lunes, 30 de junio de 2014

Personas a las que les he robado... su personalidad

Mi personalidad es... normal, no es peculiar. Digamos que no es una personalidad que las personas recuerden. A veces suelo ser un fastidio, otras tantas tengo mis chispazos. Está en obra negra mi personalidad, pero con el tiempo sé que la puliré. 

Sucede que, me veo en la necesidad de aderezar mi personalidad, pues, como parece que no siempre es atractiva, recurro a los maestros para que me den unas lecciones indirectas. ¿Me ha servido? No, pero he acentuado rasgos que me gusta conservar.

Demos pues, inicio a esta lista tan maravillosa: si quieren descifrarme, pues ahí están las piezas de mi puzzle. Pero aclaro: pondré a los que no me da pena mostrar, a los que si me siento orgullosa de haberles copiado, porque honestamente, luego he seguido cada pendejada... 

1. Sergio Zurita. A este ojiazul dramaturgo le he copiado sus juegos de palabras, su humor y su uso de referencias particulares para hablar de temas como la filosofía, el teatro, la música, etc. De hecho, yo creía que él estudiaba filosofía o algo similar. Fue por su influencia que me interesé por la filosofía y por las canciones de Dylan y López. Por él quería ser guionista de televisión (uno de mis sueños frustrados, jajaja, no cierto) y quería ser comediante. Toda mi educación viene directa o indirectamente de él. Quizá haga una lista de lo que conocí por su causa, le debo todo. Bueno, casi todo.  

2. Jim Carrey. Por él quería hacer reír a la gente. Lo veía y decía: Este tipo tiene todo ¿por qué no recibe un óscar? Sinceramente pensaba que era el más grande cómico de todos los tiempos. Quería actuar como él, hacer sus chistes, quería ser como él. Cuando salía de Ace Ventura, cuando vi su stand up sobre comedia física. Por él conocí a Andy Kauffmann, un antecedente directo de Silverio.

3. Mike Myers. Me encantaba la parodia Wayne's World: el mundo de Wayne era una revelación, un mundo de ideas para mí. Tenía los mejores chistes, la mejor crítica y la parodia de la personalidad televisiva. Austin Powers, en especial su soundtrack, me formó tanto el criterio musical como el oído. Sus secuencias en la trilogía del espía más bizarro, eran oro molido para mí: de ahí saqué todas las notas para la comedia de mi preferencia. 

4. Seth McFarlane. Cuando vi Padre de Familia, en especial su creación Stewie, dije: Este el mejor cómico de todos los tiempos. Hizo que Carrey pareciera sin talento y que Myers me pareciera tonto. Después me di cuenta que eran inconmensurables y que McFarlane era un hombre mucho más completo: cantaba, era guionista, productor, sexy, maravilloso, creativo. Le robé muchas de sus referencias oscuras y claras, para hacer comedia racial y observaciones agudas. Mi carácter actual, es muy parecido a Stewie Griffin. 

5. Trino. A ese monero le debo horas interminables de chistes, juegos de palabras, albures y frases punchline para las conversaciones. Es hilarante en su programa y sus cartones. La forma de hablar como tapatío, la forma en que dice los chistes en el Santos, fue parte de mi educación primaria y secundaria cuando lo conocí. Trino: siempre serás de mis primeras influencias. 

6. Ricky Gervais. Nunca me gustaron comediantes mexicanos: Roberto Gómez Bolaños se me hacía repetitivo, infantil e increíblemente antipático. Sin afán de mamonería, pero prefería mil veces a Monty Phyton o, de perdida, Jerry Seinfield. De ellos fue que la línea de influencias pasó a Gervais: su humor era caustico, verdaderamente irreverente. Estaba en contra de todo lo que yo estaba en contra: de la hipocresía, de la corrección política, del humor estúpido e infantil 

7. Julián Lede. A este músico le debo... mi cultura musical posterior: él es la llave de interpretación para entender las vanguardias en el arte, la música electrónica, un redescubrimiento de los Beastie Boys, a Maria Daniela. Quisiera tocar como él, escuchar lo que él escucha, componer como él compone. Las frases de Silverio y de él en entrevistas me han sacado del apuro cuando no tengo nada qué decir. Es una fuente inagotable de creatividad y de influencias para gente poco aventajada como yo. Pero ya en serio: su personalidad es de las más fascinantes tanto en escena como en el anecdotario de entrevistas en youtube. Su risa, sus ideas y la forma en que hace comedia: sencillamente estamos frente a una estrella. 

