sábado, 13 de junio de 2015

Los buenos programas: Supersize vs Superskinny

Esta sección es patrocinada por: tengo más tiempo para ver programas por internet: así que hay que ponerse al corriente a ver todo lo que no se vio este semestre por hacer todo al final del día. 

I.

Todos tenemos problemas con la comida... el ser flacos no nos impide tener malos hábitos alimenticios: desde dejar de comer, hasta comer demasiado porque no suben de peso. Recuerdo que tenía compañeros que comían 2 tortas en el descanso. O comían seis enchiladas. Como no se notaba la hinchazón en sus estómagos, no había nada de qué preocuparse.

Recuerdo que yo tampoco me quedaba atrás: comía cuando me daba hambre y luego aguantaba hasta siete horas, a veces comía por ansiedad, por miedo... a veces así me sentía mejor. O sentía que lo necesitaba: comer estar ligado a un sentimiento.

Muchas de nuestras creencias sobre la comida, sobre nuestra rutina, se encuentran en nuestra educación familiar: sentimientos sobre un comportamiento, sobre determinados alimentos, sobre el hecho de no colapsar cuando hacemos un esfuerzo.

En nuestra familia se encuentra nuestra información genética: enfermedades, predisposiciones, rasgos similares: si somos gordos o flacos, si seremos diabéticos o no si nos cuidamos. En familia sabemos que hay que hacer un esfuerzo conjunto, pero no siempre lo hacemos. 

La comida es protección: para aguantar un día difícil, una desvelada, un mal momento. La comida en familia propicia que la gente coma mejor. Pero no evita que las personas se desvíen del camino. La comida siempre está ahí. 

II. 

He visto muchos reality shows: donde humillan a la gente por ser como es, la culpan por ser gorda (cómo los de la doctora Gillian Mckeith); donde promueven que la idea de ser gordo e ignorante es algo relacionado con el estilo y no con lo grotesco (Here comes Honey Booboo); donde disfrazan lo aspiracional con ser una attention whore y con ser una golfa (Keep up in with the Kardashians), donde siempre exponen a la gente (cualquier show con temática y panelistas). Pero nunca vi algo como esto: Supersize vs Superskinny. 

Este es un show conducido por el doctor Christian Jessen, de vez en cuando invita a periodistas y colaboradoras para hablar sobre temas como la obesidad, el cuerpo perfecto, la imagen en los medios, las cirugías y las bases biológicas de los trastornos como anorexia y bulimia. Estos casos, si bien tienen un seguimiento, a veces fungen como reportajes de color para llenar el tiempo del programa. 

El programa presenta dos casos en conjunto: individuos peligrosamente obesos, y, en el otro extremo, individuos peligrosamente bajos de peso. Ambos tratan sus problemas con la comida: sus creencias, sus aficiones, sus temores. A veces son diferentes, a veces ¡son las mismas! 

La metodología que sigue el programa es que el individuo obeso sigue la dieta del individuo delgado, y viceversa. Así, tienen una especie de epifanía: ¿por qué ellos comen algo que no le darían a otro? ¿por qué comer algo que parece repugnante? Ellos saben que se someten a cierto tipo de tortura, ambos se matan de hambre, ambos tienen miedo de comer y ambos no saben cómo comer bien. 

Porque ser delgado no es la felicidad, ni la gordura lo es. Porque nadie sabe cómo cuidarse y cómo seguir una dieta. Creemos que los chocolates, saltarse comidas y el refresco nos aportan algo. Creemos que no merecemos comer bien, asociamos la comida con sentimientos y con ideas que no sabemos afrontar. 

III. 

Recuerdo que nunca aprendí a comer pese a todos los insultos y humillaciones que me decían... recuerdo que siempre creí que comer mucho era ser, de algún modo, sano. Pero cuando sufres de gastritis, cuando te queda ese sabor acedo en la boca... cuando no puedes dormir ni rendir por lo que comiste y sólo comer jitomates crudos te quitan la sed y el hambre... es hora de buscar ayuda. 

Porque al final somos humanos: creemos que algo es la felicidad, tenemos inseguridades asociadas con el cuerpo, el cuerpo es un fascismo; no sabemos aceptar un halago. No sabemos cómo amarnos. 

Y aunque el programa es algo imparcial con los obesos (se aborda la tesis del costo de la obesidad, ser gordo atrasa al país, tú sabes). El programa es más de la dismorfia corporal, de reconocer al otro y de entender que también es humano: que no es feliz con su cuerpo y que no sabe qué hacer con lo que tiene. Muestra que estamos en constante diálogo y a veces, podemos llegar a la misma conclusión con diferentes creencias. 

Al final nos aceptamos, nos cuidamos y tenemos lo que importa: LA SALUD, no el cuerpo de modelo, no el concepto torcido de belleza, no la aceptación de todo... La salud, el bien más importante para acabar con ese fascismo del cuerpo. 

No está subtitulado, pero es un gran comienzo que conozcan esta serie de la BBC 4. 


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