domingo, 26 de octubre de 2014

El viento lo trajo a mí

Hace mucho que estoy enamorada de él... casi desde que estaba en cuarto grado. Ya en secundaria le perdí la pista. Parece que toda la vida, desde niña, he estado enamorada de él. 

Un buen día, el viento lo trajo hacia mí: en otra forma, en otro concepto. Él había embarnecido, pero se veía mejor. Cuando lo conocí lo que percibí fue una gran sensualidad, inteligencia, varonil de pies a cabeza. La composición de su cara, de su cuerpo, hacían de él lo que yo deseaba. Es mi tipo de hombre. 

Y aunque al principio no entendí en qué se había convertido, después supe que evolucionó a otra idea, a una idea filosófica llena de creatividad. Supe de su talento y de todo lo que hacía aparte de seguir inventando: fue un enamoramiento que fue del cerebro a mi corazón. A mi corazón he dicho. 

Fueron varias cosas lo que produjo mi enamoramiento: el hecho que regresara, el hecho que esperaba a alguien como él, el saber que tiene mucho que ofrecer con su talento. No lo se, sólo puedo decir que cada vez que lo veo me enamoro más de él. Me ayudó a sentir y me ayudó a dejar de pensar, algo que de vez en cuando es sano. 

Lo más importante fue que él regresó a mí, cuando menos lo esperaba, cuando pensaba que no me enamoraría más, cuando las dudas me hacía alejarme, él me quitó el miedo. Siempre le estaré agradecida por eso. 

Yo se que en la vida nos regimos por metáforas, esta metáfora del viento, como algo que viene y se va, como algo que es furioso, pero también te acaricia... es como él, como su persona y como sus noticias. Es intempestivo y no se sabe a ciencia cierta a dónde irá. 

No sé si sea como Se levanta el viento, no sé qué es lo que pase con nosotros, pero tengo que intentar vivir. 

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