jueves, 24 de diciembre de 2015

Llenos de comida

No es un día de regalos, ni de la familia, ni mucho menos una festividad religiosa: es un día de la comida, como toda festividad, como todo lo que se precie de tener la abundancia como bandera. 

La Navidad... esa fecha en que pensamos más en lo que vamos a comer, que lo que haremos, en donde el pensamiento mágico abunda de una manera encantadora, pero que siempre termina con deudas y sobrepeso. 

Todo son recetas, comidas, trucos para no subir, ensaladas, trucos para comer menos, trucos para bajar el empacho... combinación de los tres grupos mágicos de alimentos: azúcar, grasa y sal. Oímos estadísticas, seguimos comiendo, no pasa nada.

Puestos de múltiples colores: tortas, ensaladas cremosas y llenas de fruta, helados, hamburguesas, tacos al pastor, tacos de cabeza, panes de dulce y de sal, hot dogs, pasteles, chocolates, gelatinas, buñuelos, pozole, café, ponche, atole y guisados con muchas calorías... parece que uno se asustaría con la variedad, pero no: no puede detenerse, se le antoja todo, come lo que no debe, come a todas horas... todo está a flor de piel, por lo que es muy fácil tomar malas decisiones. 

La comida: ese extraño elemento. La comida es medicina, es consuelo, es protección, es amor, la comida sigue en los recuerdos, no siempre es el recuerdo mismo. La comida es objeto de culto, celebramos con comida, nada marca más la abundancia como que haya mucha comida. 

No todos los obesos están enfermos, muchos son por falta de actividad o por comer mal, otros comen poco, pero a veces comen por ansiedad, por consuelo, por calor. ¿Quieres que una persona cambie de ánimo, quieres conocer cómo se ve y se conduce? Observa cómo es cuando no come y cuando acaba de comer.

No tendríamos por qué vincular emociones o sentimientos a la comida... pero es en gran medida lo que hacemos, lo que podemos hacer... no comemos conscientemente, comemos para llenarnos, para no sentirnos mal. Si fuera tan sencillo, todos los cuerpos serían iguales. 

Ojalá funcionaran los pequeños trucos, yo he intentado de todo: comer con la otra mano, escribir lo que comí, sustituir un producto por otro natural o uno de menos calorías... ojalá funcionara porque he visto que la gente delgada no hace tales charadas. 

Y si es culpa del entorno o de otra cosa... no lo se, no podemos suplantar todos esos puestos de comida por puestos de ensalada, no podemos prohibir ni regular la comida chatarra... tal vez ni siquiera nos llenemos. Sólo podemos decidir, entender que nos llena, que nos come a nosotros, con qué nos sentiríamos cómodos o medianamente satisfechos. 

Son pocos los placeres de esta vida... es comprensible que comamos para consolarnos, que la comida sea de lo más universal, necesario y asesino. Es posible que no haya sensaciones iguales, tanto dañinas como saludables. 

Y el balance... no es hacer dieta, comer bien es un aprendizaje... y como tal cuesta años, es ensayo y error, hay distintas maneras, es mediante inducciones, razonamientos, análisis, pruebas. 

Recuerdo que desde hace mucho tiempo renuncié a la comida rápida... principalmente a los empanizados tipo KFC... la razón fue porque me sentía terrible, lo que al principio era un festín de calorías, después se volvió gelatina de salsa en mi estómago, dolores y una sensación de quemazón en el estómago... las fresas significaban para mí un montón de granos en la lengua, con el vino me salían ronchas... Aprendí a cuidarme y evité todos esos alimentos. 

Además preparo una ensalada de pollo con pedazos de naranja, lechuga nuez y queso. Me gusta el agua de alfalfa sin azúcar, bien fría, papaya antes de comer salsa de habanero y comer frutas congeladas: una pitaya es deliciosa, más que un mango, un higo es una delicia. El salmón es mejor que el roast beef. 

Pero me costó mucho hacer todo eso... porque yo no lo sabía, y porque no me daba la oportunidad de comer otras cosas. Me costó cansancio, una gastritis e inflamación. 

Sin embargo... miro a todos lados, tengo que aprender a vivir con ello, la comida es como el argumento del mal, la peor viene fue hecha por los hombres, nosotros interferimos, nosotros queremos cosas, sentir, tener sabores en el paladar, nosotros podemos tener avances, pero estos avances conllevan grandes sacrificios. 

Estamos llenos de comida, queremos comer, pero no sabemos cómo hacerlo. Habrá que aprender de la forma más difícil, que es enfrentando nuestra hambre, no sólo llenándonos o autoengañándonos. Tenemos que comer.  

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