martes, 16 de abril de 2019

Cuando Ricky Gervais me salvó

Cuando supe que Ricky Gervais era filósofo, mi corazón se llenó de esperanza y mi alegría subió hasta el cielo. 

Yo, que antes pensaba que Omar Chaparro era un referente de la comedia, veía nuevos horizontes. Preferí The Office UK a The Office gringa... después vi unos capítulos de Life's too short, clips del podcast animado, el Out of England (1 y 2), The invention of Lying, no soporté ver la enorme Derek porque estaba deprimida, pero vaya que observaba las noticias de esta gran serie. 

Con cada intervención en los Golden Globes, no sólo quería ver a este hombre: quería aprender de él, ver lo que él había visto, comer lo que él comía. Me había fascinado y enamorado. Y era filósofo, británico y atractivo ¿qué más le podía pedir a la vida? 

Aunque me hacía reír, recientemente me hizo llorar. Entendí un problema que tenía viendo sus series; con sus standups aprecié su comedia y los temas que seguía en ella. 

Con él distinguí las interpretaciones de la frase que reza El Humor es Universal. 

Recientemente, Gervais hizo una serie llamada After Life, en la que un hombre bueno pero con una oscura visión de la vida y la religión (como el mismo Gervais) entiende el valor de la vida y la importancia de las relaciones con los otros para dar sentido a una existencia que es dolor y que rara vez lo tiene. 

El problema del sentido es tratado con una profundidad increíble y a la vez con sutileza: Gervais, en su personaje de Tomy, analiza a una persona compleja, pero que quiere tener esperanza; incomprendida, pero capaz de poner las cosas en orden. Con ganas de vivir, pero sin idea de cómo continuar en el absurdo del mundo.

Aunque el problema del sentido prevalece, Gervais pone de manifiesto que la comedia, las relaciones interpersonales y el cinismo nos pueden ayudar a salir adelante. 

Pienso ver Derek y algunos capítulos de Extras, pero más Derek porque es la que me ha conmovido en reseñas y temáticas como la filosofía del cuidado. Gervais presenta la paradoja del misántropo: sólo alguien que es tan odioso, tan cínico y tan cruel a ratos, puede ser tan compasivo, amoroso y generoso con la humanidad. 

Yo amo a Ricky Gervais, el filósofo del humor, a la altura de Moliere y de Mandeville, bien podría haber sido, en el siglo XVII, un moralista francés o un ilustrado como Voltaire. 

O quizás si le corresponde su tiempo y lo necesitamos más que nunca. 



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