar es un riesgo y nos arriesgamos a que no nos den nada, aunque demos todo. Como filósofa recomiendo abstenerse de participar en esos eventos: porque se rigen de la educación de las personas y muchas personas están resentidas, no se preocupan por otro y no hacen un esfuerzo por dar un buen regalo, un regalo digno y desinteresado. Uno puede ser muy educado y detallista, pero no es así por el otro. 

Si todos fueran personas igual de virtuosas que uno, pues no habría problemas. Torciendo este planteamiento artistotélico, quisiera que se viera en este post que es mejor regalar a personas que en verdad nos aprecien, con quien sea menos complejo ponernos de acuerdo y que tengan la misma atención que nosotros tenemos con ellas. Si no es así, y lo sabemos, no tendríamos por qué quejarnos. 

¡Felices fiestas Philoso-fellas!


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