jueves, 31 de diciembre de 2015

2 Canciones con filosofía: Runaway

No puedo decir que Kanye West es un crooner, un artista, un rapero, un diseñador o un músico... pero es lo más maravilloso que escuché cuando iba a la preparatoria. 

Fui a verlo y quedé impresionada, no se si era forma o fondo, pero era un gran artista. Cantaba con la entraña, vivía para causar controversia, pero era él. No fue lo mejor, pero siempre fue auténtico.

Kanye, jamás vi tal dinamismo, tal ayuda del diseño y de las emociones para hacer música: él gritaba, hablaba de todo, se metía con todo, se autoproclamaba Jesús. A mi me impresionó, me cautivó y encontré en sus letras una catarsis. 

Tal vez soy algo ignorante, tal vez mi conocimiento del rap se pierde en Kanye West. De hecho, me gustaban mucho Public Enemy, Cipres Hill, L Cool J, Beastie Boys y 2Pac... pero había algo en ese hombre tan altivo, orgulloso, temerario como ignorante; era genuino y era como yo. 

Ambos decimos cosas que no debemos, ambos no aceptamos nuestros errores y seguimos creyendo que somos unos genios todo el tiempo, siempre pensamos que somos el nuevo Shakespeare, queremos que todos nos aplaudan y queremos que se nos reconozca como lo más impresionante de nuestro tiempo. Cuando siempre tomamos malas decisiones y la verdad, sólo nos han salido bien una o dos cosas. 

Recuerdo esa época en que Kanye era mi grito de guerra, lo que vociferaba llenaba mis oídos y mi ira, recuerdo que no era una buena época. Me habían insultado tanto, que llegué a creerme lo que decían y empecé a actuar en consecuencia. Lo que enojó más a mis agresores, porque ahora era una imbécil que había abrazado su destino, su condena. No puedo explicar el poder que se siente, es como si empezaras a vivir para otros, pero les arrebataras ese poder y empezaras a renovarte. 

Tal vez, de tanto insultar a Kanye, él se siente con todo el derecho de seguir siendo un cretino, después de todo ¿qué más se puede esperar de él? ¿qué más podía hacer? Cuando te lo han dicho tantas veces, ya no sabes ni que pensar de ti mismo, ya no sabes si creerlo o no. 

En mi caso, siempre recordaré cuando me obligaron a sentarme a la mesa con una persona non grata para mi, recuerdo que comí y no me sabía a nada, me dieron regalos que yo no quería, me obligaron a estar ahí cuando sabía que era un estorbo. Cómo me hubiera encantado desquitarme. 

Pero siempre brindo: por aquellos imbéciles, aquellos pajeros, aquellos idiotas que quieren que no corra, pero yo tengo un plan: correré más rápido que ellos, siempre más rápido, tan rápido como pueda. 

Cada vez que veo eso, recuerdo por qué soy así de cretina: nunca me escuchan, siempre es más importante guardar apariencias, siempre es más importante creer cosas de otros que de ti y siempre es más importante ser un imbécil, un pajero, un estúpido. 

Lo único que tengo que decir en este año de mierda es que correré muy rápido, para que esas cosas no puedan alcanzarme. 

Felices fiestas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario