lunes, 8 de mayo de 2017

La falacia del Chivo Expiatorio

¿Es usted de esas personas que les echan la culpa de algo que aparentemente no controla? ¿Ha buscado a una sola entidad para que recaigan toodos sus problemas? Entonces, usted ha usado la falacia del Chivo Expiatorio. 

Esta falacia consiste en que, de un pensamiento complejo o multifactorial (o a veces una circunstancia diferente), se culpa o responsabiliza a una sola persona o un solo factor. 

Hay miles de ejemplos, pero quisiera usar este argumento incorrecto para ilustrar la lectura de situaciones: 

- En el trabajo, se puede usar a un chivo expiatorio cuando la empresa: 

a) Tiene problemas de logística
b) Alguien no está haciendo su trabajo, por ejemplo la sobrina idiota, o el hijo flojo o la hermana confiada del negocio 
c) Quien está a cargo ha cometido muchas equivocaciones (debe a todos, vive de apariencias, toma de hecho malas decisiones) 

El chivo expiatorio funciona porque el verdadero culpable no quiere aceptar su responsabilidad, ya sea por vergüenza, una incapacidad de lidiar con la situación y por el ego tan grande que tiene para aceptar su fracaso. 

Pero, el supuesto argumento falla porque implica que una persona puede causar un daño a gran escala, no puede tener control absolutamente sobre todas las cosas y no puede ser el autor material de todas las malas acciones. Si estiramos el argumento, sería el equivalente de decir que Hitler actuó solo o que Stalin fue culpable del genocidio. Eso no es posible, porque, acorde a la historia, no actuaron solos. No eran tan fuertes: había un ejecutor, un encargado de propaganda, o una persona que apuntaba el gatillo. 

Ahora bien, si el problema es multifactorial o complejo, requiere entonces un pensamiento complejo, además de los elementos más subversivos de los que se pueda echar mano: la empatía y la compasión. 

Porque, por desgracia, las personas que están presas en sus propios problemas no es por una especie de karma o de justicia poética, son sus malas decisiones, sus prisiones ideológicas o la forma de pensar. En un mundo ideal, lo deseable sería que cada quien aceptara su responsabilidad y cada quien mejorara su comportar analizando sus creencias, pero... no pasará. 

Por eso es que se necesita empatía: a veces vemos al otro como un imbécil o una persona falta de sentido común... pero tenemos que ver mucho más allá. Pensar: ¿si yo viviera de mentiras, cómo reaccionaría si me descubrieran? ¿Si tuviera muchos problemas de autoestima y fracasos, cómo me sentiría ante otro? Creemos que es fácil aceptarlo, pero entendamos que NO LO ES. 

Y cuando nos hagamos estas preguntas, no es con superioridad moral: eso es maniqueo e inmaduro; la idea es tratar de comprender a las personas que hacen lo que hacen. Y que no sólo nos han decepcionado, son una decepción para sus padres, para sus socios, para sus parejas, para ellos mismos, y lo que quieren es pasar por un algo que quieren ser, pero que han fallado miserablemente. 

Otros ejemplos son cuando culpamos a un fenómeno en vez de atender el problema central, por ejemplo, culpamos a una serie del comportamiento de los jóvenes, en vez de indagar por qué se comportan así los jóvenes, o en vez de haberles preguntado. 

Muchas veces criticamos al material del que salen las ideas, en vez de observar por qué esas ideas tienen éxito en primer lugar. La gente culpa a un libro, a una obra o una serie de decadencia, cuando puede ser la voz de los problemas de una generación cada vez más narcisista y egocéntrica. 

Por cierto, la serie de 13 Reasons Why es buena para adolescentes, pero no es el documento definitivo de una generación. Sacó muchas discusiones sobre el acoso y el problema del sentido de la vida. Ahora bien, no es la mejor serie del mundo y al ser para jóvenes no los va a retratar de manera fidedigna (porque las series para jóvenes nunca los retratan, sepan eso ya); pero debo reconocer que es una serie que hizo pensar a los jóvenes y ver cómo la vida de todos se ve afectada por la actuación de una sola persona. 

No juzgo este comportamiento, porque este acontecimiento será un documento para entender ese fenómeno en la adolescencia, además de que las personas que son padres, madres y maestros, han intentado establecer límites y estrategias de comunicación, pero no han encontrado una solución humanitaria para estos problemas. Todo tiene una solución aparente, sin contemplar hablar con las personas afectadas. 

Sin más, escuchen a su paciente, en vez de hipostasiar males metafóricos en la enfermedad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario