sábado, 26 de noviembre de 2022

Canciones con filosofía: Out here on my own

Desde hace mucho tiempo no me siento suficiente, no se si lo sea o no lo sea, pero esto sólo me ha hecho daño y me ha hecho presa de muchas humillaciones: gente que se siente menos, acomplejada, sabe que me siento igual que ellos, cree que si me dice lo que le han dicho, uno va a aprender, uno va a saber lo que se siente. 

Yo no comparto esos sentimientos con ellos, en especial porque no comparto esa visión deformada de la realidad en la que la vida te debe algo y eso te da derecho a ser un imbécil. Por supuesto que entiendo sus razones para querer hacerme daño: un rechazo íntimo de sus esposas, un rechazo de sus padres, un abuso a manos de ellos, tanto físico como psicológico, la perdida de un hijo o un escaso reconocimiento por ser el supuesto sostén de su familia. 

Pero también resentimiento, ganas de que pierda lo mucho o poco que pueda tener, tienen ganas de que pierda mi hogar, mi dinero, mi dignidad, mi trabajo, mi salud, incluso hasta mi vida. Subliman lo que piensan de sí mismos deseándomelo a mi. 

Yo se que lo desean porque se les hunden los ojos, se les tuerce la boca, sus manos se convierten en puños que quieren repartir por mi cara, partes de mi cuerpo o cabeza. Creen que eso será su exorcismo, que expiará sus culpas y que les devolverá lo que les quitaron: creen que ser victimario los aleja de haber sido víctimas. 

Por ello es que no nos une compartir estos sentimientos: a muchos de ellos no les importan dado sus trastornos de personalidad, otros más los han enterrado y se dan sus aires de dureza, pero con cualquier cosa que uno les diga o no acepte de ellos, dejan ver todas sus inseguridades. Aquellos que peor te tratan, son los que menos esperan ese trato que dan. 

Ante esto, yo he llorado en privado, pero no he podido evitar que me hagan sentir como ellos se sienten: su envidia, sus ganas de que ellos también reciban su merecido. Sus creencias tan torcidas sobre lo que significa la justicia y que tengan lo que ellos quieren, que siempre es arrebatado, robado o de alguien más. Creen que todo mundo está de su lado, creen que están solos en la cima, pero en realidad, nadie quiere estar con ellos. 

Su felicidad, de ser por ellos, no viene de tener lo que ellos quisieran, sino que se aseguraran de que otro más no lo recibiera nunca. A veces he contemplado que cuando no cumplen sus sueños o sufren algún revés, creen que fue por cruzarse contigo, o que, como otras personas charlatanas: tu controlaste su destino, les pusiste algún obstáculo y eres el agresor. Un agresor que no siempre sabe cómo defenderse. 

Un día les dice algo, una verdad o descripción y su mundo se viene abajo, un mundo interior muy frágil. 

Y se preguntan por qué sigues respirando, por qué cambié de trabajo, por qué no aguanté para que me pudieran enseñar sus torcidas lecciones, por qué mejoró todo para mi y para ellos, que siguen operando con impunidad, nada más no mejora... por qué ellos siguen siendo poco respetados, engañados, no queridos o rotos.... por qué yo sigo respirando, por qué después de todo lo que me hicieron nada me mata. 

Porque me encerrado en mi misma y he trabajado el hecho de no agradar a otros. He buscado personas que quieran estar conmigo, pero cuando las cosas salen mal, busco alternativa. Si no, yo se que se puede seguir adelante, que habrá soledad, pero voy a encontrar a otras personas, que hay algo que sigue. 

No necesité de ellos ni cuando lo creía: necesitaba algo muy específico, que a veces no llegó. 

He estado en mi soledad, probé quién era, tuve a alguien que me dio fuerzas, pero también me falló. Me pregunto constantemente a dónde voy. 

Yo sé que es posible que no gane, pero no me puedo abandonar. Yo sé que si cierro mis ojos estaré contigo. Sé que algún día voy a encontrar mi camino.

Hoy ha muerto Irene Cara, que nos ha regalado una de las interpretaciones más conmovedoras e intensas de toda su carrera: cada vez que se sientan insuficientes, inseguros por no haber sido buenos en algo, solos y desprotegidos, canten como ella y así le darán voz a su tristeza. 

Es en soledad en donde salen esos sentimientos, pero también es en donde se experimenta la melancolía más bella. 




lunes, 14 de noviembre de 2022

Canciones con filosofía: Zombie

También quiero titular este post: Sobre estar destruido.

En la Chora Interminable invitaron a Juan Pablo Villalobos, a Mauricio Lara y Jorge F. Hernández. Lo que tienen en común todos estos invitados es su pasión por la lectura, el diseño y la habilidad de compartir con otros. 

La Chora me ha acompañado en mis noches largas y mis días, es mi relación parasocial favorita y con ella me he dado cuenta de muchas cosas. Los choreros dicen muchos secretos, además de que dan mucha estabilidad con la rutina de los jueves. 

Juan Pablo Villalobos dice que dedicarse a un trabajo que implica la escritura, cuando uno es escritor, puede terminar de destruirte. Con todo lo que pasa uno, lo que lee y escribe por obligación: ¿le quedará tiempo para dedicarse a escribir lo que le gusta? 

Mauricio Lara dice que la docencia, en parte, es realizar una actividad limitada y que funcione para el docente. Si uno es un maestro que exige, será mejor que uno que deje pasar al alumno con cualquier trabajo. Lara dejó la docencia cuando dejó de funcionar la rutina a la que se sometía 

Jorge F. Hernández dice que es una fortuna poder vivir de los libros, se hizo divulgador mediante el trabajo de librero y logró colocar materiales mexicanos en el público español. Él hace su trabajo con gusto, logró reinventarse después de que la mala fortuna lo alejara de un trabajo que desempeñaba correctamente. 

Yo, en la vida, quería ser como ellos: compartir esa misma pasión por lo que hacen. 

Jis y Trino, al igual que Simon Pegg y Nick Frost hablan de la zombificación: un fenómeno en el que, poco a poco te conviertes en un muerto viviente, no tienes voluntad y sólo haces las cosas por inercia. Ante este estado de cosas, te alienas, todo es igual y eres una especie de plaga. La sátira de los choreros y los de la trilogía del Corneto se encuentra en El Santos vs La Tetona Mendoza y Shawn of the dead, respectivamente. 

Sólo hubo una vez que me sentí como una pinche zombie: cuando supe que mi tía iba a morir, en el fondo, no quería que pasara porque, fue un final injusto para ella; porque sufrió mucho y ella esperaba hacer más por mi prima y estar más tiempo con nosotros. Tuvo una fuerte depresión de la que no sabía como salir. 

En Drive My Car, un hombre arrepentido plantea una situación en donde él es culpable de la muerte de su esposa: lejos de violentarla o darle muerte, la situación fue de todo lo que no hizo, lo que no la consideró y apreció cuando estaba viva. Ante la mirada piadosa de su chofer, se dice a sí mismo: Yo maté a mi esposa. Así, como el hombre: Yo maté a Consuelo porque pude haber hecho más por ella, porque me consume la culpa y me llena de verguenza cómo la traté en vida. 

Por aquellos días iba a mi trabajo en el infame Hotel Isabel, en el Centro Histórico: todo el tiempo lo mismo, me sentía estancada y atrapada con una bola de cretinos y pendejos que me detestaban tanto como yo a ellos, que me criticaban, que no entendían que me sentía triste. 

Uno de los pendejos guardias me decía que me sentía mal porque, según él, yo no hacía nada: desde su pinche ignorancia pensaba que todo me sucedía por huevona o por no saber enfrentarme a la vida. Este idiota duró menos en el trabajo que un comercial: así es la vida para los pendejos y metiches, a ellos les va peor, pero siempre ven a alguien más para burlarse y hablar. Hasta le sangraba el hocico al nefasto ese. 

Otra señora opinaba que me veía demacrada, pero, la falta de sueño, el coraje contra mi y la situación y la incertidumbre ante el futuro no me acariciaron precisamente, señora. 

Mucha gente se burló y llevó mi predicamento a que no me apoyaban porque yo no me acercaba a ellos: pues claro que no, culeros, porque se nota que se regodean en el dolor ajeno y en su propia mierda. Cuando supieron por qué falté, se quedaron callados, como si la representación que tenían de mi fuera inmune a dolor y justificara sus burlas hacia mi. 

Me sentía como un zombie: sentía sangre en mis ojos, en mis dientes, me ardía la cara, el cuerpo, me ardía caminar y moverme, me quemaba estar de pie. Todo el mundo estaba en un modo lento, hacía las cosas por inercia porque, en el fondo me dolía mucho la vida que estaba viviendo en ese momento. 

Y, aunque sentía algunas cosas, no me dolía tanto como me dolía el alma, por muy ridículo que pueda llegar a sonar. 

Era el Zombie de Sahuayo, los zombies de Shawn of the dead, los de The Walking dead y los de los Simpsons. Pero zombie al fin y al cabo. 

Después de eso, me abandoné: tuve otra tormenta perfecta en la que me abandonaron y perdí un trabajo. Pero sobreviví, porque nada me mataba si ya era un zombie. Fue más fácil la vida para mi. 

Como nada ha acabado conmigo aún, me he convencido que podré seguir adelante. 

Y ahora, en este estancamiento, en mi decisión de no querer vivir más de mi trabajo o de moverme, de no saber cuándo termina un día o empieza el otro, de estar frustrada todo el tiempo, de que mis planes a futuro no fueron lo que esperaba, sigo siendo un zombie, es más fácil ser así que estar vivo. 





sábado, 8 de octubre de 2022

El monster y la coquita

Durante un tiempo mi detonante fue la coca de medio, en botella de vidrio y el monster energy, esa bebida que anunciaba André Pierre Gignac, por la siguiente historia. 

Juan y Omar solían burlarse de todas las personas que pasaban por el centro: Omar era un gordo idiota y el otro tenía tendencia a la obesidad, pero como trabajaba en cosas que implicaban movimiento, mantenía su peso estable. 

Gordo y gordo de clóset tenían la siguiente rutina: comer de lo que ordenaban en el Zócalo, que era pura comida rápida o algo de una tienda de conveniencia, el maridaje de esa comida culera era medio litro de coca cola, de la vidrio, el envase negro y más chingón. Omar comía su comida y snacks, Juan solamente guluzmeaba o comía algunas cosas que le convidaban, después de comer su pollo y arroz seco que le mandaba su esposa con... ¿amor? ¿obligación? ¿compromiso? 

Después de la hora de comida, llegaban aquellos que no habían vendido o aquellos a los que les saboteaban las ventas otros pendejos y los mismos compañeros. Omar iba por su snack que eran unas palomitas grandes de mantequilla y un cigarro. Junto con su amigo se acababan el paquete entero, acompañado de ¿qué creen? ¡CLARO! Otro medio litro de coca cola negra y deliciosa. 

Cierto día el gordo de clóset, pendejo como siempre se burló de que yo comía muchos dulces, recuerdo que me dijo: Pues ¡con razón estás tan feliz, Andreita! ¡Si tú comes puro azúcar! Acto seguido, le dio un sorbo a su medio litro de coca cola, porque el puerco bofarrón no tenía condición física. 

Y, sé lo que están pensando: es probable que Andrea no sea una modelo, no sea flaca y coma igual de mal que ellos: y es cierto. Pero ¡tantita madre! Esos pendejos siempre estaban jodiendo con lo que comía o dejaba de comer la gente cuando ellos no son partidarios del plato de buen comer. 

Bastaron algunos días para que el gordo de clóset de Juan fuera un gordo declarado: dejó el trabajo (o, igual lo corrieron, no lo se), pero siguió comiendo igual, con lo que, no tendría por qué burlarse... Antes al menos tenía salud: ahora ya no tiene nada. 

Ambos gordos se sentaban a perrear a la gente, a burlarse, a criticar, mientras comían como si no hubiera mañana. Señalaban todo y a todos, se burlaban si perdías ventas, se burlaban si te iba mal, porque ellos tenían quien los protegiera, aún siendo unos pendejos. Fingían que eran buenas personas, que querían a la gente con la que convivían. 

Ese desórden alimenticio quizá cubría otras carencias, su mala leche, el hambre que sentían porque no podían llenarse del prójimo, lo que consumían para pasar el día largo, en un trabajo mediocre, porque, ciertamente, eran unos mediocres. 

El más gordo: un envidioso que no pudo soportar, ni tomándose toda la coca cola del mundo, que yo estuviera en un trabajo mejor. El gordo de clóset, del que me defendí cuando se quiso burlar de mi, siempre se escondía bajo las faldas de otras mujeres, mientras humillaba a su esposa. Si así trata a una mujer que supuestamente ama, ¿cómo ha de tratar a los otros? 

Omar también tomaba de esas latas de monster como si fueran agua, supongo que cada quien se destruye como puede y con lo que quiere... yo prefiero comer azúcar y chatarra, prefiero comer como imbécil y no cuidarme, pero no me gusta decir que hago algo para cuidarme o ser cínica al respecto. Prefiero hacer cosas que funcionen para mi y hacer cosas que me gusten. 

Pero disfrazar algo placentero, algo que viene de la conexión, de algo horrible y de envenenarse criticando gente... eso es de lo más asqueroso de la vida. 

Ambos eran asquerosos, hipócritas y se dedicaban a tirar veneno... pero en el fondo, no disfrutaban lo que hacían, porque bastaba que le fuera bien a alguien más para que el ciclo continuara: envenenarse, comer basura y burlarse y envenenarse. 

Hace mucho que no veo a mi amiga... quisiera invitarle una deliciosa coca cola, mientras compartimos anécdotas o una comida. Me siento desgraciada porque no he podido salir por mi trabajo en casa, pero honestamente, si quisiera volver a verla. 

Es bien chingón cuando hablamos, porque, aunque a veces compartimos lo que nos pasa o cuando las cosas no están bien, no nos estamos envenenando cuando comemos, no creemos que es bueno para nosotros que a alguien que nos cae mal le vaya bien. De hecho, muchas personas que no me agradan se han destruido solas. Y esas son las que siempre están criticando a los demás, las que nunca se ven, las que te dicen de lo que comes mientras se toman 1 litro de coca y medio de basura... 

Voy a invitarle esa coca a mi amiga, porque es nuestra bebida favorita y me voy a sentar y tratar de olvidarme un rato de esos dos pendejos y de los demás, de todo lo malo que pasa. Voy a tomar un sorbo y disfrutarla de verdad, porque, pocos placeres hay en la vida. 

Y no lo voy a disfrazar de convivencia el salir a hablar mal de la gente, una vez que esto se acabe, lo más seguro es que serán ellos los que se van a perrear. Puedo predecirlo. 

A esos dos gordos, van a necesitar más que eso en sus vidas. 

domingo, 25 de septiembre de 2022

Dopesick o la génesis de la adicción

 No soy adicta a una sustancia en especial: la mente juega muchas trampas cuando uno está solo, cuando sufre de trastornos o con su genética puede padecer alguna enfermedad. 

He sido adicta al trabajo, al riesgo absurdo, a la tristeza y la soledad. No son sustancias como tal pero dejan algo en el individuo: el creer que en verdad éramos así, cuando en realidad, seríamos profundamente desgraciados sin aquello que es nuestra nueva realidad. 

Nuestro organismo se ha acostumbrado tanto a esta sustancia, a esa emoción, al punto que no sabemos cómo funcionar si no fuera por ella. Es un contexto difuso, en donde nos creemos todo lo que han hecho de nosotros, nos odiamos, nos damos lástima, nos deprimimos. Y luego viene ese estado en donde nos sentimos eufóricos, ese subidón, ese revoloteo interno que nos permite continuar, pero ya no se sabe si somos nosotros por la droga, o nosotros y la droga. 

Un pendejo me dijo que yo no sabía disfrutar la vida, porque, según él no salía de fiesta, no salía con hombres y no fumaba ni tomaba, que lo mejor era que me diera un balazo. Dicha anécdota hace reír mucho a la gente que me detesta, porque le dan la razón a un pendejo drogadicto, que usaba su adicción para olvidar sus problemas de abuso dentro de su familia. 

Al igual que los protagonistas de Dopesick, Pedro no discernía su adicción de las circunstancias que lo llevaron a ella: creía que el odio que se tenía a si mismo era disimulado por el odio que tenía hacia las mujeres, las mismas que le fallaron y que hicieron oídos sordos a su maltrato. Las mismas sin las que no podía vivir para relaciones tóxicas, pero que maltrataba incluso para una amistad. Todas eran un cuerpo, otras no valían porque eran feas, otras valían porque lo rechazaban pero, una vez que la tenía, volvían a ser otra estúpida más. 

Tal era ese ciclo destructivo: irse de fiesta para gritar, para deshinibirse, para tener sexo sin protección y para ser un completo imbécil, para ocultar el dolor, la rabia de no ser querido ni valorado, para encubrir el abuso sexual del que sabía. 

Pero la que tenía problemas y debería morirse era yo. Muchos años después intentó vengarse de mi, pero mi falta de interés y el descubrimiento de su entorno familiar, hizo que pasara de moda muy rápido. 

La génesis de la adicción. 

Betsy (Kaitlyn Dever) es una minera que sufre un accidente de trabajo, se golpea la espalda y se queda incapacitada por unos días. Como vive con dolor, Betsy va con su médico de confianza para que le recete un analgésico, el doctor Samuel Finnix (el genial Michael Keaton). Este medicamento es OxyContin, un opiáceo derivado de la oxicodona. Dicho fármaco fue desarrollado por la farmacéutica de la familia Sackler. 

Desafortunadamente, Betsy y Samuel se convertirán en adictos al medicamento rápidamente, porque ambos viven con dolor y sus asuntos no resueltos serán un catalizador para esta adicción. 

Se observan una serie de eventos que derivan en un problema de salud pública y en una de las peores epidemias de Estados Unidos: tenemos a la familia de Betsy, que lucha con su nueva realidad y tratan de curar esa adicción reduciéndolo a un problema de crianza. También están los agentes Randy Ramseyer (John Hoogenakker) y Michael Friedman (Will Chase), que investigan todas las estrategias, falacias y corrupción alrededor del caso. 

Estos agentes se alían con la teniente Bridget Meyer (Rosario Dawson), la cual sacrifica su vida personal y la entrega a este caso. Ramseyer, Friedman y Meyer lucharán por encontrar una correlación y corregir el etiquetado del supuesto medicamento. 

Finalmente nos presentan a Billie Cutler (el enorme Will Poulter) y Amber Collins (Philipa Soo, la de Hamilton), dos vendedores que saben de los trucos, las estrategias de venta y los sobornos a los doctores para que no sospechen ni investiguen acerca del fármaco. Cutler, aunque es responsable de muchos de los casos, decide actuar porque es consciente y porque tiene que hacer lo correcto. No es un héroe, porque en realidad vendía veneno. 

Y ambientes solitarios, cerrados, problemáticas personales: todo esto te acorrala y se magnifica cuando tienes una adicción. Salen tus fantasmas, todo parece más amenazante, vives prisionero, pero no sólo de ti mismo. 

Al igual que los mineros, los Sackler vienen de un ambiente cerrado: tiene problemas de comunicación, pero se magnifican en los Sackler porque el hijo, Richard Sackler (el maravilloso Michael Stuhlbarg de Call me by your name), es un psicópata, adicto al control y al poder. Sackler vive amargado porque no es valorado por su padre, pero ejecuta su venganza mediante la traición y triangulación. Para él nada será suficiente y no le importan cuantos tengan que morir, por su ambición. 

En lo que la puerca tuerce el rabo es con la mención de los policías para combatir la guerra contra las drogas de prescripción: el jefe de policía John Brownlee (Jake McDorman), habla de los detectives como si fueran unos patriotas, como si fueran incorruptibles y la guerra estuviera perdida. Pero no nos engañemos: la podredumbre, el cagadero y la corrupción son la constante de los gobiernos. Han permitido que lleguen esas porquerías a la gente, han criminalizado a los adictos. 

Dejan que drogas dañinas como el alcohol o medicamentos sean legales y mientras los consumidores y productores de mariguana son colocados al nivel de criminales. Los verdaderos responsables jamás pisarán una prisión o bien compraran una indulgencia. No bastarán dos policías, por muy incorruptibles que sean para detener esta mierda. 

Para el caso del doctor Samuel, la adicción puede ser un síntoma de una enfermedad mayor: un duelo no resuelto, un estancamiento, la necesidad de compañía, el sentirnos insuficientes o frustrados. Por otro lado, para Betsy, los conflictos relacionados con su sexualidad hacen que la adicción sea una necesidad de sentirse normal, de querer ser aceptada. 

He visto a personas que no saben cómo tratar su ira, su narcisismo, su envidia y su codicia, esas personas también pueden ser adictas a esos sentimientos. O adictas a una sustancia que les permita callarse y hacerles creer que son alguien funcional. Luchan con ellos mismos, pero no con la adicción, la adicción les permite vivir engañados. 

Esta serie es intensa e indignante y por momentos parece una pesadilla: porque, para el hecho de enfermarse como para el hecho de convertirse en un adicto, siempre estaremos solos, únicamente nuestra familia, nuestra red de apoyo si tenemos suerte, pero un sistema de salud, un grupo o la ley, de eso no hay nada. Lo cual es muy triste y desesperanzador. 

Mientras hay muchos Samuel, Betsy, Randy, Michael o Bridget están luchando, tratan de encontrar respuestas o ayudar a otros, bastará con los millones y la presencia de un Richard Sackler para sabotearlos. 

jueves, 8 de septiembre de 2022

Canciones con filosofía: Cuanto poder

Ha muerto Marciano Cantero, vocalista de los Enanitos Verdes, grupo argentino que forma parte de lo que se conoce como Rock en tu Idioma. Formó parte del soundtrack de la vida de muchas personas, con canciones como La muralla verde, Lamento Boliviano, Guitarras blancas, Luz de día y el cover de Tu cárcel, que hicieran famosa el grupo los Bukis. 

Honestamente, no me gustaban mucho... era un grupo como para muchachos de prepa. Sabía que había valido madre la peda cuando un wey agarraba su guitarra y se ponía a cantar: Me quieren agitar, me incitan a gritar... Futa, es insufrible esa pinche rola. 

Pero... hay una canción que es una gema del rock en español y es precisamente la canción por la que recuerdo a Marciano Cantero: Cuanto poder. 

Tuve un ex que fue de mis mejores relaciones, la distancia y el tiempo hicieron estragos en lo que parecía ser un noviazgo estable. A diferencia de otro chico con el que anduve un tiempo, con él duré un año y no sólo me quería por mi apariencia. De hecho, nos complementábamos muy bien. 

Era muy buen tipo, sigue siendo, sus amigas a veces me la hacían de pedo porque él no anduvo primero con ellas, pero él nunca fue mal pedo y les decía sus intenciones. La honestidad fue una de las cualidades por la que nuestra relación fue muy sana. 

Supongo que no fue suficiente todo el tiempo invertido, tomó la decisión de irse a otra ciudad para buscar un mejor empleo, pero siempre fue sincero y, aunque me sentí mal, mejor recordarlo bien que por pleitos y cosas hirientes. 

Lo único que a veces no me gustaba era que parecíamos más amigos que novios... A veces analizo y creo que esto fue lo que desgastó la relación, nos besábamos, nos entendíamos y nos queríamos, pero no llegó a ser amor, considero. 

Esa canción la recuerdo bien, la aprendí de memoria mientras estábamos en su coche, recuerdo cuando lo besaba, cuando me sentía muy enamorada y cuando las cosas iban bien. Recuerdo que estaba mejor que nunca y recuerdo haber cantado esa canción con él, a la que describía que: Estaba con madre. 

Recuerdo que era de Chihuahua y lo conocí porque estaba perdiendo el tiempo cerca de donde él cursaba, la química fue inmediata, nos buscamos en el facebook, cuando apenas y conocía esa red social tan pitera. 

Durante mucho tiempo, íbamos a todos lados, conversábamos, nos besábamos y me abrazaba, él era muy guapo y la verdad, yo en esa época estaba bien guapa. De hecho, me veo y me veo increíble, mejor que ahora, por supuesto. 

Esa canción fue el soundtrack de esa relación tan bella: porque cada línea de la canción es cierta. Puedo confimarlo desde mi corazón porque me pasó a mí: porque él rompió los candados de mi amor. 

He hecho muchas disgresiones acerca del amor, he teorizado como he podido con mi nula educación emocional, me he equivocado cuando he creído que me amaron, he rechazado a los que no puedo amar. Me he sentido identificada con Gatsby cuando quiere recuperar el pasado, con Ovidio, con las instrucciones de Alain de Botton, con el mito de Aristófanes en el Simposio... pero nunca me había enamorado como me enamoré de él. 

A su balcón subí sin armadura, dejo de importarme todo, era joven y era feliz, no era que el amor me hiciera estúpida o me hiciera crédula: era que viví una relación que quería. El amor está relacionado con la libertad, con dejar de tener temor; con imaginar, con soñar escenarios imposibles en donde somos los protagonistas, en querer hacer todo con esa persona. Podría haber miles de personas, pero tú lo reconoces y él te reconoce a ti. De esas experiencias que nunca crees que te pueden pasar a ti, hasta que te pasan. 

El amor se basa en sentir que, en verdad, puedes todo

Porque sentirse poderoso, sentirse liberado, es también romper los candados que aprisionan el amor. 

Descansa en paz Marciano Cantero, tu canción me ha liberado y me hará recordar esto por siempre. 




martes, 30 de agosto de 2022

Hay algo podrido en el Centro Histórico

No sólo estuve encabronada por lo de Amparín, sino porque recordé otras cosas junto con los fraudes y mi reseña de Miércoles de Ceniza. 

He aprendido a comer sola, en especial porque ha cambiado mi relación con la soledad. Mi relación con la comida, bueno, he aprendido a disfrutar y a gozar con lo que, en otro contexto sería un desórden alimenticio. 

Aprendí a no comer encabronada, con buena compañía, o sola pero tranquila, siempre he procurado comer cosas que me gusten y probar de vez en cuando cosas nuevas con ingredintes de alta calidad. 

Dentro de las malas experiencias es que he comido con gente que no sabe comer, que comen lo que sea y que no les parece que alguien coma mejor que ellos. Y eso no tiene que ver con el clasismo ni las posibilidades, tiene que ver con la dignidad. 

Aunado a esto, he notado que la gente más delicada para comer, la que más critica las decisiones de otros, es la que peor come, es un tipo de esnobismo y narcisismo, en las que sus ganas de chingar se extienden a que uno disfruta la comida. 

He llevado comida tanto con ingredientes de calidad como con buen sabor. Rara vez he llevado algo que no me gustara a mi o que no comería. Siempre busco llevar algo para quedar bien y cuando elijo algo voy a la segura. 

No me gusta comer de franquicias como Burguer King o Kentucky, porque ha bajado mucho la calidad. Además, considero que es caro y que no quedo satisfecha. Eso no me pasa con otras cadenas y restaurantes de franquicia. 

Si hablo de algo, me gusta hablar de series o poner un podcast bueno, también me gusta ver algo de YouTube, conversar de cosas interesantes, no como la vida y los chismes de los demás. 

Desgraciadamente me ha tocado todo lo contrario: gente que sólo sabe hablar de otros, o de sus vidas aburridas. Se las da que le vale madres todo pero está al pendiente de lo que hacen o dicen otros porque en el fondo, su vida es miserable y desastrosa. 

Una vez me tocó un pendejo que quería comer conmigo para sacar información para una vieja mamona, ante mi negativa, el esbirro comenzó a insistir para invitarla a ella a comer junto con nosotros, siendo que era una persona burlona, culera y dos caras. Además era vulgar y acomplejada. 

Otra vez comimos de franquicia y siento que pagué mucho por un pedazo de pollo grasoso. Y otras, he comido tranquilamente y he descubierto al envidioso y baboso que no deja de verme porque traigo una galleta o una cosa que naturalmente, él no puede comer, pero que la puede comprar una vez que termine el turno. Y otras es pura mala leche: porque he ofrecido amablemente algo rico de comer y ponen muchos peros, pero luego se esconden a comprar un producto más barato y que devoran en segundos. 

Pero hubo una vez que dejé de preocuparme por otros, porque mató mis buenas intenciones y ganas de comer con gente pendeja y mamona: fue en Capital Bus, por supuesto. 

Según tenían un tiempo para comer y siempre presumían que comían lo mejor y que según la pasaban muy bien en el Zócalo, pero ahí, lejos de ser un ambiente de camaradería, sólo se prestaba al robo y al acoso sexual de muchos de los que trabajaban ahí. 

Cuando yo me iba a comer empezaban a vender, como si los envidiosos vendieran menos por mi culpa, cuando había días en que se iban en ceros estando solos ¿verdad Omar? 

Un día comenté que se ponía el tianguis en mi casa los miércoles y que, de acomodarse todo, podría llevar unos ricos dorilocos. No me parecía mucho: el cacahuate con chile era fresco y el chile no estaba picoso, las verduras estaban frescas y los cueritos eran de buen tamaño. Además, podía llevar un poco de miguelito en otra bolsa. Unas dos o tres bolsas con los ingredientes: una con las verduras, otra de cacahuates y otra de salsas. 

Pero entonces, nunca falta una pendeja que no está de acuerdo con nada. Esa pendeja era Jazmín, la cual se validaba por la aprobación masculina y consideraba a toda mujer independiente una amenaza; Jazmín dijo que a ella no le gustaba la jícama y que, por lo tanto, sus dorilocos no debían de tenerla. Craso error porque no en todos lados le echan las verduras que uno quiere... depende del puesto y la preparación. 

Y, como no falta una lamezuelas, en este caso era Carmen, apoyó el comentario de Jazmín sugiriéndome que tenía que traer los ingredientes en cajitas, con pinzas para que todos pudieran servirse. En una mesa con acabado de caoba, bueno, esto último no, pero se sentía su mamonería en el aire. 

Yo asentí y dije: bueno, tal vez después, ya que lo planeé mejor. Osea, las mandé a chingar a su madre y sin escalas. Viejas mamonas. 

En mi siguiente rol me tocó trabajar con ellas y pidieron unos mariscos cerca del zócalo. Pasó un tiempo, terminaron de comer, a mi me colocaban en lugares donde no pudiera vender dada su envidia y mala leche, pasó otro rato y escuché decir a Jazmín: puedes llamarle al señor, es que estaba echado a perder. 

Entre confusión y contener la risa, vi cómo Jazmín estaba indignada: se comió su empanada de camarón y no notó que estaba descompuesta ¿por qué esperó hasta este momento? ¿por qué no fueron a reclamarle? ¿por qué no le piden que les ponga las putas cosas para que puedan comer bien? La Jazmín que maltrataba y odiaba a las mujeres se hizo chiquita, se empezó a quejar, pero se tragó la puñetera empanada. Como también se la tragó Carmen, Omar y los otros pendejos que estaban ahí de chismosos y que se sentían la gran cosa. 

Y ahí aprendí mi lección: NUNCA volver a tirar piedras a los cerdos, a los que todo aceptan y a los que se terminan las cosas, aunque sean de mala o nula calidad, NUNCA ofrecer algo bueno al que se conforma con lo que sea. Nunca prostituir mi tiempo por compañía que ni se aguanta sola. 

Esos mamones, que tanto se paraban el cuello, se terminaron las empanadas podridas del señor de los mariscos, no le cuestionaron lo que les daba, como a mi, que me ponían un chingo de peros cuando se han de tragar hasta su rabia. 

Y lo más seguro, es que, después de eso, regresaron y pidieron más. 

Tengo un chiste bien mamalón sobre comidas especiales y sobre comesolos: hoy comí bien rico y a gusto, no por la comida, sino porque nadie me estaba chingando. 

Amparín Serrano o los superjuguetes no tienen discurso

Mi opinión filosófica de los Ksimeritos es: ME MAMAN LOS KSIMERITOS, SON EL MEJOR JUGUETE DEL MUNDO Y SON BIEN CHIDOS, QUIERO JUGAR CON ELLOS POR SIEMPRE PORQUE SOY UNA ADULTA INFANTILIZADA, DADO QUE NO PUEDO TENER ESTABILIDAD POR MI CONTEXTO Y DECISIONES PERSONALES. 

Versión filósofica de mí, concepto: Amparín Serrano. 


Fuera de esto, de las circunstancias de la muerte de la creadora, del supuesto discurso que enarbolan y del diseño que tenían, creo que los Ksimeritos son inofensivos. Sorry not sorry, ustedes son una bola de conspiranóicos si creen esa pendejada. 

Yo jugaba con ellos y soy un vientre esteril: nunca pensaba: cuando tenga a Dylan Alejandro voy a cuidarlo mucho, será de cabello rizado como yo y lo voy a arrullar con Highway 61. No tengo ni idea de cómo cuidar a un bebé, no creo que hayan influido en mí, mas que para el juego y el divertimento. 

Es tan estúpido como decir que porque jugaba con legos iba a ser arquitecta, jugar con micrófonos me iba a hacer cantante o jugar con mi microscopio Mi Alegría me hizo científica. Jugaba a ser enfermera, a cuidar bebés a carreras de canicas, incluso a preparar comida. Tuve muchos juguetes como hija única egoísta y misántropa... pero la verdad, no era feliz, no supe por mucho tiempo lo que quería. 

Todas esas cosas que tuve representaron mis obsesiones y mis juegos, tenía algunas ideas sobre la vida mediante el juego, no eran reflexiones profundas ni filosóficas, pero me gustaba estar absorta en mi mundo. 

Eso si, me mamaban los diseños y me gustaba mucho la creatividad de esa chava: una mujer que no pudo soportar el rechazo cuando la sacaron del grupo Flans, pero que eso no le impidió explotar su mundo interior y compartir su visión de lo que quería. Murió el pasado 12 de agosto, pero dejó un gran vacío en el diseño mexicano. 

Y si, sus comerciales son extraños y dan cringe, los muñequitos no son políticamente correctos y tienen motivos religiosos, pero pensar que un juguete mete ideas en los niños es tratarlos como retrasados mentales: ningún juguete influencia para un comportamiento o rol de género, ninguno da indicios o profecías de cómo será tu hijo o se comportará. 

Esos pinches pendejos que creen eso, son los que sus pinches hijos hacen destrozos, juegan a matarse y se pasan por el arco del triunfo sus propias reglas: creen que sólo su juego vale y repiten cosas que escuchan en sus casas. Yo los escuché, yo jugué con ellos, a veces fui uno de ellos. 

Lo que me lleva a: 

LOS SUPERJUGUETES NO TIENEN DISCURSO. 

Trabajé con un dizque diseñador de interiores, todo fraudulento, todo pendejo y su pendeja sobrina... Qué dolor de huevos eran ambos: el pendejo diseñador creía que los juguetes tenían discurso, que la tecnología era enemiga y que era bueno volver a esa dizque época de inocencia de los niños. 

Claro que pedía que la gente fuera inocente: porque así era más fácil verles la cara y hacerles fraudes ¿o no Luisito? 

Pero bueno, esa romantización de la infancia, honestamente es una reverenda mamada: sólo existe en una versión en la que los niños buenos son dóciles, en la que no dan problemas y no dan guerra con los juguetes, cuando ¿han visto cuando juegan chingón los niños? Es un puto campo de batalla, no hay reglas casi y les gusta hacer chingadera y media. Y luego les dan azúcar y ¡uy, amigo!

Si un niño agarra un transformer, un casi merito y un Bart Simpson y el casi merito los mata: es su juego, sus reglas. Si el Bart revive y lo mata y hace alianza para chingarse al transformer: sus reglas, así el niño lo convino. Si la Barbie se mete a chingárselos a todos, aventándoles tierra o lápices, adivina qué: SUS PUTAS REGLAS, así juegan los niños a, ele, uv. 

Por eso, dejarlos jugar, que sean libres, que usen su imaginación sirve mucho para jugar con ellos y tal vez, sólo tal vez, conocerlos un poco también. 

Murió Amparín a causa de su creatividad, fue una suerte de peligro para ella. Pero sabía lo que vendía, trajo alegría a muchas niñas como yo, que les gustaba jugar con esos monos y algunos juguetes más. 

Nunca fue una estafadora que se creía diseñadora, nunca fue una sobrina pendeja que le lamía las botas a su esbirra por hacer menos a una empleada, creaba personajes y creaba historias, no era copia de chafísima de Winnie Pooh hecha con las nalgas. 

Virgencita, devuélvenos a Amparín y llevate al Oso Fraudes y de paso regálale su sillón a su sobrina pendeja. Necesitamos más gente que llene el mundo de color, no que lo ensombrezca con su ineptitud y pendejadas. 


martes, 16 de agosto de 2022

This is us: la plausibilidad de lo falso

 Estamos de acuerdo en que This is us es una telenovela, pero con una gran historia, personajes entrañables y pistas acerca de cómo tratar problemas difíciles dentro de la familia. 

También estamos de acuerdo, o al menos deberíamos, que This is us habla de una familia inexistente, de cierta forma de actuar de las personas, pero, llega un momento en que es tanta perfección que resulta chocante, resulta cursi. Pero es de esas series que tienes que ver si quieres aprender a hablar sobre la familia. 

Sus puntos buenos fueron que mostraban de forma muy bella cómo es que nos parecemos a nuestros padres, aunque nos intentemos resistir, aunque creamos que nunca seremos buenos y aunque ellos no tengan un lazo directo con nosotros. 

Personalmente, mi episodio favorito fue el de Don't let me keep you, porque habla de la pérdida, de la tristeza y de todas esas cosas que ya no se dicen pero que siempre se tuvieron en mente. Recordé cosas bellas de mi familia, cosas que nunca pude decirles y cosas que, por más que intenté, nunca pude cumplirles. Pero la grandeza de este episodio es que te ayuda a aceptar tu pérdida. El actor Milo Ventimiglia, que interpreta a Jack (el verdadero protagonista de esta historia), llena la pantalla, te hace empatizar con él; como actor, logra superarse. 

Ventimiglia iba de monigote de acción en Héroes, pero, desafortunadamente, esa serie dejó de ser buena a partir de la tercera temporada. Luego intentó ser muñequito de aparador en comedias tontas y actuaciones pequeñas. Por fortuna, logró conseguir el papel de uno de los mejores padres de la televisión. 

Mención aparte para los actores John Huertas y Mandy Moore, cuyos episodios y arcos se cerraron de una forma emotiva. Dos personas que se encuentran y que superan su duelo juntos, sin importar las consecuencias que eso conlleva. Otra historia de amor, poco desarrollada a mi parecer, pero que muestra cómo se unen las personas en circunstancias inusuales. 

La temporada no fue la mejor, pero si nos dice algo sobre cómo cerrar una historia de amor, cómo estar mejor cuando se toman otras decisiones de vida y cómo continuar el legado de las personas que nos aman y que se preocuparon por nosotros. 

Sin duda, Jack Pearson quedó como el protagonista definitivo de la historia, Randall hizo de su filosofía del cuidado su proyecto de vida y está seguro que puede continuar esa empresa a través de sus hijas, incluso de sus nietos. Randall confesó a sus hermanos que, aunque soñaba con encontrar a su familia, siempre los tuvo a ellos en sus pensamientos y siempre fueron los primeros. Con Randall la serie es consecuente del concepto de familia: es quien te cría y con haces una verdadera conexión. 

Kevin aprendió sobre responsabilidad y sobre dejar de compararse. Kate aprendió a convivir con su mamá mediante el cuidado. Superó sus problemas con Toby y practicó una de las mejores moralejas de la serie: Sólo porque nuestra historia haya acabado, no significa que no pueda seguir. Esto es una muestra de negociación con el dolor y ejercicio de la inteligencia emocional.

Finalmente, eran una familia ficticia, todos tienen historias muy buenas y por supuesto que iban a solucionar sus problemas. Me agradó ver que hubo soluciones plausibles, soluciones de sentido común y algunas soluciones que implicaban conversar como adultos. Pero es una serie que cumple, te conmueve y que no te olvidas tan fácil de sus personajes. 

Larga vida a This is us, una telenovela de un padre bueno bueno y una mamá buena buena, que querían a sus hijos, desorientados y con problemas, pero buenos buenos. Un clásico contemporáneo. 


domingo, 14 de agosto de 2022

Miércoles de Ceniza o la realidad del amor

Decidí tomarme un tiempo porque mi cuerpo ya no soportó un periodo de estrés laboral y asuntos personales. Lo que derivó en un segundo contagio de covid. El viernes terminan mis mini vacaciones. 

Una de las películas que decidí ver fue la de Miércoles de Ceniza con la superestrella Elizabeth Taylor, Henry Fonda y un gran elenco... 

Miércoles de ceniza es una telenovela, bien puede ser un capítulo de Lo que Callamos las mujeres... de hecho lo fue, estelarizado por Anette Michel por ahí de los dosmiles. Recuerdo que Jorge Dorantes, en la taquilla, comentó esto a Zurita y Horacio Villalobos, a lo que remató con el gran comentario de: si, nada más que cuando la operen, el cambio es que le sueltan el pelo. Gran resumen del episodio y de la anécdota. 

Es la historia de Barbara, una mujer que decide operarse para retener a su marido Mark (Henry Fonda), pero, tras un pequeño viaje en donde la corteja un hombre más joven y en donde habla con su hija, Barbara tendrá que encarar a su marido para encarar una cruel realidad. 

La película está muy bien hecha: las locaciones son espectaculares, lujosas y representan lo que vive la gente rica. Taylor actúa de manera sublime: es una mujer sofisticada, con clase y que está renuente al cambio, pero que sabe todo se va a derrumbar. 

Muchas de las escenas son un caramelo visual, Taylor se muestra imponente, increíble: con una belleza perfecta, una piel y una figura envidiables. Es altanera, preciosa y orgullosa como la Bikina. 

Hay una escena en donde ella se contempla que es exquisita, porque es como si apreciara su nueva belleza, no obstante Taylor siempre ha sido así, pero logra transmitir que se siente poderosa, que es un nuevo comienzo. No hay actores pequeños y Taylor es un ejemplo que la belleza es un apoyo de las cualidades histriónicas, no un sustituto. 

La realidad del amor 

Tenía una compañera de nombre Jazmín, no se parecía a Elizabeth Taylor, de hecho, era fea persona y tenía cara de pierdra y cuerpo feo. Humillaba a las mujeres, se creía doña fregona, pero era una pobre estúpida.

Y eso no fue por todo lo que me decía, esperando que yo me ofendiera como ella. Un día que yo dije que el día estaba bonito, ella volteó a verme con ojos de odio, porque le había ido mal. Así su nivel de neurosis y pendejez. 

La razón de que Jazmín me odiaba, era yo no me arrastraba con los hombres. Su amigo, Alfredo Miranda, un acosador del que ya he hablado en el blog, la mandaba a preguntarme cosas, como por ejemplo, si él me gustaba o con quien andaba para ir de lleva y trae. Jazmín, la dizque mujer independiente y chingona, en todo lo obedecía. 

Cierto día me dijo que por qué no era más amable con esos viejos horribles y miserables, yo me harté, porque aprovechó un momento en donde yo me encontraba mal de ánimo y de salud, entonces le dije: - Si a mi me gusta alguien, le hablo, si quisiera salir con uno, no le diría a la gente; pero no es el caso, porque ninguno me gusta. Jazmín se quedó trabada del coraje, no se podía contener porque se le notaba en los ojos y en sus puños. 

Jazmín no entendía que no cualquier atención es solicitada, incluso si es masculina, incluso si no tienes nada que perder. Y que no tienes que aceptar todo lo que te digan que hagas. 

Jazmín siempre creía que había razones para actuar, pero, paradójicamente, nunca tenía la estructura mental de pensar por qué me detestaba. Hacía cosas nada más por chingar y creía que si se justificaba se veía menos amargada o resentida. 

Creía que yo necesitaba atención, que era halagador recibir esas migajas porque, según ella, yo no era atractiva, pero ella tampoco lo era para estos imbéciles, que siempre difundían rumores y hablaban bajezas de ella. 

También ella traía sus problemas domésticos al trabajo y estos siempre implicaban a un hombre que no la aceptaba, que la había decepcionado o cuya pareja la había amenazado. De esas mujeres que creen que bajarle la pareja a alguien le da más valor como mujer. De esas que inventan cosas sobre la gente que no está así de necesitada de hombres como ellas. 

Desafortunadamente yo me enteré de su drama familiar una vez que me estaba chingando en el trabajo. Y ni siquiera me sentí mejor, ni siquiera sentí que fuera karma o justicia poética. Eso no era divertido, era triste ver cómo rogaba por migajas, por ser vista y aceptada por alguien que nunca la amó.

Como me gustaría que Jazmín viera esa película, o al menos el capítulo de Anette Michel. Ojalá esta tonta viera que no es que seas bonita, no es que seas una sacerdotiza del sexo o una mujer fatal, no es que seas la mejor mujer, ni siquiera tiene que ver con el rol que es impuesto o que decidas llevar: cuando una relación ya no funciona, cuando él ya no te ama, no importa nada de lo que hagas. 

Él se alejara de todas formas: aunque le pases a los amantes por la cara, aunque te veas mejor cada día, aunque vayan a terapia y crean que estas diferencias no son irreconciliables, nada de eso importa porque él ya te lo ha dicho: Ya no te ama. 

Cuando entendí eso, cuando empecé a creer lo que me decían sobre que ya no me amaban o que ya no me querían, fue más fácil para mi decir adios, decir que no a las relaciones tóxicas e inconvenientes. Fue más fácil estar con alguien que en me gustara y al que yo le gustara en verdad. 

Algunas relaciones tienen fecha de caducidad, algunas personas te lo dirán, de otras, tendrás que verlo por ti mismo. 

Y eso pasará, independientemente de que te veas como Elizabeth Taylor. 




miércoles, 10 de agosto de 2022

Los Simpsons y los ídolos adolescentes.

I. 

El pasado domingo 18 de abril, los Simpsons se pitorrearon de uno de los ídolos de los morros pretenciosos y edgy que piensan que descubrieron el post punk: Stephen Patrick Morrisey. 

Como la vida es un gran cliché y se encuentra en una referencia de los Simpsons, quiero confesarles que conocí a Morrisey por una persona que se llama como yo, le apodaban La Bruja y era por su pinche carácter insoportable y su forma de ser, inmamable. Pero en realidad, pretenciosa y medio pendeja sin razón. Criticona y envidiosa a madres, pero nada más porque conocía a un autor ruso y a Morrisey, creía que eso le quitaba lo horrenda que era. 

De esas estúpidas que creen que porque algo hace reír es una pendejada, que creen que todo mundo es un pendejo, menos ellos, que nada más andan chingando porque los otros no tienen la misma opinión que ellas... ¡Qué dolor de huevos! Si, la opinión es el escalón más bajo del conocimiento. 

Un día que la hice reír, no dejó de destrozarme porque ella era "seria" y yo sólo era un chiste, una pendeja que no sabía lo que ella. Pues no idiota ¡si no estoy tan traumada como tu!

Ojalá y chingue a su madre cada que respire. 

Ella recomendaba siempre Let me kiss you. Una canción que, por desgracia, me recuerda muchas de mis malas decisiones en la vida. A eso volveré más tarde. 

II. 

Como cada domingo me encontraba viendo los nuevos capítulos de Los Simpsons, serie que ha definido mi sentido del humor y mi conocimiento sobre el mundo. Esperaba un capítulo bastante equis, como han sido desde la temporada 25. Y si, lo admito, me costó 25 temporadas darme cuenta de que los Simpsons ya no son lo que eran. 

Sin embargo, este capítulo me sorprendió, porque los Simpsons volvían a sus raíces y a esa crítica irreverente y ácida de las primeras temporadas: retrataron tal y como es a Morrisey. 

Morrisey, cuya imagen e interpretaciones llegan a muchos adolescentes que tienen crisis de identidad y descubren el concepto de melancolía. Si bien les gusta a muchos adultos, sus desafortunadas declaraciones sólo evidencian que es un inmamable y un caime bien, que le gusta a inmamables y caime bien... 

En el capítulo Lisa está insatisfecha con todo y nada le gusta de la vida, como a esa compañera, pero en chido. Y ya que odia todo, su spotify le recomienda una banda que serían los Smiths. Lisa cae rendida ante Morrisey, o la imagen que se ha creado de él, hasta que, por la máxima de No conozcas a tus ídolos, ella se desengaña de su representación. 

El capítulo es muy bueno, hizo enojar al mamón ese y la verdad si, no porque la gente te vea como un representante de un género o le guste tu música tiene que estar de acuerdo con todo y te tiene que soportar. 

Pero tampoco implica que sólo te critique y se crea dueño de tu trabajo: los fans tienen que apoyar y admirar el trabajo del artista, se puede separar en algún momento, pero también reconocer cuando no están de acuerdo. No es ser un cretino ni un ciego. 

III 

Let me kiss you me parece una canción de desesperación y angustia existencial, conmovedora, maravillosa. De lo mejor que ha escrito Morrisey, no voy a negar que es un genio y que me hizo ver lo poco que conocía del amor. 

Como todas las canciones y las tragedias: uno nunca cree que le va a pasar hasta que le pasa, a veces, con hilarantes consecuencias. A mi me gustaba un pendejo al que le gustaban los Simpsons y se creía edgy porque le gustaban las bandas del episodio de Reventón (Homeropalooza, temporada 7) y OEZIZ, si, porque el mamón así lo decía. Creo que hasta decía Merreseyyy. 

Pues les cuento que, en una movida muy pendeja le dediqué la canción y el imbécil ni siquiera se dio cuenta de que me gustaba. Me sentí ridícula y él sólo alcanzó a decir que no se imaginaba que se la dedicarían. 

PUES CLARO QUE NO IDIOTA, PORQUE NO VES NADA MÁS QUE A TI MISMO Y ESTÁ CLARO QUE DAS PENA. PINCHE POUSER. 

Me sentí con ganas de darme una patada: nunca estuve ciega por un artista, nunca me apendejaba por ellos... me apendejaba por un pendejo. No lo veía así, pero, si tenía que solucionar mis asuntos: yo quiero confirmar que ellos son pendejos, los busco así para que yo me vea bien. 

Esto no me prepara para una relación de verdad, al contrario, me predispone a no tener compromisos y estar bien. 

Esto no me hace una persona inteligente, me hace detestable y miserable, como ese pendejo. 

Dejé de escuchar a Morrisey y mejor me puse a escuchar a Johnny Marr, el verdadero genio: el colaboró con Neil Tennant en Electronic, un bandón. Hizo Let me get what I want, de una de mis películas favoritas... Es un genio de la guitarra y la composición. Él no es como los otros, es diferente. 

Da mucha flojera ir con un discurso que ni uno mismo se cree y que sólo resulta en que uno sea más miserable. Larga vida a los Simpsons y a Johnny Marr. Vamos por una hamburguesa. 


This is pop o el enamorarse de la música

Comenzó desde que tenía 4 o 5 años, después de aprender a leer. Era lo único que escuchaba, era lo que hacía sentido, era lo que había en todos lados y lo que hace latir mi corazón: Era la música. Siempre hubo algo en ella que hizo un eco en mi. A ella le debo miles de momentos y el hecho de no sentirme sola. 

Este documental de Netflix es un trabajo divulgativo, histórico, argumentativo y con muy buenos ejemplos de lo que significa un cambio en la industria: aquellos actores que marcaron un hito en los noventas. De dónde vienen, qué ideas e influencias tenían. Cómo hicieron la música que hicieron. 

A manera de sumario, voy a resumir los 8 episodios y lo que más me ha gustado. 

1. The Boyz II Men effect. En este episodio el efecto Boyz II Men es aquel en donde se busca un grupo cuyas armonías y cuya imagen logre hacer un buen grupo pop. Aunque Boyz II Men venían del Rythm and Blues, el sonido setentero de Motown y las letras autorreferenciales, el bajón fue que las agrupaciones como Back Street Boys y N'sync tomaron rápidamente la delantera en la industria del pop. Gracias a esa idea es que existe One Direction. 

2. Auto tune. El efecto autotune tuvo como principio una especie de radar para escuchar las vibraciones de la tierra, dependiendo de ese sonido era como encontraban petróleo y minerales. El principio de encontrar ese sonido fue que hubo un doble estándar: mientras significó una dura crítica para unos, fue un éxito y una celebración para otros. 

3. Stockholm Syndrome. El mejor pop viene de Suecia, los suecos tienen una filosofía de vida y una formación en donde el trabajo, la humildad y la diversión se conjuntan para hacer música. Se rescata el trabajo del productor y el compositor para hacer un verdadero éxito, pero también se cuestiona la flexibilidad del lenguaje, porque muchas frases de las canciones que hicieron los suecos, no tienen sentido en el idioma inglés, pero funcionan dentro del lenguaje común. Se reconoce el trabajo de Ludwig Goransson. 

4. When Country goes Pop. Ahí se aborda el éxito de Dolly Parton: canciones como 9 to 5 y se explica el éxito de Old Town Road del rapero Lil Nas X. Ciertamente el country es un género muy plástico pese a enarbolar el concepto de autenticidad. Se puede combinar con el rock y la balada, como hizo Shania Twain y Billie Ray Cyrus. Se establece que no hay una pureza en los géneros, pero no es por la naturaleza del pop: es porque todos los géneros tienen algo de otros intrínsecamente. 

5. Hail Britpop. De los mejores capítulos del documental: aunque los exponentes del llamado Brit Pop no están de acuerdo con el término, este fenómeno redefinió la música inglesa y fue una respuesta al grunge. Mientras que el grunge tenía aire destructivo, el brit pop era más introspectivo, melancólico y vibrante. Ciertamente hubo una batalla de bandas entre Oasis y Blur. Musicalmente hablando la batalla la había ganado Blur, pero Oasis tuvo una difusión mayor de su música. 

6. Festival Rising. Aunque los festivales son el negocio menos rentable de la industria musical, las personas quieren conectar y compartir su gusto musical mediante los conciertos masivos. Parece que la experiencia y la conexión ayudan a que se extienda el mensaje de la música, aunado a que permiten que las bandas tienen una actuación y experiencia que no se podrá repetir. Sobresale la canción 7/4 Shoreline. 

7. What Can a Song Do? Este capítulo trata sobre las canciones de protesta y de la trascendencia del mensaje de una canción. Aunque sigue una buena premisa, la serie decae un poco en cuanto al tema de la trascendencia. Entre líneas, el documental arroja una lectura de las canciones de protesta como una evolución de la propaganda sobre el pensamiento positivo y la aparente aceptación. 

8. The Brill Building in a 4 Songs. Mediante la historia de la canción Sugar Sugar, de Andy Kim, el documental cierra con la anomalía que puede ser una canción en un tiempo aparentemente equivocado. Sugar sugar no podía ser obra de su tiempo, 1969, en donde el rock existencialista empezaba a ganar auge. El mensaje de Kim es sencillo, es ingenuo pero es un mensaje de felicidad y de vitalidad que pretendía cambiar el mundo de la música, en especial, para recordarnos las cosas que valen la pena. 

Además, es la mejor canción de rock sobre algo que nos debería gustar a todos: EL AZÚCAR. Bueno, uno tiene desórdenes a veces. 

Enamorarse de la música. 

Esta serie me hizo darme cuenta de lo mucho que amaba la música y la sigo amando: que fui una niña que le gustaba mucho el rock, pero que en realidad, sus confusiones conceptuales la llevaron a investigar sobre los temas más apasionantes de la cultura. Mi corazón estaba con el pop y muchos de los productores visionarios se lo dieron al pop electrónico. De esos programas que te hacen comprender por qué te gusta lo que te gusta. 

Porque una interpretación histórica requiere de lectura: de las canciones, de las circunstancias, de los bandas, productores e ingenieros que confeccionaron una canción para todos, pero que tu sentía que sólo te hablaba a ti, un conocimiento exotérico: el lenguaje secreto que solo compartían contigo, después de todo, sólo tu los escuchabas ¿cierto? 

Un mundo en donde nadie era pouser o era un pendejo por lo que escuchaba, en donde saber el nombre de una canción era el mundo y donde encontrarla en la radio cambiaba tus días y tus emociones. Esa era la vida que tenía. 

Luego cambió todo: empecé a escuchar nuevamente esas canciones con base en lo que vivía y la cultura pop que consumía: Blur y Pulp empezaron a sonar como Trainspotting. Baby One More time ahora hablaba de mi desesperación, con Travis covereándola. Dolly Parton me parecía la mejor cantante de country y de pop, no sólo por White Stripes, sino por 9 to 5. Escuchaba electropop sueco sin darme cuenta y lo amaba. Todo era mágico y nuevo, aunque hablaba de angustia, dolor y existencialismo. 

La música también fue una forma de relacionarme con la gente: yo sabía como eran mis familiares por lo que escuchaban. Todos esos sentimientos que embotellaban, salían en una canción, a veces era angustia, otras desamor o desencanto. Yo sabía que la escuchaban, impasibles, pero su mirada me decía que su mundo interior no era el mismo. Ellos me hicieron así, sin culparlos. Mas bien es un derivado de mi personalidad, de lo que significa conocer a alguien. 

He dedicado canciones de lealtad a mis amigas, nunca a un hombre, nunca a un amor, porque nunca dura. Pero a mi familia, a amigos, a gente que no olvidaré: ellos viven ahí, en esa canción que otro hizo para mi, en la que está una parte de mi corazón. 

viernes, 5 de agosto de 2022

Canciones con filosofía: Both Sides Now

En mi rumiación, siempre llego a las mismas conclusiones. Sobre la gente, se que es una cretina. Se que los que me lastimaron están más lastimados que yo. Pero, a veces, no puedo evitar pensar que se salieron con la suya. 

Hoy veo, con tristeza, que, aunque hayan tenido lo que hayan querido, aunque me echaron de donde yo estaba, aunque hicieron lo que ellos quisieron y aunque la gente los apoyó... siguen siendo un fracaso en muchas empresas de su vida. 

Pienso que pude haber hecho más si me los hubiera ganado, pero también veo que la gente que se los gana, son de los que peor se expresan a sus espaldas. 

Siempre son dos lados de la misma moneda. 

En el show Afterlife, recuerdo haberme sentido como Tony: una cínica, pero que piensa que tuvo dos pérdidas al mismo tiempo en la vida. Antes no podía concebir un duelo prolongado, hasta que lo experimenté en carne propia. Antes no pensaba en todos los dilemas, en todos los sentimientos embotellados, en la tristeza. Hoy no lo romantizo ni me regodeo en el dolor: hoy lo acepto y quiero entender a otros. 

Muchas personas necesitan consuelo, pero pocas están dispuestas a escuchar, esto da a un círculo que se repite. Estuve enfrascada en mi dolor muchos años, mucha gente se aprovechó de esto y además se burló de lo que yo sentía, pero observo que no tienen mucho que decir ni que dar, además de su hostilidad. Viven otros duelos, son miserables, pero viven en negación. Esas lágrimas atoradas, fluyen en forma de su dolor. 

He notado que la soledad no es un fracaso personal: yo ya he tenido algunos amigos, algunos de ellos me decepcionaron mucho. Otros conocidos no podían ser mis amigos en estos momentos. De muchos pienso que hubiera sido mejor no conocerlos, pero otros, puedo decir que fueron amigos en el momento en que los necesitaba y ya. 

La gente que cree que mi vida fue fácil, está equivocado, pude ser más miserable pero yo decidí no serlo. Hay ventajas y desventajas en estar solo, como se puede sentir la mayor soledad con familia y amigos. 

Siempre vamos a estar agradecidos con quienes estuvieron con nosotros. Ellos hicieron cosas que no esperábamos, no fue un tiempo perdido, pero también parte del duelo es dejarlos ir. Hacer lo posible por recordarlos, pero dejar espacio para vivir en el presente. 

Y, aunque un duelo nos ayuda a comprender lo más bello que hemos pasado, no podemos dejar que se prolongue. Porque esto nos alejará de lo que tenemos hoy: porque esto se vuelve contra nosotros y hace que se pierda la esperanza. 

Cuando empezó la pandemia, pensé que no hubiera querido que una persona cercana a mi sufriera por contagiarse de COVID, no hubiera querido separarme de las personas a quien les importaba. No me hubiera gustado que las cosas empeoraran. 

Era como estar ante unas ruinas, pero voltear a ver el horizonte: las posibilidades eran desconocidas, pero aún había un camino delante mío. 

Nunca tendremos un amor, una amistad, un padre o un familiar como el que hemos perdido. Pero esta aceptación y nuestros recursos para negociar con el dolor, es lo que nos deben sacar de ese estado. 

Es mejor hacer lo posible en vida, que recordar todo lo que se pudo haber hecho. Es mejor cortar ahora que se puede, cuando se sabe que ya no da para más una relación, que sentirse solo y abandonado con aquella persona. 



viernes, 22 de abril de 2022

Afterlife: cuando un filósofo te ayuda

Este año van a terminar dos series que me encantan: mi telenovela This is Us y hace poco, Afterlife, del filósofo y comediante Ricky Gervais. 

Hubo un tiempo en que quería ser comediante: quería hacer reir como Omar Chaparro. Llegué a considerar que yo sería una comediante de este tipo para agradar a mucha gente. Ese pensamiento inquisidor se volvería una de mis búsquedas más infructuosas. 

Porque, ciertamente, la comedia también puede ser para incomodar y para mostrar. Dicen que el buen comediante te pone un espejo enfrente y te hace reír, dicha frase fue lo mejor que encontré de esa búsqueda. 

Primero descubrí a los Monty Phyton y concluí que Omar Chaparro ya no me hacía reír. Tenía mucha verguenza de decir que me gustaba o que veía sus programas cuando estuvo en Telehit y Canal 5. Luego, me empezaron a gustar shows como Pequeña Britania, Enano Rojo e IT Crowd. Conocí comediantes como David Walliams, Noel Fielding, Mat Berry (FAAAAATHEEEEEER) y Matt Lucas. Tuve mucha suerte, porque, con la oportunidad de estudiar la comedia británica, podía ser más mamadora que otros. Y me gustaba ser así, yo quería ser así. 

Luego conocí a Ricky Gervais casi antes de entrar a la universidad. Mi mundo cambió por completo. 

Ricky, filósofo, guionista, locutor, actor y comediante, fue el responsable de mi estudio filosófico sobre el humor. Desde el pesimismo nihilista de The Office, la única versión que vale la pena, hasta su obra maestra Afterlife. 

Porque Gervais parece que es un cínico, pero su corazón es tan grande que ha dejado un testimonio de belleza y sinceridad a la humanidad; quién más, sino un filósofo, para hablar de la conexión, del amor y del duelo, de forma cómica y de forma melancólica a la vez. 

Gervais, que actúa de Tony, se cuestiona sobre el amor, la vida, la muerte, el suicidio y el humor. Tony no pierde su voluntad de vivir, pero reconoce que ya ha tenido su gran amor, que ya llegó a un punto de su vida en que sólo quiere ayudar a otros. Ser un ángel para sus amigos y familia política. 

Tony, que después de su duelo enfrenta la pérdida de su padre, retrata a la perfección que, cuando no asimilamos un proceso, tendemos a creer que es simultáneo. Aunque ha pasado tiempo desde la muerte de su esposa, la muerte de su padre se siente como la sucesión de ese momento. Gervais presenta una actuación impecable. 

Pero, lejos de ver a Tony como decadente o victimista, lo vemos a través de los ojos de la compasión, del perdón, de la comprensión. Porque es un hombre que ha perdido el sentido de su vida y ello trastoca su mundo. 

Es cierto que ayuda a sus amigos y comunidad, porque esto es una forma de seguir. Pero no se engaña con ser el hombre que otros desearían que fuera: Tony acepta el estado de cosas del hombre que es. Tony no quiere darle vuelta a su duelo, eso no lo hace malo ni bueno, lo hace humano. 

Asimismo, la serie trata el tema del sentido mediante las mentiras que nos contamos y lo que nos repetimos para sobrevivir. En el caso de Tony, su creencia era que su esposa seguía con él, de alguna forma y, en algunos casos, era mejor mentir sobre su dolor que seguir alimentando su pérdida. 

Yo me sentía como Tony y el haber visto esa serie fue un consuelo para mi alma. La sensibilidad de Gervais, la belleza de las tomas, la increíble selección de la música. Afterlife me acompañó cuando dejé mi trabajo en el centro por acoso sexual. Afterlife me ayudó a sacar lo que no pude cuando mi tía enfermó gravemente. 

Yo era como Tony: cínica y con resentimientos: mis reservas de auto-odio eran interminables. Yo sentía que podía haber hecho algo más. Me culparon y me culpaba muchas veces. Me refugiaba en mis amigos y en las cosas que supuestamente me harían alejarme de los problemas. Tenía una indefensión aprendida que se extendía a mi vida. 

Pero me vi con compasión y con la idea de hacer las pases con mi dolor. Porque esa habilidad para la vida es necesaria y yo carecía de eso. También viví una experiencia similar: cuando enfermó Consuelo, una señora me preguntaba por ella todos los días, se sentaba a vender sus hojas en una esquina de donde trabajaba. Una vez que murió, me preguntó nuevamente sobre mi tía, yo le dije que estaba en su casa, que ya estaba mejor. Algo dentro de mi, como Tony, sabía que era un mentira piadosa, pero que era mejor a la verdad. 

Intenté ayudar a otros desde lo que yo sabía. Muchas cosas no funcionaron, de hecho, me equivoqué muchas veces en mi vida con mucha gente. No entendía los problemas psicológicos que tenía, aunado a que me detestaba porque pretendía que mi inteligencia me ayudara. Intenté no perder el sentido del humor, pero a veces, las ganas de desaparecer y quedarme todo el día en cama eran apabullantes. 

Durante algunos años estuve así, porque me compadecía de mi misma. Pero cuando pude quitarme ciertas personas de la vida, entender que no estaba bien y que ya estaba cansada de sentirme así, empecé a hacer algo por mi, porque quería salir de ahí. 

Y, en ese sentido, Afterlife fue la ayuda filosófica que estaba buscando, no la autoayuda barata y las ideas gratuitas, sino una mirada desde la complejidad de problemas como la depresión, el abandono de uno mismo y la necesidad de comprensión. Porque es ahí donde uno no debe fallarse, pese a lo que ha vivido con los demás. 

Muchas de esas cosas que me pasaron, me han hecho ver lo difícil que es tener una conexión con alguien. No todas han enriquecido mi vida, pero si me han obligado a pensar que es lo que no quiero para mi. Después de todo, la vida se puede ver de dos lados. 


jueves, 27 de enero de 2022

2 Canciones con Filosofía: We only just begun

Murió el gran Stephen Sondheim, uno de mis maestros indirectos de filosofía y el gran José Molina Ayala, otro de mis maestros indirectos en filosofía. La música y la conversación pueden ser consoladoras y curativas cuando tu mundo está a punto de derrumbarse. 

He tenido peleas por defender el trabajo de directores musicales de comentarios de gente pendeja. Lloré casi tanto por Sondheim como lloré por mi papá, Miguel. Las letras de Sondheim me han mostrado un mundo de sentimientos, innacesible para mi cuando no sufría ninguna pérdida. Sus letras me consolaron, me llenaron de esperanza, me hicieron sentir normal en un mundo tan horrible e indiferente a mi sufrimiento. 

Antes de saber quién era Paul Williams, yo idealizaba insanamente a un farsante y narcisista que quería abusar de mi psicológicamente. Le confesé, en un arrebato porque no perdiera el interés, que esa canción eran mis votos matrimoniales. Cosa que sigo pensando, pero cometí la pendejada de decírselo a él. Y ahí empezó una táctica de manipulación. 

Ese narcisista fue un culero conmigo, pero me agradó saber que no me quitó mi canción, que mi sensibilidad y mi forma de ver la vida son esenciales en mi. Y que él fue un error, un accidente y que toda la gente se aleja de él. 

Por desgracia, hubo muchas cosas que dañó: mi relación con otras personas de la universidad. Un maestro en especial, que era codependiente de la ex pareja de ese narcisista, me condenó por hablar con él. Yo me vi muy desesperada e intenté mostrarle que no era así, pero los prejuicios y la mala fe que me tenía frustraron mi intento. Y no lo culpo, en retrospectiva, creo que yo le caía mal desde antes. 

El maestro, que juraba ser el bueno de la historia, frustró muchos intentos en los que intentaba recuperar mi carrera. Lo cual ahora encuentro desilusionante, porque yo no le debo nada y sólo demostró quién era realmente. Sólo quería estar del lado ganador y buscaba de manera hipócrita alguien con quien exorcizar sus demonios. 

Sigo dedicándome a la filosofía, pero he cambiado algunas ideas que tenía sobre el éxito, la docencia, los reconocimientos y la relación con los estudiantes. Sigo pensando que muchas personas les carcome la envidia, aunque no tenga tanto como ellos dicen. Pero ahora ya no me enojan, me dan lástima y he aprendido a tener paciencia con ellos. 

En lo que a mi respecta, he aprendido a perdonarme: las personas codependientes y victimistas son como adictos a una emoción y, al igual que muchos adictos, no reconocen que eso es un problema, no es algo tangible y que necesitan ayuda. Aún teniendo herramientas filosóficas puedes equivocarte. Y mucha de esa gente así le fue. 

Aún con mis herramientas filosóficas, he aprendido a equivocarme, pero también a verme con paciencia y con ciertas ideas que no tenía antes. Muchas cosas fueron nuevas para mi: me sorprendo como la gente puede hacer daño hasta porque no tuvo un imposible o hasta porque tiene hambre. Es horrible y es desgastante, pero veo con más claridad qué los motiva. 

Muchos narcisistas son parásitos que no tienen nada y aunque roben, nada es suyo jamás. Porque lo que les faltaba era el amor de papá y mamá y porque creen que el mundo les debe algo. Pero no, el mundo ya estaba antes que ellos. 

Y se que, mientras haya creencias equivocadas, también hay aprendizaje, también podemos encontrar a alguien con quien podamos conectar. Que, aunque la conexión no es el antídoto para la soledad (yo conecto muchas personas porque tenemos los mismos problemas, pero ellos me odian a muerte y quieren que pierda todo), podemos tener amigos sinceros y podemos seguir adelante. 

También es cierto que, cuando las cosas parecen más terribles, podemos tener esperanza. Hay gente que nos quiere y que nos ayuda, aunque creamos que no es así. Y algunos de ellos también necesitan de nosotros. 

Cuando Molina murió, recordé muchas cosas feas de mi vida: el abuso del que había sido víctima, la revictimización por parte de su alumna codependiente; el maestro que se creía mejor que yo y que se cree intachable moralmente. Incluso recordé a dos ojetes que pensaban que la loca era yo. 

Pero también recordé que Molina creyó en mi, que no era la primera (ni la última) vez que mi mundo se iba a derrumbar; que mucha gente me detestaba y que iba a aprovechar de lo malo que me pasara para hacerme algo malo. Que muchos de los problemas de esta gente, vienen de mucho tiempo atrás y que sólo quieren parecer buenos a ojos de otros, pero, en su proceso, pueden lastimar a alguien más. 

Ante todo lo que había pasado, esa canción me seguía conmoviendo: sus metáforas naturalistas sobre los momentos de la vida, sus frases inspiradoras, la forma en que habla sobre el amor y la esperanza. La forma en que equipara los momentos del día con los logros de la vida. Williams siempre nos dice que hay una esperanza, porque apenas estamos comenzando. 

Y, ante estos años tan horribles y de tanta incertidumbre, que se quede con nosotros la esperanza de que siempre podemos volver a comenzar. Siempre hay otra alternativa. 

Felices fiestas, lectores. 





domingo, 2 de enero de 2022

2 Canciones con filosofía: Faust

Poco a poco me he ido recuperando de las cosas que pasaron. No hubo algo tan malo para mi y pude entender mi rumiación. Un día, que no fue especial ni emocionante, me di cuenta de algo: mi papá no me quería. Nunca me quiso. 

Y no me derrumbé: me cobró cosas que según eran para mi manutención. Hacía comentarios sobre mi peso. Prometía a mi mamá una vida juntos, sin mi. Jamás vio por mi, jamás le interesé, jamás llamó. Mi mamá lo apoyó mucho y es de las cosas que no puedo entender. Tal vez con los años, no lo se ni me interesa. De ambos me separaré un tiempo, espero sin rencor ni preguntas, sino como un proceso natural. 

Cuanto más escuchaba esta canción, Faust de Paul Williams, más me consolaba. Yo me veo diferente cada año, y dentro de esa diferencia hay cosas que quiero, algunas las he adaptado, pero básicamente son las mismas. 

Faust es una alegoría de la obra escrita por Goethe, en donde una persona que ha adquirido el conocimiento pero ha perdido la juventud. Faust desea compartir su vida con alguien como Margareth, pero no puede por su condición de anciano; es en ese momento cuando es tentado para vender su alma para recuperar su juventud. El intercambio es sencillo: queremos tener todo, juventud, sabiduría y amor. Queremos alguien por quien merezca la pena vender nuestra alma. 

Faust es un modelo antropológico, porque, cualquier persona puede ser tentada por algo que desee. Y cualquier persona puede ser redimida en cuanto hace un acto desinteresado. Goethe, dentro del romanticismo, se adelanta a muchos tropos que observamos hoy en día. 

Pero esos tropos ya no tienen una realidad ahora. Como muchas cosas que hoy sentimos: antes pensaba en entregar mi alma a alguien, pero he descubierto que así no es el amor, cambia como todo lo demás y como las creencias alrededor de él. Muchas personas con las que me he topado, en especial narcisistas y codependientes, creen que estoy amargada porque no deseo ser de alguien más. Otros me han llamado estúpida o mucho peor, porque, he analizado esta idea y he dicho tesis controvertidas como que alguien puede enamorarse dos veces, en diferentes etapas de su vida, de diferentes personas. Vaya, qué escándalo, no imagino cuando sepan que defiendo el voto de las mujeres o la libre empresa...

Yo por mi parte, sigo pensando que yo si daría mi alma a un grupo de personas: que anhelo un grupo de amigos y que anhelo una felicidad que no termine. Y con felicidad me refiero a cierta plenitud y tranquilidad. A hacer lo que me gusta y cumplir con mis metas y proyectos. A veces me siento mejor por un periodo de tiempo, a veces me siento estresada, con mucho trabajo, pero... a veces me siento cansada de sentirme triste, de ser miserable todo el tiempo. Eso no me hace inteligente ni consciente, sólo me hace miserable. Me tomó mucho tiempo entenderlo. 

Y eso es porque, adivinen qué: tengo muchas creencias que me hacían daño. Como que una relación puede durar para toda la vida. Que perdonar hace que las cosas sean mejores y se avanza... Que el sexo es importante en cantidad y no en calidad. Que un duelo es lineal, que la familia no te detesta... Que si tu te detestas hay algo terrible, no siempre, de cierto modo tienes que ver lo detestable de ti para seguir adelante. Que la tristeza te hace parecer más inteligente... Que hay que agradar a todos y ser perfecto. 

Yo pensaba como Fausto y como el Fantasma: podría vender mi alma por un amor... luego eso se fue diluyendo cuando me enfrenté a una relación normal. Cuando fui a terapia de pareja (yo sola), cuando intentaban abusar de mi psicológica y hasta físicamente. Yo quiero a alguien que me ame, pero si tiene que decirme en algún momento que no me quiere o que tenemos problemas, es válido separarnos. 

Sigo interesada en la amistad, en el amor, en soñar. Sigo peleando conmigo, pero ahora me veo diferente. Se que no va a haber mal que dure cien años. Que cada celebración y cada navidad van a ser distintas, Que he pasado cosas terribles, pero sigo aquí. 

Y tampoco es como que se haya derrumbado mi mundo: así se sintió y así lo vi en ese momento. Veía muchas películas y usaba muchas metáforas, porque no tenía las herramientas. Creía que mi primer amor sería el único y el que yo sentía de verdad. Y sólo fue una creencia perniciosa o una forma en que me estaba volviendo codependiente. 

Por eso agradezco a muchas herramientas que tengo y muchas ideas que me conforman estar con quienes quiero estar. Agradezco no ser gustada y que se me hayan cerrado puertas y que se hayan cerrado círculos, porque yo no les debo nada a esas personas. Ya estoy cansada de sentirme terrible conmigo. 

Sólo sueño que un día estaré con un montón de amigos y que mi amor estará de mi lado. Y que todo lo que viene, si no es mejor, será distinto. Y eso es lo que me hace no ser tentada por promesas falsas. 









sábado, 1 de enero de 2022

Phantom of the Paradise o el compositor de culto

Aunque vi muchas películas y algunas series que, honestamente no me da tiempo de comentar, decidí decantarme por un filme de 1974 como una de las mejores cosas que vi en el 2021. 

Dicha película estaba en mi lista de lo que iba a ver hace como 3 años... Era la película de menor duración porque estaba harta de trabajar. Es un buen trabajo pero, ese día había llegado a mi límite. 

Dirigida por Brian de Palma, cuenta con dos referencias a la cultura pop que son geniales: la primera es la aparición del señor Largo con el traje del Fantasma en el intro de la Casita del Horror XXIV por Guillermo del Toro. La segunda es que el casco de Palomo del Fantasma es de donde Daft Punk tomó su inspiración para hacer los cascos de su vestuario. Williams también haría una colaboración con Daft Punk, pero de eso hablaré después. 

La cultura pop le debe mucho al Fantasma. 

La película cuenta la historia de Winslow Leach (William Finley), un idealista compositor que se obsesiona con la perfección en las piezas que compone. Winslow quiere terminar su cantata, pero, desde que se encuentra con el enigmático productor Swan (Paul Williams), su vida comienza a ir en picada. 

Swan planea abrir el Paraíso, un lugar para espectáculos en donde él y Phoenix (Jessica Harper) sean los actos principales, pero Winslow buscará sabotear los planes de Swan. 

El compositor de culto

La película es una crítica a la industria de la música y a algunas nociones de la estética: como el artista sufriente es más importante que un artista con un contenido. Es una crítica a la sociedad del espectáculo, porque el paraíso se torna un infierno cuando nos entregamos al exceso y al interferir con los procesos que nos darían algo de dignidad. También se trata el tema de la muerte del artista y de vender su alma para seguir vigente en este negocio. 

Me atrevo a agregar que no esperen un villano ni un personaje bueno. Yo considero que la industria es la verdadera villana: porque es la que obliga a la estrella a no envejecer, a perder su dignidad, a no ser fiel a su obra y vender su sufrimiento como algo bueno, como si ser miserable fuera algo que es parte del espectáculo. Me agrada el hecho que Winslow lucha por su obra imposible, pero también observa los intereses y las traiciones que tiene que hacer para sabotear a alguien más poderoso que él. Por otro lado, Swan también está sujeto a las duras reglas de la industria y tiene que jugar en consecuencia para seguir vigente. 

Lamentablemente, la realización de la película es un poco la alegoría que representa: desde compositores que pensaban que las frases de algunas canciones eran suyas, como en el caso de Led Zeppelin. Y muchos obstáculos en cuanto a la producción y el estreno de la cinta. El Fantasma no fue un éxito en taquilla, pero si fue un éxito de culto. 

Y el compositor de culto sería Paul Williams que escribió las mejores canciones que he escuchado. Su interpretación como Swan es icónica y trágica y su historia es espectacular: aunque no logró seguir actuando, escribió canciones para las películas de Los Muppets, para los Carpenters y esta gran obra del Fantasma.