viernes, 9 de abril de 2021

Mi vida a través de Scissor Sisters

Scissor Sisters es un grupo que tuvo su auge en 2003, año de formación de la banda, hasta 2012, año en que la banda decidió tener una pausa. 

Yo los conocí en 2006 cuando iba en la secundaria. En aque entonces ya me habían decepcionado gente que decía ser mi amiga. No me juntaba con nadie ni me interesaba mucha gente. Salvo Ana Laura, amiga que recuerdo por el sencillo de Scissor Sisters, Laura, y de la que finalmente me separaría en 2009, antes de entrar a la universidad. 

Ana Laura y yo compartíamos ese gusto por la música, por disfrutar las canciones, por llevar la contraria a la gente con argumentos que les inomodaban, por tener humor negro y creer que nada nos era suficiente. 

Hacía lips sync con Comfortably Numb, me encantaban Laura y Filthy Georgeous, una canción sobre los fetiches sexuales y el sexo sucio. Ciertamente, tengo muy buenos recuerdos de esas canciones. El Scissor Sisters es de los discos que más me ponen de buenas. 

Luego, me separaría de Laura, pero no de Scissor Sisters. Aunque quité Laura de mi playlist, decidí pedir el Ta Dah para mi cumpleaños y mi vida cambió: sus letras eran divertidas, los videos ingeniosos, las armonías pegajosas y llenas de vida y color. Las letras eran brillantes: como Elton John, Culture Club, Roxy Music, Bee Gees, Blondie. Sus voces y sus vestuarios: ESPECTACULARES, ¡era como tener glitter en los ojos!

Y mientras que Ana Laura decía identificarse con Ana Matronic, yo pretendía ser Jake Shears, de quien estaba enamorada y le dediqué muchas fantasías.

Me enamoré de Jake Shears como cuando me enamoré de Boy George: un amor puro, sin orientación, sin género o etiqueta. Por aquel entonces me llamaban lesbiana para burlarse de mi. Mote que sigo cargando cuando no le agrado a la gente. 

Por eso es que comprendo la lucha, comprendo que es ser discriminado y ser juzgado por ser diferente. Comprendo por qué la consigna es Love is Love

Mientras que muchas lesbianas manoseaban a compañeras hetero o bi curiosas y que maestras lesbianas cometían injusticias contigo por ser heterosexual y no ser de su agrado, yo soñaba con cantar como Jake Shears, tener una pizca de la sofisticación de Ana Matronic o ser ingeniosa como Paddy Boom. Ponía I don't feel like dancing y Take your mama para seguir adelante, sin saber lo que me esperaría de la vida. 

Cantaba a todo volumen Paul McCartney: estaba convencida que mis clases de solfeo me quitarían la inseguridad y me darían el falsete de Jake Shears. Porque lo amaba.  

Me refugio en esa nostalgia, llena de color y de apertura a la diversidad, porque en el fondo yo sólo tenía a Ana Laura. A ninguna de mis compañeras les caía bien y a las pocas que lo hacían, sus amistades les manipulaban para que no me hablaran. 

Recuerdo a una chica, llamada Gaby, ella me aceptaba y decía que le gustaba cómo escribía. Cuando leyó mi autobiografía me dijo uno de los mejores halagos que he recibido: está chida tu vida... Parece simple, pero ella dejó una gran huella en mi. 

Yo por mi parte, seguía cantando y bailando. Y riéndome de She's My Man, uno de los videos de mis grupos favoritos de la vida. Sus presentaciones en los Brit Awards, aún me hacen sonreír. 

Recuerdan que dije que yo no sabía lo que me esperaba en la vida... Ana Laura dijo que yo quería comprar su perdón cuando le regalé un disco, en orden de reparar un error que había cometido. Jamás me perdonó y jamás la perdoné. Y, aunque le guardé luto, su forma de contestarme me enoja muchísimo. 

Y Gaby... aquella mujer que yo no consideré una amiga, resultó ser una persona entrañable y una mujer increíble. Desafortunadamente, murió en un accidente que no puedo describir, porque fue espeluznante. Y la persona responsable nunca fue condenada por ello: una juez ignoró la evidencia. Nada es más terrible que una mujer en contra de otra. 

Cierto día, cuando tomé terapia de grupo, decidí contar esa experiencia y el trauma que me había producido, una persona a la que no le caía bien y que conspiró con otras dos brujas horribles, decidieron que desestimar mi relato: me acusaron de "inventar la historia para llamar la atención", fastidiaban todos mis argumentos, criticaban mi capacidad para relatar historias, me acusaron de narcisista, cuando ellas eran unas culeras ojetes. 

Me salí del grupo, porque eran insoportables. 

Pero, en el mundo de la música, me devolvía la esperanza Fire with Fire. Recordé por un momento todas las cosas que me hacían feliz, que seguían que siguiera mi ritmo. Estaba entrando a mis veintes. 

Finalmente, vi Glee y me sentí atraída por una canción, cuyos beats me recordaron esa energía que sentí en mis años de secundaria: era Let's Have a Kiki, que sonaba mejor con ellos y que no era tan absurda como la hicieron en Glee. Iba como en mi tercera adolescencia. 

Mi corazón latía con el poder de la música, con el poder de Scissor Sisters. 

Ya como en 2013 supe que Jake Shears había sacado un disco en solitario, pero, injustamente lo valoré como una extensión del trabajo de Scissor Sisters. Ya hablaré de su trabajo después. 

Me encantaba bailar Only The Horses, actuar como Ana Matronic en Any Which Way y I can't decide. Me recordaba todo lo que amaba de la música: vitalidad y universalidad. Porque, en cualquier época, Scissor Sisters hubieran triunfado y hubieran trascendido. 

Me alegra no haberlos olvidado: porque ellos me recuerdan una buena etapa de la música, mi despertar sexual y algunas buenas cosas. Sólo me gustaría quitar las partes que asocio con esas compañeras de la secundaria. 

Sin embargo, lo que quiero agradecerles toda mi vida, es haberme dado la fuerza para aceptar mi tristeza con esta canción. Porque es una canción de deuda con alguien que amamos, pero, resultó ser que no era nadie que yo conociera. Era yo misma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario