viernes, 3 de junio de 2016

Cuando hay que continuar

Hay días en los que uno se quiere dar por vencido. Esos días uno puede hacer una pausa... pero seguir. 

Hace poco tuve una epifanía: estamos en una situación en que se nos exige mucho y se nos regresa muy poco. Estás en un trabajo que no te gusta, para terminar una carrera que no es reconocida; para tener dinero con el cual comprar libros que no leerás de inmediato; para tener dinero para ver a una banda que te reconcilia con tu juventud... Una juventud que se esfuma y que cada vez es más difusa. 

No hay tal cosa como que se tenga todo en la vida... ese es un cebo para seguir trabajando, una mentira que nos decimos porque creemos que un día se volverá realidad. Y trabajamos más y nos cansamos y nos enfermamos, y estamos eventualmente atrapados. 

Un día tendremos mucho dinero y vamos a ver a ese grupo que nos gusta. Compraremos esos libros en donde enmendaremos nuestras carencias educacionales. Y sólo iremos a comprarlo, sin renovar la credencial o pagar la multa. 

Además nos irá bien en el trabajo y en nuestra escuela. Dejaremos de estar endeudados, no habrá peligro ni temor... no pasará nada más que seguir. 

Esos días en que asimilaremos estos contenidos... no como los días en que nos damos cuenta que estamos solos, que nada parece moverse y que hemos tomado malas decisiones. 

Decisiones que pensamos que nos harían felices y que nos harían avanzar, pero sólo nos hacen ir hacia adelante en lo que vemos que es una dura crítica hacia nosotros mismos. 

Porque los malos días sólo existen porque tenemos buenos días... ¿o es al revés? Francamente no me interesa: los malos días es en donde me doy cuenta que hay que hacerlo mejor, pero que uno no tiene tanta energía, que le devuelven la bofetada que dio cuando era niño y cuando era joven, y que ahora las cosas van a cambiar. 

Por desgracia, me estoy convirtiendo en adulto y de repente, el mundo se vuelve gris, las anotaciones se vuelven cuentas y cuentas, el color se va... y todo se ve como es, como no quieres verlo... El estrés que tienes es porque llega la realidad y no porque la estás evadiendo 

Es hora de despertar, de aceptar lo que hemos hecho. 

Y esa, es la mejor forma de continuar: con los días malos. Con la bofetada que se llama realidad. 



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