martes, 29 de diciembre de 2015

Melancolía en una celebración solitaria

A los 20 años, en su casa empiezan a apestar - dijo la sabia maestra para motivarnos a hacer nuestra tesis. Creo que sabía demasiado, a mi me dio en donde más me duele. 

Con las celebraciones, uno recuerda lo que vivió... desde las veces que no tuvo el regalo que esperaba, hasta las veces en que te obligan a sentarte a la mesa con personas que no quieres y que no son bienvenidas en tu vida o en tu casa. 

Uno recuerda ese tiempo vago en donde había una aparente felicidad, antes de que finalmente salgan los problemas, te echen la culpa, descubras que te odian en secreto... si la familia se elige, en verdad que no serían las personas que tienes ahora. 

Y la navidad se basa peligrosamente en el anhelo: un buen día estarás con los quieres, vas a salir de aquí, vas a irte a Los Cabos, vas a comer ahora si como quieres y recibirás ese regalo que tanto quisiste. 

Todo el tiempo me la paso anhelando, en lo que hago, en lo que termina esta época. Es la primera navidad que paso sin un ser querido. En unos años, mi familia no será como la conozco. 

Vienen nuevas y mejores cosas, pero también vienen nuevas dificultades, nuevos retos, más enemigos... ni qué hacerle. Las cosas mejores son las que ponen todo en perspectiva, las que uno se procura, lo que a uno verdaderamente le importa, los que en verdad quieren estar contigo: eso alivia la melancolía, eso hace que salgas de tu casa cada día, que te levantes, aunque sea a las doce del día, a hacer y a trabajar, a poner en marcha proyectos. 

Y siempre están ahí para que uno saque fuerzas de flaqueza, la motivación no existe: uno hace las peores cosas, las mejores cosas, es un cretino o un ganador y lo hace sin motivación aparente. Es una falacia. 

Pasen felices fiestas, anhelen no basados en lo que no existe, sino en lo que tienen, en quien está a su lado, qué es lo que más quieren. En mi caso, me quiero más yo que a la gente que está alrededor, me pega más no tener dinero que comer todo lo que quiera, me gustaría ir con mis amigos a los cabos. 

Y si eso implica sudor, lágrimas, esfuerzo, que corra, yo soy más fuerte que otras cosas y que las circunstancias. Soy tan obsesiva como Howard Hughes. 

El peligroso anhelo se puede volver realidad, la melancolía es lo que tenemos 

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