jueves, 18 de agosto de 2016

El boxeador es Sísifo

La vida es un eterno ring de boxeo. Todo el día prepararse, elegir alimentos, pesar de una cierta manera, no tomar agua, dormir acalorado, marcar ciertos músculos, calentar, prepararse, vendarse los gastados nudillos. Pelear, pelear, pelear, golpear, estar a la defensiva, ser golpeado, sangrar, hacer sangrar al otro. Jamás eliminar esa ira que nos invade: pudimos haberlo hecho mejor. 

No hace mucho que practicaba boxeo, por eso puedo sentir esa ira, por eso me emociono cuando observo una pelea (una verdadera pelea); por eso me gusta pensar en todo el mundo que carga el boxeador, como un Sísifo. 

Y es que su condena es hacer el trabajo pesado, sobreponerse y después volver a empezar. ¿No es así como de hecho es? ¿Por qué tendría que ser diferente? El peñasco se derrumbará de cualquier forma. 

Aunque Sísifo sonríe, tiene que prepararse, volver a entrenar: el trabajo duro para un fin que no llegará es su condena. 

De la misma forma un boxeador que no tiene apoyo, que se enfrenta a una pelea injusta. Donde no autoridad que le importe o lo socorra. El contrincante, como siempre, es el favorito, nadie espera nada de él; nadie nunca sabrá su verdadera lucha.

La lucha nunca terminará. Al menos se llevará una medalla, pero ¿y la falta de apoyo, de reconocimiento, el respeto a su trabajo? Quedará nuevamente en el peñasco construido y derrumbado. Aunque sonría, el Sísifo vuelve a su interminable tarea, la de luchar. 

Y la lucha que nunca termina: luchamos contra un sistema podrido, luchamos porque no le gustamos a nadie, porque nadie daría nada por nosotros, a nadie le interesamos, nadie irá a ver nuestra pelea. Luchamos contra nosotros mismos, contra el cansancio, el daño que nos hacemos, el entrenamiento que nunca termina, el peso que cargamos, cada vez más gravoso. 

Una pelea que cuesta la vida, como las mejores peleas que existen. Un boxeador es Sísifo, una vez que acepta su condena, que comienza su lucha, es para toda la eternidad. 

Aún así, si consigue una medalla, si lo miran como a un héroe, se puede vislumbrar que, con golpes y cicatrices, su cara dibuja una sonrisa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario