En las
épocas oscuras de la vida, es cierto que buscamos el desquite, de nuestra
suerte, de nuestras malas decisiones, de la estupidez que creíamos era cierta.
Es bueno
alegrarse del mal ajeno, pero es cierto que esa alegría es efímera cuando hay
un buen corazón y unas ganas inexplicables de hacer el bien.
Cuando se
da con buena fe, se observa, se siente, no es algo teológico, ni algo que no
tenga razón de ser, es el bien por el bien puro.
Nada en la
vida es más fácil que hacer el mal, nada de esto hace más feliz al insensato,
al envidioso, al competitivo y al que va por la vida insatisfecho. Pero ¿qué
sucede cuándo no hay respuesta a esos males?
He conocido
personas que envidian hasta que uno tenga algo viejo, y no es por el hecho de
eso sea maravilloso o que les favorecería: odian por el simple hecho de odiar,
de sentirse miserables, es su modus vivendi.
Y todo el
tiempo barajan su insatisfacción, en cada momento, como si la otra persona no
mereciera ser feliz. Como si ser la misma porquería fuera una condición sine
qua non para que tengas cabida en su grupo.
Ser bueno
es más difícil, ser feliz es aún más difícil, pero lo que sucede cuando se
intenta y se construye es el poner en perspectiva lo bueno que tenemos y lo
malo.
Digo lo
bueno y lo malo, porque hay errores que favorecen, hay conductas que acarrean
algo bueno aunque no sea de la mejor manera. Aún así se tienen que hacer cosas
buenas, a menudo no porque las necesitemos, sino porque otros las necesitan.
Nada
enfurece más al envidioso, al insatisfecho y al insensato que no encontrar un
motivo para molestarnos… nada molesta más que revertir el odio, que envenenarlo
a él con un comentario que el esgrima, que usar sus términos para mostrarle
cuan equivocado está.
Con el
tiempo, sabrá que no solo somos buenos y competentes, sino más listos que él. Y
de esa imagen vendrá un odio más grande, odio que nunca sacará por completo,
puesto que no habrá momento en que lo saque, y si lo intenta, se contrarrestará.
Es una promesa.
Siempre el
malo está al acecho, buscando, examinando debilidades, pero las debilidades son
fortalezas, son fuente de aciertos, fuente de felicidad. Lo que tenemos que
hacer nosotros para que esto surta efecto, es aceptar quienes somos, tomar el
error como una fuente de aprendizaje y de enriquecimiento, así ya no será un
punto débil que el enemigo quiera usar.
Imaginen cómo
sería la vida si todo ese odio se revirtiera, si el enemigo no encuentra de
donde molestar, donde desahogar su desencanto por la vida, donde verter su río
purulento de porquería. Imaginen a un espía que no encuentra novedad, ni el
secreto que derribe al que está espiando. Ser así de cuidadosos es un ideal,
pero que bien cuando sucede. Que bien cuando algo nos sale bien, porque supone
muchos enojos de los otros.
Hace no
mucho me iba mal por mala actitud y comportamiento… me espiaban, inventaban
calumnias y me deseaban el mal, deseaban que me fuera, que no hubiera un solo
momento de paz en mi vida. Bastaba el más mínimo error para que se echaran
encima y destruyeran mi acierto.
Ante tanto
mal, sucede que cambié mi forma de pensar. Comencé a portarme bien, a tener un
bajo perfil, en lo que trabajaba para ser un nuevo yo. Tomé inspiración, leí
bien mis señales y empecé a hacer cosas por mi, para que no hablaran de lo que
no les importaba.
El
resultado si que me sorprendió: cuando era la misma mierda que ellos, les
alegraba, cuando me encontraba en una dificultad, me veían como su igual, hasta
llegaban a darme consejos para enterarse de lo que me pasaba. Creían que yo merecía
estar en su denominación.
Cuando
acertaba, cuando hacía las cosas bien, cuando me salía con la mía y mis
herramientas funcionaban… vaya nudo que les hacía el intestino, su hígado se hacía
papilla, me echaban miradas que de existir el mal de ojo, me daría mil veces. Era
como si quisieran contagiarme de su mediocridad, era como si sus triunfos, los
que hayan tenido, se anularan con cada buena acción que efectuaba.
Pero ahora
he aprendido… tal vez sirva para algo, algunas cosas:
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Los
errores se pueden perdonar, pero eso no anula el criticismo. Es un término
medio en donde no vamos a recordarlos siempre, pero si hay que tenerlos en
cuenta para no cometerlos más.
-
La
gente aplica muchas estrategias para hacerte sentir mal: decirte que todo lo
que haces es un error, recordarte que no vales la pena, apelar a tus defectos
para que no te consideres valioso, fingir que es tu amigo para luego
traicionarte, echar montón con otros débiles para que creas que la mayoría
tiene razón. Pero déjame decirte que todo argumento tiene objeciones, patrañas,
mentiras, generalizaciones absurdas y puntos débiles. Todo argumento se cae, y
uno es más hábil siempre para contraargumentar.
-
Para
hacer ese contraargumento es necesario conocerse, no creer todo lo que nos
digan, observarse y saber que podemos hacerlo mejor, que tenemos nuestro
proceso y es natural equivocarnos, tener dudas y no ser los mejores, pero
podemos aprender y trabajar para convertirnos en los mejores.
-
No
vamos a vivir con miedo, no tenemos por qué y no nos ayudará a sobrevivir:
Gödel tenía miedo de que lo envenenaran y murió de inanición. No dejemos que nos
maten nuestras contradicciones y paradojas, tenemos que salir de ese atolladero
o la vida misma nos alcanzará. Aunado a esto, no todo lo que nos amenazaba en
un momento de nuestra vida, tiene que ser amenazante hoy. Crecemos y nos
adaptamos sin que nos demos cuenta. Y a menudo funciona.
-
No
hay tales cosas como una gran convivencia, hay medios efectivos, estrategias para
convivir sin gente tóxica, pero tenemos que aceptar que esa idea se basa en una
creencia de que los demás estarán de acuerdo con nosotros, a todas horas y con
el fluir de los hechos. Eso no es cierto, puede ser que sea esa ocasión y ya.
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Hay
gente que le gusta más ser gustado, que gustarse de hecho. He conocido personas
brillantes, con gran talento, con buenas herramientas y saberes, pero cuya vida
se ve afectada porque no les gusta a los demás. Es un dilema, porque hay que
elegir que se guste más uno… lo cual implica soledad y a veces rechazo por
parte de la masa.
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Usa
tus defectos para ser el mejor, tanto como tus cualidades: a lo mejor eres
nervioso, pero sabes cuándo hay que actuar; te equivocas demasiado, pero
aprendes más cosas. Tal cosa como el alumno ideal y modelo, es eso, un modelo.
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Sonríete,
eres la primera persona que necesita eso, los otros también, pero ni siquiera
ellos mismos se sonríen, corta esa cadena de insatisfacción.
-
Los
otros son un ente extraño, incomprensible, pero mucho de los problemas que
parecen ser importantes, confusos, irritantes, resultan ser pseudo problemas o
usar su defecto como fortaleza para hacer creer que no hay una solución. Los
otros, son un supuesto a un problema más grande, mas no son el problema que hay
que resolver.
Finalmente,
haz cosas buenas, no solo para que el malo no gane, sino porque verás, que con
el tiempo, lo bueno en tu vida debe cobrar importancia. Las pruebas se
descubren en menos de lo que imaginas.
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