Pero antes de este genio de la agrupación Titán, sucede que me encantaba este músico:

8. Randy Ebright. Quería verme como él: con esa pinta de maleante, con ese porte de baterista, era para mí el Rockstar, más que Tito Fuentes. Empecé a comprar camisetas con lemas graciosos (de la marca naco) o con logos llamativos, quería hacer música en inglés y español. Porque quería ser como él, sin tocar la batería, pero quería sonar más o menos como él en Molotov. 

9. Ringo Starr. Creo que mi obsesión con los bateristas empezó con Ebright, pero se acentuó con Richard Starkey. Me encantaba Molotov, pero caí bajo el hechizo beatlemaniaco: Ringo era el amor de mi vida, quería actuar y tocar en un grupo famoso, quería componer como él y quería tener muchos anillos en las manos, como aptitudes para la comedia. Si algo define mi creencia en el rock y en las baladas son dos discos: Ringorama y Photograph, en ese orden. Me encantaba más que Paul McCartney, en especial porque él era mucho más conciso en su música y sabía lo que quería proyectar, con actitud. McCartney suele perder el hilo a veces. 

En si, quería hacer un grupo (con una sola integrante, vaya) que se llamara The Gelatos, o bien Inner Light (por una rola mística de George Harrison). Casi antes de entrar a la universidad, quería que se llamara The good philosofellas, como se llama este respetable blog. Más o menos iba a sonar entre Titán, Blur, Fleetwood Mac y los Beatles. No se si funcione, pero en mi mente sonaba maravilloso. Y hacía que me viera bien. 

Confieso que eso por el lado de los espectáculos: siempre quise ser guitarrista, guionista de televisión o rockstar. Pero eran sueños como cuando dices quiero ser astronauta y quiero dormir con modelos famosas. Después llegó la filosofía a mi vida y quise ser como estos hombres. 

10. Friedrich Nietzsche. Si: empecé como todos los filósofos: con un cliché. Me encantaba lo que decía, la pasión con la que escribía. Él fue quien me sacó de las novelas tipo Harry Potter o de Orwell: yo quería ser una provocadora, atea sin más religión que el superhombre. Pensaba difundir el ateísmo, la filosofía nitzscheana, el Zaratustra completo me pareció una revelación. Cuando lo relacioné con las ideas de Ayn Rand, creía haber descubierto la fórmula de la filosofía misma. 

Lo cierto es que, del ateísmo abracé el cientificismo y fue así como conocí a: 

11. Sir Karl Popper. Yo nunca leí el capital, ni escritos políticos de Marx. Me interesaba la ciencia, primero desde la divulgación, después con grandes computadoras (eso era la imagen que yo tenía en aquel entonces), me enteré que San Popper era lo que nos había dado la divulgación, a Bunge y a los temas contemporáneos. Nunca leí un libro tan intrigante como La Sociedad Abierta y sus enemigos, de ahí saqué temas para cuando estudiara ciencia (es que eso quería ser, científica, de esas de las caricaturas: con lentes, supercomputadoras, tubos de ensayo y cálculos). 

12. Ian Hackin. Cuando leí La Domesticación del azar, pensé: vaya quiero escribir a ese nivel de divulgación, que cada página diga algo importante y sustancial, pero fácil de entender y contundente. Sé que sucederá cuando sea divulgadora de la filosofía, una vocación adquirida, pero cuya historia dará lugar a otro post. 

13. Cornman, Pappas y Lehrer. El paso decisivo para mi conversión (no religiosa) a la filosofía analítica fue el libro Introducción a los problemas y argumentos filosóficos. Yo quiero escribir así: con claridad, con estructura, con seguimiento de discusiones, todo claro y distinto. Las ideas de estos hombre me motivan a escribir: se que si hago estos ejercicios de estilo lo voy a lograr. A ellos les robé su estilo, bueno, lo tomé prestado, pero es porque quiero algo original, para mi. 

De mis nuevas adquisiciones han sido: 

14. Charlie Brooker. A él le robé su idea de se crítica de televisión sentada en mi sofá y con mi cámara web. Iba a criticar telenovelas pero ciertamente, no quise hacerlo porque la simpatía, el ingenio y la comicidad eran de Brooker. Black Mirror era sencillamente un tratado filosófico, un Balzac y Shakespeare modernos en seis capítulos. Reavivó mi fe en la filosofía, la que aparece en televisión y en la BBC. 

15. Dough Walker, el crítico de la nostalgia. Al igual que Brooker tiene la fórmula del crítico desde la comodidad de su sillón, pero con el twist de materiales mucho más bizarros y extraños, Walker nos exhorta a reinterpretar el pasado con comedia, con ideas filosóficas y (casi) científicas sobre los parámetros de la crítica. Junto con Zizek, me introdujeron a una lectura mucho más profunda del cine, a un análisis de trama, planos, personajes y mensajes, del que difícilmente puedo prescindir cuando leo una película. 

Bonus vergonzosos: 

- Larry Flint, pero creo que era el personaje de Woody Harrelson. Me creo la mayor parte de la película, pero eso no quita que el verdadero Flint sea un guarro, no un prócer de la libertad. La película People vs Larry Flint, me parece algo maniquea. 
- El grupo Marrano: Ok, me parecían transgresores, pero sucede lo mismo que con Larry Flint: no hay un valor musical, quizá si es apreciable el atrevimiento de un porno corrido, pero el contenido de las letras, en cualquier lugar, es vulgar. No hay más. 
- Omar Chaparro, me encantaba su estilo en No Manches, pero después decayó de la forma más vergonzosa y desafortunada.
- René Franco. Lo admiraba, creía en él y en lo que defendía, pero dinamitó su fórmula y su espacio de trabajo, afortunadamente, la gente talentosa se ha alejado de él y lo ha descubierto como el farsante que es. 
-Lindsay Buckingham. Él, para mí, es el mejor guitarrista del universo, pero... si me pongo purista, pues, es un fresa de un grupo para chavo rucos. Me encanta Buckingham, pero su fama lo precede. 
- Gregg Alexander. Tengo sentimientos encontrados, porque, aunque es buen músico, no siempre puede desprenderse de lo popular y su discurso contra lo mainstream: critica a la industria a la que pertenece. 
- Algunos maestros... me apena decirlo, pero hay mucho maestros en mi carrera a los que NUNCA, nunca debí hacer caso. Nunca debí ni de acercármeles, lo admito. 

Algunas conclusiones.

Me encantan las ideas. Confirmo mi vocación por la filosofía, porque mientras la música, el espectáculo y todo lo que pienso va y viene, las ideas nunca se acaban: han sido una constante en mi vida. Un salvavidas intangible pero con peso ontológico. 

Tengo una mentalidad televisiva... Lo admito, la mayor parte de las ideas a las que le he dado forma, las he sacado de la televisión y del espectáculo. Creo que es una fascinación o un afán de pertenencia. Creo que creo firmemente en la idea de proyección y de las lentejuelas en los ojos para tapar la realidad. Creo que por eso soy presa fácil de los musicales y los teatros: porque amo que por un momento eso es verdad. 

Los pocos amigos que tengo... pues no saben de esta lista, pero ustedes Philosofellas, los invito a hacer una: hagan conscientes sus fascinaciones e influencias en la vida, para que se conozcan mejor. Mis amigos piensan que intento educarlos con mis referencias y la mayoría de las personas no me aceptan porque no les es fácil aceptar de dónde vengo y qué veo. Lo cierto es que, me enorgullezco de esta lista, porque me ha ayudado a cribar a las personas indeseables, cerradas e intolerantes. 

Se ha agudizado mi gusto por el humor, el humor fino y la filosofía del humor. Yo se que no soy simpática, quizás nunca lo sea, pero puede ser que si me esfuerzo lo logré ¿Verdad? 








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