viernes, 31 de julio de 2015

Canciones con filosofía: Let your soul be your pilot

Gordon Summer, mejor conocido como Sting, vocalista de The Police, personaje en Dunas, autor de una obra de teatro musical, The Last Ship. Aunque The Police es una de las bandas más representativas del rock, Sting en solitario ha intentado hacer una serie de discos que no son del todo afortunados. Yo considero que es un artista al que le quedan excelentemente bien tres, cuatro sencillos, pero sus discos enteros son inconsistentes. Es sólo mi opinión. 

Pero centrémonos en sus obras maestras: creemos que son Every Breath you Take, con Summers y Copeland en The Police, Fragile, que no creo que sea la gran canción que dicen, Desert Rose, Roxanne... mas yo veo que Sting tiene otras canciones mucho menos conocidas, que sí son de una profundidad magistral. Que si tratan temas tan difíciles y, por ende filosóficos que por eso no son apreciadas. Que no les hablan a todos. 

Este tema que les presento en esta sección, me parece que es de esas joyas poco valoradas: porque habla de uno de los dilemas entre ciencia y fe. La canción se torna filosófica porque desde el título, el alma funge como el vehículo de comprensión de los problemas que están en el corazón del hombre. 

Por principio: ¿cuántas veces no nos sentimos tan mal que recurrimos al médico, y al ver la poca mejora decidimos ir con el curandero, con la terapia o medicina alternativa? Y no por el mal llamado analfabetismo científico, sino porque no hallamos la atención necesaria ni tenemos el efecto esperado. 

Sí, la medicina, la alimentación, el ejercicio, tal vez algo de terapia hacen una diferencia, pero lo que queremos es sentirnos bien, completos, sin miedo a la enfermedad o temor de recaída, no queremos sentirnos ansiosos más tiempo, ni pensar que estamos al límite o sentir que estamos perdidos. Queremos que todo vuelva a ser como antes. 

No se si exista el alma, no se si se encuentre cerca del corazón o si sólo seamos cuerpo. Pero a veces sólo ella tiene la respuesta a una duda existencial o a la angustia de estar vivo... a veces sólo sirve como una salvación para no perdernos en un mar de desesperación. 

Hay veces en que no sólo nos va mal, sino que la situación empeora. De repente se abren todas las heridas y todas las malas decisiones salen a flote, los conflictos, las recriminaciones y las iras acumuladas, los rencores... externamos lo horrible de nosotros mismos para condenar al otro. 

Rara vez pensamos en asirnos al nuestra alma, a una solución espiritual. Y no me malentiendan, no es una filosofía barata de prender velas o creer sinsentidos, no se trata de hablar en lenguas, ni de venderle el alma a un supuesto líder, a alguien que lucra con nuestro miedo a la muerte o a estar solos. Nuestra alma está con nosotros de la forma más profunda y con la conexión espiritual más pura posible. Porque, ante una tragedia nos muestra quienes somos, a qué le tenemos miedo, en qué podemos creer. 

Y cuando viene la fe, lo que no podemos probar, lo que sabemos que en nuestro corazón es verdad, nuestras creencias íntimas... viene el alma, ahí se encuentran. Eso es lo que somos porque tenemos necesidad de creer. Porque hay una parte a donde no pueden entrar lo demás, sino uno mismo. 

Cuando todas nuestras certidumbres se derrumban, cuando no hay nadie en quien confiar, cuando creemos que ya es el final de algo, cuando alguien que amamos sufre o es lastimado, cuando el sufrimiento parece interminable... Sólo el alma está con nosotros, es la única que nos guía, en un camino sinuoso. 

Lo cierto, es que en la canción también se centra en los otros: porque la manera de entender el dolor, de no sentirnos solo con nuestra alma, es tener un contacto. Que las lágrimas derramadas por otros, sean las nuestras también. Que en el otro encontremos una imagen que nos ayude a vernos... que él sea el que nos ayude y nos saque a flote. Dios quiera que el camino que encontremos sea el que buscamos. 

