domingo, 31 de diciembre de 2017

Ni idea del 2018

Honestamente, tengo pocas tradiciones: hace poco colocaba en el blog canciones con filosofía, resumen del año, algunas cosas que me gustaban... pero, no terminé muchas cosas. Terminé unas cosas bastante equis, pero la verdad es que pues, ya no quería hacer nada. 

No, la verdad estuvo un poco mejor, pero siento exactamente lo mismo: pocas cosas me emocionan. He cuestionado mis creencias y todo y se siente todo diferente. Tal vez es el desencanto de crecer y de tener una crisis de sentido. 

Fui a algunos eventos, me di cuenta de cosas, además de que terminé algunos, no todos, de mis proyectos. Me di cuenta de lo duro que es ser maestro, de perseguir la chuleta, de que hay poco dinero y muchos gastos. Pero me siento igual de desencantada que en 2016. Menos deprimida, eso si, pero la verdad, me siento igual de desencantada. 

Ahora bien, cuando uno tiene una crisis de sentido la pregunta ya no es ¿por qué? sino ¿para qué? Para qué hacer las cosas cuando nunca pasará nada, o bien, al menos eso creemos. De alguna forma hay que tomar responsabilidad, pero repito, ¿para qué hacerlo? 

Hoy en la mañana me cuestionaron sobre lo que había hecho en el año, pero, con mi pesimismo dije que el año que viene será igual. Digo, la gente seguirá siendo igual de grosera contigo, narcisistas y además resentidos por ser no tener lo que tu tienes. El tiempo es arbitrario y cuando me di cuenta de las cosas que me pasaban no fue un día especial, ni siquiera adecuado, ni siquiera bueno. 

Pero honestamente, no creo que las cosas cambien mucho... hay que seguir trabajando y eso y además aprender cosas nuevas. Habrá pocos momentos buenos y nuevas experiencias, buenas y malas. Y no se, si me sorprenden cosas, pero ya no como antes. 

Siempre he dicho que hay que empujar la roca, aunque el peñasco se derrumbe. No habrá más en esta existencia, que es minúscula, insignificante, bruta y dolorosa. No se, pero es como cuando te quitas una venda y te ponen otra. Tal vez crees que la venda se caerá y verás la luz, o bien, tendrás otra más gruesa. 

No obstante, pese a todo lo que acabo de decir, todo lo que creo ahora, se puede ver a Sísifo otros 365 días sonriendo. Tenemos otros 365 días para ser mejores y ser más felices, o al menos, buscar una forma de vida mejor. 

Trátense bien y pues, feliz año. 

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