miércoles, 11 de marzo de 2015

Es que no hay cura

Esta post está patrocinado por: Traumas ocasionados por la familia por decisiones que tenía que tomar de todas formas. Recuerdo que cuando decidí estudiar filosofía, no me dijeron que si estaba bien o mal, que de qué iba a vivir, ni esas preocupaciones tontas por decisiones de adulto... recuerdo que me dijeron algo mucho más hiriente. 

Y era que, principalmente, cómo iba a estudiar eso si no era inteligente. Que casi casi los filósofos no vivían en el mundo, que eran un ejemplo de santidad sin echarse pedos, y que eran omnisapientes... en pocas palabras, eran seres inexistentes. 

También, cuando me enojaba y decía groserías... pues peor me iba: me tachaban de vulgar, de verdulera, de que nunca me había educado. Cuando decido decir groserías es para disminuir mi coraje y dolor, es algo más cultural. No es que la filosofía te haga decir menos. 

Es más, no es que haya algo que te eduque y te haga más decente y socialmente aceptable. 

Esta postura se parece al supuesto de la ilustración: a medida que recibas más educación, todos los problemas que puedas desarrollar... podrían disminuir, podrías solucionar tu vida entera con educación. ¡Liberté, fraternité, equalité! 

La verdad es que no...

He visto a las mejores mentes de mi generación... Nah, la verdad no: pero si he visto que las personas que tienen estudios, que saben mucho de algo son más groseras que yo. No que me mienten la madre y me canten el precio, pero si son déspotas, creen que valen más que otros por saber bien su área. A los que no comparten sus ideas los apartan y los discriminan y atacan cada que pueden. 

No reconocen cuando otros tienen éxito... de hecho son envidiosos y esperan su fracaso. Como si fueran enemigos. 

Y he leído varias biografías. Ahí los mejores escritores eran borrachos, enfermos, demasiado religiosos o demasiado neuróticos para aceptar la religión. Golpeaban a sus esposas, abandonaban a sus hijos o eran casi psicópatas... No eran un modelo, pese a su educación. 

Y las sociedades más educadas, como la alemana... aunque leían a Goethe y oían a Wagner, no pueden borrar el nazismo, ni el holocausto. ¿Entonces?

Yo cuando aprendí a leer... aprendí las mejores maldiciones, aprendí de educación sexual, de biología, de lugares (bares y baños públicos), aprendí sobre las tiras cómicas y sobre algunos de los mejores chistes para adultos. Aprendí a apreciar mejor las cosas que más me gustaban: la televisión, la comida, el humor y el cine. 

Aprendí sobre el lujo y sobre el vivir bien, me identifiqué con las heroínas y protagonistas. Pero no superé mis defectos ni nada de lo que hacía que me odiaran... es más, creo que se agudizaron. 

Y honestamente, la filosofía me ayudó en muchas cosas, pero el hecho de moldear mi personalidad me corresponde a mí, de eso soy responsable. De lo que está mal conmigo no la voy a culpar, como dejé de culpar a mi familia y mis padres. 

Yo sabía, que sin educación o con ella, tenía que hacerme responsable. Y lo que aprendiera me ayudaría posteriormente. Pero no creo, sinceramente, que si supiera más cosas sería mejor ser humano. 

La educación no es la cura para que las cosas malas se borren de alguna manera. No es el boleto dorado a una vida mejor... a veces, pero eso no es asunto racional, es un asunto de ser obsesivo, picar piedra, tener ideas muy fuertes y contradictorias. Es ir contracorriente y buscar otras cosas en la vida: como sacrificar cosas en aras de algo más grande, hacer cosas que nadie hace y que uno está dispuesto a hacer. 

La educación no es una cura, la cura nunca se descubrirá. 



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