sábado, 4 de febrero de 2017

Sing Street o la belleza de la introspección

Sing Street es una película de John Carney (Begin Again, Once), que narra la travesía de Cosmo, un adolescente que, tras conocer a una bella chica llamada Raphina, decide de la nada hacer una banda inspirada en la música ochentera. 

A lo largo de la película, Cosmo tiene que lidiar con la escuela, sus bullies, la bancarrota y el cambio que conlleva y la separación de su familia, en la cual hay dolor, sueños rotos y falta de comunicación. 

Cosmo se caracteriza por ser un soñador, cualidad que a veces lo infantiliza, pero que lo hace tomar fuerza para buscar su destino. Y es que es el cumplir su destino, el no querer quedarse en un lugar en donde sólo hay sufrimiento, represión y conflicto. 

Suele suceder que, aunque podría considerarse una feel good movie (una película para hacer sentir bien al espectador), la película es increíblemente profunda: porque a través de los ojos de este chico y su familia, una familia como cualquier otra, observamos cuántas desavenencias y alegrías compartimos. Además de que, como si fuera la música que nos ha marcado, la familia es parte de nosotros. 

La belleza de la introspección 

El do de pecho y la mejor escena de la cinta, la tiene el hermano de Cosmo: porque él ha sido quien más lo escucha, quien lo ha influido y que sabe lo que representa su familia para todos. Pero es quien más ha sufrido porque le han cortado las alas y su futuro es incierto. Cosmo no lo ve, porque es como una especie de mentor, pero a medida que sufre y lo escucha, es como si su hermano cobrara otra dimensión, existiera, empezara a ser. 

Lo que comienza como una aventura, una ensoñación de Cosmo, muestra una cara de la adolescencia relacionada con el dolor y con el impulso creativo. Para Cosmo, como para cualquier adolescente, la música es todo: un escape, una forma de sobreponerse al dolor, de enfrentar la fluctuación de ánimo y comprender la mecánica de los afectos. 

Es como si en nuestra mente hubiera impresiones, pero en la parte de un soundtrack que tenemos que escoger nosotros: así, tenemos una canción para llorar, otra para alegrarnos, otra cuando las cosas no avanzan, una para cuando hagamos el amor y otra más para cuando desistamos de intentar y otra para avanzar. 

De igual forma, reaccionamos diferente acorde a cómo nos han educado nuestros padres y lo que nos pasa: ellos creen que nos protegen, pero nos ocultan cosas. Con ellos tenemos nuestras costumbres y de ellos sacamos nuestros primeros gustos musicales... pese a tener alma de rockeros, metaleros, góticos o poperos. 

Sing Street no es solamente un homenaje a la música, es una carta a la familia. Cómo es cuando no hay comunicación, cuando queremos salvarla para salvarnos a nosotros. Cómo es que otros de sus miembros sufren, anhelan y quieren algo mejor, pero no nos lo han dicho. Cómo es que no vemos sus necesidades, hasta que son el elefante en la habitación. 

Cuando la veía, no pude dejar de pensar por qué dejé de tocar guitarra y de pensar en la música. Tal vez porque si me importaba lo que otros pensaran de mi. Ahora ya no vivo para mi, ni para escribir a ese primer amor imposible, o para soñar con canciones de tierras lejanas y mensajes crípticos, o una influencia de una canción de amor que anhela y pide a gritos que mi amor me note. Lo dejé de hacer, simplemente se fue. 

Cuando conocí a Titán, al final Emilio Acevedo me dijo que si escribiría de rock, pero le dije que tenía que hacer mi tesis. Tenía que tomar esa oportunidad para hacer lo demás después. Pero, pensé: ¿Y si no vuelvo? Esos eran mis orígenes. 

Gracias a Corazón de Titán, me sentí como una persona diferente. Gracias a los Stones, a los Beatles y a David Bowie, yo quería hacer mi grupo de rock, gracias a mi mamá los conocía y gracias a su influencia quería ser rockera. 

Ahora me pregunto ¿a dónde fue todo eso? ¿qué me pasó? 

Tal es el dilema o la obligación de volver al origen y de entender quién es uno. Eso depende de conocer quién es, quien lo ha influenciado, qué mensajes escucha y cuáles quiere dar. Eso, señores, es lo que Sing Street pugna y quiere que entiendas. 

Sin más, yo sólo puedo decir que esta es su vida y pueden ir a donde quieran, tienen que apoderarse de su rueda y manejarla como si la hubieran robado. 






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