sábado, 22 de marzo de 2014

¿Nos sirven de algo las mentiras?

Pues claro que desde luego que sí: no trato de hacer una apología a la mentira (pero ¿y si así fuera qué?) Creo que es de las mejores herramientas de la comunicación. Usarla tal vez es un símbolo de inmoralidad... pero también es una demostración de inteligencia. 

Es cierto: las personas mentirosas son de lo más imaginativas, creativas, utilitarias y quizá divorciadas de ese elemento problemático que es la culpa. Socialmente son más aceptables y, por experiencia propia, son más felices. 

Una parte que hemos olvidado de las mentiras, en una sociedad de imbéciles que creen que dicen siempre la verdad, o que de hecho su visión de la vida es lo que realmente está pasando; nos hemos olvidado que la mentira funciona, produce resultados. Y que, las personas que se salen con la suya son increíblemente odiadas por todo. 

En una escena de The goodfellas, el personaje de Ray Liotta justifica sus acciones diciendo: quienes no lo hacían eran simplemente perdedores, imbéciles que iban a trabajar y que no tenían los suficientes para hacerlo. Suele tener el mismo efecto cuando engañas, sin contar por lo que te estás engañando. 

Reconozcamos: necesitamos la mentira, la mayoría de las veces es para levantarnos de la cama, para convencernos de que las cosas van a salir bien (o no salieron tan mal, la versión que usted prefiera); para continuar, para emprender y para dar esperanza. 

Y, de acuerdo, olvidé hacer una distinción inicial. Hay dos tipos de mentiras: 
- Las que son por el placer de hacer el mal: tu engañas a alguien porque te vas a regodear con eso. Sabes a ultranza que se sentirá traicionado. 
- Por protección: protección a tu integridad, a tu privacidad, a tu espacio interior. Incluso protección a una versión de nosotros que todavía queremos tener en la cabeza. Después de todo ¿a quién le gusta enfrentarse a sí? 

No justifico las mentiras por maldad... si creo que son de lo peor que puede hacer un mentiroso. Pero las mentiras por protección, no es que las justifique, pero como mentirosa en recuperación (también he herido a personas que solían importarme), reconozco por qué lo hice: era muy difícil para mí decir la verdad, me daba vergüenza quedar expuesta, fragilizada, humillada. Créanme que no ha sido algo que necesite sentir. 

Recta es una dirección en una calle, pero el corazón humano, ese es muy complicado de entender, decía Blanche Dubois antes de ser descubierta por su pretendiente y por el bastardo de Stanley Kowalski, en uno de los actos más desgarradores del cine. No es para justificar a Blanche, pero puedes entender su dolor al tratar de proteger una imagen de sí, que ya ni siquiera ella puede creer. 

Lo que uno cree, lo que los demás creen de uno... lo que de hecho es, quizá es lo que valoramos de la mentira: al menos las representaciones parecen unirse, o separarse. Y podemos elegir, porque la verdad es que pocas veces tenemos opción. 

Si me pidieran mi opinión para mentir, yo diría sin dudar que sí. No es por viejos resabios de mi comportamiento, es para aprender a decir la verdad, a confiar y para entender qué nos tenemos que decir a nosotros como personas. 

2 comentarios:

  1. En una de mis descepcionantes clases de seminario de tesis 2, cuando me interrogaban por mi tema de tesis, yo no tenía del todo claro ké kería trabajar y tenía un montón de preguntas sin resolver. Me permitieron epresarlas, y una de ellas era: ¿concibe Nietzsche, como Kant, al hombre como un animal metafísico?
    En akel entonces no lo tenía del todo claro, pero hoy sé ke no; de hecho para Nietzsche el hombre es un animal ke miente por naturaleza, necesita de las mentiras para poder vivir. Y hay varios niveles de ficcion, desde la crítica interesante a Platón por sus formas (eidos) hasta la necesidad política de la verdad, pasando claro está por la gran ficción de la metafísica y del cristianismo. Sin embargo encuentro ke akí hablas de la mentira a lo mejor a un nivel no muy profundo dentro de la teoría pero.... viene al caso, ya ke la mentira es akí la protagonista...
    Así ke, con Nietzsche, te puedo decir ke SÍ, las mentiras nos sirven de algo, y ese algo no es una nimiedad sino algo MUY importante: nos ayudan a sobrevivir...

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    1. De hecho, yo apruebo las mentiras pragmáticamente: para ser más felices, para socializar, para levantarse de la cama en días malos. Son adictivas... si, eso si, pero sólo cuando caemos en su abismo y disfrutamos de sus contradicciones, es cuándo sabemos la verdad, sobre nosotros mismos. Parece que pervierto el discurso, pero no es algo tan grave como defender la pedofilia o la justificación del asesinato. Creo que de los males el menor, pero esa, por supuesto, es una mentira.

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