lunes, 23 de octubre de 2017

Cuéntame un Disco y el poder de la música

Hoy llega a su fin el programa Cuéntame un Disco de la estación Reactor, en el 105.7 de fm. El programa corría a cargo de Carlos Andrade. El mundo del ayer, ese mundo que vive en nuestras cabezas, está muriendo. 

El programa consistía en escuchar un disco (muchos eran de ochentas y noventas), el más sobresaliente o popular de una banda y, en algunas ocasionas, la banda o artista en cuestión lo comentaba. Conocías así la historia del disco y de las canciones. 

También llega a su fin Circular, que era más o menos el mismo formato pero con viniles y sin los comentarios del artista. Este tipo de programas me gustaban porque eran una buena promoción del artista, además de que te vendían prácticamente los discos sin tanto choro de entrevistas y eso. 

Oí algunos de esos programas, el de la Orquesta Mondragón, el de Mark Ronson, el de Aterciopelados, uno de Babasónicos y otro de Molotov. Pero, la razón por la que me duele esta pérdida es porque conocí la historia de uno de los mejores discos de la historia del Rock: el Elevator de Titán. 

Pero cuento mi historia

Antes de que renunciara a mi anterior trabajo para empezar de nuevo de freelance, había muchas noticias sobre el grupo Titán: firmas de autógrafos (que yo gané el pase), sorteo del disco en cd (que también gané), venta de memorabilia (que yo compré) y programas en los que el trío estaba invitado y se escuchaban sus bellas voces. Escuché el Dama 2 veces y el Elevator una. 

Elevator lo escuché cuando salía del trabajo, no tenía mucho dinero porque era fin de quincena, entonces me fui caminando desde un hotel en Santa Fé hasta prácticamente el metro observatorio. Y el trayecto cambió con la música. 

Esa zona no era segura, pero en el camino me sentí cobijada por Titán: quería oír su historia, sus anécdotas, sus canciones y la voz de Julián... En el camino que recorrí no estaba sola. 

La historia que me conmovió fue la de Jay de la Cueva, Moderatto no es de mi gusto, siempre lo menosprecié por eso y por juzgarlo de Televisa. Pero cuando escuché que la música lo llamó a donde tenía que estar, a donde era su lugar... me sentí identificada. 

Y cuando lo conocí en el meet and greet de la Roma Records, cambió mi representación: Jay es una estrella, un hombre seguro de sí y alteraría la estructura de Titán que no hubiera estado. De no ser por ese programa, habría imaginado miles de mundos posibles. 

Emilio habló de P. E. C., yo recuerdo el documental en donde Manu Chao cantó esa canción con su guitarra, además de que es de las más chingonas de Titán: arma un ambiente poderoso, gamberro y magnífico. 

Julián habló de la impredecible 1000 Ninjas en la que la canción toma un ritmo impredecible, además, la revaloré porque es de sus preferidas. Me encantó King Kong y C'mon feel the noise. Es un gran trabajo. 

Olvidé ese trabajo de mierda, todos los malos ratos. Titán y su música me salvaron. He tenido mucha suerte, primero porque conocí a la Filosofía y después por haber reencontrado a Titán. La música tiene ese poder de transformar, como cuando Starlord baila o cuando William conoce a Stillwater. 

De un camino sinuoso y oscuro, Titán era la luz y mi alegría, lo sintonicé de 8 a 9:30. Y después... la mejor música como el cover de Sweet Jane o alguna de Morrisey... fue una gran noche. 

No recuerdo cuando llegué a mi casa, pero dormí tranquila, preparada para descansar e ir a la escuela. 

Gracias, Cuéntame un Disco, por acercarme a mi artista y hacer corto mi trayecto. 

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