miércoles, 23 de abril de 2014

Von Trier y Haneke o la filosofía y el sexo

Aprovechando esta temporada de guardar y pensar en lo que hemos hecho, decidí ver Ninfómana (volumen 1 y 2) en un día, el siguiente decidí complementar la información que tenía con la película La Pianista. 

Parece que no estaba satisfecha (insert joke here), aunque el trabajo de Von Trier es impecable, filosófico, hecho de referencias e imágenes obsesionantes; creo que trata demasiados temas a la vez y no es tan controvertida como dicen. De hecho, presenta guiños y referencias a obras que son mucho más provocadoras y polémicas como las de Sade o Haneke. 

¿Los filósofos hablan de sexo? Si en un sentido y no en otro. No puedo contestar categóricamente si o no. Es una discusión delicada: hay prejuicios, cosas políticamente incorrectas, decisiones difíciles y posibilidades 

En un ámbito de divulgación sí que hablamos de sexo: quizá su dimensión política, el cuerpo y el discurso que trae consigo. Lo cierto es que no hablamos en el ámbito de lo erótico, de las sensaciones. Incluso negamos que haya algo como eso: la sensación, los sentimientos son meros supuestos problemáticos en algunas filosofías. Creo que no tenemos demasiada información en un sentido de investigación. 

Quizá el mayor filósofo del sexo es Sade, pero también está Foucault y Derrida. Obviamente Foucault con sus tesis de el fascismo en el cuerpo y con los volúmenes de Historia de la Sexualidad. Derrida con la animalidad del hombre: parece que la dimensión sexual pertenece al hombre en su aspecto más salvaje, más desinhibido y fascinante. 

Cap. 1 Von Trier. Los filósofos no hablan de sexo. 

Para nada: su más reciente película, Ninfómana, no habla de sexo... teoriza acerca del sexo, nos muestra escenas de sexo (pero que no tienen poder en lo visual, eso es muy importante); pareciera que la obsesión de la Ninfómana es el sexo... Pero No es de sexo. 

Una de dos: puedes sentir que es una gran estafa... pero estás ante la obra de un fílósofo: tan extensa como breve, cuyas connotaciones te hacen pensar en Cervantes, Shakespeare o Moliere: mientras que en esas hacen referencia al lenguaje en descripciones definidas como un Hidalgo, mi Romeo (o un Otelo), un Tartufo... con Von Trier es una Ninfómana. Con Sade es un libertino el que empuja los resortes de la acción. La lista sigue y sigue. 

Ninfómana es una película de sexo: No, porque no te habla de sexo... pero eso es una de las tesis más provocadoras que he visto: Lo sexual proviene de lo no sexual. Un fetiche, un sentimiento, una representación, el olor, cierta propiedad del objeto (que sea de cierta forma, tamaño, altura). Todo lo que nos gusta hasta fascinarnos... viene de algo que No tiene por qué despertar deseo. 

Distinción inicial de Foucault: 

En el tercer volumen de Historia de la Sexualidad, Michel Foucault habla sobre dos maneras de explorar la sexualidad: 

- Scientia Sexualis. Es, de la forma más clara en que lo entiendo, toda la teorización acerca del sexo: cómo funcionan, cómo se llaman los órganos sexuales, qué sucede ante determinada situación biológica, social, ciertamente en el ámbito de la biopolítica. Todo lo que sea teorizar, analizar, argumentar acerca del aspecto sexual de la vida de las personas. 

- Ars Erótica. Son los aspectos dentro del juicio de las personas que conforman su vida sexual. Juicio en el sentido de si les gustan, si les permiten elaborar un conocimiento acerca de su sexualidad (sin ser teóricos). Pero no se agota en el aspecto práctico. Algunos ejemplos que tengo en mente son las parafilias (comportamientos que erotizan al sujeto mediante ideas o representaciones basadas en cuestiones tan habituales que parecen que no entran en la sexualidad); fantasías sexuales (que en cierto modo se basan en algo que no estaba en la realidad para hacer una especie de realidad alternativa), sensaciones: una vida puramente basada en el cuerpo. 

En el caso de la película de Von Trier: el hombre que ayuda a la ninfómana (interpretado por Stellan Skasgaard) sería la representación de la scientia sexualis. La ninfómana (personificada por Charlotte Gainsbourg) es la Ars Erótica. El papel de la masculinidad y la feminidad parece que son intercambiados para hacer una crítica: mientras que la ninfómana expone a los hombres como algo tan complicado. Las armas que tienen las mujeres para seducir parecen aprendidas de un hombre: algo de manipulación, imagen, ser visual y ser incluso vulgar y mentirosa para conseguir sexo sin sentido. ¿Habría problema si fuera un hombre, un adicto al sexo? Creo que no habría problema para nada... sería más cómodo de ver. 

El enigma del filósofo 

Ninfómana es una película difícil: porque hay muchos aspectos de la mente femenina que ni siquiera nosotras somos conscientes. La masculinidad se presenta como un enigma o rompecabezas (puzzle). Si algo saben hacer los filósofos son puzzles: poner todas las piezas juntas de una imagen que jamás llega a completarse. Von Trier lo hace trayéndonos una de las secuencias más conmovedoras y fascinantes sobre la mente femenina. No es un puzzle fregeano, kantiano; un puzzle de la filosofía del lenguaje: es un puzzle en donde reconocemos sentimientos, evocaciones, imágenes mentales y el amor: el objeto del deseo, casi siempre es el objeto amado. 

Puzzle se traduce como enigma o rompecabezas: en el rompecabezas juntamos las piezas y vemos una figura, pero si nos falta una, por pequeña que sea no vemos la verdadera imagen. Siempre habrá algo por lo que no se completa el puzzle. Nuestro razonamiento, nuestra búsqueda es así. 

El placer está ligado al dolor

Cuando la ninfómana no puede sentir, ciertamente es cuando entra en contemplación: cuando salen a flote su teorización sobre la vida, la ausencia y la naturaleza de la mujer. Es cuando parece que se asoma su instinto maternal, pero desaparece cuando regresa la sensación. 

La ninfómana siente cierta desesperación cuando su fuente del placer desaparece por lo que recurre al riesgo: experimenta con las barreras del idioma, sadomasoquismo, lesbianismo: cualquier cosa que la saque de su rutina. Una rutina en donde podemos caer cualquier mujer. 

Es un argumento recurrente que el dolor, los sentimientos, son importantes porque nos hacen sentir vivos, sólo así podemos completar enigmas, diferenciar de lo cotidiano. Las emociones que implica el sexo y la vida no son un supuesto problemático: son parte de nuestra naturaleza. Quizá se pueden desarrollar dentro de nuestra animalidad o dentro de si mismas: cuando la ninfómana se entrega al dolor, no hay miedo, redescubre su sexualidad y se libera. 

Políticamente correcto

El desarrollo del filme versa sobre la aceptación terapéutica mediante la scientia sexualis. Haré un paréntesis para contar una anécdota. 

Leía una revista de chismes de la farándula y otras más para adultos (de esas que venden en los paraderos) Encontré dos conclusiones que llamaron mi atención. 

- De lo que se tiene culpa es del acto mismo, no de la persona involucrada ni de lo que sientas tú. 
- Las prácticas sexuales no son consultorio sexual. 

La primera conclusión la dio un sexólogo a un hombre que se sentía apanicado de encontrar al transexual prostituto con el que había tenido relaciones: preferiría no encontrárselo, porque temía que lo reconociera y lo avergonzara. Era un desplazamiento hacia el hecho que no podía aceptar que le había gustado ese tipo de sexo: que le gustó porque no iba con lo que le decía la sociedad ni su masculinidad. En sí, es absurdo que se lo encontrara en la metrópoli y es absurdo que el prostituto no guardara discreción. No es una situación tan bizarra en si. 

La segunda conclusión, es un poco más radical, tiene la particularidad de mezclar scientia sexualis y ars erótica: dentro de tus gustos, es necesario que el sujeto sea consciente de qué ideas le hacen daño, qué prácticas implican más riesgo y cuáles no está dispuesto a cambiar. Muchos de los sentimientos que presenta, generalmente se pueden volver más comprensibles o aceptables mediante la teorización del sexo en términos del conocimiento de las prácticas. 

Por ejemplo: podemos pensar que el adulterio es un gran daño para una pareja, pero, visto desde otros fines, puede reducir un estrés causado por la vida en pareja. A veces el riesgo es una especie de factor para que los individuos encuentren seguridad y así toleren las mismas consecuencias de esa vida. Las ideas no son tan peligrosas como parecen. 

Ejemplo del pederasta. 

¿Hablan los filósofos del sexo? Si, pero hay observaciones cargadas no de teoría, sino de prejuicios: cuando la ninfómana presiona sexualmente a un pederasta, haciendo que evoque un deseo reprimido, el pederasta suplica, llora: tal deseo es su perdición, es la causa del sufrimiento. Aunque nos provoque asco o saque a relucir nuestras cerrazones, el pederasta es también una especie de Sísifo insatisfecho: alguien que anhela, que parece terminar una tarea de antemano perdida. Nunca va a concretar su deseo. En palabras de la ninfómana es un desterrado sexual. 

La ninfómana se convierte en filósofa: logra sentir empatía por un enemigo público, entender su dolor y desesperación. Y logra poner el dedo en la llaga de la múltiple moral (doble, triple, usted escoja la cantidad según sus prejuicios)

El término desterrado sexual aparece en el filme, pero es un término digno de un tratado filosófico: parece que no sólo habla a un sector, habla a la humanidad como naturaleza sufriente, que nunca podrá materializar un deseo: ya sea porque está oculto, ya sea porque es vergonzoso, ya sea porque es difícil pasar de la teoría a la práctica. Hay prejuicio. 

La segunda vez que la ninfómana filosofa es cuando dice que la scientia sexualis, el discurso acerca del sexo, no debe ser políticamente correcto: porque hay piedras de toque para constituir la democracia: la censura del lenguaje es una estupidez, un problema oculto no implica su inexistencia. Evidencia aún más la podredumbre, distorsiona la autonomía del individuo. 

Y tenemos derecho de sentir, de comportarnos como se nos dé la gana: de ser putas, de ser amantes, de buscar sexo sin sentido. No es falta del mismo ni abundancia: es una búsqueda personal mediante el fenómeno sexual. La scientia sexualis es descriptiva, no regulativa: si a mi me gusta el sadomasoquismo no implica bondad o maldad, implica que hay una parte de mi ser que tiene tales creencias, manifiesta ciertas ideas con respecto al dolor. 

Y mucho menos implica incomodidad: si alguien le molesta el asunto sexual, que no lo mencione, que lo oculte para sí o que se corte los genitales, pero que no venga a proferir insultos, salpicar de fracasos y contagiar de prejuicios a quienes buscan su experiencia. Tenemos derecho a disentir: ese es un aspecto político, construído mediante el sexo. 

Tenemos derecho de ser como somos. El daño a terceros es un efecto colateral, la gente puede recuperarse de eso, puede entender otras cosas con los años. Pero castrar a un individuo, desterrarle, culparle de ser como es y satanizarlo: es para defecar en las bocas de los políticamente correctos. 

Y no, no hay que renunciar a eso para que unos cuantos imbéciles se regodeen en su inmudicia. No hay que dar comodidad a quien de facto, te ha rechazado. 

Final: guiño a Sade

El guiño a Sade es cuando, una vez que la ninfómana se ha sanado, ha conseguido otro amigo (aparentemente), observa que el camino que tome su vida sólo puede ser dictado por ella misma, que sólo ella puede juzgar sus acciones y no otros. Y que el paso a ser una mala persona, puede darse en cualquier momento. 

Aunque parece que la ninfómana recibe su merecido, es obvio que puede ser tanto víctima como victimaria: pero eso la hace una persona completa. Al final, da ese gran salto a lo que será su destino: su verdadera personalidad. 

Capítulo 2 Haneke, la mujer oculta 

Parece que me contradigo... pero después de observar la película La Pianista de Haneke, Ninfómana me pareció una historia de amor o un caramelo de Von Trier. Pero es que eso es: una historia de amor y de aceptación de una mujer que es incomprendida, menospreciada y que se odia a sí misma. Pero que con la terapia de la scientia sexualis y la ars erótica, logra unirlas con filosofía para crecer. 

Hay un guiño a Sade con las libertinas y madrotas. No es un spoiler pero en Sade parece que empiezan de niñas perversas con deseos sexuales increíbles para convertirse en sacerdotisas de la depravación, asesinas y alcahuetas. En Ninfómana se observa un poco, acompañado de un discurso político y de una argumentación provocadora. 

Haneke, por su parte no observa una evolución, sólo una pérdida de sentido. Lo que más es difícil para una mujer es pasar del pensamiento a la acción. Creo que es un retrato más cercano a lo complejo que es ser mujer en un ambiente totalmente rígido, sin oportunidad de ser distinta y libre por ser quien es. 

Hay un mejor tratamiento del prejuicio: uno intuiría que una mujer dedicada a las humanidades, sobreprotegida, delicada, sería... pues... sensible. Lo cierto es que todos sus infiernos, no son más del infierno que vive día con día, de esa torcidez que no sabe desde cuándo empezó. 

Es un aspecto de la feminidad poco explorado: una mujer que no quiere ser tratada con pinzas de amor y erotismo: quiere sexo con violencia, confesarse, liberarse de la culpa siendo, irónicamente, castigada. Que puede tener ideas tanto más provocadoras que un hombre. 

El papel de los hombres radica en su sensibilidad: tanto en Von Trier como en Haneke se observan hombres comprensivos, con tendencia al puro erotismo, los rituales y la entrega. Las mujeres en ambos filmes, se ven presa de sus obsesiones y sus padecimientos, sufren el hecho de querer ser tomadas. No pueden ser libres y, aunque la ninfómana adquiere cierto poder sobre sí, es porque se convertirá en algo mucho peor. 

Me pareció mucho más contundente la película de Haneke: ese individuo torcido, sin posibilidad, profundamente castrado por una sociedad hipócrita y déspota, que busca a toda costa un chivo expiatorio para otros vicios y puerqueces. 

Y ¿los filósofos hablan de sexo? 

No estoy ahora tan segura: hablan cuando es un problema del aspecto que tienen que tratar, como Foucault con la tesis del fascismo en el cuerpo. Pero parece que hay una insuficiencia de argumentos, de razones y de aceptación de los supuestos problemáticos. Tengo que decir que no hablamos de sexo: porque es un medio extraño para canalizar o hablar de otras cosas, aunque lo mencionemos, jamás diríamos algo tan importante... Los filósofos no sabemos mucho de sexo, porque de lo que no se puede hablar hay que callar. 

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