Vi
Zoolander 2 el 29 de febrero, pero como he estado de un lado a otro, y los
contenidos tienen que producirse, traigo la reseña un mes después.
La trama de
la película nos presenta a Derek Zoolander (Ben Stiller), que después de sus
fracasos como padre y misántropo (si recuerdan, hizo el Centro Zoolander para niños que no pueden leer bien y quieren hacer
otras cosas también) se recluye en las montañas. Hansel Mcdonalds (Owen
Wilson), amigo de Zoolander, está entregado a una vida hedonista, en orgías con
actrices y héroes de acción.
Cierto día,
reciben una invitación para regresar a las pasarelas. Zoolander acepta, porque
quiere tener a su hijo de vuelta, Hansel acepta porque tiene una crisis al no
poder comprometerse con su orgía.
Lo que no
sospechan esos dos modelos, si es que son capaces de sospechar algo, es que su
enemigo Jacobim Mugatu (Will Ferrell), planea una conspiración para vengarse
por el crimen contra el primer ministro de Malasia. Derek tendrà que rescatar a
su hijo y recuperar su carrera, con ayuda de una curvilínea policía (Penélope
Cruz).
La
película, pese a que la han destrozado y calificado mal, es excelente. Cuenta
con grandes actuaciones de comedia, grandes cameos, que son muchos y muy
rápidos, pero eso te obliga a poner atención y bien ver la película otra vez,
tomando en cuenta los detalles, los chistes, quién hace qué en la cinta.
Me encantó Zoolander, no porque me guste lo estúpido, me gusten las ideas tontas o porque
puede màs mi nostalgia que mi razón… me encantó por el siguiente argumento:
Basta de la
intensez
En los
últimos años hemos esperado películas épicas, con conclusiones extraordinarias,
con maravillosos efectos, desarrollo de personajes, que tengan todo: acción,
comedia, drama.
Las mentes
detrás de Zoolander saben todo esto y nos los dan. Pero el resultado es
secretamente brillante: se burlan de todas las sagas, de todas las fórmulas,
discursos, enseñanzas, personajes importantes que puedan afectar el curso de la
trama, se burlan de los cantantes, de los héroes de acción, de los giros de
trama. No respetan nada.
He ahí el
quid de Zoolander: te dice que es ridículo todo lo que esperas, porque, en el
fondo, lo que tú quieres saber es qué más pasará con esos modelos y sus locuras.
No interesa si tiene sentido, si es mejor o peor o si participa de un fenómeno
cultural como la moda,
Basta de la
intensez del elegido, de la conclusión de tramas sofisticadas, de los lugares
comunes de las películas de culto. Zoolander es para relajar los sentidos,
reír, sentirse confundido como estos modelos, pero es un divertimento puro.
Zoolander
fue antes que Bruno, y no necesitaba grandes cosas para ser grande, no
necesitaba ser políticamente incorrecta, plantear grandes ideas o humor
inteligente. De eso es de lo que se està burlando, procuren entender la
película.
Zoolander
es grande porque nadie se esperaba lo que pasaría, nadie sabía a ciencia cierta
la trama y cuando la vieron, lo mejor que pudo haber pasado es que
ridiculizaran nuestras ideas sobre la marcha.
Así que,
bájenle de intensos: era una comedia para reír y cierra sus tramas
magistralmente. Se ríe de lo que no debería y eso es el humor: es desafiar,
exponer que tus ideas son ridículas, que las buenas tramas no son las que ofrecen
màs elementos, sino las que los incorporan mejor.
Yo me
divertí màs que en la primera y a ambas las recordaré con cariño y agrado.
Ambas me parecen una evolución del pensamiento humano, a saber, que hay más
cosas en la vida que ser ridículamente guapos. Y es bueno averiguarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario