martes, 29 de marzo de 2016

Zoolander 2 o basta de la intensez

Vi Zoolander 2 el 29 de febrero, pero como he estado de un lado a otro, y los contenidos tienen que producirse, traigo la reseña un mes después.

La trama de la película nos presenta a Derek Zoolander (Ben Stiller), que después de sus fracasos como padre y misántropo (si recuerdan, hizo el Centro Zoolander para niños que no pueden leer bien y quieren hacer otras cosas también) se recluye en las montañas. Hansel Mcdonalds (Owen Wilson), amigo de Zoolander, está entregado a una vida hedonista, en orgías con actrices y héroes de acción.

Cierto día, reciben una invitación para regresar a las pasarelas. Zoolander acepta, porque quiere tener a su hijo de vuelta, Hansel acepta porque tiene una crisis al no poder comprometerse con su orgía.

Lo que no sospechan esos dos modelos, si es que son capaces de sospechar algo, es que su enemigo Jacobim Mugatu (Will Ferrell), planea una conspiración para vengarse por el crimen contra el primer ministro de Malasia. Derek tendrà que rescatar a su hijo y recuperar su carrera, con ayuda de una curvilínea policía (Penélope Cruz).

La película, pese a que la han destrozado y calificado mal, es excelente. Cuenta con grandes actuaciones de comedia, grandes cameos, que son muchos y muy rápidos, pero eso te obliga a poner atención y bien ver la película otra vez, tomando en cuenta los detalles, los chistes, quién hace qué en la cinta.

Me encantó Zoolander, no porque me guste lo estúpido, me gusten las ideas tontas o porque puede màs mi nostalgia que mi razón… me encantó por el siguiente argumento:

Basta de la intensez

En los últimos años hemos esperado películas épicas, con conclusiones extraordinarias, con maravillosos efectos, desarrollo de personajes, que tengan todo: acción, comedia, drama.

Las mentes detrás de Zoolander saben todo esto y nos los dan. Pero el resultado es secretamente brillante: se burlan de todas las sagas, de todas las fórmulas, discursos, enseñanzas, personajes importantes que puedan afectar el curso de la trama, se burlan de los cantantes, de los héroes de acción, de los giros de trama. No respetan nada.

He ahí el quid de Zoolander: te dice que es ridículo todo lo que esperas, porque, en el fondo, lo que tú quieres saber es qué más pasará con esos modelos y sus locuras. No interesa si tiene sentido, si es mejor o peor o si participa de un fenómeno cultural como la moda,

Basta de la intensez del elegido, de la conclusión de tramas sofisticadas, de los lugares comunes de las películas de culto. Zoolander es para relajar los sentidos, reír, sentirse confundido como estos modelos, pero es un divertimento puro.

Zoolander fue antes que Bruno, y no necesitaba grandes cosas para ser grande, no necesitaba ser políticamente incorrecta, plantear grandes ideas o humor inteligente. De eso es de lo que se està burlando, procuren entender la película.

Zoolander es grande porque nadie se esperaba lo que pasaría, nadie sabía a ciencia cierta la trama y cuando la vieron, lo mejor que pudo haber pasado es que ridiculizaran nuestras ideas sobre la marcha.

Así que, bájenle de intensos: era una comedia para reír y cierra sus tramas magistralmente. Se ríe de lo que no debería y eso es el humor: es desafiar, exponer que tus ideas son ridículas, que las buenas tramas no son las que ofrecen màs elementos, sino las que los incorporan mejor.

Yo me divertí màs que en la primera y a ambas las recordaré con cariño y agrado. Ambas me parecen una evolución del pensamiento humano, a saber, que hay más cosas en la vida que ser ridículamente guapos. Y es bueno averiguarlas.

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