martes, 23 de abril de 2019

10 cosas que aprendí de After Life

Sólo un filósofo puede entender al mundo con una gran misantropía, pero también, mostrando una gran compasión. 

La serie After Life trata de la vida de Tony, un hombre de mediana edad cuya esposa muere de cáncer. Tony cambia para mal: se encuentra amargado, deprimido y furioso con la vida, pero, dentro de él, hay una parte que aún ama la vida y quiere el bien para sí y para otros. 

La serie cuenta con las actuaciones de Ricky Gervais en el papel principal (Tony), la enorme Diane Morgan (Kath), Tom Basden (Matt), Tony Way (Lenny), Kerry Godliman (Lisa), David Bradley (el actor de Harry Potter y que sale del papá de Tony), entre otros. Juntos tienen una gran química y lucen en la serie como el apoyo emocional de Tony. 

10. Siempre hay una persona que nos despierta, que nos altera con sus chistes y sus bromas, que espera a que caigamos en sus trampas... pero para esa persona puede que seamos perfectos, que sea lo que lo hacía despertar y querer seguir adelante. Lo que le daba sentido a su vida. 

9. El título de la serie no sólo se refiere a si hay vida después de la vida, sino a cómo es la vida para aquellos que nos quedamos y que esperábamos una vida eterna con la persona que amábamos, la persona que encontramos y que resultó ser perfecta. 

8. Aunque lo único que queramos sea acabar con nuestra vida, con todo lo que tenemos cuando nos sintamos deprimidos, hay personas que cuentan con nosotros que también sufrirían. Sabemos que los otros pueden ser un infierno... puede parecer que no nos comprenden, que no nos necesitan, pero ¿si no estamos del todo solos con nuestro sufrimiento? Si era una persona querida no nos afecta sólo a nosotros. Abrirse también es observar nuestro entorno y ver cuán heridos están los otros. 

Lo que nos lleva a:

7. Si una persona muere, es tan difícil aceptarlo por nuestro egoísmo: un amigo me decía: Aún si tus padres viven hasta los noventa y nueve años, tú seguirás diciendo: ¿por qué no vivieron hasta los cien? ¿por qué me dejaron sola? Es tan difícil aceptarlo no porque aceptemos que sufría, sino que nosotros sufriríamos mucho más con su pérdida. Es el vacío y los planes que teníamos con ella, no de hecho, lo que ella pensaba. Por eso es importante compartir con otros, porque estamos conscientes del vacío que deja, pero también apreciamos otras perspectivas y otro egoísmo. Es más complejo de lo que parece porque no podemos dejar de pensar en nosotros y en cómo nos sentimos, pero a la vez nos sentimos tristes por el otro y lo que, por momentos, sentía. 

6. No todas las personas quieren aprovecharse de nosotros, a veces quieren ayudar. Es ahí cuando encontramos dos soledades que se unen, que se ayudan y que quieren honestamente acompañar. Pueden estar en quien menos lo esperamos: la mujer de la calle, la cuidadora, el familiar político que tomamos por tonto o una colaboradora que sólo quiere hacer su trabajo. 

5. A veces acumulamos cosas: la lógica de la acumulación consiste en cree que después servirá, algún día, en nuestra mente: lo que no hicimos, lo que no usamos, lo que creíamos que iba a funcionar. Pero qué sucede cuando vemos que eso en realidad no sirve y peor aún, forma parte de algo que ya nos pasó y seguimos aferrados. Mucha gente acumula resentimientos por algo que no hizo y en su mente quiere ganar esa discusión, esa pelea, cree que se reivindicará, que todo será mejor, que será libre. Pero sólo acumulando cosas y favoreciendo dicha lógica. 

Una depresión es una acumulación de tristeza, frustración, ira y dolor. 

4. Todas las personas merecen ser escuchadas, o al menos registradas en una historia. Afterlife cuenta con reminiscencias a Proust: en la descripción de Alain de Botton, Proust acostumbraba desayunar dos croissants, un café y acompañarse de su lectura diaria del periódico. Pero Proust no leía cosas como las finanzas, las editoriales o reseñas, sino que leía algo que conocemos como Nota Roja. 

Así, Proust leía del amante infortunado, la mujer que murió de amor, el joven que se suicidó por desesperación... Pero ¿esto es necesariamente trivial? ¿Qué tal si fueran historias del vecino que tiene un hijo feo? ¿o un amable ancianito que recibió una sorpresa? ¿Esas qué tipo de historias son? ¿Merecen ser escuchadas acaso? Al menos una vez, aunque sea en una gaceta, de una localidad de Inglaterra o de una colonia popular, al que darles el beneficio de la duda. 

3. Hay personas que, por más que su dolor sea grande y su propósito sea cada vez menor... merecen la misma compasión que nosotros, no importa cuánto nos proyectemos en ellas, no son nosotros. ¿Merecen lo mismo que creemos que merecemos nosotros? No, merecen el respeto, escucha y compasión que recibiríamos de nuestro mejor amigo. 

Lo que nos lleva a:

2. Puede que esa persona, la que creíamos pequeña para el mundo, sea un gran apoyo o compaña, un parte importante de la vida de otra persona. Entre las pequeñas personas, podemos hacer un gran mundo... tal vez, por las personas que creemos que no importan, son la parte más importante porque por ellas nadie se preocupa. Gervais plantea un dilema tan increíble y sofisticado como el de Philippa Foot. Gervais es un moralista, cínico e ilustrado. 

Y finalmente cierro con esta reflexión, la cual me hizo revalorar lo sucedido en Los Autobuses.

1. Nosotros, con nuestro dolor, no sólo nos enfrascamos en una espiral hacia nuestro abismo... sino que hacemos sufrir a los demás: no es bueno romantizar una tragedia. Al principio nos dará un aire de cinismo, de melancolía, nos hará interesantes, pero sólo nos hacemos miserables y evitamos buscar ayuda a lo que verdaderamente sentimos. 

Eso, en el fondo, era lo que un viejo amigo de los autobuses me trató de explicar: no importa lo que pase siempre que seamos buenos, hasta con nosotros mismos. No caer en la negación que tenemos un problema y que lo hemos arrastrado. Lo importante fue a quienes conocimos, quienes nos marcaron y no sentir lástima por nosotros mismos. Porque en esas pequeñas cosas, está la vida después de algo traumático o doloroso. 

En el fondo, estar en Los Autobuses fue horrible, terrible, desesperanzador e increíblemente frustrante... pero ahí fue donde conocí a personas buenas y personas que les importé: un conductor honesto que se parecía a Bruce Willis, un profesor bigotón que le gustaba escucharme, una chica que le gustaba la filosofía de la biología, dos lores ingleses y un amigo que era la combinación entre el mismo Ricky y John Cleese. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario