jueves, 25 de abril de 2019

Canciones con filosofía: Among the Living

A Andrew Cleese Martínez.

La autocompasión es un estado sospechoso: por un lado, nos hace ver débiles, indefensos y dejados de nosotros mismos y de las inevitables circunstancias, pero también nos permite conocernos y saber que el mundo cada vez es menos empático y menos amigable con nosotros. 

Es precisamente por las cosas pequeñas que ponemos en perspectiva nuestro dolor: sí, era que un chofer me fastidiaba; sí, me quitaron ventas; sí, denuncié y no me hicieron caso por el acoso que sufrí; sí, el hombre que veía como Ryan Reynolds resultó romper él sólo el hechizo, pese a que nunca le declaré mis intenciones; sí, me odiaron desde que entré porque en el fondo... merecía algo mejor. 

Y eso fue lo que me ayudó a ver que mi sufrimiento hacía sufrir a los demás, que no podía seguir lamentando mi suerte y tenía que escapar. Cuando expresé toda mi tristeza a esos burócratas indolentes y esas psicólogas ignorantes, ellos se rieron, pero yo estaba de mi lado. Por primera vez sabía que tenía que cuidarme de ellos y alejarlos lo más que se pudiera: cambiar de trabajo, de ambiente, ser yo otra vez. 

Tal fue mi necesidad que conocí a un verdadero caballero que se parecía a Bruce Willis, a gente amable conmigo y a un amigo que no pudo ser: tú Andy, yo sé que siempre íbamos a chocar porque teníamos diferentes visiones de la vida, pero lo importante es: tú fuiste bueno conmigo y fuiste mi amigo poco tiempo. 

Y aunque no funcionó, le diste sentido a esa experiencia. Yo tenía que moverme y aceptar que quería fracasar para seguir odiándome, quería que la gente me odiara y quería estar enojada para al menos sentir algo, al menos no estar tan hastiada de mi vida. 

Yo acepto que me tenía lástima, pero gente como tú me dijo la verdad, lo intentó y me sacudió, sin violentarme. 

Me sacudiste tú con tus palabras, tu amabilidad; tomaste distancia y me hiciste ver que, era muy probable que no serías mi amigo. 

Y sin embargo, yo te agradezco que hayas sido de los pocos que me trató bien. 

A una persona de ese trabajo le dije que eso era una plataforma, que una vez que la escalara, vería más alto. No se si fue mi subconsciente, mi tambaleante seguridad o mis ganas de salir adelante, pero eso se cumplió. Y yo no lo busqué. 

Toda esa tristeza me sirvió para conocer gente buena, tal vez algo distante, gente compasiva, gente que tenía razón sobre mí: merezco algo mejor, yo soy diferente, no tengo por qué tener lástima de mi misma, necesito que alguien. Yo se que eso no es tan racional, pero es un mecanismo de defensa contra este mundo tan injusto y narcisista. 

Suena a que no me quiero hacer responsable... a que duele sanar y a que creo que no puedo decidir, que todo pasa sobre mí y no tengo defensa. Pero tampoco seré tan rigurosa conmigo como para no sentir un poco de piedad por mí. No seré tan dura como para vivir deprimida. 

Porque yo se lo que me hace llorar y aunque se que me puedo sentir morir, que hay más gente que toma a gente que da; que me rendí muchas veces sin dar pelea... mi tristeza es lo que me hizo decir la verdad, sentirme bien con mis propios sentimientos de falla y de fracaso. Mi tristeza fue lo que me salvó de estar en ese ambiente tan horrible. 

Y a todos los que se han sentido tristes o sienten pena por ellos mismos: sabemos lo que nos hace llorar y sabemos lo que nos estamos perdiendo. Y aunque sintamos que no tenemos elección, estamos entre los que viven.

Una gran canción para una secuencia conciliadora. Ricky Gervais nos hace preguntarnos sobre nuestro dolor y el dolor de otros, cómo le damos sentido a nuestra pérdida mediante el apoyo y la apertura a los demás; pese a que no nos tengamos compasión y creamos que lo mejor, para dejar de sufrir, es dejar de intentarlo. 







martes, 23 de abril de 2019

10 cosas que aprendí de After Life

Sólo un filósofo puede entender al mundo con una gran misantropía, pero también, mostrando una gran compasión. 

La serie After Life trata de la vida de Tony, un hombre de mediana edad cuya esposa muere de cáncer. Tony cambia para mal: se encuentra amargado, deprimido y furioso con la vida, pero, dentro de él, hay una parte que aún ama la vida y quiere el bien para sí y para otros. 

La serie cuenta con las actuaciones de Ricky Gervais en el papel principal (Tony), la enorme Diane Morgan (Kath), Tom Basden (Matt), Tony Way (Lenny), Kerry Godliman (Lisa), David Bradley (el actor de Harry Potter y que sale del papá de Tony), entre otros. Juntos tienen una gran química y lucen en la serie como el apoyo emocional de Tony. 

10. Siempre hay una persona que nos despierta, que nos altera con sus chistes y sus bromas, que espera a que caigamos en sus trampas... pero para esa persona puede que seamos perfectos, que sea lo que lo hacía despertar y querer seguir adelante. Lo que le daba sentido a su vida. 

9. El título de la serie no sólo se refiere a si hay vida después de la vida, sino a cómo es la vida para aquellos que nos quedamos y que esperábamos una vida eterna con la persona que amábamos, la persona que encontramos y que resultó ser perfecta. 

8. Aunque lo único que queramos sea acabar con nuestra vida, con todo lo que tenemos cuando nos sintamos deprimidos, hay personas que cuentan con nosotros que también sufrirían. Sabemos que los otros pueden ser un infierno... puede parecer que no nos comprenden, que no nos necesitan, pero ¿si no estamos del todo solos con nuestro sufrimiento? Si era una persona querida no nos afecta sólo a nosotros. Abrirse también es observar nuestro entorno y ver cuán heridos están los otros. 

Lo que nos lleva a:

7. Si una persona muere, es tan difícil aceptarlo por nuestro egoísmo: un amigo me decía: Aún si tus padres viven hasta los noventa y nueve años, tú seguirás diciendo: ¿por qué no vivieron hasta los cien? ¿por qué me dejaron sola? Es tan difícil aceptarlo no porque aceptemos que sufría, sino que nosotros sufriríamos mucho más con su pérdida. Es el vacío y los planes que teníamos con ella, no de hecho, lo que ella pensaba. Por eso es importante compartir con otros, porque estamos conscientes del vacío que deja, pero también apreciamos otras perspectivas y otro egoísmo. Es más complejo de lo que parece porque no podemos dejar de pensar en nosotros y en cómo nos sentimos, pero a la vez nos sentimos tristes por el otro y lo que, por momentos, sentía. 

6. No todas las personas quieren aprovecharse de nosotros, a veces quieren ayudar. Es ahí cuando encontramos dos soledades que se unen, que se ayudan y que quieren honestamente acompañar. Pueden estar en quien menos lo esperamos: la mujer de la calle, la cuidadora, el familiar político que tomamos por tonto o una colaboradora que sólo quiere hacer su trabajo. 

5. A veces acumulamos cosas: la lógica de la acumulación consiste en cree que después servirá, algún día, en nuestra mente: lo que no hicimos, lo que no usamos, lo que creíamos que iba a funcionar. Pero qué sucede cuando vemos que eso en realidad no sirve y peor aún, forma parte de algo que ya nos pasó y seguimos aferrados. Mucha gente acumula resentimientos por algo que no hizo y en su mente quiere ganar esa discusión, esa pelea, cree que se reivindicará, que todo será mejor, que será libre. Pero sólo acumulando cosas y favoreciendo dicha lógica. 

Una depresión es una acumulación de tristeza, frustración, ira y dolor. 

4. Todas las personas merecen ser escuchadas, o al menos registradas en una historia. Afterlife cuenta con reminiscencias a Proust: en la descripción de Alain de Botton, Proust acostumbraba desayunar dos croissants, un café y acompañarse de su lectura diaria del periódico. Pero Proust no leía cosas como las finanzas, las editoriales o reseñas, sino que leía algo que conocemos como Nota Roja. 

Así, Proust leía del amante infortunado, la mujer que murió de amor, el joven que se suicidó por desesperación... Pero ¿esto es necesariamente trivial? ¿Qué tal si fueran historias del vecino que tiene un hijo feo? ¿o un amable ancianito que recibió una sorpresa? ¿Esas qué tipo de historias son? ¿Merecen ser escuchadas acaso? Al menos una vez, aunque sea en una gaceta, de una localidad de Inglaterra o de una colonia popular, al que darles el beneficio de la duda. 

3. Hay personas que, por más que su dolor sea grande y su propósito sea cada vez menor... merecen la misma compasión que nosotros, no importa cuánto nos proyectemos en ellas, no son nosotros. ¿Merecen lo mismo que creemos que merecemos nosotros? No, merecen el respeto, escucha y compasión que recibiríamos de nuestro mejor amigo. 

Lo que nos lleva a:

2. Puede que esa persona, la que creíamos pequeña para el mundo, sea un gran apoyo o compaña, un parte importante de la vida de otra persona. Entre las pequeñas personas, podemos hacer un gran mundo... tal vez, por las personas que creemos que no importan, son la parte más importante porque por ellas nadie se preocupa. Gervais plantea un dilema tan increíble y sofisticado como el de Philippa Foot. Gervais es un moralista, cínico e ilustrado. 

Y finalmente cierro con esta reflexión, la cual me hizo revalorar lo sucedido en Los Autobuses.

1. Nosotros, con nuestro dolor, no sólo nos enfrascamos en una espiral hacia nuestro abismo... sino que hacemos sufrir a los demás: no es bueno romantizar una tragedia. Al principio nos dará un aire de cinismo, de melancolía, nos hará interesantes, pero sólo nos hacemos miserables y evitamos buscar ayuda a lo que verdaderamente sentimos. 

Eso, en el fondo, era lo que un viejo amigo de los autobuses me trató de explicar: no importa lo que pase siempre que seamos buenos, hasta con nosotros mismos. No caer en la negación que tenemos un problema y que lo hemos arrastrado. Lo importante fue a quienes conocimos, quienes nos marcaron y no sentir lástima por nosotros mismos. Porque en esas pequeñas cosas, está la vida después de algo traumático o doloroso. 

En el fondo, estar en Los Autobuses fue horrible, terrible, desesperanzador e increíblemente frustrante... pero ahí fue donde conocí a personas buenas y personas que les importé: un conductor honesto que se parecía a Bruce Willis, un profesor bigotón que le gustaba escucharme, una chica que le gustaba la filosofía de la biología, dos lores ingleses y un amigo que era la combinación entre el mismo Ricky y John Cleese. 


martes, 16 de abril de 2019

Cuando Ricky Gervais me salvó

Cuando supe que Ricky Gervais era filósofo, mi corazón se llenó de esperanza y mi alegría subió hasta el cielo. 

Yo, que antes pensaba que Omar Chaparro era un referente de la comedia, veía nuevos horizontes. Preferí The Office UK a The Office gringa... después vi unos capítulos de Life's too short, clips del podcast animado, el Out of England (1 y 2), The invention of Lying, no soporté ver la enorme Derek porque estaba deprimida, pero vaya que observaba las noticias de esta gran serie. 

Con cada intervención en los Golden Globes, no sólo quería ver a este hombre: quería aprender de él, ver lo que él había visto, comer lo que él comía. Me había fascinado y enamorado. Y era filósofo, británico y atractivo ¿qué más le podía pedir a la vida? 

Aunque me hacía reír, recientemente me hizo llorar. Entendí un problema que tenía viendo sus series; con sus standups aprecié su comedia y los temas que seguía en ella. 

Con él distinguí las interpretaciones de la frase que reza El Humor es Universal. 

Recientemente, Gervais hizo una serie llamada After Life, en la que un hombre bueno pero con una oscura visión de la vida y la religión (como el mismo Gervais) entiende el valor de la vida y la importancia de las relaciones con los otros para dar sentido a una existencia que es dolor y que rara vez lo tiene. 

El problema del sentido es tratado con una profundidad increíble y a la vez con sutileza: Gervais, en su personaje de Tomy, analiza a una persona compleja, pero que quiere tener esperanza; incomprendida, pero capaz de poner las cosas en orden. Con ganas de vivir, pero sin idea de cómo continuar en el absurdo del mundo.

Aunque el problema del sentido prevalece, Gervais pone de manifiesto que la comedia, las relaciones interpersonales y el cinismo nos pueden ayudar a salir adelante. 

Pienso ver Derek y algunos capítulos de Extras, pero más Derek porque es la que me ha conmovido en reseñas y temáticas como la filosofía del cuidado. Gervais presenta la paradoja del misántropo: sólo alguien que es tan odioso, tan cínico y tan cruel a ratos, puede ser tan compasivo, amoroso y generoso con la humanidad. 

Yo amo a Ricky Gervais, el filósofo del humor, a la altura de Moliere y de Mandeville, bien podría haber sido, en el siglo XVII, un moralista francés o un ilustrado como Voltaire. 

O quizás si le corresponde su tiempo y lo necesitamos más que nunca. 



miércoles, 10 de abril de 2019

Cuando Seth MacFarlane me salvó

Odio a mi padre y amo a Seth MacFarlane. Ya es todo. 

No, la verdad me falta contexto. 

La temporada 7 de Family Guy la vi casi año y medio después de su estreno. Tiene los capítulos más hilarantes de la serie, es una temporada redonda y es una muestra de la evolución de MacFarlane como guionista y como cómico. Otros episodios sobresalientes son Family Gay, Three Kings, Road to Germany, The Juice is Loose y Stew-Roids por mencionar algunos de los mejor logrados. 

Puedo decir que MacFarlane es un genio, un provocador y un filósofo humorista, además es guapo y canta increíble, me gustaría casarme con él. 

El episodio se llama Ocean's Three and a Half y es uno de mis favoritos: Stewie, el mejor personaje jamás creado, tiene un crush con la hija de Joe Swanson, Susie; ante esto, Stewie le hace un videoclip cantando Everything I do, I do it for you. 

El videoclip combina todos los lugares comunes posibles y los complementa con todos los estilos de internet: desde la animación con bloques, la aparición del protagonista (en este caso Stewie) en pinturas o videos, suicidándose, pintando un corazón o dando limosna a sí mismo. No es un humor tonto ni infantil, como la gente estúpida me ha sugerido, MacFarlane es ingenioso, asimila bien las tendencias y los mensajes chatos de este tipo de artistas. 

No sólo es el momento más gracioso: yo alabo a Seth MacFarlane, porque destruyó una asociación que me hacía odiar esa canción y mi vida. Y es que esa canción horrible sonó justo antes de conocer a mi padre... 

Cuando terminó, recuerdo que entró mi papá por la puerta de lo que era su servicio, me miró y yo lo miré. Me dije que no iba a llorar, pero fue lo único que hice, lo abracé y le dije: ¡¿Papá?! En ese momento creía que por fin iba a empezar mi vida. 

Pero no fue así... lo que siguió fue una serie de maltrato y de negligencia, de mentiras: porque la verdad era que no me quería y que nunca me quiso... Que nunca le importé, que nunca me tomó en serio y que la verdad... jamás la sabré. A lo mejor quería una esclava, un costal de boxeo, un desquite de su caótica vida personal... Pero es claro que no quería una hija, de hecho, de los hijos que tiene, nunca fue padre de ninguno. 

Y sobra decir que ninguno de ellos lo necesitó para ser quién es. 

Cuando vi el episodio y cuando llegué al clip estallé en risas: supe que todo había acabado con él, que no lo necesitaba y que tampoco lo quería, que sólo me tengo a mí y a los que me quieren. Que lo único que quería es una vida tranquila y estimulante, pero a la vez, que siempre me diera espacio para ver lo que yo quería. Para ver mis caricaturas con la tranquilidad de no ser molestada por nadie. 

Y siempre tener tiempo para esto, para mi, eso quiero que sea mi vida. Y si hay alguien con quién compartirlo, esa será mi verdadera familia. 

Gracias a Seth MacFarlane, que me hace recordar que todo recuerdo que da asco en la vida, se contrarresta mediante el humor y la belleza de un acto sumamente creativo. 

Ayer descansé en mi trabajo y me fue bien: al menos, gracias a mi, tengo una mejor asociación con el funesto nueve de abril. 

Ahora pasamos a nuestro siguiente salvador, en la misma sintonía que Seth MacFarlane. 


martes, 9 de abril de 2019

Antes de tiempo

Tal y como es cuando la vida parece mejorar: Día del Niño, Día del estudiante y Navidad, llegan antes de tiempo. 

Gracias Negas, viva el punk. 

Set list de Los Panx 

La plumilla de Gena y mi disco de Los Panx, autografiado por Negas, ¿Quiobo?

Calcas de los miembros de la banda, by Negas

Camiseta del Niño Ratta, la página número uno no pornográfica de internet 
Hace mucho que no me sentía tan feliz. 

Los Panx en Santa Leyenda o el punk sigue vivo

I. 
Hagamos una pausa en la programación habitual de mis anteriores experiencias. Pocas cosas inyectan energía destructiva pero vital como el punk. 

II. 

El 6 de abril de 2019, en un bar cercano a la estación Nuevo León, pude presenciar uno de los eventos más increíbles en la escena underground: confirmé que el punk no ha muerto, sólo es que no ha tenido un buen exponente. 

Y esto se debe a muchos factores: la existencia sigue siendo nihilista, la vida sigue apestando y el punk sigue representando un grito de resistencia contra este mundo vertiginoso y molesto. 

Lataman es un personaje creado por Negas, cuyo arco radica en hacer pintas por la ciudad de Chihuahua, no ser atrapado por los cerdos y combatir a los Malditos Cacas, enemigos naturales de los punks. 

Los Panx son una banda originaria de Chihuahua, la cual está conformada por Yolo Crayolo en el bajo (Gena), Lolo Crayolo en la guitarra (Rulo), Venenoso el Latoso el batería (Amply) y el gran Lataman, que es vocalista de la banda.

Negas, como Mark Hamill o Jon Dimaggio hace su repertorio de voces: Pinche Mono, la Niña Unika, Poppa y Jorge Excremento, Pancrasio Valevergueiro, Paulo, Checker Cookies, Don Cuco y Enrique el de Plaza Sésamo, con el humor que lo caracteriza, muchas personas adivinamos las líneas de su ingeniosa e hilarante comedia. 

III. 

Antes de tocar, Los Panx se quedan inmóviles y giran hacia el escenario como en Lataman, al ritmo del tarareo: Turu turu tu turu turu tu, tu turu tutu

De acuerdo, lo anterior fue una mala broma, pero así lo imaginé. Lo que agradezco a Negas es que verlo en persona es mejor de lo que te imaginas. 

Los Panx abren con la épica versión de Happy Birthday que The Ramones cantan al señor Burns, no es una parodia, pero es el preámbulo perfecto para comenzar la destrucción y el headbanging frenético. Brillante, porque es la experiencia que obtienes. 

Canciones como Popular, Npc (Not player character), Gente, Cringe y Escuela, retratan la burla a una sociedad ridícula, que se autodenigra a sí misma con modas y sistemas inservibles, basadas en jerarquías insignificantes y en ideas poco críticas. El punk es una especie de diatriba o discurso contra el orden establecido, pero conduce a una autorregulación de nosotros como individuos y como sociedad. 

Tal como lo decía Vicious: quiero la anarquía porque es la única forma de ser. 

Pinche Escuela ya reza es coro de un proto himno punk, en la que se observa lo hartos de una rutina que no garantiza una realización personal, que sólo contribuye a la esclavitud y la muerte lenta. El fracaso de una institución obsoleta. 

Luego está la rola de Morrita Punk, en la que se exalta la figura de una mujer diferente, cuyo atractivo recae en sus gustos punk y en ser lo que rompe con el paisaje conformista de las modas y la estupidez humana. Una declaración ingeniosa del crush con la chica que no es una normie. 

Las Machete también exalta la fuerza de las chicas que se dedican al deporte de roller derby, no creo que haya otra canción igual, con un escenario en donde se reconoce tanto el atractivo de una mujer fuerte como su capacidad. 

Mustang y Expendio son más una descripción de la fiesta y el desmadre: una buena nave y un lugar a donde ir cuando uno entra al ambiente. El aspecto lúdico del punk ramonesco está presente. 

Camino es una especie de fusión entre un corrido y el estilo punk que logran con cada pieza, es una pieza llena de nostalgia por el lugar donde se nace, una letra que nos recuerda que José Alfredo era punk porque sabía que la vida no valía nada, pero de todas formas, se es de donde se nace. 

El ska y el reggae se fusionan con la irreverencia del punk en la canción Santo, en una burla abierta a la religión judeo cristiana, el coro de Santo es el señor, sirve para moverse y congregarse al baile. Porque si algo tiene la música religiosa es la capacidad de volverse un mantra (o un earworm) que enajena a la gente. Los Panx subvierten este tema y logran una observación crítica de la religión. 

De mis piezas favoritas, la mejor es Ansiedad, porque es el equivalente de I don't wanna grow up: la asimilación del descontento, la incertidumbre y la depresión de un futuro que no es esperanzador. Si bien el punk es un grito de guerra contra el conformismo, también es una declaración de principios ante la falta de sentido

El cierre de Los Panx también es espectacular: la enorme Blitzkrieg Bop de The Ramones, incorpora en el título la palabra Verga Bop: Todo vale verga, reza el coro de este ¿cover, homenaje, reinterpretación? que no por eso deja de ser creativa, sino que captura el espíritu destructivo y cínico de un Sid Vicious. 

Si bien The Ramones cantaban el tema de Spiderman como superhéroe, Los Panx tienen a Lataman como su líder y su propia figura de acción, sería increíble tener una canción de él, pero eso sería una calca de un trabajo que está excelentemente bien asimilado y bien representado. 

IV. 

Negas es un monero increíblemente generoso: su talento nos da risas y esperanza en un mundo podrido y decadente. Irónicamente, el punk es todo lo contrario, pero se enfoca en la incesante destrucción para construir algo mejor, o más aceptable. 

Junto con Aragonés y Jis y Trino, Negas forma una trinidad de moneros incansables, que diversifican su trabajo como un Matt Groening, un Ricky Gervais, un Marc Maron o un Bo Burnham. Dan a su público animaciones, crítica, comedia, hacen pensar y hacen cuestionar con cada trabajo. Hacen podcast o proyectos que dan mucho de qué hablar. 

Ese día, le comenté a Negas de lo que había escrito sobre él: que es un comediógrafo, porque sus frases no sólo sirven para hacer reír, sino que son piezas bien trabajadas de algo mucho más grande y crítico, cuya comedia evoluciona a través de cada nuevo personaje. Negas no pierde la esencia, sino que cambia gracias a su ingenio inagotable. 

No sólo obtuve mi playera del Niño Ratta, unas calcas poca madre de Los Panx y un disco de proto himnos del punk, obtuve una experiencia que me hizo transportarme a una época en que Sid, Joey, Johnny, Deedee, Tommy y Joe están vivos, están orgullosos que el hijo pródigo de Chiwawa continúe su legado. 

Una vez que le comenté eso a Negas, me respondió en su ya punketa actitud: -Me cagas, mátate

La mejor noche de mi vida. 






lunes, 8 de abril de 2019

Ponerse a salvo

El ambiente de mi anterior trabajo era narcisista: ponían cuatros, cambiaban tus palabras, te hacían gaslighting, querían que pagaras por trabajar, te tomaban fotos, te acosaban sexualmente con preguntas de tu vida íntima. 

El secreto a voces de Los Autobuses, era que tenías que tener una relación sexual o íntima con un conductor, el cual te pasaba las ventas que ayudaban a subir tu comisión. Por desgracia, dichos conductores no eran discretos: los que hacían esa práctica hablaban pestes de las mujeres que alguna vez estuvieron con ellos, por romance o por negocio. 

Por supuesto que había conductores que eran príncipes: caballeros educados, con una dignidad que ya quisieran varios. Que hablaban contigo si había chisme y que hacían caso omiso de ellos: PORQUE SOLUCIONABAN LAS COSAS COMO FREAKING ADULTOS QUE ERAN. 

Bueno, debía sacar de mi pecho eso. 

Si algo me enseñaron las vloggers de Identifica a un Narcisista, Fundación Alice e Inner Integration es: 

- Cuando hay un ambiente enfermo, tú te enfermas. Y no porque haya síntomas clínicos, como sugieren las psicólogas ignorantes: no puedes dejar de pensar en el daño que te harán, te crees tus propias mentiras, aceptas que estás derrotado, tu apetito disminuye, quieres llorar pero no puedes. Tu mundo se vuelve más sombrío. 

- Un narcisista hace que todo sea difícil: desde levantar una piedra hasta pedir un favor. 

- Cuando un psicópata o narcisista te amenace o te vea como un futuro suplemento: HUYE, es mejor vender donas o churros dignamente a tener un vínculo traumático de por vida, yo lo aprendí eso con Luis Martín Sordo y me costó muy caro. 

- Trata de afianzar algo antes de huir o bien. La mejor venganza ante ellos es tu bienestar. Sí, seguirán hablando de ti, ladrando, incluso se reirán si estás peor o si estás bien. Y te dolerá mucho, mucho en verdad, pero créeme que es mejor a soportar cualquiera de sus resentimientos. 

- Puede que cualquier cosa, hasta la más insignificante, sea usada en tu contra, como haber llegado tarde, cuestionar a un supervisor o alguna falta menor. Eso es normal cuando es un sistema corrompido. 

A veces sé que no hay esperanza, pero imaginen el estrés constante que eso sea a diario, a sabiendas de los altos mandos, de recursos humanos, de los supervisores, de los licenciados que son apasionados del turismo. 

Imaginen a una mujer joven que quiera ganar su propio dinero y vea estas prácticas como una opción para subir en sus números, imaginen que los supervisores se ensañan con ella, pero ven en un chófer manipulador o grosero una forma de tratar de encajar... Imaginen si llega a aceptar o creer que sólo así se puede. 

Por fortuna, siempre me han dicho que hablo bien inglés y que tengo trato con la gente pese a mi trastorno de ansiedad, también me han dicho que debo pulir mi imagen, pero no es mala. Incluso tener cara de tonta (me han dicho peor) me ha abierto las puertas. Algunos de mis defectos son virtudes. 

Por ejemplo: muchos me dicen que soy dejada y miedosa. Pues ¿saben algo? se necesita ser muy valiente para vivir con miedo: porque el miedo a perder mi alegría me llevó a tomar una de las mejores decisiones de mi vida. Mi miedo a una confrontación sin final me orilló a buscar otro lugar, en donde no me molesten, donde no me odien, donde no sean pasivos-agresivos y envidiosos. Elegí ponerme a salvo. 

Good day, Sir. 



jueves, 4 de abril de 2019

La libertad a las 9:30

Tengo un trabajo de 12 horas... Y me siento feliz. 

No se si soy una esclava satisfecha, si lo que gano corresponde a mi esfuerzo (a veces si, a veces no), si es una alternativa o una salida a mis problemas, pero hay algo de cierto: mi tranquilidad es lo primero. 

Un amigo brutalmente honesto, de Los Autobuses, me decía que me tenía lástima, por todas las creencias que asociaba a mi mala suerte en Los Autobuses, pero cuando salí, el mundo se abría para mí. 

Yo, que no veía opciones, encontré nuevo mercado. Me sentía fea y de repente, tenía nuevos pretendientes. Yo, que pensaba que un gañán tenía que insultarme... de repente tenía a caballeros que me hablaban, se preocupaban por mí, decían cosas lindas de mí, me consentían como la princesa que siempre he querido ser. 

Yo, que no me sentía digna de alguna canción, que siempre decía que nadie me dedicaría nada... me dedicaron dos o más canciones, me hicieron ver que yo podía inspirar esos pensamientos. Y que se siente raro que te dediquen una canción. Es como si creciera una flor en el pecho. 

Le contesté a ese amigo: No es así: si me tuviera lástima, estaría limosneando por alguna consideración, me habría dejado de ese gañán, hubiera tolerado el acoso, hubiera limosneado una oportunidad a quien no quería dármela. 

Lo increíble de salir después de las 9 es eso: que se puede caminar libremente, que no me cruzo con Los Autobuses, que cuando yo salgo, ellos se encierran y así sucesivamente. Hasta que no puedan alcanzarme. 

Y aunque paso por algunos puntos en los que la pasé mal dentro de Los Autobuses, siento que esta ciudad sería mejor sin ellos. Siento que lo mejor viene en la noche: cuando nadie te ve, cuando no pasa nadie y cuando estás libre de seguir el camino que quieras. 

Aunado a que el metrobus o el metro se van rápido, vienen vacíos y puedes escuchar tu música o leer tu libro, sentir el aire fresco, sentir que llegarás segura a casa. 

Mi vida comienza a las 9, después de eso, es la hora en que tengo verdadera libertad. 

martes, 2 de abril de 2019

Bruce Willis o Mike Geier

Antes del lavador, cuando el psicópata me quebró el espíritu y la apática dijo que me correrían, hubo una persona que me consoló, que fue algo así como un ángel y el padre que todas quisiéramos tener: Bruce Willis. 

El día que le dí mi teléfono, supe que todo había acabado con lavador. Me armé de valor y le dije que me había gustado su actuación en Sexto Sentido y en Duro de matar. Él se sonrojó, pero no parecía indiferente. 

Con él, ser una niña mimada, bonita, una chaparrita hermosa, una chica consentida, una mujer sarcástica o con una visión cínica de la vida, no era malo ni terrible, él me veía como yo era. Con él era quien yo quería ser. 

Me trataba increíble, hablábamos mucho tiempo, lo amaba, me encantaba, besaba muy rico. Pero él tenía una relación a la que me costaba mucho trabajo dejar de lado. 

Un hombre maduro, de voz firme pero amable, blanco y varonil, grandote, rudo y fuerte, pero tierno, increíblemente comprensivo, con la palabra correcta y con unas manos trabajadas. Una cara de bueno, de esos que fueron esos niños que seguían todas las reglas, pero con el carácter de un hombre de verdad, de esos que ya no hay. 

Yo nunca pude estar con él ni tener una relación de verdad. Sólo lo besé una vez, cerca de la Condesa, cuando me tocó un punto muerto para trabajar. Ese día lo atesoraré en mi corazón, ese día mi mente y mi alma lo albergaban a él. 

De repente, sin que yo lo buscara, me dieron una gran oportunidad de cambiar de trabajo... un trabajo que me permitía vivir una sexta adolescencia, un trabajo que no era desagradable. Esa oportunidad la tomé. 

Él me dedicó una canción, se despidió de mí y me dijo que en su corazón, yo viajo segura. Que le dí una nueva emoción a su vida. 

Esas palabras son de los mejores halagos que me han hecho, son el alimento de mis voces interiores cuando descubro mi valía. 

Él se quedó un tiempo más, 3 o 4 días y se fue a otro lado... no lo he visto desde entonces. Fue mi historia de un amor, como no hay otro igual. 

Es curioso como las casualidades son aterradoramente peligrosas: cuando se fue, la primera canción que escuché fue Historia de un amor. Recuerdo que mis lágrimas estaban incontrolables en mis ojos, recuerdo que, por más que hubiera querido una aventura, no sería sólo eso. 

Él, que con su trato y sus palabras me mostró cómo quería ser amada, qué quería que me dijeran, cómo me gustaría que me trataran, cómo me gustaría que me vieran. Él me trató como una mujer, pero me mimaba como una niña y nunca fue algo decadente o tóxico: fue el encontrar el término medio en el amor. 

Él, único caballero en un ambiente de machos y narcisistas, me enseñó con su amor que merecía ser amada. Nos hacíamos sentir jóvenes y lozanos, nos veíamos con amor y con respeto. 

Cuando escuché otra vez esa canción... él me dijo que ya no le mandara mensajes, que lo habían descubierto. Yo le dije que lo amaba, que si todo era fuerte, nos volveríamos a encontrar... Qué dulce mentira. 

Él, fue el que se me escapó, el que amé intensamente y quien quería que me tocara, me mimara y me hiciera sentir protegida, porque en sus sueños viajaba segura y con él me sentía cuidada, valorada, amada en verdad... 

Ahora no puedo ver una película de Bruce Willis y cuando oigo cantar a Mike Geier... pienso en él y en su sonrisa, en sus manos y en el beso que me alegró la vida y a la vez me la devolvió. 

Te amo, Bruce Willis. Siempre te recordaré, pero no por tus películas. 

Un lavador

Siempre seremos diferentes... no importa lo mucho que nos haya acercado o que tengamos en común. 

Para que una mujer caiga sólo basta con hablarle bonito. A veces sonreírle y leer, lo necesitada que está, lo tonta que es, la baja autoestima que tiene. Te felicito porque supiste leer toda esa falta de atención. 

Recuerdo cuando te burlaste de mi, yo te grité, te puse un alto, me quitaste de tu vida para siempre. Yo te escuché cuando te burlabas de tu mujer y cómo hablabas realmente. 

Noté que sólo me hablabas cuando no había nadie alrededor, como si te diera vergüenza y observé como eras amigo de él... un hombre horrible sin principios. 

Lentamente ya no eras Wade Wilson, observé cómo todos te llamaban y cómo me negaba a aceptarlo: el lavador, aunque te defendieran o aunque cayeras bien, aunque fueras aceptado, sólo eras un lavador. 

En unos años te imaginé... pero no eras un hombre sensual ni interesante, tu sonrisa se había borrado y tus ojos se habían apagado. No era ardidez ni mucho menos, era la descripción de tu figura. 

En un ensueño que se volvió una pesadilla, comenzaste a parecerte a él, aquel que me había agredido, tu cabello en puntas empezaba a colorearse de negro, tu nariz más ancha y llena de puntos rojos. Ya no era una nariz afinada, era una nariz de bola y chata, grasosa. 

Tus cachetes bajaron y tus labios eran más gruesos. Ya no eran finos como los que tenías... Y tu cuerpo, que no era tan atlético como el de mis fantasías, dejaba ver un abdomen inflamado, era un cuerpo desgarbado y amorfo. 

En La Zarpa de Pacheco, una mujer envidia a otra por su belleza, pero con el tiempo, ella sentencia: ahora la vejez nos ha hecho iguales. Ella que no era bella ni lo sería nunca, se alegró de emparejarse. 

En unos años, querido amigo, serás como él: inventando historias para vengarte de gente que no te hace nada, con una fealdad del alma y posiblemente del cuerpo, con una piel sin brillo y con un carácter que ni la más necesitada podrá aguantar. Quisiera decirte que sólo está en ti cambiar, pero no creo que sea posible. No creo que ni vayas a leer esto. 

En un tiempo me desharé de tu recuerdo, no se si de tu sonrisa... me desharé de lo que creía que eras y te detestaré porque no fuiste lo que dijiste ser. Te juzgaré por ser el equivocado y por no amarme, cuando no pasaría en miles de años que me hablaras en primer lugar. 

El día que estaba enojada porque me tiraron muchas ventas a propósito, supe que: primo, esas ventas valían más para mí que tu supuesta amistad, secondo: cuando estoy herida, quiero decir cosas para lastimar que sean verdad. 

Yo no me voy a dejar de un lavador... sonó cruel, clasista e inmaduro, pero increíblemente liberador, fue un grito ahogado y una venganza ante el engaño del que formamos parte. 

Lentamente, te volviste como él, el héroe de tu película, tu modelo a seguir, pero también tu inquisidor y verdugo. Porque no tendrá piedad si te peleas con él o lo haces enojar.

Lentamente, saliste de mi corazón. Lo noté el día que no estabas y me sentí libre. Lo noté al hablar con mi terapeuta y darme cuenta que me quería más yo, no te quería más a ti. 

De lo contrario, hubiera dejado que me pisotearas de nuevo. 

Después le hablaste a la chica nueva y supe que había terminado. Supe que te habías ido. 

Y aunque eras amigo del hombre que se parecía a Bruce Willis, nunca me rescatarás como él. 

Bruce, ahora va nuestra historia. 

La anagnorisis en un bus.

Trabajé en una compañía de camiones en donde la leyenda urbana era que tenías que acostarte con un chófer para tener ventas. Y que si no era, ellos te hacían la vida imposible. 

Adivinen cómo creen que me fue. 

Cuando los pasajeros me preguntaban cosas, se les encendía la cara de coraje, con su mala vibra y sus pésimos modos. Cuando se acercaban a mi, era como si quisieran quitarme todo lo que me distinguía. 

Quitarme todo: esa era la consigna, desde mi primer trabajo, pasando por los narcisistas de la juguetería, hasta ese trabajo en Los Autobuses. 

Luego fui freelance más de cinco años y tuve mucha suerte: mi familia me ayudó, me pude desarrollar en lo que yo quería y ganar dinero sin salir del ambiente académico. Ese considero yo que es mi privilegio. 

Por desgracia, eso también se ha convertido en algo negativo para mi: desde personas que argumentan que "No necesito ese trabajo" o que por ser freelance "soy inestable y puedo dejar ese trabajo". Aunado a muchos otros prejuicios.

El prejuicio que tenía ese chófer tan naco era contra las personas blancas y con sobrepeso. Se encargó de burlarse de mi, junto con el hombre que solía ver como Wade Wilson, me cerró la puerta en la cara, se molestaba si me reía, me gritó cuando le pregunté algo, le fastidiaba mi presencia. 

Cuando fui con las brillantes personas de recursos humanos, su respuesta fue nula. Cuando me fui, le quitaron el castigo inmediatamente. No hicieron nada. 

Pero lo peor era escuchar sus pláticas, llenas de chismes y de calumnias y de éxitos de galán de balneario: que tal había tenido sexo con cual, que le olían las patas a tal, que él sabía que tal quería andar con él, que las empleadas se acostaban con el tal o cual para vender tal cantidad... muchas eran fantasías y otras delirios, pero en su mayoría eran pendejadas. 

Y era eso, que cuando tiró mi venta, yo me retiré con honor: de eso que los poco hombre como él no saben. El 2 de febrero, ese naco hablaba con su hija sobre el día de la Candelaria, el diálogo fue más o menos así: 

- Entonces - su hija refiriéndose a él - ¿de qué vas a pedir tu tamal?
- No, la verdad yo no como comida de pobres - sea lo que eso signifique. 

Ante esto yo me pregunté: a lo mejor le gusta un corte de carne, mariscos, osobuco, paella o algún platillo rico como el pulpo a las brasas o bogavante.  

Pero no, la verdad es que era él y pues no se le pide agua a las piedras. Él contestó: 

- ... a mí dame una carnita asada. ¡Yikes! 

Él, que en alguna ocasión dijo que sería ojete conmigo si yo era ojete con él, él, que todo el tiempo me miraba como si le diera asco y se reía de mi junto con su amigo O y el lavador, una vulgar trinidad que se desbarató con el exilio de este último, se mostraba en una simple frase. 

Cuando han peleado conmigo, personas amargadas, feas, narcisistas y enfermas de odio, siempre dicen algo que muestra cuán ridículos son: él, que si lo llevas a los Mil sabores de helado, pediría gustoso el de vainilla, o que si le hablas de vino, cree que es el nombre genérico para cualquier licor barato. El único Sergio que no era bailador. 

Me mostró cuán ridículo era y cuán ridícula era yo cuando por hacer caso de un hombre tan pobre y tan bajo de espíritu, que no sabe nada y que está cómodo con ello, que juzga a la gente por su apariencia y por lo que tiene, pero es incapaz de verse él mismo. 

Yo no iba a dejarme de él ni de sus amigos. En sus propias palabras: ¿700 pesos? Eso es lo que me gasto en una bolsa o en un restaurante. Para un juego así, podemos jugar dos. 

Tal fue mi coraje para no dejarme de él. Y no dejar que alguien como él me pisotee. Cuando me fui, él fue de metiche a inspeccionar la camioneta en donde sería guía, fue a hacer chisme, seguía fastidiándome ¿qué no se puso feliz de que ya me fuera? ¿qué quería seguir haciendo sus porquerías conmigo? 

Un hombre tan horrible, tan grosero, tan lleno de rabia e ira. Que ni la sobredosis de azúcar diaria ni la gorronería podrían calmar. Me hizo darme cuenta que valía más que esto. Que no iba a durar en los autobuses mucho tiempo. 

Ahora Wade... el que sigue es tu post. 


lunes, 1 de abril de 2019

El cocinero insatisfecho.

O estudia gastronomía, cuando pides trabajo en Los Autobuses, ellos te lo ponen de ejemplo. Es favorecido y apoyado por supervisores de campo y de ruta. Es un buen vendedor y te explica lo que le pidas. 

Desgraciadamente, hay un problema con O: es profundamente envidioso, aunque tenga todo o parezca que tiene todo. Aunado a que no sabe inglés, que si no fuera por las ideas irracionales de O, no sería un problema porque lo podría aprender para vender y ya. También, creo que tiene padecimientos, pero como no parece importarle, no tengo idea si se cuide o no. No me interesa.

La vida de O no ha sido fácil, dice que nadie lo ayuda, que nadie le hace las cosas, que se fue en ceros muchas veces, que vendía cosas en la calle, pero no estoy segura de esa historia porque no es mi amigo ni lo considero. 

O se burló de mi, cuando un chofer naco me tiró una venta que yo había trabajado. No mostró piedad y no le importó que me afectara en mi comisión. Me tiraba ventas con cualquier pretexto, pretendía enseñarme, sin éxito, a vender, porque en el fondo, gozaba con verme miserable, Cuando vendía, intentaba sobrecompensar con su falsa modestia y su supuesta productividad. 

O siempre hablaba de que no tenía privilegio, que todo fue porque él lo hizo... cosa que no era cierta porque muchos choferes lo ayudaban, les agradaba y, aunque se burlaran de él, no parecía que fuera con saña o con ganas de humillarlo. Como si hacían conmigo. 

Cabe señalar, que como O es hombre, no comprenderá lo que es ser acosado sexualmente por un montón de hombres morbosos. No será calumniado de acostarse con hombre para subir de puesto o en números. No será apodado más que con lo evidente. 

A O tal vez nunca le pidan prestado y no le paguen, nunca le aventarán la lista de asistencia en la cara porque les cae mal, nunca le tirarán ventas porque no cae bien. De hecho, si lo piensa, si aprende inglés, será aún más ejemplo de lo que ya es. Ojalá que lo haga. 

A O no lo han perseguido, humillado, amenazado con correrlo, no se han burlado de él por no saber explicar, por lo que estudia. No es un fracasado que no ha podido levantar sus proyectos. No está en un empleo que no es propio de su área. 

A O no le han hecho ese mobbing propio de empresas que parecen importantes. A O no le tiraron la venta para que parezca que no le deben dar ese punto. Si O demuestra que es buen vendedor, le premian, no lo castigan como hicieron con otros. Como hicieron conmigo. 

O estuvo al pendiente de mi vida para disminuirme, para burlarse, incluso para difundir rumores sobre mi. Incluso le fueron con el chisme de lo que me había pasado y siguió burlándose con el lavador y el chofer naco. 

A O le dijeron que yo había hablado de él cuando finalmente denuncié. Y empezó a tratarme con su falsa amabilidad. En un día "logré" que se acercara lo que no se acercó en tres meses. 

- Primero me intentó saludar y le hice el chiste que febrero es el peor mes porque pura gente horrible, empezando por mi, nace. O debatió mi chiste con el hecho que su mejor amiga nació en ese mes, me cuestionó que si yo pensaba eso, no quería decir que fuera verdad. Le contesté: Tienes razón. Y me puse a trabajar. Primer strike

- Más tarde O iba a la tienda por sus bocadillos favoritos y me ofreció "amablemente" comprar algo para mi. Yo le dije que no, que ya había comido. Le agradecí, porque no soy maleducada ni hipócrita: el que quiera darle un puñetazo en la cara no significa que un día pueda hacerlo. Yo si tengo límites. Segundo strike. 

- Cuando compró sus bocadillos me ofreció... sin tomar en cuenta que le dije que YA HABÍA COMIDO, me negué tres veces. Tercer strike. 

- Finalmente, O me llamó de la peor manera posible: me dijo Andy, señal inequívoca de que una persona es hipócrita conmigo o va a pedirme algo como su amigo, el voluble. A lo que, francamente harta, le contesté: Me llamo Andrea, no me gusta que me digan Andy. OUT, ya no se acercó más. 

Porque estuve tres meses O, en los que nunca me trataste bien, en los que sólo te dedicaste a burlarte con tus amigos, en los que, en una ocasión me gritoneaste como si fueras mi jefe, y, aunque me explicaste, parecía que mi sola presencia te era repulsiva. 

Cuando viste que las cosas no iban bien, ¿a quién creías que ibas a engañar? Tu no me hablaste porque quieras hacer las pases, ni me hablaste porque de repente te agradara: lo que quieres es estar bien sólo contigo. Quieres que todos digan lo agradable que eres, que todos te digan que si. 

Pues yo no: imagino tu triunfo si me hubieras convencido y me repugna. Jamás participaré de que te creas tu propia mentira, yo soy un contraejemplo a este teatro que haz armado. 

Cuando me fui, O estaba visiblemente molesto: porque me ayudaron, porque, según su argumento del privilegio, yo no iba a estar más en ese trabajo tan maravilloso (sarcasmo). Porque yo sabía inglés y porque me veía feliz, porque me dieron cosas y tuve nuevas experiencias. 

O es la muestra de muchos de los especímenes de Los Autobuses: que con tal que seas tan o más miserable que ellos, no son capaces de dejarte ir. 

No te entiendo O: tú tienes días productivos, tienes amigos y compañeros que te respetan y quieren, tienes a gente que respeta tu trabajo y te compra, te favorecen, te ayudan. Tienes un privilegio también, aunque sea diferente del mío. 

Cuando subí a mi torre de marfil, no pude evitar contemplar que lo del inglés fue sólo una farsa: O no quiere aprender por cultivarse o por entender, O quiere que otros no sean mejores que él. 

Deja esos cuestionamientos profundos y contradictorios para mi, un Sócrates insatisfecho, no para un cocinero insatisfecho como tú. 

¿O será que te cuestiono porque en realidad eres un tonto satisfecho? 

Los tres peores meses de mi vida

La razón por la cual no escribí de forma constante, fue porque tenía una depresión detonada por un abuso narcisista por dos mujeres. Ninguna de ellas tuvo consecuencia alguna. 

Después tuve un desencanto por la vida que detonó en que abandoné mis proyectos y todo lo que me gustaba. No me atreví a dejar de lado el blog, pero seguía escribiendo. Ahora con mucha angustia y pesimismo. 

Y, aunque veía cosas buenas o cosas que me movieran, la motivación o el gusto por la vida no llegaba, ni yo sabía que era lo que necesitaba: por un lado no abandonaba mis proyectos, pero tampoco los concluía. No quería salir, pero había miles de eventos para escoger. No quería a nadie, pero tampoco quería estar sola. 

Luego llegó ese trabajo... en una compañía de autobuses como el turibus, pero que no era el turibus. Cometí un terrible error. 

Aunque conocí a gente buena y pude tener una plataforma para otros proyectos, quedé con mucho dolor y muchos problemas para confiar a la gente. Lo que si, me sigue sorprendiendo la forma en que la envidia llena de amargura a la gente, hasta perder la razón. 

Lo que sigue son algunos relatos, además del de Wade Wilson, con los que denuncio a muchas personas, maltratos y terribles prácticas de esas personas, a las que, en adelante, me referiré como Los Autobuses. Ojalá no pasen por lo mismo o nunca se repitan en mi vida estas circunstancias. 

Jamás te volveré a ver o los lugares se hacen grandes

En mi vida hubo tantas personas que me hicieron mucho daño. Por fortuna, ya no están aquí, es como si se murieran o se deshicieran con ácido. 

Hubo muchos que fingieron que eran mis amigos, que me humillaron, que querían que desapareciera, que me robaron, que no pudieron hacer que la gente me odiara y no pudieron evitar que los buenos me quisieran, hoy todos se desaparecen, se van, son olvidados como sus crueles afrentas y su toxicidad. 

De algunos no recuerdo sus apellidos, sus horribles caras, su olor es un recuerdo muy vago, sólo recuerdo lo que me hicieron sentir y sus terribles padecimientos: muchos eran maltratados, inadaptados, narcisistas, tenían halitosis o el cuerpo feo, sus dientes chuecos o podridos, su obesidad. Unos más tenían orzuela, estaban enfermos de la columna, tenían jiotes o marcas en la cara.

También, aunque han sido guapos los que me han agredido, con el tiempo se les hace cara de lo que tienen, de lo que piensan y de todo lo que traen adentro: creen que la vida no se reflejará en ellos, como Dorian Gray. 

Reciente, alguien me agredió y me dí cuenta que se parecía a la persona que era su amigo pero me odiaba. Vi que el cuerpo, la nariz, el cabello parecido a las púas de un cacto, la mirada perdida y apagada de los viejos tiempos, el desencanto de haber perdido la belleza física, o bien, que esta no fuera suficiente para tener algo más que poseer. La completa indiferencia hacia los pensamientos ajenos. 

Él, con todo su porte de Ryan Reynolds, en uno años se volverá el común denominador de la gente, si no es que antes si continua con su actitud... fue muy triste para mi saber que entre los dos había un abismo y que aunque se encontraba en el centro, él siempre estará lejos de mi, abajo. 

Y no era ni en lo social ni lo educativo, él no estaría cerca de mi, por su actitud, su falta de compromiso, sus burlas a toda la que tuviera. Al final se le haría cara de lo que guardaba en su interior. 

Recordé a otro más que me agredía en la universidad. Yo me iba a San Ángel, huía al Risco, huía a Perisur, huía a la Lombardo, al Mora, al Parque Hundido. Y cuando San Ángel se convirtió en hogar de psicópatas y narcisistas, huía a otro lado, huía a Loreto, tal vez a Chapultepec. 

Un principio de caridad para las comedias románticas es que siempre puedes encontrar al ser amado, incluso en una gran ciudad, incluso a pesar de los obstáculos. Pues en los dramas de la vida real, es todo lo contrario: la ciudad, bendito Dios, se hace más grande. 

Luego llegó Bruce, o más bien Mike Geier... y todo cambió. Aunque había una perturbadora tranquilidad y cierta alegría, él también se fue, porque esta vida también es injusta.