jueves, 21 de mayo de 2020

Cuando salí con un caballero blanco

Caro me había ayudado a salir de un mal trabajo. Fue amable conmigo y parecía honesto. Decía que yo necesitaba ayuda y que él podría dármela. Mucha gente, que ya me tenía envidia, ahora detestaban a Caro porque veían que yo tendría algo mejor. 

Y, si no era necesariamente mejor, al menos ya no me tendrían cerca para detestarme. 

Era como revivir un día en la primaria una y otra vez: más de treinta personas te odiaban, los directivos y las dizque figuras de autoridad se hacían pendejos, pero celebraban, incluso premiaban el abuso. Siempre uno terminaba mal y no había oportunidad de cambiar las cosas. 

Caro sabía lo que era eso, lo que era ser injustamente criticado, agredido, discriminado. Tenía muchos problemas de abandono, de malas mujeres que lo habían agredido, que se habían aprovechado de él. A veces se dirigía a ellas como prostitutas. Le molestaba que alguien se vendiera a otro cuando él le había ayudado a ser quien era. 

Se sentía secretamente atraído por Lucía, una mujer delgada de la cual hablaban pestes por ser una vendedora "ejemplar" en Capital Bus. También le gustaba mucho Yesenia, pese a que estaba casada, ella coqueteaba con él y siempre la protegió. Sin embargo, la chica nunca correspondió esas atenciones. 

Él siempre me dedicaba canciones, me invitaba a comer e insistía en conocer mi mundo personal (a veces, invasivamente) para ayudarme. Siempre quería ayudarme, así se encontrara lejos de mi o su ayuda no fuera la que necesitaba... 

Quería una relación romántica conmigo, porque ya se había separado de su esposa. Se sentía relegado, desplazado por su nieto, poco respetado por sus hijos. No lo decía abiertamente, pero él estaba en un infierno en esa casa, con esa familia tan malvada que abusaba de él. 

Mi primer día de trabajo, como guía, vi el cielo de Teotihuacán y las nubes. Nunca me sentí más tranquila. Sentía que todo cambiaría y que estaba con un hombre confiable. 

A veces me daba consejos, pero, nada del otro mundo, además como que trataba de hacerme a su manera. 

Me dijo acerca de un curso para ser guía, que se lo podía ir pagando a Roberto, su compañero y amigo que también era guía o decía que lo era. Yo no estaba lista para tomar ese curso y ciertamente, no veía que los guías del centro estuvieran preparados ni tuvieran esa certificación. Así que dije que no. 

Después de eso, y pese a que dijo que me ayudaría, hubo ciertos incidentes para los que no se me capacitó, aunado a que no estaba interesada en un trabajo que era menos estable de lo que él me había dicho. Él me vendió bien su trabajo, pero sólo eran mentiras. 

Cierto día, yo estaba viendo en mi teléfono unos documentos que tenía que estudiar, él estaba explicando pero yo si le puse atención. Estábamos frente a unos turistas, cuando, de repente, me soltó un manotazo para que pusiera atención. Me sentí enojada, humillada y sorprendida a la vez. Días después lo confronté y él intentó excusarse, pero el daño ya estaba hecho. 

Caro era un ballero blanco. 

Un caballero blanco es una persona que va por la vida salvando a gente desvalida o que ha sufrido mucho, a traves del dolor puede confrontar su propia desgracia, pero es incapaz de empatizar y tiene una toxicidad terrible. 

Ellos buscan a una persona en desgracia y se venden como una solución. Pero si no vives bajo sus expectativas, esto es, si no lo salvas, te enfrentarás a su ira y su verdadera personalidad. 

Cuando supe de este síndrome, todo cobró sentido: una vez que no quise acostarme con él, Caro me humilló refiriéndose a mi sobrepeso. Aunado a que esperaba que no me hubiera acostado con algún conductor o compañero de Capital Bus, incluso, me recriminó que no le fuera a pegar una enfermedad venérea. 

Seguía al pendiente de Lucía y Yesenia, su ideal era una mujer delgada, que lo deseara y con la cual tuviera buen sexo. Pero a su vez, quería controlarla, quería moldearla a su imagen y semejanza, quería que lo quisiera y que nunca lo dejara, porque él la había ayudado y no tenía derecho a dejarle. 

Pero jamás sería suficiente: él quería que dependiera de él, se burlaba de mi carrera; sólo humillaba a los que ya no le servían. Me di cuenta por su trato a los meseros, a los que ya no trabajaban con él, a los que ya no eran sus clientes, a los que no querían su valiosísima ayuda, que sólo él podría darles. 

Yo no le debía nada. Nunca lo hice. 

Cuando intentó hacerme un love bombing, sencillamente me negué. Le dije que no era ni atractiva, ni su tipo y que si era tan desagradable, mejor se buscara a otra persona. Hizo alusión a mi peso, a que era por un problema intestinal, eso fue lo último. 

Fui implacable y le hice ver lo urgido que estaba, el asco que secretamente le daba. Porque no era una dama en apuros, era una mujer que necesitaba un hombre de verdad, un igual en madurez para tener una relación de verdad. 

Intentó apelar a mis emociones, pero no me dejé; intentó pintar todo color de rosa: ¿pues cómo, no que yo soy la que está mal? Fue ahí cuando me dijo que si entendía bien y yo le dije que esperaba que ya no se me acercara. 

Primero, el señor Fernando me dedicó una canción que resultó ser mentira y este hombre siempre aludía a que yo lo engañaba, pero que estaba loco por mi. Me dedicaba canciones de chavorruco, pero de letra efectista y de mensajes obvios. Gracias a él odio la de Me gustas tú. 

Yo comprobé que la ayuda no iba a llegar, que él nunca me aceptó ni me quería. Decidí que no quería que nadie me salvara, porque no era una damisela en apuros en primer lugar. 






domingo, 17 de mayo de 2020

Araceli me regaló un churro

Cuando trabajé en Capital Bus, presencié el peor muestrario de personas terribles y resentidas que haya visto jamás: desde los que fingen ser tus amigos para pedirte un préstamo hasta los resentidos que te culpan por su desgracia y terribles personas que eran. 

El chofer que no tiene nada, mas que críticas y consejos no solicitados de cómo tienes que cambiar tu vida; muertos de hambre que sólo saben robar y humillar porque saben que lo miserables que son. Narcisistas que mentían mirándote a los ojos y que sólo te querían de su lado para poder humillarte otra vez. Gente que se odiaba tanto, que fingía con alegría maníaca que tu eras el villano en su frágil construcción. Gente que decía que estudiaba y que era un ejemplo, cuando eran los peores por ser hipócritas y arribistas. 

Podría seguir enumerando a esos renglones torcidos de la creación, pero no recuerdo todo, poco a poco se borra todo el abuso y toda su mezquindad. Recuerdo cosas buenas que hice sola, recuerdo a algunos pocos momentos de lucidez. 

Cierto día llegó una chica que se llama Araceli, no recuerdo mucho de ese día, creo que intentaron quitarme ventas o no me dejaron vender o algo. Me tocó con un chofer que estaba amargado, de esos que sólo se defienden siendo brutos o cretinos. Recuerdo que me puse a explicarle a Araceli cómo era todo. Cómo trataba de venderle el infierno que me habían comprado a mi y que decidí comprarles. 

El malhumorado conductor sólo nos veía por encima, con su falsa superioridad moral, con su cara de estúpido y su nariz grasosa y llena de forúnculos, con su vista de creído, mamón, esperando qué saldría de su lengua marchita y sus dientes podridos. Esperando reportar a Araceli y a mi, pero, yo sentí una extraña sensación de comodidad. No me importaba. Además, ya era la última vuelta, pronto regresaría a mi casa. 

Araceli me veía como una chava, no se burló de mi y no estaba esperando a recabar información que después usaría en mi contra; no fingió ser quien no era, no fingió que le agradaba para después evidenciar su envidia; no era narcisista, ni arribista, ni se autodespreciaba por no aceptarce. No era una chica rara, ni con carencias emocionales. Al menos, para mi, estaba muy bien adaptada. 

Araceli platicó conmigo, yo supe un poco de su vida y la escuché. Ella me escuchó. Cuando parecía que no vendería, me ayudó, con el block de notas, con su pluma, con su paciencia. Sólo fue un día, pero ella me dio más gratitud que toda esa bola de miserables, mentirosos y envidiosos. 

Me ayudó pese al coraje que me tenían, nunca me vio como una competencia, ni como alguien a quien había que quebrar su espíritu. Me ayudó y ya. Porque sabía que ella era sí y yo era igual que ella. 

Esa pequeña acción mostró más de esa persona que todo lo mierda que eran esos idiotas. ¿Qué tan difícil es hacer algo bueno por alguien? Araceli ya no regresó a trabajar, era lo mejor, la hubieran tomado por estúpida o como target para robarle ventas o ser criticada por imbéciles que en su vida van a trabajar. 

Y eso no se lo desearía a una buena persona como ella. 

lunes, 11 de mayo de 2020

13 Razones de hecho sí ayuda

Antes de que me juzguen por el título, quiero aclarar que, me refiero a la primera temporada de esta serie, que fue una oportunidad perdida para entender a los adolescentes y sus conflictos hacia la adultez. 

Y, voy a relacionarlo con la pérdida, que aún no supero, de mi ex amigo, que fue la manera en que me ayudó a ver que no era una buena amistad. 

La primera temporada tenía capítulos con ideas muy buenas: por ejemplo, el ejercicio de la empatía mediante la figura de Hannah Baker, la figura del chico bueno (tan bueno que está en una inacción paralizante) de Clay, la psicopatía de Bryce y las relaciones de dependencia entre Justin y Jessica. 

Yo vi la primera temporada con interés: vi a una chica con hipersensibilidad, que era ninguneada y buleada a veces sin razón, por un psicópata. Pero que también tenía problemas, tenía una ambivalencia y tenía depresión. Pero se juntó la tormenta perfecta y decidió quitarse la vida. 

Pero, por desgracia, muchos de los elementos no convergieron para hacer una reflexión sobre el dolor y la angustia de los adolescentes: no la hicieron una historia universal, porque todos podemos sufrir injusticias, ser valorados desde la indiferencia y ser deshumanizados, fueron muchas oportunidades perdidas y mala ejecución. 

Al final hay una trivialización del suicidio: porque se observa que todo se arreglará cuando uno caiga en la desesperación, cuando uno tome esa decisión otros pagarán, al fin se tendrá la visibilidad, al fin importarás y al fin serás reinvidicado. Lo cual es un asunto delicado si lo presentas a personas con ideación. 

Además había un juicio a Hannah porque sólo era una adolescente dramática, una reina del drama, una atenida y una persona que culpaba a otros de sus problemas... Hannah no era una víctima, se hacía la víctima. 

Recuerdo ese momento y sigo pensando ¿después de todo, por qué creía eso? Debí haberlo escuchado más, pero por desgracia, la comunicación ya se había desgastado. Pero vaya que pude haber hecho algo. 

Yo podía leer en cada personaje sus sentimientos, sus motivaciones, no sólo en Hannah, que era la que sufría mucho del villano y sus compañeros, que, le hacían mal sin razón o como una forma de desquite por algún malentendido, pero me cuesta creer que era un personaje que se suicidara por ser narcisista o por ser una bruja vengativa y manipuladora. 

Ella era sensible, conflictuada, introvertida. Tenía ciertamente un anhelo de que la quisiera, porque no había logrado superar la infidelidad de su padre. Tenía mucha culpa y verguenza, que ciertamente se volvía contra ella porque veía que no agradaba a nadie. Quizá eso se pudo haber analizado, se pudo haber dicho algo para empatizar, para entender o al menos para saber quién era Hannah. 

Al final se trivializa a los sensibles, a los indefensos: ella es tonta, es dejada, está necesitada, ella es la que tiene la culpa por estúpida... o sólo decimos, ella tiene mala suerte. Pero nunca vemos quién es, qué quería o si alguien la había lastimado. 

Mucho de lo que piensan de Hannah, de cómo la perciben, nos podría ayudar a saber con qué clase de gente estamos, quiénes son y cuál es la verdad en su corazón. Tal vez, en donde hay una víctima, ellos ven a alguien dejado. Así como en donde hay codependencia, otros ven la romantización de una relación tóxica. 

Como en uno de los capítulos de la última temporada, en donde Anie y Clyde están hablando de su serie favorita, sería bueno que conocieran a las personas mediante la abstracción y percepción de un personaje. Tal vez no nos engañaríamos tanto cuando, finalmente, apliquen esto con nosotros. 

domingo, 3 de mayo de 2020

No soy una víctima

Mi ex amigo me lo dijo: ...o entonces es que te gusta hacerte la víctima. Y en parte, creí que tenía razón. Tal vez me acostumbré a ser miserable, pero mira ex amigo, yo espero que no te pase. 

Y no me justifico, sin embargo, voy a describirte mi experiencia. 

Dices que yo me peleaba con mi tía: y tienes razón. Ella y yo siempre hicimos lo que quisimos y eso nos ponía en jaque muchas veces. Cierto día nos peleamos tan fuerte que ella quería salirse... pero yo le pedí disculpas. 

También ella hacía que mamá y yo peleáramos... pero no fue triangulando ni nada. A veces teníamos mal modo y si, muchas veces fui cruel con ella. Me calmé, pero la verdad si me encabrona pensar en eso.

Por eso quiero que tengas en consideración estas cosas:  

Te deseo, ya que eres un hombre y no un niño como tú crees, te deseo que no sientas eso: es como si te rasgaran el estómago y te pusieran un casco que sólo reproduce estos recuerdos. 

Ojalá nunca te sientas indefenso, que se te viene el mundo encima a los 26 años y que la gente no te crea. Ojalá nunca tengas depresión ni quieras dejar de salir de tu casa, de asearte y de seguir adelante. La desesperación es no poder morir aunque se quiera. 

Cuando murió mi papá fue como si todo pasara muy rápido: un día lo acompañé a la farmacia París y sólo se cayó, al otro día era estar en un hospital haciendo guardia. Al otro fue tomar un coche: para que nos llevara al panteón a esperar la cremación.

Y un día mi tía se enfermó y otro fue ir al hospital porque ya no podía más... otro día fue que mejoró, pero sólo porque se pondría peor. Al otro fue tomar un coche: para que nos llevara al panteón a esperar la cremación. 

Y si, me estoy haciendo vieja y amargada: créeme que esa es la peor sensación que he sentido. Se siente de la chingada: es como dos putazos en uno, porque el pinche tiempo se pasa más rápido. 

Sientes que la vida no es justa y que quieres desaparecer. Luego te das cuenta de que se han ido, de que ya no puedes hacer nada con ellos. 

Ojalá nadie te venda que no hay consecuencias, porque me causaste un gran dolor porque no me apoyaste. Crees tener la razón y crees que la gente sufre porque quiere. Crees en ridiculeces como el hecho de ayudar a morir a alguien. 

Yo, una filósofa que siempre habló del suicidio, que siempre defendió la eutanasia, que desprecia la vida... Yo no vi el dolor que conllevaba perder a un ser querido. Porque los creía eternos... algo de mi fue tan estúpido que creía que durarían para siempre. 

Como tu amistad. 

Pensaba que iba a poder soportarlo, pero la verdad es que no... ahí supe que mi vida era un fracaso... que la gente no iba a tener piedad y que yo estaba sola. Porque nunca sentí tu apoyo. Ni de las otras tres. 

Sólo usaron mi tragedia para hacerme creer que me comprendían, que todo estaría bien y no fue así. Ojalá nunca te sientas decepcionado de tus amigos. Nunca sientas que te mintieron y que te rompieron el corazón, nunca sientas que ellos son más felices sin ti mientras lloras. 

Ojalá nunca sientas que no mereces existir. Sigue siendo un hijo único del mundo. Muchas veces me hiciste la broma de que lo creías, pero tú lo vives. No es necesario que dejes de fingir. 

Ojalá y no pierdas nada, que te den todo: que nunca salgas de esa burbuja que te has creado. Ojalá nunca sientas lo que yo, no porque no te lo merezcas o porque seas inmune, sino porque no puedes. 

Ojalá nadie te haga creer que es tu amigo, o te haga sentir que no estás solo para luego descartarte en tu peor momento... Ojalá y no pase: que tus padres, que tu familia, sea eterna y que todos los momentos, buenos o malos, no los extrañes, ni los lamentes ni los tomes con ambivalencia. 

Quédate con las falsas amistades, o alguien que te haga creer que te quiere. Ya eres un hombre y supongo que tus creencias son más valiosas que las razones y los hechos. Ojalá nunca sufras ni despiertes de tu sueño dogmático, tu eres la medida de tu mundo. 

Porque yo seguiré siendo una víctima después de todo, alguien que de seguro, no puede decirte nada. 

Canciones con filosofía: Mr. Blue

No es difícil de entender Bojack Horseman: no es difícil comunicarse mediante la tristeza, las fallas, los fracasos y por todo aquello que no funcionó. Es posible que todos creamos que se debe sentir así, porque es como en realidad somos, porque es lo que en realidad pensamos. 

Pero no estamos en lo cierto. 

No es un pensamiento consolador, sino que es algo que puede pasar: las circunstancias cambian, sin explicación alguna, tanto para bien como para mal. Así como podemos tener un año pésimo, la vida puede cambiar para bien abruptamente. 

Mr. Blue se aleja, nos mira un poco con recelo, pero hemos pactado con él: porque sabemos que si dejamos entrar a la tristeza, tarde o temprano se irá, es algo que va a pasar. Ayuda también pedir consejo, tal vez un amigo para compartir, tal vez decirnos la verdad, tal vez que nos duela un poco, reconocer que está ahí, pero que no puede quedarse. 

Muchas veces nos decimos de las voces interiores: esas que no nos permiten avanzar y que se mezclan con nuestra melancolía actual. Creo que es conveniente dejar esos lastres y que esa tristeza nos ayude a mover y limpiar nuestro corazón para llenarlo de nuevas cosas. 

No importa cuando tiempo nos llene esa tristeza, hay que abrazarla, decirle que la aceptamos, que la queremos, que es nuestra amiga, decir que nos perdonamos y que pensamos que hay que intentar otras estrategias. Hay que decirle que la amamos y que nos crea. 

Un buen día, habiendo negociado el dolor, Mr. Blue se va.