viernes, 31 de julio de 2015

Canciones con filosofía: Let your soul be your pilot

Gordon Summer, mejor conocido como Sting, vocalista de The Police, personaje en Dunas, autor de una obra de teatro musical, The Last Ship. Aunque The Police es una de las bandas más representativas del rock, Sting en solitario ha intentado hacer una serie de discos que no son del todo afortunados. Yo considero que es un artista al que le quedan excelentemente bien tres, cuatro sencillos, pero sus discos enteros son inconsistentes. Es sólo mi opinión. 

Pero centrémonos en sus obras maestras: creemos que son Every Breath you Take, con Summers y Copeland en The Police, Fragile, que no creo que sea la gran canción que dicen, Desert Rose, Roxanne... mas yo veo que Sting tiene otras canciones mucho menos conocidas, que sí son de una profundidad magistral. Que si tratan temas tan difíciles y, por ende filosóficos que por eso no son apreciadas. Que no les hablan a todos. 

Este tema que les presento en esta sección, me parece que es de esas joyas poco valoradas: porque habla de uno de los dilemas entre ciencia y fe. La canción se torna filosófica porque desde el título, el alma funge como el vehículo de comprensión de los problemas que están en el corazón del hombre. 

Por principio: ¿cuántas veces no nos sentimos tan mal que recurrimos al médico, y al ver la poca mejora decidimos ir con el curandero, con la terapia o medicina alternativa? Y no por el mal llamado analfabetismo científico, sino porque no hallamos la atención necesaria ni tenemos el efecto esperado. 

Sí, la medicina, la alimentación, el ejercicio, tal vez algo de terapia hacen una diferencia, pero lo que queremos es sentirnos bien, completos, sin miedo a la enfermedad o temor de recaída, no queremos sentirnos ansiosos más tiempo, ni pensar que estamos al límite o sentir que estamos perdidos. Queremos que todo vuelva a ser como antes. 

No se si exista el alma, no se si se encuentre cerca del corazón o si sólo seamos cuerpo. Pero a veces sólo ella tiene la respuesta a una duda existencial o a la angustia de estar vivo... a veces sólo sirve como una salvación para no perdernos en un mar de desesperación. 

Hay veces en que no sólo nos va mal, sino que la situación empeora. De repente se abren todas las heridas y todas las malas decisiones salen a flote, los conflictos, las recriminaciones y las iras acumuladas, los rencores... externamos lo horrible de nosotros mismos para condenar al otro. 

Rara vez pensamos en asirnos al nuestra alma, a una solución espiritual. Y no me malentiendan, no es una filosofía barata de prender velas o creer sinsentidos, no se trata de hablar en lenguas, ni de venderle el alma a un supuesto líder, a alguien que lucra con nuestro miedo a la muerte o a estar solos. Nuestra alma está con nosotros de la forma más profunda y con la conexión espiritual más pura posible. Porque, ante una tragedia nos muestra quienes somos, a qué le tenemos miedo, en qué podemos creer. 

Y cuando viene la fe, lo que no podemos probar, lo que sabemos que en nuestro corazón es verdad, nuestras creencias íntimas... viene el alma, ahí se encuentran. Eso es lo que somos porque tenemos necesidad de creer. Porque hay una parte a donde no pueden entrar lo demás, sino uno mismo. 

Cuando todas nuestras certidumbres se derrumban, cuando no hay nadie en quien confiar, cuando creemos que ya es el final de algo, cuando alguien que amamos sufre o es lastimado, cuando el sufrimiento parece interminable... Sólo el alma está con nosotros, es la única que nos guía, en un camino sinuoso. 

Lo cierto, es que en la canción también se centra en los otros: porque la manera de entender el dolor, de no sentirnos solo con nuestra alma, es tener un contacto. Que las lágrimas derramadas por otros, sean las nuestras también. Que en el otro encontremos una imagen que nos ayude a vernos... que él sea el que nos ayude y nos saque a flote. Dios quiera que el camino que encontremos sea el que buscamos. 

Cuando mi papá enfermó, pude ver la incertidumbre de mi familia, el estar perdidos, el no saber a qué aferrarnos. Porque los doctores decían un pronóstico, después otro. Creíamos que iba a morir, que tendríamos que dejarlo en manos de Dios. Quizá nuestra alma era el piloto. 

Yo nunca lo pensé, porque me aterraba la vida en ese escenario. Sólo estábamos yo y mi alma, que me guiara en este laberinto, al que no sabía como había entrado. 

Yo sólo puedo decir, dejen que su alma sea el piloto.

Hay dos versiones de esta canción, una de seis minutos y otra de cuatro. La que me gusta y me parece más poderosa y económica que la versión larga. El mensaje está mejor expresado con la música y con los coros godspell que pone Sting en esta pieza. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario