lunes, 23 de marzo de 2015

Estaba lista pero...

Hace mucho tuve una depresión... no quería hacer nada, ni levantarme ni salir a la escuela, ni hacer muchas cosas. Cerré todas mis redes sociales. No quería ser vista, ni oída, ni que nadie se me acercara. 

Fue algo terrible... no quería estar deprimida, pero la verdad es que no veía otro estado en mí, que pudiera encajar. No veía más allá de mi dolor. No porque fuera egoísta, pero tenía que enfrentarme a ese dolor, a esos malentendidos que empeoraban su estado. 

Aunque comprendo a las personas que están deprimidas, encontré algunas cosas, que podrían interesarle a personas que se enfrente a un dolor muy grande: 

- Es conveniente entregarte al dolor. Pero no se debe hacer del dolor una forma de vida. 

- Las personas pueden no ser lo mejor, incluso pueden empeorar las cosas, pero es cierto también que sólo quieren ayudarnos y hay que saber agradecerlo. 

- Hay un tipo de personas que son muy peligrosas cuando alguien tiene una depresión: la gente que finge apoyo. Pero sólo quiere conocer tus sentimientos para presionar tus botones, y, en poco tiempo, hundirte más y quitarte del camino. 

¿Recuerdan las películas de guerra en dónde el peor miedo es a lo que se gesta dentro de nosotros, en vez de la guerra misma? Pues eso fue lo que creí que pasaría si alguien me filmaba. Me enfrenté a la incomprensión de la gente: desde malos tratamientos, malos psicólogos o personas que ridiculizaban mi situación, arguyendo que yo necesitaba ejercicio o ir a talleres para adquirir a un pasatiempo; hasta personas que creían que se ayudarían si se proyectaban en mí. Pero todo fue una serie de eventos desafortunados. 

Y no se si fue lo peor, pero esos chupasangre que sólo querían quitarme de enfrente... no sé ni como salí de ahí, no se ni cómo me los topé, pero me alegra que haya pasado. 

Dicen que hay que tener más cuidado con las recaídas, lo cierto es que hay que observar que fue lo que pasó, que pensábamos para llegar ahí y qué queremos. Hay personas que sin duda, no lo van a respetar... pero una vez que salen de nuestras vidas, lo mejor es seguir buscando. 

En mi caso, fue la necesidad de hacer amistades en mi carrera y de encontrar un amor. Eso me perseguirá. Quizá tengo ideas equivocadas sobre el amor y debo seguir intentando más, de lo contrario seguirá doliendo. 

Y de los supuestos amigos... no creí que hubiera gente que fuera capaz de hacer esas bajezas con tal de quitarme del camino. Con tal de sentir que controlan algo. Cada vez que observo eso, no quiero apelar a la sabiduría que he adquirido, pero si intentan controlarte con algo, es que su vida está fuera de control también. 

Muchas de estas personas, si no se enojaban conmigo porque no los veía y estaba triste, se enojaban porque necesitaba tiempo para mí. Tomaban todo personal. Y, cuando les pedía ayuda, no estaban tampoco para mí. 

Otros se enojaron porque la depresión no acabó conmigo: lo que querían era verme francamente derrotada, disminuida. Como si el hecho de tener una depresión fuera un descuido de todo lo demás, o me hiciera incapaz de tomar control de mi propia vida y mi carrera. Fueron los compañeros de carrera los que nunca me mostraron ningún apoyo. 

Supongo que es cuestión de aceptar que nos equivocamos, que algo en nuestro sistema falló y que, por muy duro que haya sido, será mejor cambiar esas creencias. Tratar de entender por qué somos así y por qué constantemente queremos ser nuestros propios enemigos, siendo que hay gente con más disposición a dañarnos. 

Muchos dirán que es encerrarse en sí mismo, pero lo cierto es que es estar al pendiente con uno, para que poco a poco se reintegre a la sociedad, de la que, uno quiera o no, es parte. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario