domingo, 4 de octubre de 2015

Cuando tener sexo se volvió complicado 2

Si bien esta no es una sección, aún tengo mucho de qué quejarme (hay una primera parte en este blog).

Decidí volver al ruedo... bueno, no estoy segura. Pero lo cierto es que quiero salir otra vez. Pero no hay nada seguro... pero quisiera sólo que no fuera tan formal y a la vez algo pasajero... Pero la verdad, prefiero no volver al ruedo. 

Opciones... bueno, hay opciones. No se trata de cuerpo, no se trata de planes a futuro (no siempre), no se trata de cualidades amatorias (ser bueno en la cama o no). Se trata de tener claro lo que quieres y encontrar alguien con quien tener química. 

La química es muy poderosa, pero tiene la desventaja de acabarse, de ser cosa de un momentillo. De hacer que te quedes con una persona que no quieres, que no tiene nada que ver contigo. 

Pero tienen química, y veo las cosas tan maravillosas que se me olvida que no es perfecto, lo veo hasta guapo, lo veo como la mejor persona del mundo. La verdad, es que deja mucho que desear. 

Y es que el problema es que no nos ponemos de acuerdo: él cree que todo vale porque yo no le digo nada, porque quiero hacerlo feliz en todo. Quiero que él me quiera, que se sienta cómodo conmigo, que no piense en ninguna mujer mas que en mí. Y fallo miserablemente. 

Porque nada de lo que tengo en mi cabeza es plausible siquiera. Todo lo que quiero ni siquiera se lo dije: le digo a todo que si, por lo que él cree lo que cree. 

Y si me lastima, es mi culpa: porque yo no le dije, yo no le especifiqué, y él era más maduro y yo no tengo nada que hacer mas que reclamarle. Yo me asusto ante tal o cual problema. Y mi extremo es más o menos igual: él tiene la culpa, él no me quiere, no me responde como yo le digo. 

Y todo se va al carajo, porque si a algo estaba destinada esta relación, era a que no funcionara. Uno puede querer a alguien, pero al parecer ese alguien no le corresponde. 

Y así es como tener sexo se vuelve complicado. No porque que haya un género que es más problemático que el otro. Es porque los extremos hacen daño, porque nadie especifica lo que quiere y nadie habla de cómo se siente con el otro. Ni le importa cómo se siente el otro. 

Si el otro no habla... dudo que se puedan poner de acuerdo. Dudo que algo pase, dudo que algo bueno surja, si sólo buscamos culpables y peleas, y ni siquiera sabemos por qué estamos tan enojados... No lo sé, sigue siendo complicado. 

Y por eso es que decidí no volver al ruedo. No hacer nada, no enfrentar nada... Prefiero hacer otra cosa. 

Como recordatorio: 

La semana pasada mi pareja me lastimó de manera muy baja, me sentí traicionada. Me dolió tanto: como si me dieran un puñetazo, me apuñalaran a lado de las costillas, como si hubiera caído de diez pisos y hubiera sobrevivido, pero no con una buena vida. Lamento la desastrosa analogía, pero se siente de la verga. 

Creo que en vez de sustituir a alguien, quisiera dejar de lado todo. No es bueno enfrentar ese tipo de problemas, cuando tienes otros peores. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario