martes, 23 de junio de 2015

Esos enigmas irresolubles

I. 
La educación no es la cura de nada... no se por qué nos empeñamos en hacer una apología de las personas 'educadas' o hacer apología de los genios... muchas de estas personas son déspotas, tarados morales, envidiosos y a menudo no tan maravillosos como dicen ser en sus vidas. 

Hace mucho que peleo con mi familia por esto; lo he visto también en el ciberacoso: cuando a una persona se le descalifica, inmediatamente hace alarde de su supuesta educación, de su supuesto grado y en el extremo: hace alarde también de que no estudia, que no lee nada y que nunca necesitó de escuela, libros. Le basta la vida misma, como si la educación no fuera producto de la vida, como si no estuviera inmersa en una cultura, como si no fuera resultado de esa cultura... Vaya analfabeta. 

Sigo en la carrera de filosofía, pero con mi tesis, servicio social e idioma. Aún tengo que ir a la escuela, pero otros compromisos me han impedido desarrollarme... esto acarrea muchos conflictos en casa y en mi vida personal: como que te vean como parásito, que te vean que no te titulas, que no quieres. Como si ellos hubieran tenido experiencias o hubieran elegido mejor. Como si la educación de la escuela curara su falta de educación en otros ámbitos de la vida. 

Y aunque trabajo, aunque he cambiado, aunque trato de ser responsable y no ponerme metas que no pueda cumplir, cosas que no pueda aceptar, trato de tener un horario o de enderezar la vida... pues como que no les parece... me rindo, es todo. 

II. 
Hay dos tipos de enigmas irresolubles: los que no tienen respuesta dada la forma en que el mundo es. Y los otros, más peligrosos, son los que las personas no quieren que se resuelvan, porque si los quitan como obstáculos de la vida, el cambio al que tanto le temen podría llegar. 

Pongamos un ejemplo: qué sería, tanto de creyentes y ateos, si no hubiera Dios... ¿a dónde irían tantos años, tantos libros, tantos valores y comportamientos? ¿Y si lo hay, a dónde iría ese escepticismo destructivo, esa forma de intolerancia y ese comportar casi científico, como única verdad del mundo?

III. 
Mi familia siempre me la hace de a pedo de las mismas cosas, una y otra vez, sin parar, como un Sísifo que en vez de empujar la roca, discute y discute sobre lo mismo. Puede ser que cambie la forma argumental, lo reconozco, pero los supuestos son los mismos, la creencia es la misma, el problema ya se disolvió pero persiste. 

Aunque no haya ya indicio, aunque sea un problema dentro de otro... pues, la cosa no para. Imagino un escenario en donde todos los problemas se disuelven: de seguro nos mataríamos absurdamente, el protagonista de telenovela se suicida después de su boda, la princesa es profundamente insatisfecha después de vivir feliz para siempre. La vida ya no tiene sentido sin ti, conflicto. 

Aún cuando no hay pruebas de lo que se supone que hice, cuando ya les dije la verdad, o mi versión de esta... me siguen echando en cara, siguen molestando con lo mismo. He intentado no enojarme, no desesperar, hacer las cosas de forma diferente. Pero el problema son ellos, y el que cambie o no, no les afecta. 

He aprendido que no importa la verdad: pero no porque uno se incline por la mentira en comparación, sino porque, hagas lo que hagas, la gente creerá lo que quiere, prevalecerán sus prejuicios y seguirán atrapados en la misma pesadilla de inconformidad y de tristeza. 

Y ni los mejores psicólogos, ni las mejores mentes podrán jamás con ello. 

IV. 
Y de ahí vamos al problema del sentido: eso no quiere decir que ese enigma (por qué si soy una persona normal, tengo estos problemas, con todos, con mi familia), sea irresoluble: ese enigma no se puede resolver porque le sirve a gente necia, gente despreciable y gente que nunca te aceptará, gente que nunca le pareció lo que hiciste y te lo recrimina sin cesar. 

Por eso he tomado una postura que expresaré a continuación: si algo he de resolver, en cuestión de enigmas irresolubles, que sea algo que me vuele la cabeza, algo que me consuma la vida... pero en filosofía, ciencias, matemáticas. Incluso aprenderé física, regresaré a los sistemas K de la lógica, regresaré a los problemas que han preocupado a los sabios. Véanlo en la crítica de Rousseau al progreso: es más fácil enseñar a un niño las matemáticas, las ciencias... que a ser buen ciudadano, buen amigo o buena persona. 

Imagino que al menos mi trabajo arduo influenciará a algún necio, al menos otros más brillantes me venderán como genio o estúpida, pero, por Dios santo, pasaré a la posteridad aunque sea por mi insensatez. Alguien me apreciará y me escuchará lo que digo, alguien sabrá que soy algo más que mi esencia. 

Pregunten a los genios o a los cómicos: ¿cuántos premios por el mejor padre, la mejor madre, el mejor maestro? Prefiero el de mejor guión, un premio por las contribuciones que hiciera, eso vale mis desvelos. Mis alegrías, mi llanto. 

Pero volverse loco, amargarse la vida con la necedad de convencer a gente necia, gente que no lo va a entender, que lee que eso no es correcto e inmediatamente lo hace... ESO JAMÁS. 

Amargarse con la familia y los otros... prefiero un balazo en la sien. 

Notas: 

Ese precepto de Rousseau se encuentra en el Discurso sobre las artes y las ciencias. No poseo la cita. 

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