jueves, 18 de mayo de 2017

Antirreflexión sobre el día del maestro

Básicamente estoy estudiando por causa de 3 maestros. Sólo me influyeron 2 o 3 de la primaria al bachillerato... sólo tuve suerte. No me considero una estudiante excepcional ni especial. De hecho, creo que soy muy mediocre o regular, no se, pero nada que tenga que ver con ser brillante. 

A menudo la gente que no tiene suerte y que ha trabajado toda su vida, desprecia a los que tienen un poco de suerte, creen que son huevones y que sólo dependen de ello para seguir adelante, creen que son un fraude o que nos están tomando el pelo, cuando la verdad, es cierto que la suerte existe, y que puede llevar a alguien a estar en el momento indicado con las personas indicadas. No hay una explicación más compleja, y eso les emputa. 

Bueno, les molesta mucho. 

En parte es su autodesprecio, pero no voy a ahondar en esto. Honestamente, no veo una buena solución. 

Yo tuve suerte porque, simple y sencillamente, seguí estudiando. No hay otra explicación, ni metafísica, ni complicada. Ni siquiera fue porque me gustara la escuela, supongo que el mundo de afuera no me era tan interesante, pero tampoco el mundo de adentro. De hecho, el mundo que quería sólo existía en mi cabeza, y no era un buen mundo, la verdad. 

Honestamente fue hasta la universidad que me gustó investigar o hacer algo, me interesaba por cosas, más que por personas, se abrió el mundo y sus posibilidades. La escuela había matado muchas cosas dentro de mi, en parte por profesores idiotas y vengativos, pero mi talento sobrevivió a sus amenazas. 

A veces me pregunto, cómo hubiera sido mi vida si hubiera escuchado a mis profesores, sus idioteces, su envidia, su deprimente estancamiento. Me pregunto cómo hubiera sido todo si les hubiera hecho caso a esos fracasados. 

No es que la vida sea buena, pero creo que no hubiera sido mejor si les hubiera creído. Tal vez también era un proyección de todo lo malo que creía que iba a ser. 

Y entonces llegaron ellos: me dieron esperanza y me dijeron que podía hacer cosas mejores con mi vida. Me ayudaron a ver por qué los otros eran imbéciles y por qué yo tenía que ver por mi. Tal vez no me los merecía o eran los primeros que eran amables conmigo, pero cuando los encontré, no quise soltarlos nunca. 

No pierdan la esperanza y el tiempo: un buen día un maestro llegará y los rescatará, en esta tragicomedia. Él vendrá y nos dirá que podemos y un día nos veremos como él nos ve, capaces de encargarnos de nuestra propia vida. 

Llegará como un Alain de Botton o la ensoñación de un príncipe, o como un hombre ilustrado o tal vez como un conductor de Late Night que habla de ciencia con nosotros. Y que debería tener su propio show. Que nos calma con su voz y del cual estamos profundamente enamorados. De su trabajo, porque ellos, generalmente tienen esposas y son más decentes y eso. 

Sigan estudiando queridos philosofellas, si no encuentran a su maestro, al menos pueden importunarlo. 

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