domingo, 4 de mayo de 2014

Creer en las señales

Eran las 2:00 de la madrugada y no podía dormir, no porque tuviera trabajo o algo. A veces siento mucha angustia por el futuro. 

Me pregunto: qué pasará, qué será de mí, habrá valido la pena. A veces me siento muy segura, dueña del mundo y de mí misma. Otras no pasa nada y me lo creo. 

Creo, a veces, cada cosa negativa (que son más) por cada cosa positiva que han dicho sobre mi persona... creo que tienen razón, que no seré suficiente, que no pasará nada conmigo y que quizá esto que siento es sólo una loca fantasía, que se sostiene por mi pura obsesión. 

¿Qué hacer cuándo sientes que no tienes nada? Tal vez recordar, tal vez buscar la posible respuesta a la objeción (como hizo Alan Turing), tal vez recordar que en unas cosas sí que tienes razón. Pese a que el mundo sea un enorme NO, tú tienes que decirte que sí. 

Y ahí se encuentran las dudas, tus miedos, tus deseos, tus frustraciones: todo lo que quieres evitar, lo que piensas que se reconciliará si la figura oscura llamada Tú tiene lo que desea de ti. Y es eliminar todo ese supuesto problemático. 

A veces el camino es incierto, pero tenemos ciertos consuelos y soles de nuestra colección que nos hacen volver a creer. En lo que sea que creamos: Dios, nosotros, nuestra carrera. Hay señales que a veces llegan de donde menos lo imaginas. Salvavidas en forma de consejo, de libros, películas; a veces son compañeros o son maestros que se quedan en tu corazón. 

Eran las 2:00 am, mi señal llegó en forma de humorista, de crítico. Ya en unos pequeños clips me había hecho llorar: uno sobre el miedo, otro sobre la madurez y otro más sobre la película Donde viven los monstruos. Me hizo reír, me hizo sentir segura. Debí reconocer mi señal la primera vez, señal disfrazada de gusto. 

Es un filósofo sin serlo. Su nombre es Doug Walker y es el Crítico de la Nostalgia. Una personalidad de la internet, célebre por hacer crítica humorística de las películas, comerciales y series de televisión de más de 40 años. Le gusta la filosofía: arma sus argumentos con creatividad, su curaduría es increíble (más de 300 clips de video bien estructurados, actuados y con selecto material para reír, llorar y pensar acerca de lo que consumíamos en antaño), su timing de comedia es de lo mejor que he visto, después de cualquier standupero de Comedy Central. 

Es un clip muy bello: se llama La reseña debe continuar, como debe seguir la vida después de una introspección, después de tomar decisiones sabias y de ser crítico con uno (lo que puede ser más duro a veces). Walker se entiende a sí en un diálogo tan creativo como emotivo. Entiende sus motivaciones, sus ideas y por qué hacía este personaje: porque lo disfrutaba. 

Es cierto que llegó a cansarle, que llegó a desgastarlo de cierta forma, pero una vez que recuperó las ideas de la primera vez, su amor por hacer reír, su creatividad, su tiempo para sí: las reseñas salieron solas y con mejor calidad cada vez. 

Las personas tienden a creer en habilidades sobrenaturales: omnisciencia lógica, superdotación, inspiración inagotable, belleza eterna, grandes cantidades de dinero aunado a capacidades mágicas de administración, control total de una situación, cuna noble, etc., para justificar su falta de talento: cuando olvidan que hay un modo, un tiempo para entender. Que hay periodos de descanso y maduración de la idea. Horas nalga (como diría el gran Silverio), perfeccionamiento de su arte con la repetición (tan monótona como productiva) de lo que hagan, trabajo diario y sacrificio. Un gran maestro me dijo que la vida del estudiante era sacrificial, que había que estar al pie del cañón. Por eso es que es de los mejores maestros. 

Cuando terminé de ver el episodio: estaba llorando muy fuerte, no había pensado nada de lo que había dicho ese maestro del argumento. ¿Qué tal si me pasaba lo mismo? Sólo estoy desgastada por hacer ciertas cosas y no he madurado ni desarrollado otros saberes. Puedo ser tan brillante como cualquiera. Cualquiera que trabaje y que esté dispuesto. Y yo estoy dispuesta. 

Recuerdo cuando leí a Nagel y el librito de Pappas y Lehrer. Había encontrado algo en lo cual perfeccionarme. Cuando leí a Rorty lo detesté, pero es cierto que quería argumentar como él. Quería argumentar y revisar lo que hablaba, quería analizar y hacer formalizaciones y sentía emoción por ello. Como un homínido que se sorprende por primera vez. Mi filosofar vino del thauma.

Recuerdo que: aunque reprobé lógica, mis maestros se desesperaban conmigo, se me olvidaban las cosas, no entendía las pruebas con hipótesis. Había cosas y citas que seguía recordando, ideas que aún seguían ahí. Me rechiflaba hacer argumentos, derivaciones, saltos inferenciales complejos (saltarse pasos, pues), encontrar discusiones y contraejemplos, evaluar argumentos. Sentía esa pasión y quería hacerlo bien, excelentemente bien. Lo cual me desgastó eventualmente. 

El arte tiene reglas, el artista tiene que disciplinarse (a veces con maestros, a veces solo) para que estas ideas fluyan y encuentren el modo de salir. Es por eso que tenemos que darnos tiempo, no desesperarnos y no creer que en serio es una incapacidad. No tener miedo: si hiciéramos caso de TODA amenaza, es probable que muramos de miedo: y ni siquiera podríamos justificar un daño. Nosotros destruiríamos nuestra propia felicidad.

Queramos o no: nuestro destino está en nuestras manos. Las señales que nos lleven hacia él deben ser vistas con análisis, debe actuar el asombro, pero no como pensamiento irracional, sino en la apertura de encontrarnos a nosotros, lo que buscábamos, en ese instante en que dura la señal. Encontrar nuestra respuesta para poder continuar. 

Y encontrar también que no nos equivocamos del todo: que una pelea es de dos, que una familia puede ser un obstáculo o un cohete al éxito, que has encontrado gente que te quiere a pesar de conocerte :). Que hay cosas que no entendiste la primera vez, que no lo hiciste perfecto, pero eso te ayudó a ser quien eres, a ser más sabio y entender lo que piensas y quieres. Aceptarnos por lo que hacemos y lo que somos. 

La reseña, la vida, la filosofía: debe continuar. Espero que esta señal les ayude, como a mí. 






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