miércoles, 10 de agosto de 2022

This is pop o el enamorarse de la música

Comenzó desde que tenía 4 o 5 años, después de aprender a leer. Era lo único que escuchaba, era lo que hacía sentido, era lo que había en todos lados y lo que hace latir mi corazón: Era la música. Siempre hubo algo en ella que hizo un eco en mi. A ella le debo miles de momentos y el hecho de no sentirme sola. 

Este documental de Netflix es un trabajo divulgativo, histórico, argumentativo y con muy buenos ejemplos de lo que significa un cambio en la industria: aquellos actores que marcaron un hito en los noventas. De dónde vienen, qué ideas e influencias tenían. Cómo hicieron la música que hicieron. 

A manera de sumario, voy a resumir los 8 episodios y lo que más me ha gustado. 

1. The Boyz II Men effect. En este episodio el efecto Boyz II Men es aquel en donde se busca un grupo cuyas armonías y cuya imagen logre hacer un buen grupo pop. Aunque Boyz II Men venían del Rythm and Blues, el sonido setentero de Motown y las letras autorreferenciales, el bajón fue que las agrupaciones como Back Street Boys y N'sync tomaron rápidamente la delantera en la industria del pop. Gracias a esa idea es que existe One Direction. 

2. Auto tune. El efecto autotune tuvo como principio una especie de radar para escuchar las vibraciones de la tierra, dependiendo de ese sonido era como encontraban petróleo y minerales. El principio de encontrar ese sonido fue que hubo un doble estándar: mientras significó una dura crítica para unos, fue un éxito y una celebración para otros. 

3. Stockholm Syndrome. El mejor pop viene de Suecia, los suecos tienen una filosofía de vida y una formación en donde el trabajo, la humildad y la diversión se conjuntan para hacer música. Se rescata el trabajo del productor y el compositor para hacer un verdadero éxito, pero también se cuestiona la flexibilidad del lenguaje, porque muchas frases de las canciones que hicieron los suecos, no tienen sentido en el idioma inglés, pero funcionan dentro del lenguaje común. Se reconoce el trabajo de Ludwig Goransson. 

4. When Country goes Pop. Ahí se aborda el éxito de Dolly Parton: canciones como 9 to 5 y se explica el éxito de Old Town Road del rapero Lil Nas X. Ciertamente el country es un género muy plástico pese a enarbolar el concepto de autenticidad. Se puede combinar con el rock y la balada, como hizo Shania Twain y Billie Ray Cyrus. Se establece que no hay una pureza en los géneros, pero no es por la naturaleza del pop: es porque todos los géneros tienen algo de otros intrínsecamente. 

5. Hail Britpop. De los mejores capítulos del documental: aunque los exponentes del llamado Brit Pop no están de acuerdo con el término, este fenómeno redefinió la música inglesa y fue una respuesta al grunge. Mientras que el grunge tenía aire destructivo, el brit pop era más introspectivo, melancólico y vibrante. Ciertamente hubo una batalla de bandas entre Oasis y Blur. Musicalmente hablando la batalla la había ganado Blur, pero Oasis tuvo una difusión mayor de su música. 

6. Festival Rising. Aunque los festivales son el negocio menos rentable de la industria musical, las personas quieren conectar y compartir su gusto musical mediante los conciertos masivos. Parece que la experiencia y la conexión ayudan a que se extienda el mensaje de la música, aunado a que permiten que las bandas tienen una actuación y experiencia que no se podrá repetir. Sobresale la canción 7/4 Shoreline. 

7. What Can a Song Do? Este capítulo trata sobre las canciones de protesta y de la trascendencia del mensaje de una canción. Aunque sigue una buena premisa, la serie decae un poco en cuanto al tema de la trascendencia. Entre líneas, el documental arroja una lectura de las canciones de protesta como una evolución de la propaganda sobre el pensamiento positivo y la aparente aceptación. 

8. The Brill Building in a 4 Songs. Mediante la historia de la canción Sugar Sugar, de Andy Kim, el documental cierra con la anomalía que puede ser una canción en un tiempo aparentemente equivocado. Sugar sugar no podía ser obra de su tiempo, 1969, en donde el rock existencialista empezaba a ganar auge. El mensaje de Kim es sencillo, es ingenuo pero es un mensaje de felicidad y de vitalidad que pretendía cambiar el mundo de la música, en especial, para recordarnos las cosas que valen la pena. 

Además, es la mejor canción de rock sobre algo que nos debería gustar a todos: EL AZÚCAR. Bueno, uno tiene desórdenes a veces. 

Enamorarse de la música. 

Esta serie me hizo darme cuenta de lo mucho que amaba la música y la sigo amando: que fui una niña que le gustaba mucho el rock, pero que en realidad, sus confusiones conceptuales la llevaron a investigar sobre los temas más apasionantes de la cultura. Mi corazón estaba con el pop y muchos de los productores visionarios se lo dieron al pop electrónico. De esos programas que te hacen comprender por qué te gusta lo que te gusta. 

Porque una interpretación histórica requiere de lectura: de las canciones, de las circunstancias, de los bandas, productores e ingenieros que confeccionaron una canción para todos, pero que tu sentía que sólo te hablaba a ti, un conocimiento exotérico: el lenguaje secreto que solo compartían contigo, después de todo, sólo tu los escuchabas ¿cierto? 

Un mundo en donde nadie era pouser o era un pendejo por lo que escuchaba, en donde saber el nombre de una canción era el mundo y donde encontrarla en la radio cambiaba tus días y tus emociones. Esa era la vida que tenía. 

Luego cambió todo: empecé a escuchar nuevamente esas canciones con base en lo que vivía y la cultura pop que consumía: Blur y Pulp empezaron a sonar como Trainspotting. Baby One More time ahora hablaba de mi desesperación, con Travis covereándola. Dolly Parton me parecía la mejor cantante de country y de pop, no sólo por White Stripes, sino por 9 to 5. Escuchaba electropop sueco sin darme cuenta y lo amaba. Todo era mágico y nuevo, aunque hablaba de angustia, dolor y existencialismo. 

La música también fue una forma de relacionarme con la gente: yo sabía como eran mis familiares por lo que escuchaban. Todos esos sentimientos que embotellaban, salían en una canción, a veces era angustia, otras desamor o desencanto. Yo sabía que la escuchaban, impasibles, pero su mirada me decía que su mundo interior no era el mismo. Ellos me hicieron así, sin culparlos. Mas bien es un derivado de mi personalidad, de lo que significa conocer a alguien. 

He dedicado canciones de lealtad a mis amigas, nunca a un hombre, nunca a un amor, porque nunca dura. Pero a mi familia, a amigos, a gente que no olvidaré: ellos viven ahí, en esa canción que otro hizo para mi, en la que está una parte de mi corazón. 

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