miércoles, 18 de marzo de 2015

Por qué no tengo celular

Nooo, nooo y nooo. Y mil veces nooo: escupo sobre los celulares, no me gustan, los detesto. 

Las razones se remontan a mis traumas, pero también a la practicidad. Del lado de los traumas es: 

- Aunque tenga un celular, es cierto que la desconfianza prevalece. Del lado de mis traumas es que, lo tenía para que me checaran y obvio, si no contestaba, pues estaba haciendo lo peor del mundo: inyectarme heroína o robar a alguien, o estaba muriendo. Osea, algo malo pasaba. 

- Creo que no es necesario un celular cuando saben tu rutina, quienes son tus amigos y qué haces... Un celular no trae más confianza: porque puedes mentir con él, falsificar cosas o ponerte de acuerdo para hacer un mal. En fin. 

Pero en la practicidad me he encontrado con estos inconvenientes

- Un celular no te ayuda a hacer llamadas, puedes tener el plástico, pero sin el crédito y sin las aplicaciones es inútil. Prefiero un maxcom. 

- Un celular no te ayuda a ser más puntual. Tener un celular y decir: ya voy para allá, no es puntualidad. Si acaso es la regla de los 5 minutos, pero no siempre las personas son tolerantes a eso. 

- Un celular no sirve para comunicarse... es el cliché, pero de todos los adelantos y chucherías que tiene, sólo es una distracción más. No es para hablar con otros. No es para avisar, no es para que alguien te localice: es un juguete, un gadget, una pantalla más. No es diferente de una pequeña computadora.

Sin contar que la gente es cada vez más agresiva, cada vez más grosera... no me gustaría saber que me encontrarán, que estarán acechándome a cada momento. No me siento cómoda de saber que pueden localizarme... supongo que por eso tiré el celular la primera vez. 

Supongo que aún quiero seguir hablando con la gente, como antes... como se suele hacer. Como siempre debería serlo. 





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