lunes, 15 de febrero de 2021

Cuento: Las magias de mi amiga.

 A Gatito 

Cuando fue Navidad quería ir a ver mi amiga, pero estaba enferma. Hay una etapa de la enfermedad, antes de sentirte mejor, en donde estás muy sensible, con tratamiento, con cuidados y comiendo bien. 

Empecé a ver el Tik tok del cholo que iba al ritmo de Fleetwood Mac, poco después puse la canción. Estaba llorando mucho, porque la extrañaba, como si hubieran pasado muchos años. O igual era la nostalgia. 

Un día vi una foto en donde tenía fleco y juro que me dio vibra de Stevie Nicks. La Bruja Blanca, gracias a la serie de Ryan Murphy. Ella me recuerda a ese tipo de hechicería que es con música, con alquimia, con hechizos para el bien y pociones hechas con distintos sabores. Con un leitmotiv de The Edge of Seventeen o How soon is now? de los Smiths. ¡Ese tipo de magia!

Recordé el día que fuimos a comer: un gyro, papas bravas, un hotdog y helado, ¡mucho helado! Recordé que estuve riendo con ella y que estuvimos muy bien. Comí muy tranquila. Luego tomamos coquitas, su bebida favorita. 

Ella ya tenía sueño y se tenía que regresar a su casa, de regreso ya iba cabeceando. Hablamos un poquito más. Es buena amiga. 

Cuando se fue se perdió entre la gente, pero alcancé a ver a un gatito que se iba para donde ella se fue. Justo donde le perdí la vista, el michito apareció. Ahí empezó la magia. 

Ese día mis alergias me dieron tregua y la coquita, que a veces me despierta, no me hizo nada. Dormí bien porque estaba contenta. 

Otro día que salimos la comida sabía deliciosa. Era la misma comida que comía en ese restaurante. Pero no era el espacio ni el tiempo que no había ido, empecé a notar que con ella todo sabía mejor. 

Los helados, las hamburguesas, las coquitas. Pero era algo maravilloso, también la vida, una conversación, un momento, caminar por el parque, una película. Hasta la ida al transporte para regresar a casa. 

Luego ella se iba y yo alcanza a vislumbrar un pequeño gatito. A veces era negro, luego calico, luego como tigrecito, pero todo concordaba, es que se iba a rápido a su casa y así se transformaba. No creo mucho en la hechicería o la magia, pero a veces las casualidades suceden. 

Ya que me recuperé, cuando comía, a veces todo sabía muy rico otras no tanto. No sabía lo que era. Era una escéptica, a veces muy crédula, pero la verdad es que dejé de creer en cosas. 

Entonces fue que recordé por qué la extrañaba y por qué todo sabía mejor con ella: porque en verdad disfrutaba de su compañía, su magia, la forma en que conectamos y lo que teníamos en común. 

Ella me escuchaba con paciencia y proponíamos cosas, siempre estuvo abierta a ir conmigo a donde elegía, pero yo también estaba de acuerdo con ella cuando me decía de un lugar. Ahí también había magia. 

Cierto día, antes de que me enfermara de la garganta, inauguraron una dulcería. Y, palabra, yo entré a comprar unos dulces para tener reservas para el invierno: no sólo encontré dulces deliciosos y difíciles de conseguir, sino que empezó a sonar THE EDGE OF SEVENTEEN! Reconocí la voz de Stevie, la Bruja Blanca, era ella. Ella y mi amiga. ¡Como si me dijera que estaba bien! 

Y, sobre lo de convertirse en un michito, yo creo que si es cierto. No he visto al gatito y a ella en el mismo lugar. 

De las últimas cosas que le propuse, fue que salgamos más: un mes comer por aquí, el siguiente por allá. Sin ser un día especial o por una fecha que inventamos. 

Y así hasta que ya no haya pretexto, mas que compartir nuestra compañía. 

Porque cuando ella aparece, hay magia y gatitos en cualquier lugar.