lunes, 14 de diciembre de 2015

El de izquierda, el de derecha y el que dona

El dinero es libre empresa: hasta la fecha no se le puede criticar a alguien por comprar un kilo de chicles en vez de un kilo de frijoles. No es obligación de un hijo ayudar a los padres, como de los padres ayudar al hijo. El hecho de comprar, la motivación del hecho de comprar, responde a razones morales, a veces éticas, a veces egoístas. No siempre, si no es que la mayoría de las veces, es una elección racional. 

Las personas de izquierda están de acuerdo en que el gobierno provea de salud, vivienda, educación, servicios y asistencia a las personas. Es por tanto obligación del gobierno que haya hospitales, alumbrado, escuelas con mobiliario, transporte y formas para adquirir una casa. 

Las personas de derecha, suelen pedir la limitación del gobierno. Un gobierno no debe exceder más su poder en la vida de los ciudadanos: no debe entrometerse en los negocios, el campo, el transporte ni recursos para la escuela. No abusar en la recaudación de impuestos y que las personas hagan su propio trabajo. Lo más que podría hacer el gobierno es poner drenaje y alumbrado. Que deje hacer y deje pasar. 

Las personas de izquierda a veces mezclan sus creencias con las personas de la derecha. Es cierto que se puede ser de izquierda con tendencias liberales, o liberal de derecha. Se puede ser de izquierda radical y confundir la seguridad con la vigilancia excesiva de los ciudadanos. Se puede ser de derecha y estar a favor del aborto, ir a la iglesia, pero no creer en el populismo ni en ningún fanatismo.

Y se puede ser de izquierda y pedir que se limite al gobierno, que aumente la fuerza policial en las manifestaciones, usar ropa de marca y vivir en zonas residenciales increíblemente caras. Se puede ir a restaurantes. Se puede ser de derecha y trabajar toda la vida para que en días festivos se tengan celebraciones buenas. 

Pongo de ejemplo mi propia postura: soy liberal con tendencias de izquierda. Quiero que se limite al gobierno, que no interfiera en la educación, ni en las televisoras, ni en las garantías individuales, creo que el hombre es libre y que tiene que decidir sin presiones. Quiero, por otra parte, que se le brinde asistencia a las personas: desde seguros de desempleo y de salud, yo si pagaría impuestos para que sean mejores. Y creo que la empresa privada tiene que ser con miras a lo social. Alternativas mixtas financieras, para el pequeño crédito hasta los grandes empresarios. Creo que los recursos son libre empresa. 

Vuelvo al punto que destaqué en el primer párrafo: el dinero es libre empresa. El que dona tiene que hacerlo porque quiere hacerlo. Tal vez, una consecuencia es que se sentirá mejor consigo, deducirá impuestos, le pasó a una persona que conoce o simplemente quiere ayudar. En todo caso: QUE SEA PORQUE QUIERE HACERLO, SIN COACCIÓN.

El que dona tiene un derecho: a que sea respetada su cantidad a donar (cualquier ayuda cuenta), a que el dinero vaya a donde tiene que ir y, si tiene que comprobarlo, los medios sean eficientes. La contabilidad esté hecha y se usen honestamente los donativos. No es por ser de izquierda o de derecha, es trabajar honestamente. 

Pongamos el ejemplo del padre de la iglesia que se compra gustos y regalos con el diezmo: si yo supiera que el padre ha hecho un buen trabajo, tal vez no estaría molesta como parte de la feligresía. Por otro lado, me gustaría que mejor él fuera más honesto con sus necesidades y su cumplimiento de votos. Tal vez entendería si dijera qué hace. 

Por otro lado, si estaría a favor de revisar la contabilidad de instituciones como el gobierno, la iglesia, la escuela, las instituciones de caridad. Eso si me gustaría que fuera transparente. 

Pero no criticaría a quienes donan, ni haría un escándalo si hacen campañas ruidosas o con buenas intenciones. Si hacen un buen servicio, con el tiempo se verá. Si no lo hacen, también saldrá a la luz.

Es bueno donar si se está convencido de ello. También si se ha comprobado lo que hace a quien se dará el donativo. Lo que desapruebo es confundir creencias, inventar teorías, la incesante conspiranoia y el deseo de que otras personas sean perjudicadas, aunque tengan buenas intenciones. 

Y no olvidar que si nuestras creencias coinciden con la izquierda, indudablemente coinciden con el cristianismo: tener todo para todos, que cualquier persona goce de salud, vivienda, vestido, educación, alimentos; que haya igualdad. Si están con la derecha, permean con un pensamiento más conservador, pero que se encaminan a la libertad del individuo, a los valores de la iglesia y de la persona. 

No pidamos cosas que no coinciden con nuestras creencias. Analicemos primero de dónde viene esa aportación, para quién es y si valdrá para lo que hace. No hagamos lo que es contrario a nosotros. 






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