Cuando mi papá enfermó, pude ver la incertidumbre de mi familia, el estar perdidos, el no saber a qué aferrarnos. Porque los doctores decían un pronóstico, después otro. Creíamos que iba a morir, que tendríamos que dejarlo en manos de Dios. Quizá nuestra alma era el piloto. 

Yo nunca lo pensé, porque me aterraba la vida en ese escenario. Sólo estábamos yo y mi alma, que me guiara en este laberinto, al que no sabía como había entrado. 

Yo sólo puedo decir, dejen que su alma sea el piloto.

Hay dos versiones de esta canción, una de seis minutos y otra de cuatro. La que me gusta y me parece más poderosa y económica que la versión larga. El mensaje está mejor expresado con la música y con los coros godspell que pone Sting en esta pieza. 






jueves, 30 de julio de 2015

Canciones con filosofía: Feelings

La vida no tiene música, puede que sea una colección de soles... pero ¿y qué? Qué importa lo que suceda mientras eso sea una voz que saque el dolor y que permita entender lo que sientes. 

De todas las canciones, de todos los mundos posibles, de todos los intérpretes y compositores, de todas las formas en que una cosa es, elijo una que hable de algo que ni toda mi competencia filosófica puede solucionar: ese cabo suelto que tenemos todos los seres humanos, esa pieza que no puede resolver el enigma que somos. La mía son los sentimientos... en nada me he sentido tan desprotegida, tan lejos de la razón, en nada me he sentido más lastimada. Y no es que sea malo ser frágil, lo que es malo es no contar con ningún refuerzo para este mundo tan frío. 

Sentimientos: los cuales quisiéramos que no existieran, o peor aún, que no existieran las personas que nos los provocan. Porque nos hacen ver como lo que somos, como seres desprotegidos, como que no tenemos todas las respuestas. Pero aunque estos seres despreciables se crean listos, los mismo sentimientos pueden sanarlos, el afrontarlos, el reconocer que nos equivocamos, que es cierto que no sabemos, pero no por eso nuestra vida se centra en ese error. 

Podemos volver a sentir, podemos entender... porque sabemos que tanto más sentimos tanto más sabemos: lo vivimos, sabemos que así fue. 

Y aunque desearíamos quitarnos el corazón, aunque deseáramos no tener sentimientos jamás... no tenemos que negarnos la posibilidad de sentir. Porque eso nos hace humanos, nos hace crecer. 

Sentimientos, no son sólo un problema, son una forma de respuesta para entendernos.

Pongo la versión de Nina Simone, no sólo por moda o virtuosismo, sino porque Miss Simone hace la canción tan larga como el sufrimiento que implica escuchar la canción y examinar la vida.  





Canciones con filosofía: All things must pass

Regresa la mejor sección de este blog, la que más me gusta y que no importa cuanto la calle, siempre encuentra una forma de subir el volumen. 

Y en el volumen viene un llanto furioso, que es casi como un grito. Una rabia que no deja de ser tristeza, una tristeza debilitante, que deriva en el cuerpo, en que se te quiten las ganas de hacer cosas, en que ya no desees sentirte así, pero tienes que darle voz, porque es peor si se acumula. 

George Harrison nos canta, después de los Beatles fue el primero en tener un hit... aún con McCartney, aún con Lennon. Richard Starkey no estaba en escena todavía. Él logro superar con ese álbum a sus compañeros. Y es visible por qué lo hizo, por qué las canciones son profundas, cómo es que llegan al oído y al alma. George se superó a sí mismo. 

Harrison nos dice que la noche no dura para siempre, que las cosas no son eternas, no tiene por qué durar. Todas las cosas deben pasar, todo tiene que morir. Todo tiene su tiempo, pero no es un tiempo que se soporte, es un tiempo que pasa. 

Tanto lo bueno como lo malo: así como papá enfermó, así se recuperará. Estoy segura porque es fuerte, porque es un hombre sano, porque venció otras dolencias. Yo tengo fe y mi corazón lo cree. 

Las cosas pasan, las cosas mueren: mi papá no murió, no morirá este año. Tal vez se quede un tiempo más, pero las cosas pasan, no sólo en el sentido de ocurrir, sino que somos fuertes: esto no tiene por qué durar toda la vida. 

Un día se levantará, seremos felices nuevamente. Iremos a nuestro paseo del sábado, iremos a la rehabilitación. Estaremos juntos nuevamente. Yo tengo fe en él, en que seguirá con nosotros. 

Todas las cosas deben pasar. Papá: te vas a recuperar pronto. 



Sin embargo... ante cualquier pensamiento mágico: te puedes ir tranquilo. 





Las noches en mi casa

Papá estuvo enfermo desde junio... fue uno de los meses más raros, con más tensión e incómodos de mi vida. Experimenté negación, un profundo optimismo, insomnio situacional, pérdida, despersonalización, una profunda ira... fue un mes que intento tapar y olvidar. 

Recuerdo que le faltaba el aire... creí que ya era el final, creí que no iba a sobrevivir, que ya estaba todo escrito. Pero resultó ser una distensión abdominal aunada a piedras en la vesícula. También tenía el intestino hecho bola.

Sólo salí como tres veces en dos meses, los demás días transcurrían en labores domésticas sencillas, en trabajar desde casa (con permiso especial) y en leer... pero no eran cosas de la escuela, o de la tesis... empecé a leer lo que me gustaba: estaba harta, sólo quería encontrar consuelo. Consuelo de la incomprensión y de la tensión. 

Operaron a mi papá, salió bien. De ahí fueron quince días para que saliera. El primero de julio, bendito Dios, llegó a su casa. A su cama, con su familia. 

Por desgracia mi insomnio empezó porque no podía llorar. La catarsis fue un día como a las 3 de la mañana... ese día dormí rico, pero después otra vez se me embotelló, no hay drene, ni medicamento, ni remedio para esa acumulación. 

Y es que las noches eran terribles: despertarse para ayudar a papá a dormir, masajear sus espalda, porque le cansaba estar tanto tiempo acostado, ayudarlo con las flemas, con la pastilla y con las molestias de la ileostomía. 

Era levantarse o de plano no dormir, para ver lo que pasaba con su cicatriz y que estuviera limpio, que durmiera fresco y de vez en cuando libre de tensión por la cama. A veces pasaba el tiempo rápido. Pero conforme pasan los días se va haciendo largo. 

Un buen hombre de corazón normal dijo que cuando su mamá estaba enferma, cuando tenía que volver a incorporarse, su hermana le dijo algo muy sabio: día con día. Día con día se aprende algo nuevo de la enfermedad, de nuestros seres queridos, de la forma en que un hombre sano regresa a su vida cotidiana. 

Recuerdo que peleaba con mi papá porque le reclamaba que fuera obsesivo, que se le metiera una idea en su cabeza... ahora me llevé un buen chasco: eso era lo que lo mantenía a flote y lo tenía funcionando. 

Valoré más las salidas, los regaños. No es que de repente mi papá se volviera bueno... es que comparando la vida como era antes, con lo que es ahora, lo prefiero mil veces como era: quiero a mi papá de vuelta. 

Yo le dije que era mi único papá... porque me defendía, me regañaba, pagó por mi educación y cuando falta para el camión, él siempre tiene cambio... él da sin preguntar y sólo chocamos un par de veces. No puedo quejarme de eso. 

En las noches pienso, he dormido de forma irregular últimamente, lo mucho que lo quiero, lo difícil que es para todos, lo mucho que pesa... pero lo tenemos que hacer porque es nuestro papá, no son cosas fáciles de hacer ni de decir. No es lo más adecuado, pero cada día se hace más largo. 

Cuidarlo, estar con él. Día con día. Y acostumbrarse a que la recuperación (porque no está enfermo) es avanzar un paso, retroceder dos. Entender que lo pueden volver a operar. Que los cuidados, los aprendizajes requieren de toda nuestra atención, de toda nuestra paciencia. 

Tenemos que voltearlo, hacer las curaciones pertinentes, que tome los medicamentos, auxiliarlo cuando lave sus dientes. Darle un poco de masaje, darle palmadas en la espalda. Esperar a que se duerma. Dios quiera que no tenga exabruptos, porque queremos que duerma bien, que no le pase nada, que se levante un buen día como si nada hubiera pasado. 

Las noches se pasan lentamente, como de 3 a 4 de la mañana parece que todo es más lento, que la vida se detiene en una hora. 5 a 6, ya es otro día. A las 7 se asoma la luz. Papá está despierto, pero quiere volver a dormir porque ya no está acostumbrado. 

A veces se despierta, pero cuando lo atendemos pasan rápido medias horas, una hora, tal vez más... luego volvemos a comenzar. Tenemos que comenzar al otro día. Hacer todo otra vez, hacerlo todo cada vez mejor. Hacerlo para que él esté bien. Porque esto es más grande que nosotros: la salud de alguien que queremos, puede aún con lo malo. 

Y no importan los limbos, ni el insomnio, ni que la noche sea larga, fría u oscura. Amanece y se hace de nuevo, aprendes, avanzas. 

Así transcurren las noches en mi casa. Por tiempo indefinido. 



miércoles, 29 de julio de 2015

¿Por qué no hay caricatura política?

Este pequeño texto es para producir contenidos en este blog, y para hacer un análisis de un tema apasionante, como es la caricatura política. 

La caricatura política es apasionante, encuentro al menos dos razones: 

- Es la manera de exponer al poderoso, al ruin, al despreciable, mediante un arma mortal: la Risa. 

- Es la forma en que representamos los problemas de un país, de manera económica y concisa. Es una llamada de atención.

No obstante, encuentro que la caricatura política pasa por un momento difícil, a esto atribuyo razones que, de seguro, ya ha intuido el lector de este blog:

- La caricatura política ha sido sustituida por los memes.
 
- El humor toma demasiadas precauciones, lo que hace que la caricatura política no sea graciosa en absoluto. 

- El tema preponderante en la caricatura no tiene que ser necesariamente político. 

Hagamos breves análisis de estos puntos: 

A) Memes: actualmente representan una forma mucho más económica de hacer caricatura política (o de los problemas sociales, de la farándula, de las creencias hacia un asunto polémico). Sólo basta con tener imágenes, copiar fórmulas, poner frases graciosas. Entre más pedestre sea el diseño del meme, tanto más es su encanto y su peso humorístico. 

El problema del meme es la carencia del trabajo manual, del color, de bosquejo: pues es cierto que estas cosas toman más trabajo. Si bien es cierto que el meme es más rápido, puede volverse viral y es más económico el medio y el mensaje, lo que se pasa es la habilidad del diseño de una viñeta, de una línea argumental. Técnicamente, el meme parte de lo ya hecho, de la agilidad mental o chiste inmediato, la caricatura toma licencias con la inmediatez. 

B) Precauciones en el humor. La caricatura parece regirse por el hecho de ser chistosa, pero no demasiado para no restar 'seriedad' a ese humor que pretendía. Muchas de las caricaturas políticas son demasiado regañonas, moralistas y esconden cierto conservadurismo del medio que las presenta. Chistes fofos, edulcorados y de cierta forma ideológicos. No es que la ideología sea mala, lo es cuando lo que cae en el lugar común que tiene que evitar, por ejemplo: si detesto a la derecha por radical, no tengo que ser radical siendo de izquierda o de centro. 

Los atentados a la publicación Charlie Hebdo (de hebdomadarie, hebdomadario o semanario) son una prueba por un lado: 

De la intolerancia y la supuesta corrección política por parte de los grupos extremistas, pero también de la poca sensibilidad y conocimiento de las fronteras culturales por el otro. Eduardo Caccia dice que el humor sin conocimiento del otro, sin saber lo que es un insulto para su cultura, es irreflexivo, es suicida. 

C) Temas no políticos. Muchos temas, que no necesariamente tienen que ver con la corrupción, con la injusticia social, con la impunidad, se ven tratados de mejor manera en los memes, o en otros espacios editoriales. Lo que la caricatura política no trata o peor aún trivializa. 

Moneros como Jis y Trino no hacen necesariamente una caricatura política, están metidos más en el espectáculo, el furor de las series, las referencias de los programas y el cine, las anécdotas personales. Y su humor es tanto o más de calidad que otros caricaturas de la Jornada, El Chamuco o Proceso. La prueba de mi argumento fue la comparación y acceso a diversas fuentes y plataformas para observar el trabajo muestra de Hernández, José Ignacio Solórzano y Jose Trinidad Camacho, Helguera, Magú, por mencionar algunos. 

Finalmente, creo que habrá que adaptar los contenidos en papel a lenguajes de la internet. Después de todo, la pantalla no está mediada por cultura, por rapidez o por tiempo. 



sábado, 18 de julio de 2015

El privilegio de ser raro

No es una especie de mierda autocomplaciente... pero nunca he pensado que soy rara. No, la verdad es que no... he intentado ser rara, destacar de alguna manera, entender la rareza, pero sólo la disfruto: porque no soy rara. 

Y no me malentiendan: yo admiro la rareza, intento comprenderla... pero es como una perla preciosa, es difícil de encontrar. Es difícil ser raro, lo más común es ser normal. Lo normal es ser normal. 

Creo honestamente que la rareza es un privilegio de pocos... no es ser incoherente, no es ser contradictorio, no es pensar diferente ni creer cosas supuestamente excéntricas. La rareza es de lo más difícil de alcanzar. 

Se puede comparar con la locura y no se compara con el insulto cuando no quieres aceptar al otro: ser raro es tener ideas que son contraintuitivas, que no tienen sentido y son ejecutadas de forma diferente. Es compartir dos, tres, infinidades de mundos. Y pensar con ideas perfeccionadas cada vez. 

La rareza no tiene nada que ver con la soledad, con la familia; tiene que ver con el individualismo... con el hecho de entender varias cosas a la vez. No siempre tiene que ver con ser inteligente: hasta hay una especie de inteligencia que funciona, porque no es pensar dentro de un marco común. 

Ejemplos de rareza hay muchos: David Byrne, Kurt Goedel, David Lewis, James Joyce, Bob Dylan, Gustav Klimt, Egon Schiele. David Cronenberg, Todd Solondz... Disfrutamos la rareza por sus frutos, mas no por concepto ni porque sea complaciente con todos. Disfrutamos la rareza por la polémica, el asco, la diferencia, el reto que implica comprenderla. Por esas mismas razones también la odiamos, la quemamos, censuramos o caricaturizamos 

A la forma de Gombrich: no existe la rareza, sólo los raros: los raros son pocos y son los que hacen las revoluciones, los que cambian mentes y corazones, los que nos ponen el otro lado de lo que creemos, los que nos retan, nos hacen odiar y amar lo que hacemos... Raros son los que cambian el mundo. 

Y... cuando a mí me lo han dicho como una especie de insulto, me asalta la incertidumbre, me rasco la cabeza, se descomponen mis razonamientos. Porque es muy difícil hacer algo, yo no he hecho nada (más que molestarlos, claro). Yo no alcanzo tan privilegio. 

Creo que este monólogo interno me ha hecho descubrir que no se, con ninguna seguridad, qué es la rareza...

miércoles, 15 de julio de 2015

The Big Lebowski o lo intraducible

Cuando terminé de ver El Gran Lebowski, tenía dos pensamientos:
- O bien no le entendí
- O bien no soy un hombre

La historia se centra en The Dude (Jeff Bridges) y su grupo de amigos (John Goodman y Steve Buscemi), los cuales se ven envueltos en una conspiración, después en una especie de viaje (en auto y bajo el efecto de las drogas), después The Dude se involucra con una mujer y trata de convencer a sus amigos para que lo acompañen a los bolos. Es una montaña rusa, guiada por los hermanos Coen. 

Aunque regresaré a esto, quiero aclarar que la película es muy buena: cancela toda posibilidad de pensar acerca de la trama. Tiene muchos elementos mágicos como una parte musical, explosiones, drama policial, un torneo de bolos, una actriz que parece emular a Lauren Bacall, un vaquero que no sabemos si está en la mente de The Dude o existe en verdad y una trama que no tiene sentido. No es para filosofar, es para fumar y pasar la bacha. Y permanecer tranquilo como The Dude. 

Podría poner el problema del sentido, la forma de ser de The Dude o tal vez el hecho de que partes inconexas hacen una conexión. Pero honestamente, me la imaginaba diferente. Es divertida, pero creo que el significado de la vida o algo que deba saber... pues no, la verdad no. 

Lo intraducible

Lo que he investigado de esta película, la mayor genialidad, las mejores opiniones... han venido de hombres. Me gustó de cierta manera, pero como que no conecté con The Dude, ni con el personaje de John Goodman, incluso no conecté con el personaje de Julianne Moore. Pareciera que parecerse a The Dude es una especie de fase o rito iniciático que marca una especie de momento (la pubertad, cuando empiezan a beber o quizá a fumar, no lo sé). Supongo que es una especie de película para hombres, hay algo, pero no se descifrarlo porque no lo entiendo. 

Aunque la encuentro divertida, impredecible y confusa, me parece que es algo así como una película de amigos, de divertirse, de estar un poco en onda como The Dude y dejar que todo valga un poco madre, como una especie de porro que dura dos horas, tal vez más. Tal vez The Dude sea un estilo de vida.

Me gustó mucho más Fargo de los Cohen, me identifiqué con la embarazada Marge. 

viernes, 10 de julio de 2015

Arianna y los Fitness vs los gordos

Todos queremos vernos como las estrellas, de hecho, seguimos sus dietas, copiamos sus estilos, preguntamos al hair stylist como hacer para que nos veamos iguales. Cabello, ropas, estilo de vida... totalmente aspiracional. 

El filósofo Charlie Brooker describe que, en los medios y en la televisión, no hay parámetros para mostrar una imagen real de las personas: así, tenemos a chicas de 27 que interpretan papeles de 20 y viceversa, o bien adolescentes perpetuos, niñas perpetuas vestidas como prostitutas, infantilización de los sexos para que sean manipulables: una imagen meramente comercial. 

Ciertamente, la imagen corporal es producto de muchas neurosis: si no te ves de cierta manera eres un asco, nadie puede quererte, nadie puede aceptarte (lo cual no tiene sentido); atrasas al país porque le cuestas millones, no podrás encontrar trabajo, pareja o triunfar. Tienes que cambiar. 

Y tratas de informarte, pero la pantalla es el peor maestro: foros de internet, dietas con bases pseudocientíficas, personas tristes, insatisfechas con el cuerpo, insatisfechas con su ser... las observas y lo único que puedes hacer es comer una hamburguesa, o servirte otro vaso de refresco. 

Oí de cierto locutor, que la gente, frustrada porque no podía verse como las personas de aquella dictadura del cuerpo, comía más, se enfrascaba en un pozo de desesperación, se daba asco y se enfermaba... no siempre es tan extremo: generalmente ya estaban mal con otras cosas y un punto que detona sus trastornos, son los problemas que no enfrentan. 

Y cuando los enfrentan, vaya lío, salen culpas, frustraciones, enojos, la comida es el enemigo, los demás son unos gordos asquerosos y enfermos, la gente delgada es feliz, la gente delgada es más atractiva, hay que laxarnos, hay que comer pocas calorías y matarnos de ejercicio y presumir el cuerpo que tenemos ya modificado. Porque ser como uno jamás, antes la muerte. 

Arianna Grande, estrella juvenil y cantante, es una muestra de ello: lamer donas en un establecimiento, para después no comprarlas  y luego alegar que le dan asco: asco su país, asco la porción y el azucar, asco la grasa, asco la gente que las compra... Y muchos aplaudimos, porque siempre habrá gordos asquerosos, chivos expiatorios que tienen problemas, menos yo. 

Recuerdo historias de anorexia en la farándula, gente que se imponía mucho, que tenía que ser perfecta. Modelos adictas a la cocaína. Naomi Campbell sólo tomo jugo de piña por un mes para verse perfecta en un desfile, personas con dismorfia corporal que se someten a más operaciones para verse bien en las fotos. ¿Cuándo la gente se volvió tan neurótica? ¿Cuándo nos volvimos tan demandantes de algo que no podíamos hacer? 

Este es el asunto: miles de personas desaprueban a alguien por cómo se ve, por su ropa, por la forma en que su cuerpo es. Salen del gimnasio, con sus licras pegadas, después de tomarse una selfie o belfie, sublimando su exhibicionismo, mostrándose a otros y creyendo: soy una mejor versión de mí, soy mejor porque 'me cuido', porque puedo controlar la comida y el ejercicio. Craso error. 

Deberían filmar sus reacciones cuando alguien pasa con una bolsa de papas o con algún bocadillo: les echan los ojos, se les van encima, miran al obeso como un terrorista, como alguien que no cabe en su mundo (jajaja, no cabe un obeso, clásico), alguien que no tiene razón de ser, con lo orgánico, con el fitness, con el internet lleno de rutinas y los grupos para hacer dietas... 

Y creen que la gente que es obesa lo es por ser imbécil, porque no se controla, porque no es tan o más mejor que ellos, ¡oh poderosos fitness: muéstrenme el camino! ¡ayúdenme porque no tengo a donde ir! quiero ser parte de ustedes porque solo existen dos tipos de personas en el mundo... 

Y si les respondes que si hay algún plan para financiar la dieta... aparte de obeso y pendejo, eres jodido: un ser que no invierte a largo plazo, que nunca saldrá de su situación, que no ahorra para un gimnasio ni para productos orgánicos carísimos, que no saben bien y que tienen otras propiedades que los hacen menos sanos... ¡Claro! Yo no me cuido, tu sí, tu eres delgado porque eres mejor que yo. 

Lo único que veo ante esas dos formas de vida es desesperación: delgados increíblemente infelices por no comer una mísera dona, jamás... desaprobando a quien lo hace. Obesos, increíblemente infelices por ser catalogados enfermos, por ser estigmatizados y burlados por su forma de comer, presa fácil de burlas de gente corta de ideas, claramente en otro analfabetismo. 

¿Se han preguntado de dónde viene su intolerancia? ¿No será que las rutinas, las ensaladas, carnes magras y estilo de vida no arrojan por la borda sus prejuicios, creencias idiotas y tremendos errores categoriales? ¿No será que su mal humor, sus explosiones de ira contra los gordos, son un reflejo de lo mucho que se odian a sí mismos? 

Cada vez que los veo, quiero comer una hamburguesa... mas no por desesperación, sino porque puedo hacerlo con toda la responsabilidad que trae consigo mi elección. Y cada que veo esas historias, lo único que quiero es declarar que las personas deberían aprender a vivir con ellas mismas y dejar de hacerse daño con el fascismo del cuerpo y la vanidad. 




Festen o México y Dinamarca son lo mismo

Sigo en mi proceso de maduración: labores domésticas por la mañana, tarea y trabajo por las noches. Papá se encuentra mejor, está delgado, pero tiene buen color; quiere dormir, pero estaremos ahí para pararlo. 

Soy de esas personas que ya no pueden llorar: embotello mis sentimientos todo el tiempo. Prefiero salirme nueve horas, prefiero otros problemas, obsesiones, comida, lecturas, películas (2 o 3), flagelar al cuerpo sin dormir; lavar ropa, trabajar, pensar en la felicidad que voy a comprar con el dinero, ir al baño público, ver cable, ver temporadas completas de series (con intervalos de media hora), insultar, pelear en la calle, pelear en mi casa. TODO, todo menos lo que sea enfrentar mis sentimientos. 

Sentimientos, esos entes extraños, que bullen como en ollas de presión, que enferman al cuerpo, que lo envenenan, que dan al traste con la epistemología, la lógica, la razón, el pensamiento lineal... sentimientos, que hacen que la gente actúe de forma complejamente estúpida o estúpidamente compleja. 

Yo no los tolero, es más, ni siquiera tengo: lo que muestro son cosas que emulo, que no se cómo existen... No son buenos y no se tienen que educar. ¿O sí? No quiero saberlo, es un problema que rebasa lo filosófico. 

Decidí autoimponerme un maratón de películas, era cine alemán, o ruso, o danés... eran temáticas serias y reflexiones profundas: La Caza, Michael, Melancolía, Leviathán, Festen. Algo que quitara el dolor enfocándolo en alguien más... una imago de lo que sentía en ese momento. 

Festen es una película representativa del movimiento Dogma 95, en el cual cineastas como Vinterberg y Lars von Trier retratan la realidad y despojan al cine de la parafernalia y efectos especiales. Se enfocan más, recalco, en las historias, en las emociones y en la naturaleza humana. Hume es un gran filósofo porque su obra Tratado, es imposible... nada retratará esa imagen que hoy declaro problemática. 

Una celebración, La celebración como sería el nombre de la película en español, trata de una gran familia que se reúne para el cumpleaños del patriarca. En medio del brindis, uno de sus hijos relata que fue abusado sexualmente junto con su hermana. La hermana se ha suicidado, por lo que el padre es indirectamente responsable. 

Lo único que deseas, es que el abusador pague, con destierro, con indiferencia. En un elemento psicoanalítico del filme, el hijo (re) nace, cuando muere el padre. El padre se muere con el olvido y el desprecio, por lo que hizo y por lo que se merece. 

México y Dinamarca son lo mismo. 

Cuando veía la película no podía dejar de pensar en lo hundida que estoy en una familia que no me respeta, que tiene una forma muy extraña de quererme... Porque aunque su sobreprotección está ahí, me sigo sintiendo sola, hay días en que siento que no tengo ningún amigo en el mundo. Y sin embargo, me siento a la mesa como una más. 

Recuerdo las fiestas de navidad y año nuevo: con gente confesándose y expresando su desagrado de estar celebrando, con gente echándose y sacándose cosas de aquí y de allá para desahogarse, o para ahogarse más. Nunca esta frase, se sienta a la mesa como uno más, me ha ilustrado tanto. 

Porque pese a todo, pese a la soledad o el destierro a la familia, siempre seremos eso: familia. Una familia que prefiere guardar las apariencias, que no te escucha, que se hacen pendejos cuando algo te está pasando, pero te bombardea mil veces con preguntas estúpidas e irrelevantes de tu vida personal. Que siempre te condena por no ser su expectativa, porque no eres lo suficientemente bueno... que prefiere insultarte e inventarse historias sobre tus secretos, en ver de hablar contigo un buen día. Ese día nunca llega, y seguimos solos. Pero la celebración sigue. 

Recuerdo que siempre me echaban montón, mi papá solía ser mi aliado... ¿qué pasará cuando ya no esté? Supongo que contemplaré irme a otra casa, o muy lejos... supongo que tendré que ser más valiente. El personaje principal representa exactamente lo que siento: una profunda incomprensión, que es el peor de los cánceres, más que los insultos y las humillaciones que recibo muchas veces de mi familia. Es una historia interminable. 

Pero esta fiesta que nos empeñamos en sostener, este teatro que nos inventamos en nuestras cabezas, cierra, se cae y el abuso sale a flote, aún en la mejor celebración. 

Felices vacaciones Philosofellas.